Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos.
HERMES TRISMEGISTO
Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH
DEDICATORIA
Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.
Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.
Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia
La
leyenda de los Amantes Mariposa es una de las cuatro grandes leyendas
populares de China y cuenta con cerca de 1.500 años de historia. Se
trata de un relato sobre la fidelidad del amor más allá de la muerte,
capaz de conmover a generaciones enteras y que se ha representado en la
cultura china tanto en ópera, como en danza, música o cine.
En el poema “Jingxi zhuzhici,” Shi Chengyu, poeta de la dinastía Qing (清,
1644-1911), habla sobre un par de mariposas que ocupan un distinguido
lugar dentro del folclore de la cultura china. Nacida en la provincia de
Zhejiang,
la leyenda de los Amantes Mariposa es una de las cuatro grandes
leyendas populares de China. Sus cerca de 1.500 años de historia han ido
moldeando el relato sobre la fidelidad del amor, capaz de conmover a
generaciones enteras y merecedora de las varias iniciativas que en la
actualidad tratan de concederle la denominación de Patrimonio Inmaterial
de la Humanidad.
Cuenta la leyenda que en la dinastía Jin Oriental (东晋,
317-420) vivía en un pueblo de Zhejiang una familia acomodada, conocida
entre sus vecinos como los terratenientes Zhu. Los Zhu tenían una hija
llamada Zhu Yingtai, diestra en las tareas domésticas y en el bordado,
pero cuyo gran anhelo era estudiar como lo hacían los hombres de la
época. En la China antigua a las mujeres no les estaba permitido
estudiar fuera de la casa paterna. A los quince años, decidió intentar
cumplir sus sueños y se disfrazó con atuendos masculinos para poder ir a
la escuela.
Vestida
de hombre, Yingtai fue a ver a su padre y ni siquiera este fue capaz de
reconocer su verdadera identidad por lo que, satisfecha, le hizo saber
cuál era su intención. Ante la insistencia de la joven, su padre no pudo
negarse y acabó cediendo. Con mucha ilusión, Yingtai emprendió su viaje
hacia la escuela. En el camino, el calor asfixiante la obligó a parar
en un pabellón para descansar a la sombra. Allí coincidió con Liang
Shanbo, un apuesto muchacho que también pretendía comenzar sus estudios.
Ambos conversaron con entusiasmo y descubrieron que tenían mucho en
común. Inmediatamente los dos jóvenes entablaron una estrecha amistad y
decidieron jurarse lealtad, se hermanaron bajo el pabellón y prometieron
ayudarse mutuamente para siempre.
Durante
tres años, los dos compartieron habitación en la escuela. Liang Shanbo
cuidaba de Zhu Yingtai como si fuese su hermano pequeño y esta, para que
su amigo no descubriera su verdadera identidad, estuvo años sin
quitarse la ropa. A lo largo del tiempo, Shanbo demostró que, además de
poseer un intelecto prodigioso, era honorable y respetuoso, con lo cual
se ganó la admiración de Yingtai, que acabó enamorándose de él.
Transcurrido
un tiempo, la familia de Yingtai le hizo llegar una trágica noticia:
debía volver a su hogar, pues su padre había enfermado. Antes de partir,
la joven entregó a su profesora un hermoso abanico de jade y le pidió
que, llegado el momento, se lo cediera a Shanbo y le contara su
intención de casarse con él. Shanbo, entristecido, acompañó a Yingtai en
su partida a lo largo de 18 kilómetros. Durante todo el camino, la
muchacha trató constantemente de hacer ver a Shanbo su verdadera
identidad lanzándole todo tipo de indirectas que su amigo no supo
interpretar. Cuando finalmente alcanzaron el puente que separaría sus
caminos, Yingtai, desesperada por la actitud de su enamorado, fingió
tener una hermana gemela idéntica a ella y le ofreció su mano a Shanbo
que, atraído por casarse con una muchacha tan bella como su amigo,
prometió visitarla el séptimo día del séptimo mes.
Cuando
Yingtai llegó a su casa, descubrió que su padre se había recuperado.
Este la había comprometido con un noble llamado Ma Wencai y Yingtai,
apenada, no pudo sino acatar sus órdenes. Por su parte, Shanbo se
concentró tanto en sus estudios que olvidó su promesa. No fue hasta
cierto tiempo después, cuando recibió el abanico de Yingtai, que
descubrió la realidad. Alterado, salió de la escuela y se dirigió al
pueblo de los Zhu. Una vez allí, no encontró al chico con el que había
vivido numerosas aventuras en el pasado, sino a una preciosa muchacha
ataviada con un delicado vestido de terciopelo rojo y mangas turquesas,
que sujetaba con sutil delicadeza un precioso abanico. La mirada de la
hermosa joven escondía una profunda tristeza que le oprimía el corazón y
que la llevó de repente a romper a llorar desconsoladamente mientras se
lamentaba: “¿Por qué has tardado tanto? ¡Mi padre ya le ha entregado mi
mano a la familia Ma!” Shanbo recibió la noticia como un puñal en el
corazón, se maldijo a sí mismo por su error y, acto seguido, ambos se
fundieron en un cálido abrazo. Al igual que años atrás se habían jurado
amistad, en esta ocasión, entre sollozos, juraron que nadie sería capaz
de destruir el amor que se profesaban, permanecerían juntos para la
eternidad. Sin embargo, sus lamentos acabaron llamando la atención del
padre de Yingtai que se acercó encolerizado, los separó violentamente y
expulsó a Shanbo de su hogar.
El
muchacho se sumió en una profunda depresión. Tras varias semanas sin
dormir, una enfermedad le arrebató la vida. El día de su boda, Yingtai
no pudo resistirse a las órdenes de su padre y subió al palanquín
nupcial que la llevaría hasta su nuevo hogar. Cuando estaban en la mitad
del camino, se originó un violento vendaval que obligó a la comitiva a
detenerse. La sirvienta de Yingtai la avisó entonces de que justo
delante tenían una tumba en cuyo epitafio parecía estar escrito el
nombre de Liang Shanbo. Temiéndose lo peor, Yingtai aprovechó la
confusión de quienes la acompañaban y forcejeó para bajar del palanquín y
acercarse a la tumba.
Cuando
pudo leer el epitafio del sepulcro, notó cómo las escasas ganas de
vivir que le quedaban se le escapaban con las lágrimas que empezaban a
empañarle la mirada y se dejó caer sobre el suelo, rendida, susurrando
el nombre de aquel al que había jurado amor eterno. De repente, comenzó a
tronar y el cielo descargó un enorme torrente de agua que hizo que
todos los asistentes corrieran a refugiarse mientras miraban atónitos y
desde la distancia cómo sobre la tumba se abría un agujero y cómo la
novia se precipitaba hacia su interior. Cuando esta hubo desaparecido,
la lluvia amainó, el cielo se despejó y los rayos del sol proyectaron un
bonito arco iris sobre el campo mojado. De repente, dos mariposas
gigantes emergieron de la tumba y comenzaron a alzarse hacia el cielo.
Alegres, revoloteaban la una alrededor de la otra. En sus interiores
moraban las almas de Liang Shanbo y Zhu Yingtai, los amantes mariposa
que se perdieron volando por el horizonte, donde nunca más volvieron a
separarse.
El
origen de la leyenda de los Amantes Mariposa se remonta a la dinastía
Jin. Desde entonces, a través de la transmisión oral, fue
desarrollándose hasta llegar a la versión que hoy conocemos, narrada en
su totalidad en el Diario del Templo Yizhongwang por Li Maocheng en la dinastía Song (宋,
960-1279). Es por su carácter universal que la leyenda ha podido
sobrevivir al paso del tiempo. También por ello se ha convertido en una
prolífera fuente de inspiración que ha dado pie a una abundante
colección de obras teatrales, óperas, películas, etc. Destacan entre
ellas la representación de la leyenda en la ópera Yue, una de las
variantes más famosas de ópera china, típica de Zhejiang y
característica por su tono elegante y suave, muy adecuado para la
representación de relatos; y el concierto para violín de los Amantes
Mariposa que, compuesto por Chen Gang y He Zhanhao, se ha convertido en
una de las piezas musicales más conocidas de China. Ambas adaptaciones
artísticas ayudarán a que la leyenda de los Amantes Mariposa siga
propagándose en el tiempo y permanezca ligada a la cultura popular de la
provincia de Zhejiang para la posteridad.
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