Con alguna frecuencia los discípulos de Buda
eran verbalmente insultados y humillados por las gentes desaprensivas o
aviesas, que querían herirles por no estar de acuerdo con sus
enseñanzas o porque envidiaban su apacibilidad.
El mismo Buda era a veces muy mal recibido en algunas ciudades o pueblos, y tenía que soportar injurias, insultos y desprecios. Nunca perdía el sosiego y contestaba con la media sonrisa.
Cierto
día, un grupo de fanáticos religiosos llegó hasta él y todos comenzaron a
increparlo, reprochándole que no tenía ningún conocimiento válido y
empezaron a mofarse de sus enseñanzas. ¡Las enseñanzas del hombre más
lúcido de su época! Pero los fanáticos no dejaban de amenazarle e
insultarle.
Hay
muchos peligros en la locuacidad y por irreflexión o malevolencia
muchos tienen en su lengua un estilete con el que hieren a los otros
Buda no se alteró en lo más mínimo, pero algunos de sus discípulos, ante tamaña injusticia, se dispusieron a replicar. Buda les pidió que se calmaran y les dijo:
– ¡Dejad
en paz a esos alborotadores! No os perturbéis y no os preocupéis en
absoluto por mí. Sabed, mis queridos discípulos, que el mundo discute
conmigo, pero yo no discuto con el mundo; sabed también, queridos
míos, que los demás me insultan, pero que yo no recojo el insulto, así que se quedan con él.
REFLEXIÓN
Las polémicas
muchas veces son estériles e irrelevantes y no producen otra cosa que
darle insensatamente vueltas a las cosas, obnubilar y desgastar la
mente. Las controversias a menudo se pueden convertir en una
fuente de fricción y malestar.
El que mucho discute, mucho yerra, y muchas boberías salen de su boca, hiriendo ciega y mecánicamente a los otros.
Hay
muchos peligros en la locuacidad y por irreflexión o malevolencia muchos
tienen en su lengua un estilete con el que hieren a los otros. El ego se pone a la defensiva
en los alborotadores y discutidores, y no quieren descubrir la verdad,
sino solo manifestar su “verdad”e imponerla. Lo mejor es no comerse su
cebo para no tragarnos el anzuelo envenenado.
¡Nada
peor que aquellos que quieren convencernos como fuere de sus
convicciones! Dios sea misericordioso y evite ponerlos en nuestro
camino.
Ramiro Calle
Centro Shadak
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