Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos.
HERMES TRISMEGISTO
Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH
DEDICATORIA
Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.
Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.
Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia
¿Podría estar convirtiéndose el mindfulness, en efecto, en la nueva espiritualidad capitalista?
Mindfulness: ¿moda? ¿autoconocimiento? ¿o un gran negocio
La práctica de la atención plena es cada vez más popular y los expertos alertan del riesgo de que se convierta e una mera técnica sin alma
En los últimos años el mindfulness (o atención plena) se ha convertido en una práctica cada vez más popular. Famosos como Oprah Winfrey, empresarios como Steve Jobs, actrices como Jennifer Aniston o Angelina Jolie, y también deportistas de todas las disciplinas, como Pau Gasol o Kobe Bryant, han encontrado en esta mirada hacia el interior una forma de concentrarse y de combatir el estrés y la aceleración de la vida diaria. Cada vez son más quienes dejan de correr y eligen una vida más slow.
El mindfulness , término acuñado por primera vez por Jon Kabat-Zinn y que significa «atención plena», se ha vuelto tan mainstream, tan general, que incluso ha pasado a formar parte de la publicidad, que este año lo utiliza como argumento de venta de una conocida marca de turrones. Las empresas lo usan para aumentar la productividad de sus empleados, las escuelas empiezan a aplicarlo en clase para mejorar el rendimiento académico de los alumnos; los militares, en Estados Unidos, para tratar el estrés post traumático; proliferan las aplicaciones de móvil que enseñan a practicarlo y, poco a poco, la atención plena se está convirtiendo no solo en una herramienta de autoconocimiento cuyo origen encontramos en el budismo, sino también en un gran negocio. Así lo denuncia el profesor de Management de la Universidad Estatal de San Francisco Ronald Purser en su libro McMindfulness: How Mindfulness Became the New Capitalist Spirituality (Repeater Books). ¿Podría estar convirtiéndose el mindfulness, en efecto, en la nueva espiritualidad capitalista?
Igual que la psicología positiva y la industria de la felicidad en general, el mindfulnessha despolitizado y privatizado el estrés”, lamenta el profesor Purser en su libro. “Si somos infelices por el hecho de estar en paro, por perder nuestro seguro de salud o por ser testigos de cómo nuestros hijos se endeudan hasta los topes pidiendo créditos para pagar la universidad, es nuestra responsabilidad por no verlo bajo el prisma del mindfulness.
Jon Kabat-Zinn asegura que “la felicidad es un trabajo interno” que tan solo requiere que atendamos al momento presente de forma plena y sin juzgarlo. Otro gran promotor de esta práctica de meditación, Richard Davidson, sostiene que “el bienestar es una habilidad” que puede ser entrenada, como los bíceps en el gimnasio.
La así llamada “revolución del mindfulness” acepta dócilmente los dictados del mercado. Guiada por un ethos terapéutico destinado a mejorar la resiliencia mental y emocional del individuo, respalda supuestos neoliberales tales como que todos somos libres de elegir nuestras reacciones, de manejar las emociones negativas y de “florecer” a través de distintas modalidades de autocuidado.
En los últimos años el mindfulness (o atención plena) se ha convertido en una práctica cada vez más popular. Famosos como Oprah Winfrey, empresarios como Steve Jobs, actrices como Jennifer Aniston o Angelina Jolie, y también deportistas de todas las disciplinas, como Pau Gasol o Kobe Bryant, han encontrado en esta mirada hacia el interior una forma de concentrarse y de combatir el estrés y la aceleración de la vida diaria. Cada vez son más quienes dejan de correr y eligen una vida más slow.
El mindfulness , término acuñado por primera vez por Jon Kabat-Zinn y que significa «atención plena», se ha vuelto tan mainstream, tan general, que incluso ha pasado a formar parte de la publicidad, que este año lo utiliza como argumento de venta de una conocida marca de turrones. Las empresas lo usan para aumentar la productividad de sus empleados, las escuelas empiezan a aplicarlo en clase para mejorar el rendimiento académico de los alumnos; los militares, en Estados Unidos, para tratar el estrés post traumático; proliferan las aplicaciones de móvil que enseñan a practicarlo y, poco a poco, la atención plena se está convirtiendo no solo en una herramienta de autoconocimiento cuyo origen encontramos en el budismo, sino también en un gran negocio. Así lo denuncia el profesor de Management de la Universidad Estatal de San Francisco Ronald Purser en su libro McMindfulness: How Mindfulness Became the New Capitalist Spirituality (Repeater Books). ¿Podría estar convirtiéndose el mindfulness, en efecto, en la nueva espiritualidad capitalista?
“Igual que la psicología positiva y la industria de la felicidad en general, el mindfulnessha despolitizado y privatizado el estrés”, lamenta el profesor Purser en su libro. “Si somos infelices por el hecho de estar en paro, por perder nuestro seguro de salud o por ser testigos de cómo nuestros hijos se endeudan hasta los topes pidiendo créditos para pagar la universidad, es nuestra responsabilidad por no verlo bajo el prisma del mindfulness.
Jon Kabat-Zinn asegura que “la felicidad es un trabajo interno” que tan solo requiere que atendamos al momento presente de forma plena y sin juzgarlo. Otro gran promotor de esta práctica de meditación, Richard Davidson, sostiene que “el bienestar es una habilidad” que puede ser entrenada, como los bíceps en el gimnasio.
La así llamada “revolución del mindfulness” acepta dócilmente los dictados del mercado. Guiada por un ethos terapéutico destinado a mejorar la resiliencia mental y emocional del individuo, respalda supuestos neoliberales tales como que todos somos libres de elegir nuestras reacciones, de manejar las emociones negativas y de “florecer” a traves de distintas modalidades de autocuidado.
En los últimos años el mindfulness (o atención plena) se ha convertido en una práctica cada vez más popular. Famosos como Oprah Winfrey, empresarios como Steve Jobs, actrices como Jennifer Aniston o Angelina Jolie, y también deportistas de todas las disciplinas, como Pau Gasol o Kobe Bryant, han encontrado en esta mirada hacia el interior una forma de concentrarse y de combatir el estrés y la aceleración de la vida diaria. Cada vez son más quienes dejan de correr y eligen una vida más slow.
El mindfulness , término acuñado por primera vez por Jon Kabat-Zinn y que significa «atención plena», se ha vuelto tan mainstream, tan general, que incluso ha pasado a formar parte de la publicidad, que este año lo utiliza como argumento de venta de una conocida marca de turrones. Las empresas lo usan para aumentar la productividad de sus empleados, las escuelas empiezan a aplicarlo en clase para mejorar el rendimiento académico de los alumnos; los militares, en Estados Unidos, para tratar el estrés post traumático; proliferan las aplicaciones de móvil que enseñan a practicarlo y, poco a poco, la atención plena se está convirtiendo no solo en una herramienta de autoconocimiento cuyo origen encontramos en el budismo, sino también en un gran negocio. Así lo denuncia el profesor de Management de la Universidad Estatal de San Francisco Ronald Purser en su libro McMindfulness: How Mindfulness Became the New Capitalist Spirituality (Repeater Books). ¿Podría estar convirtiéndose el mindfulness, en efecto, en la nueva espiritualidad capitalista?
“Igual que la psicología positiva y la industria de la felicidad en general, el mindfulnessha despolitizado y privatizado el estrés”, lamenta el profesor Purser en su libro. “Si somos infelices por el hecho de estar en paro, por perder nuestro seguro de salud o por ser testigos de cómo nuestros hijos se endeudan hasta los topes pidiendo créditos para pagar la universidad, es nuestra responsabilidad por no verlo bajo el prisma del mindfulness.
Jon Kabat-Zinn asegura que “la felicidad es un trabajo interno” que tan solo requiere que atendamos al momento presente de forma plena y sin juzgarlo. Otro gran promotor de esta práctica de meditación, Richard Davidson, sostiene que “el bienestar es una habilidad” que puede ser entrenada, como los bíceps en el gimnasio.
La así llamada “revolución del mindfulness” acepta dócilmente los dictados del mercado. Guiada por un ethos terapéutico destinado a mejorar la resiliencia mental y emocional del individuo, respalda supuestos neoliberales tales como que todos somos libres de elegir nuestras reacciones, de manejar las emociones negativas y de “florecer” a través de distintas modalidades de autocuidado.
Las empresas lo usan para aumentar la productividad; las escuelas para mejorar el rendimiento...
Al presentarlo de este modo, la mayoría de profesores de mindfulness no desarrollan un currículum que se enfrente con las causas del sufrimiento que residen en las estructuras de poder y los sistemaseconómicos de las sociedades capitalistas. Si esta versión del mindfulness tuviera un mantra este sería: yo, mí, me, conmigo”, denuncia Purser.
El periodista y divulgador Gaspar Hernández, autor de numerosos libros de psicología y espiritualidad, señala en este sentido que “como sucede a menudo, la verdad se encuentra en el matiz. Mindfulness sí, por supuesto, estoy a favor de su práctica: ha contribuido a popularizar la meditación, y a introducirla en ámbitos en los que hasta ahora parecía imposible. Por ejemplo, las grandes empresas y corporaciones. Pero −y he aquí el matiz− tiene que ir acompañado de ética, de alma. Por ejemplo: no tendría sentido practicar mindfulness en la industria armamentística, cuyo objetivo último es matar. O sea, mindfulness sí, pero con una ética detrás. La atención plena no es éticamente neutra”, asegura.
“La atención plena no es éticamente neutra”
GASPAR HERNÁNDEZPeriodista y divulgador
Explica Hernández que es muy común presentar el mindfulness como simple observación sin juicios. “Pero, como dice el monje zen Dokusho Villalba en su libro Atención Plena: mindfulness basado en la tradición budista (Kairós)”, aclara, “una explicación y una comprensión incorrectas de este punto son dos de los mayores peligros del mindfulness moderno. «El juicio, la evaluación, la apreciación son cualidades sanas y necesarias», escribe Dokusho Villalba. «El mismo hecho de querer evitar la rumiación de pensamientos y actitudes impregnadas de prejuicios y de sentimientos de culpa y de condena, tanto hacia uno mismo como hacia los demás, presupone ya un juicio, una valoración y una actitud moral. Es natural que enjuiciemos y califiquemos algunas actitudes como insanas y que queramos liberarnos de ellas, así como es natural que evaluemos algunas actitudes como sanas y queramos afianzarnos en ellas». Esto dice el maestro Villalba, y estoy de acuerdo con sus palabras. Lo importante es recordar lo que él dice: que la atención plena no es éticamente neutra”.
Millones de personas se benefician hoy en día del mindfulness cuando lo practican: mejor salud, menos estrés, mayor concentración, quizá incluso un poco más de empatía. Casi cada día leemos un estudio científico nuevo que reporta las numerosas ventajas de esta práctica para la salud, o cómo puede producir incluso cambios neuronales. Pero ¿podría ser que algo que aparentemente nos sana y nos libera escondiera también un lado oscuro? ¿O es la aplicación de una determinada versión del mindfulness lo que nos confunde?
“No es el mindfulness lo que tiene un lado oscuro”, explica Daniel Ramos, editor de libros de desarrollo personal y autor de 365 semillas de conciencia para una vida plena (Luciérnaga), “sino la conciencia humana entregada al ego y al servicio de la mente inferior. El mindfulness, por sí mismo, es una herramienta neutra. Son nuestros mecanismos automáticos los que intentan convertirlo en un medio para satisfacer nuestro deseo de transcendencia, o los que tratan de utilizarlo como un anestésico para no sentir un malestar o un dolor psicológico que no queremos afrontar, etcétera. O como una herramienta de amansamiento y dominación de un tercero o de un grupo”.
En los últimos años el mindfulness (o atención plena) se ha convertido en una práctica cada vez más popular. Famosos como Oprah Winfrey, empresarios como Steve Jobs, actrices como Jennifer Aniston o Angelina Jolie, y también deportistas de todas las disciplinas, como Pau Gasol o Kobe Bryant, han encontrado en esta mirada hacia el interior una forma de concentrarse y de combatir el estrés y la aceleración de la vida diaria. Cada vez son más quienes dejan de correr y eligen una vida más slow.
El mindfulness , término acuñado por primera vez por Jon Kabat-Zinn y que significa «atención plena», se ha vuelto tan mainstream, tan general, que incluso ha pasado a formar parte de la publicidad, que este año lo utiliza como argumento de venta de una conocida marca de turrones. Las empresas lo usan para aumentar la productividad de sus empleados, las escuelas empiezan a aplicarlo en clase para mejorar el rendimiento académico de los alumnos; los militares, en Estados Unidos, para tratar el estrés post traumático; proliferan las aplicaciones de móvil que enseñan a practicarlo y, poco a poco, la atención plena se está convirtiendo no solo en una herramienta de autoconocimiento cuyo origen encontramos en el budismo, sino también en un gran negocio. Así lo denuncia el profesor de Management de la Universidad Estatal de San Francisco Ronald Purser en su libro McMindfulness: How Mindfulness Became the New Capitalist Spirituality (Repeater Books). ¿Podría estar convirtiéndose el mindfulness, en efecto, en la nueva espiritualidad capitalista?
“Igual que la psicología positiva y la industria de la felicidad en general, el mindfulnessha despolitizado y privatizado el estrés”, lamenta el profesor Purser en su libro. “Si somos infelices por el hecho de estar en paro, por perder nuestro seguro de salud o por ser testigos de cómo nuestros hijos se endeudan hasta los topes pidiendo créditos para pagar la universidad, es nuestra responsabilidad por no verlo bajo el prisma del mindfulness.
Jon Kabat-Zinn asegura que “la felicidad es un trabajo interno” que tan solo requiere que atendamos al momento presente de forma plena y sin juzgarlo. Otro gran promotor de esta práctica de meditación, Richard Davidson, sostiene que “el bienestar es una habilidad” que puede ser entrenada, como los bíceps en el gimnasio.
La así llamada “revolución del mindfulness” acepta dócilmente los dictados del mercado. Guiada por un ethos terapéutico destinado a mejorar la resiliencia mental y emocional del individuo, respalda supuestos neoliberales tales como que todos somos libres de elegir nuestras reacciones, de manejar las emociones negativas y de “florecer” a través de distintas modalidades de autocuidado.
Herramienta multiusos
Las empresas lo usan para aumentar la productividad; las escuelas para mejorar el rendimiento...
Al presentarlo de este modo, la mayoría de profesores de mindfulness no desarrollan un currículum que se enfrente con las causas del sufrimiento que residen en las estructuras de poder y los sistemaseconómicos de las sociedades capitalistas. Si esta versión del mindfulness tuviera un mantra este sería: yo, mí, me, conmigo”, denuncia Purser.
El periodista y divulgador Gaspar Hernández, autor de numerosos libros de psicología y espiritualidad, señala en este sentido que “como sucede a menudo, la verdad se encuentra en el matiz. Mindfulness sí, por supuesto, estoy a favor de su práctica: ha contribuido a popularizar la meditación, y a introducirla en ámbitos en los que hasta ahora parecía imposible. Por ejemplo, las grandes empresas y corporaciones. Pero −y he aquí el matiz− tiene que ir acompañado de ética, de alma. Por ejemplo: no tendría sentido practicar mindfulness en la industria armamentística, cuyo objetivo último es matar. O sea, mindfulness sí, pero con una ética detrás. La atención plena no es éticamente neutra”, asegura.
“La atención plena no es éticamente neutra”
GASPAR HERNÁNDEZPeriodista y divulgador
Explica Hernández que es muy común presentar el mindfulness como simple observación sin juicios. “Pero, como dice el monje zen Dokusho Villalba en su libro Atención Plena: mindfulness basado en la tradición budista (Kairós)”, aclara, “una explicación y una comprensión incorrectas de este punto son dos de los mayores peligros del mindfulness moderno. «El juicio, la evaluación, la apreciación son cualidades sanas y necesarias», escribe Dokusho Villalba. «El mismo hecho de querer evitar la rumiación de pensamientos y actitudes impregnadas de prejuicios y de sentimientos de culpa y de condena, tanto hacia uno mismo como hacia los demás, presupone ya un juicio, una valoración y una actitud moral. Es natural que enjuiciemos y califiquemos algunas actitudes como insanas y que queramos liberarnos de ellas, así como es natural que evaluemos algunas actitudes como sanas y queramos afianzarnos en ellas». Esto dice el maestro Villalba, y estoy de acuerdo con sus palabras. Lo importante es recordar lo que él dice: que la atención plena no es éticamente neutra”.
Millones de personas se benefician hoy en día del mindfulness cuando lo practican: mejor salud, menos estrés, mayor concentración, quizá incluso un poco más de empatía. Casi cada día leemos un estudio científico nuevo que reporta las numerosas ventajas de esta práctica para la salud, o cómo puede producir incluso cambios neuronales. Pero ¿podría ser que algo que aparentemente nos sana y nos libera escondiera también un lado oscuro? ¿O es la aplicación de una determinada versión del mindfulness lo que nos confunde?
“No es el mindfulness lo que tiene un lado oscuro”, explica Daniel Ramos, editor de libros de desarrollo personal y autor de 365 semillas de conciencia para una vida plena (Luciérnaga), “sino la conciencia humana entregada al ego y al servicio de la mente inferior. El mindfulness, por sí mismo, es una herramienta neutra. Son nuestros mecanismos automáticos los que intentan convertirlo en un medio para satisfacer nuestro deseo de transcendencia, o los que tratan de utilizarlo como un anestésico para no sentir un malestar o un dolor psicológico que no queremos afrontar, etcétera. O como una herramienta de amansamiento y dominación de un tercero o de un grupo”.
Y prosigue: “El ego se apropia de la herramienta y la pone a su servicio alimentando la ilusión de que cualquier elemento externo, llámalo mindfulness en este caso, o bien pareja, dinero, un mejor trabajo, etcétera, puede llenar su vacío y su sentimiento de carencia o de inadecuación. O, del mismo modo, desde una posición de poder, el ego puede utilizar el mindfulness o cualquier otra herramienta como mecanismo de manipulación, influencia u opresión disfrazada de beneficio”.
“El ego puede utilizar el mindfulness como mecanismo de manipulación u opresión disfrazada de beneficio”
DANIEL RAMOSAutor de 365 semillas de conciencia para una vida plena
Ramos recuerda aquí las numerosas ventajas que se derivan de su práctica y advierte de que es el nivel de conciencia desde el que se utiliza el que redunda en uno u otro resultado: “Con una consciencia baja puede uno caer en la docilidad, la complacencia, aceptar ciertos abusos, vivir en el “todo está bien” tan new age de nuestros días y abierto a malas interpretaciones. Con una rabia bien conectada y una actitud de presencia absoluta, se pueden defender ideales, se puede denunciar la injusticia, se pueden desafiar las arbitrariedades del sistema desde la firmeza, la vehemencia y la convicción, a la par que, desde la serenidad, la compasión y con ánimo constructivo. Sería algo así como lo que algunos llaman la rebeldía compasiva”, afirma.
“El mindfulness está tan de moda porque hay muchas personas buscando sentirse bien”
SERGI TORRES
La necesidad creciente de volver a conectar con la propia esencia, con la propia autenticidad, y de vivir guiados por un propósito más elevado son los factores que, en opinión de Daniel Ramos, han contribuido a que la popularidad del mindfulness suba como la espuma.
“Actualmente, la sociedad en la que vivimos, el sistema socioeconómico imperante, contribuye a que vivamos totalmente alienados de nuestras necesidades reales, de nuestros ritmos y tempos naturales, y desconectados de un sentido y de un propósito mayor que nosotros mismos que trasciende el individualismo radical de las sociedades capitalistas. Pero lo cierto es que vivimos en una sociedad capitalista. Lo extraño, lo extraordinario en este contexto socio económico”, explica, “sería lo contrario, es decir, no convertir absolutamente cualquier cosa, cualquier experiencia en un bien de consumo-
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