Es necesario que las expansiones de consciencia se reflejen en la materia de los cuerpos del ser y en su expresión en el mundo del vivir humano. El modo más directo para lograrlo, es a través del servicio que, en colaboración con el Plan Evolutivo, el individuo va prestando incondicionalmente.
Tal servicio, realizado en coligación con la Jerarquía, es imprescindible para cumplir el propósito de la existencia de un planeta y de los reinos que lo componen. Potenciales ocultos pasan a exteriorizar sus patrones vibratorios a medida que, al servir, la consciencia del ser se va ampliando; esa ampliación y el servicio tienen estrecha relación: uno es consecuencia del otro.
Los que buscan servir, deben dejarse impregnar por las energías internas que por intermedio de ellos comienzan a irradiarse. La transformación de los cuerpos, a pesar de ser fundamental para alcanzar etapas más avanzadas, no debe ser buscada directamente. Toda su atención debe estar enfocada en la tarea que ha de cumplir.
El desapego va emergiendo con el desarrollo de esta dedicación al Plan Evolutivo. Es un desapego genuino, que no incluye desdén o indiferencia por personas, objetos ni situaciones, es una soltura derivada del contacto con la esencia de la vida. Inmanente en todo y en todos, esa esencia va revelando la libertad intrínseca en la verdadera unión.
Es necesario subir muchos peldaños antes de poder ver, en el horizonte de la existencia humana, el portal que conduce al mundo interior. Ese mundo, aunque siempre esté presente, siempre atrayendo a los seres en su dirección, sólo se devela cuando la consciencia transpone ese umbral.
La vida interior está llena de bálsamos curativos. Hermandades invisibles ayudan al ser, le muestran el rumbo que debe tomar, le dan fuerzas en los momentos de debilidad, luz en los de oscuridad. En realidad, nada de lo que se vive está perdido, todo se convierte en Bien, en aprendizaje y crecimiento, aun así, hasta hoy en general, la consciencia humana se negó a reconocer su verdadera meta y destino, prefirió echar anclas cerca de la costa, en lugar de surcar los mares profundos.
Fuente: Bases del Mundo Ardiente, de Trigueirinho
No hay comentarios:
Publicar un comentario