Según la enciclopedia italiana Treccani, pensar es “la actividad psíquica por la cual el ser humano toma conciencia de sí mismo y del mundo en el que vive”. Me parece una definición sobre la que meditar.
Pensar no es solo el flujo de ideas y pensamientos en nuestras cabezas, mediado por la química del cuerpo y el condicionamiento cultural, sugerido por las experiencias sensoriales y nuestra fantasía, sino un proceso que debemos guiar para activar la conciencia de nuestro papel en el mundo.
Pensar y reflexionar para mí son elementos cruciales en mi vida desde que era niña. Recuerdo un día de pequeña en la escuela, cuando la maestra nos preguntó: “¿Podemos no pensar?”. Aquella pregunta me golpeó como una pequeña iluminación, que me trajo muchas más cuestiones: ”¿Los pensamientos que ahora pasan por mi cabeza, en este momento, son míos? ¿Cómo es que los pienso yo y no la persona que está a mi lado? ¿Qué determina mis pensamientos? ¿Cómo puedo acceder a otros pensamientos?
Esto es lo que he aprendido sobre el uso del pensamiento a lo largo de mi vida en Damanhur.
Si quieres pensar de manera diferente, hazte preguntas diferentes. Hacer la pregunta justa es un arte. A veces le damos vueltas a un problema no porque no tenga solución, sino porque seguimos mirándolo desde el mismo punto de vista: estamos atascados en las mismas memorias, en los mismos viejos programas.
Detenerse, respirar profundamente, conectarse con el cuerpo y al aquí y ahora puede liberarnos del bucle que todavía existe en el pasado y abrir una nueva espiral de asociaciones y memorias que nos lleve a nuevos pensamientos.
Dicen que después de nuestra muerte, en el pasaje hacia el más allá, existen puertas que hay que pasar y estas puertas están custodiadas por seres que nos harán una pregunta. Yo diría que es sabio empezar a practicar mientras estamos vivos haciéndonos las más preguntas posibles, desde varios puntos de vista y con diferentes lógicas. Para que no nos pillen por sorpresa y dar respuestas predecibles….
De todas las lógicas que podemos aplicar, la del pensamiento humorístico es la que nos da más libertad. Incluso en momentos difíciles, si logramos acceder al lado humorístico de la situación (que normalmente existe, aunque se esconda), podemos activar un tipo de pensamiento que nos permita dar una dirección diferente a los eventos. Aunque exista dolor y sufrimiento, podemos encontrar una conexión con una energía espiritual que nos ayuda a transformar la situación, o bien nuestra capacidad para aceptarla.
Falco a menudo decía que Dios es el máximo humorista. He intentado en algunos momentos difíciles recordar esto y buscar lo que podría ser el lado humorístico. No siempre he conseguido encontrarlo, pero a menudo el simple hecho de pensarlo me daba una mayor ligereza y me permitía pensar: mañana será otro día (como Escarlata en “Lo que el viento se llevó”).
Como he escrito antes, Falco nos enseñaba que no pensamos sino que recordamos… y bueno, me recuerda Esperide, una damanhuriana y amiga, que no debemos interpretar esto solo en clave negativa. Recordar significa dar densidad temporal a nuestra existencia. Si solo tuviésemos el poder de crear con el pensamiento, viviríamos en un eterno presente, pero sin la dirección de evolución dada por la experiencia estratificada en los recuerdos. El reto elegido por nuestra especie es llegar a pensar conservando la memoria.
Es entonces de suma importancia la capacidad de cambiar nuestros recuerdos, o nuestra interpretación de ellos, en lo que respecta a aquellos que nos limitan y no nos apoyan en la expresión de nuestra potencialidad. Antes de elegir la escuela de Damanhur me formé en EFT (Emotional Freedom Technique: técnica de liberación emocional). Fui una de las primeras psicólogas en Croacia en explorar este método, que conecta las sensaciones, los pensamientos y las memorias negativas con la relajación a través de la estimulación de puntos energéticos en el cuerpo. Vinculado a afirmaciones específicas, este método permite liberar la carga emocional de un evento y da la oportunidad de verlo de una manera diferente. Los recuerdos que causan sufrimiento y dolor pueden así transformarse. Un método que he encontrado muy eficaz.
Al llegar a Damanhur, descubrí que existe un curso de transformación de los recuerdos, que se apoya en nuestra tecnología espiritual única: Selfica. El recorrido utiliza “semillas temporales”, es decir, partículas energéticas capaces de germinar posibilidades de nuevos eventos en las ramas del tiempo. Se parte del pasado, para liberarnos de los límites y después dar dirección a nuestro futuro.
Te invito en este mes de agosto, a imaginar lo que pasaría si pudieses cambiar tus recuerdos negativos. Esto no significa que las cosas experimentadas ya no existirán, sino que adquirirán otro valor.
Para empezar escribe estos recuerdos en un papel. Por ejemplo los recuerdos que te hacen que no tengas un trabajo que te satisfaga, que no sientas que tienes valor, que no mereces ser amado, que no eres capaz de hacer algo…. escribe los detalles de ese recuerdo. Trata de meditar en estos recuerdos y cuenta la historia como si no fuera tuya. Imagínate que el protagonista es un héroe o heroína, que a pesar de las dificultades que encuentra, siempre encuentra nuevas estrategias para triunfar y transformarse. Luego, cuando sientas que la historia realmente cobra vida y resuena dentro de ti, léela de nuevo contigo en el centro de la historia, como si fuera una carta de una persona que te quiere mucho y que te ayuda a verte a ti mismo bajo una nueva luz.
¡Buena transformación de recuerdos a todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario