Si
alguna tecnología puede producir una aceleración aún mayor de la
progresiva revolución tecnológica en que estamos inmersos desde hace
aproximadamente 1 siglo, ésta es la Inteligencia Artificial.
Y como toda
tecnología, puede emplearse para el bien o para el mal. Por desgracia,
los poderes que dominan el mundo generalmente tienden a utilizar la
tecnología, en algún momento, de manera siniestra.
Cuando hace bastantes
años leí por primera vez la magnífica novela
1984,
de George Orwell, quede muy impresionado.
Aunque en un principio la
relacioné con un relató crítico de las dictaduras, como la de los nazis
en Alemania, o la de Stalin en la URSS, más adelante comprendí que
realmente se refería al futuro, en que los avances tecnológicos
permitirían “
afinar” este tipo de regímenes totalitarios.
Y cuando relacioné
el ojo que todo lo ve de
1984
con el símbolo illuminati que puede verse en el Gran Sello de los
Estados Unidos y en su billete de 1 dólar, comprendí mejor la predicción
de Orwell.
1984 es una novela política de ficción distópica, un
tipo de mundo imaginario que se considera indeseable, escrita por
George Orwell entre 1947 y 1948 y publicada el 8 de junio de 1949.
La
novela introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante
Gran Hermano, que todo lo ve y controla. Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo que se relata en
1984,
sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha conocido como
sociedad orwelliana, una sociedad donde se manipula la información, así
como se practica la vigilancia masiva y la represión política y social.
El término «
orwelliano» se ha convertido en sinónimo de las
sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y
represoras, como las representadas en la novela. Y parece que nos
acercamos inexorablemente a una situación orwelliana. Como ejemplo
tenemos que el gobierno chino ha anunciado que pretende hacer de su país
el número uno en inteligencia artificial para 2030, con un mercado
local de 150.000 millones de dólares, y que pretende exportar dicha
tecnología al resto del mundo.
China está a la vanguardia en el uso de
la tecnología de reconocimiento facial, presente en cada vez más lugares
públicos, mediante la instalación de miles de cámaras.
Los que defienden la implantación de esta tecnología afirman que
hace la vida más fácil y segura, pero sus detractores ven en ella una
forma perfecta para que el gobierno chino pueda vigilar de cerca a los
aproximadamente 1.400 millones de chinos. En Shanghái y en otras grandes
ciudades el reconocimiento facial se ve incluso en las calles, con el
pretendido objetivo de detectar a quienes infrinjan las normas de
circulación o cometan otros tipos de delitos. Así, los peatones que
cruzan la calle por lugares en que no esté permitido son
sistemáticamente fotografiados y su foto aparece, inmediatamente, en una
gran pantalla instalada en la intersección más cercana. Si no quieren
verse en esta “
pantalla de la vergüenza“, tiene que pagar una
multa de 20 yuanes, equivalentes a 3 euros. La población china,
gobernada por el Partido Comunista, es una de las más vigiladas del
mundo, ya que en el país tienen instaladas alrededor de 176 millones de
cámaras de seguridad operativas. Sin embargo, la gente preguntada al
respecto en un cruce de Shanghái no parece especialmente molesta por
esta novedad. La policía utiliza esta tecnología para encontrar a
sospechosos que están en búsqueda. En un pequeña ciudad de Qingdao,
donde está ubicada la productora de la cerveza Tsingtao, unas cámaras
situadas en la entrada de un festival de la cerveza permitieron detener a
25 sospechosos. Todos los chinos de más de 16 años deben tener un carné
de identidad con foto y dirección, lo que significa que las autoridades
disponen de un enorme banco de datos. China, consideran los expertos,
está muy por delante de Occidente en esta cuestión, principalmente
porque sus leyes sobre la vida privada son mucho menos estrictas y
porque sus ciudadanos están acostumbrados a ser fotografiados, a que se
recojan sus huellas digitales y a dar todo tipo de informaciones
personales a las autoridades, cosa que, por cierto, también sucede en
España con el Documento Nacional de Identidad (DNI).
La inteligencia artificial (IA), también llamada inteligencia
computacional, se considera que es un tipo de inteligencia exhibida por
algún tipo de máquinas. En ciencias de la computación, una máquina «
inteligente»
ideal es un agente racional flexible que percibe su entorno y lleva a
cabo acciones que maximicen sus posibilidades de éxito en algún tipo de
objetivo o de tarea. Coloquialmente, el término inteligencia artificial
se aplica cuando una máquina imita las funciones «
cognitivas»
que los asociamos con la mente humana, como por ejemplo el aprendizaje y
la resolución de problemas. A medida que las máquinas se vuelven cada
vez más capaces de ejecutar determinadas tareas, aquella tecnología que
alguna vez se pensó que requería de inteligencia para efectuar una
determinada tarea, se elimina de la definición de Inteligencia
Artificial. Por ejemplo, el reconocimiento óptico de caracteres ya no se
percibe como un ejemplo de Inteligencia Artificial, habiéndose
convertido en una tecnología común. Otros ejemplos de avances
tecnológicos que todavía están clasificados como Inteligencia Artificial
serían los sistemas capaces de jugar al ajedrez.
Hay algunas razones para temer a los robots y a la Inteligencia
Artificial, que están estrechamente relacionados. ¿Podemos encontrarnos
con una revuelta de robots que acabe esclavizando la raza humana? Con la
Inteligencia Artificial pasa que no sabes muy bien cómo, pero
prácticamente es capaz de todo, tal como tener creatividad, prevención
de desastres naturales y efectuar investigación médica, pero también
puede utilizarse para el control ciudadano, para usos militares, etc. La
Inteligencia Artificial proporciona un gran poder y para gestionarlo se
requiere una gran responsabilidad, ya que de lo contrario el futuro que
presentaba George Orwell estaría más próximo que nunca. Cuantos más
expertos den la voz de alarma sobre ello, antes se tomarán medidas. La
Inteligencia Artificial hace la vida más fácil, pero tiene potencial
para convertirla en un infierno, como en
1984. Así, un grupo de investigación denominado
OpenAI
e integrado por expertos de las universidades de Oxford, Cambridge y
Stanford han llegado a la conclusión de que la ciencia ficción llevaba
razón con sus profecías, pero no como lo imaginábamos. Es improbable que
suceda algo como en la película
Terminator, en que John
Connor, líder de la resistencia humana, conduce la guerra contra las
máquinas-robot. Pero los avances tecnológicos podrían acercarnos a este
escenario. Seguro que alguna vez hemos entrado en nuestro correo
electrónico y hemos encontrado un supuesto mensaje del Banco, o de
alguna empresa conocida, que te instan a pulsar un enlace e introducir
nuestros datos. Si lo hacemos, además de proporcionar nuestros datos
personales, nuestra cuenta podrá ser fácilmente hackeada y, desde allí,
acceder a todavía más información. Hace años era fácil darse cuenta del
engaño, pero ahora cada vez son más realistas y no solo atacan a través
del email, sino que también a través de redes sociales como Twitter o
Facebook. Con la Inteligencia Artificial todo ello aún parece más
realista, ya que la capacidad de persuasión del software se incrementa
enormemente, ya que puede investigar al máximo detalle los mensajes que
recibimos y luego es capaz de reproducirlos.
Como ejemplo de los problemas que puede presentar la implantación de
la Inteligencia Artificial en nuestras interacciones, tenemos lo que
dice Mayte Rius, redactora de la Vanguardia de Barcelona y galardonada
con el premio
Matemàtiques i Societat 2016, en su artículo “
Los dilemas éticos de la inteligencia artificial“, publicado en La Vanguardia el pasado 19 de mayo de 2018: “
La
presentación de Google Duplex, un sistema de voz de inteligencia
artificial, capaz de hacer reserves o fijar citas por teléfono con tanto
realismo que parece una persona, ha desencadenado un acalorado debate
sobre los límites de la sofisticación de la robótica y el riesgo de que
su excesiva humanización se traduzca en engaño e indefensión para los
humanos. En pocas horas los desarrolladores de Google pasaron de la
satisfacción de mostrar una inteligencia artificial capaz de ponerse al
teléfono, a recibir una avalancha de críticas por haber creado una
tecnología ‘inquietante’, ‘horripilante’, ‘insensible’ y carente de
ética, que traiciona la confianza de las personas colocando robots en
conversaciones con humanos sin que estos últimos se den cuenta. A estos
reproches se sumó el cuestionamiento legal, ya que los robots no tienen
‘oído’, y por ‘escuchar’ analizan el audio del interlocutor, lo que
implica grabar la conversación sin haber pedido consentimiento“.
La Inteligencia Artificial será adoptada por la mayoría de las
industrias y el sector financiero no será una excepción. De este modo,
los bancos y cajas de ahorro implantarán el aprendizaje de las máquinas
para mejorar sus servicios y para personalizarlos. Sin embargo, los
estafadores también podrían desarrollar mecanismos (chatbots) para
comunicarse con los clientes del banco y engañarlos. Desde luego, con
los chatbots ya no será necesario que haya comunicación directa entre
las víctimas y los delincuentes, eliminando todo rastro. Ello también
podrá emplearse para diseminar bulos, rumores y otras noticias falsas.
Si creíamos que con internet ya no había secretos ni forma de lograr
desaparecer, con la Inteligencia Artificial todo empeorará. La capacidad
de estudio y simulación a partir del aprendizaje de las máquinas no
está al alcance ni siquiera del mejor imitador que conozcamos. Es decir,
que se pueden crear audios y vídeos de celebridades diciendo cualquier
cosa y a simple vista pueden parecer auténticos. Sin ir más lejos,
recientemente unos investigadores de la Universidad de Washington
crearon un vídeo de Barack Obama, anterior presidente de Estados Unidos,
dando un discurso que parece absolutamente real, ya que ni siquiera su
esposa, Michelle Obama, podría distinguir a su marido. El potencial para
el bulo y la confusión es impresionante, pudiéndose crear noticias que
asusten o induzcan a la población a actuar de cierto modo. De esta
manera, condicionar el voto en las elecciones sería muy sencillo.
Pero los avances en Inteligencia Artificial pueden hacer posible que
puedan causarse daños devastadores, mediante armas de destrucción, ya
que tendrían al alcance de su mano tecnologías de código abierto en
drones y en software de detección facial, que podrían ser dirigidos
hacia un objetivo concreto. En los aseos del
Templo del Cielo,
en Pekín, los distribuidores de papel higiénico están equipados con
Inteligencia Artificial para evitar robos. Si alguien intenta
utilizarlos varias veces, el distribuidor lo reconoce y no le da más
papel, recordándole educadamente que ya ha sido servido. Una de las
universidades de Pekín instaló esta tecnología en la entrada de los
dormitorios para asegurarse de que solo sus alumnos podían entrar en
ellos. “
Ello nos permite verificar mejor dónde se encuentran los estudiantes“,
explicó un responsable del centro a la agencia Xinhua. Los Bancos
también han empezado a equipar sus cajeros automáticos con esta técnica,
para sustituir a las tarjetas de crédito, mientras que los
profesionales del sector turístico también ven ventajas en el
reconocimiento facial, por lo que
China Southern Airlines ha
empezado a eliminar las tarjetas de embarque. En Shanghái, además, un
sistema de este tipo permite detectar a gente perdida por la calle,
principalmente personas ancianas o con discapacidad cognitiva, y
llevarlos de vuelta con su familia. Este nuevo avance se enmarca en una
estrategia más amplia de desarrollo de esta tecnología. Tal como hemos
indicado antes, el gobierno chino anunció en julio que pretende hacer de
su país el número uno en inteligencia artificial para 2030. Esta
tendencia, según Yue Lin, profesor de Derecho en la Universidad de
Shanghái, está impulsada principalmente por compañías chinas de
tecnología como Alibaba o Baidu. “
Pero aún es pronto para evaluar las consecuencias que esta técnica pueda tener en la vida privada de las personas“, considera Yue Lin. “
La autoridad de la policía no ha cambiado pero, indiscutiblemente, tiene más poder“, añade. “
Esto
no ocurre solo en China, pasa lo mismo en todo el mundo. Pero, quizá,
para los chinos sea algo bueno y para los estadounidenses algo terrible“.
Hace poco leí una interesante novela titulada
El Círculo, de
Dave Eggers. Nos explica que el día en que Mae Holland es contratada
para trabajar en el Círculo, la empresa de internet más influyente del
mundo, sabe que se le ha concedido la oportunidad de su vida. A través
de un innovador sistema operativo, que se apoya en la Inteligencia
Artificial, el Círculo unifica direcciones de email, perfiles de redes
sociales, operaciones bancarias, contraseñas de usuarios, registros
médicos, datos judiciales y policiales, información procedente de una
infinidad de cámaras repartidas por todo el mundo, técnicas de
reconocimiento facial, un novedoso sistema de microchips implantados,
entre otras múltiples fuentes de datos, dando lugar a una única
identidad virtual y supuestamente veraz, en pos de una nueva era de
pretendida civilidad y transparencia. Lo que empieza como la fascinante
historia de ambición e idealismo de una mujer se convierte en una
trepidante novela de suspense que plantea cuestiones tan vitales como la
memoria, el pasado, la privacidad, la democracia y los límites del
conocimiento humano. Mientras leía
El Círculo, me llegó la
noticia de que la policía china usa gafas de reconocimiento facial para
identificar a sospechosos. Se dice que los agentes han logrado detener a
siete presuntos delincuentes con esta tecnología, basada en la
Inteligencia Artificial. Escenas propias de una película de ciencia
ficción son ya una realidad en China. En plena operación salida de Año
Nuevo lunar, con millones de personas pasando cada día por las
estaciones de ferrocarril, los agentes son capaces de identificar,
solamente con unas gafas conectadas a sistemas dotados de Inteligencia
Artificial, aquellos pasajeros acusados de haber cometido un crimen. Es
para algunos pura magia, y para otros un gran peligro, dado el rápido
avance de la inteligencia artificial en el país asiático. El sistema se
ha puesto a prueba con éxito en Zhengzhou, capital de la superpoblada
provincia de Henan. Los agentes, equipados con unas gafas tintadas que
incorporan una pequeña cámara, se sitúan en todas las entradas de la
estación de alta velocidad de la ciudad. La cámara es capaz de captar
todas las caras de los transeúntes, una información que se cruza con la
base de datos policial y busca coincidencias con la lista de sospechosos
de haber cometido un crimen. Los resultados se conocen de forma
prácticamente inmediata en un dispositivo móvil similar a una tableta.
Los agentes chinos detuvieron, con la ayuda de estas gafas, que
tienen una estética parecida a unas que lanzó Google, a siete personas
acusadas de delitos, tales como el tráfico de personas o haberse dado a
la fuga después de un atropello. El sistema no solamente busca a
presuntos criminales, sino que permite verificar la identidad de todas
las personas que va escaneando. Ello dio lugar a que también se
arrestara a 26 pasajeros que viajaban con documentación falsa. Un
portavoz del departamento de Seguridad Pública de la provincia, Zhang
Xiaolei, explicó al periódico estatal
Global Times que la
tecnología, basada en la Inteligencia Artificial, solamente necesita una
imagen de la cara de cada persona para empezar la búsqueda, lo que
representa una mejora significativa en comparación con sistemas
anteriores que requerían varias fotografías hechas desde ángulos
distintos. Más de 60.000 pasajeros utilizan esta estación de tren cada
día, una cifra que alcanzará los 100.000 a raíz de las vacaciones de Año
Nuevo. En los últimos años, China ha dado un impulso significativo a la
Inteligencia Artificial, una tecnología que el Partido Comunista chino
considera estratégico. Algunas de sus aplicaciones, especialmente las
que se basan en el reconocimiento facial, empiezan a tomar forma en
asuntos relacionados con la seguridad nacional. A este caso en Henan se
le suma, por ejemplo, la identificación de conductores que violan las
normas de tráfico en Shanghái, el hallazgo en pocas horas de un niño que
había sido secuestrado en Shenzhen, o la detención de personas buscadas
por la policía en grandes eventos, como el
Festival Internacional de la Cerveza
de la ciudad costera de Qingdao. Otras tecnologías de empresas
especializadas en reconocimiento de voz han permitido a las fuerzas de
seguridad desarticular redes dedicadas a las estafas telefónicas en la
provincia de Anhui o la identificación de narcotraficantes.
Estos avances, a disposición del inmenso aparato policial del Estado
chino, son vistos con preocupación por los críticos, dadas sus
implicaciones en la privacidad, ya que se teme que sean usados para
abortar cualquier indicio de disidencia. En la región de Xinjiang, hogar
de la minoría musulmana uighur, duramente reprimida por las autoridades
chinas, se han creado bases de datos biométricos, que incluye huellas
dactilares, escaneo del iris e, incluso, ADN, según denuncia la
organización pro derechos humanos
Human Rights Watch. El
periódico South China Morning Post, de Hong Kong, informó que Pekín está
ultimando un sistema de reconocimiento facial que permitirá identificar
cualquiera de los casi 1.400 millones de ciudadanos chinos en solamente
tres segundos y con una precisión del 90%. El sistema se conectaría con
las decenas de millones de cámaras de circuito cerrado desplegadas por
todo el país. Mediante dispositivos móviles, como las gafas antes
indicadas y la tecnología que hay detrás, como la Inteligencia
Artificial, el control sobre la población podría ser continuo y en
cualquier lugar, alcanzando hasta los últimos rincones que actualmente
escapan de las cámaras, un escenario cada vez más parecido al
Gran Hermano
de George Orwell. Los expertos vaticinan que el desarrollo de la
Inteligencia Artificial (IA), el mayor reto tecnológico de la historia,
dará a luz una nueva generación de robots autónomos capaces de atender
las necesidades de los seres humanos. Pero ¿representarán una amenaza?
Si hacemos caso a Elon Musk, la humanidad se enfrenta a una nueva y
formidable amenaza, la Inteligencia Artificial. “
Es como esas
historias en las que alguien convoca al demonio. Siempre hay un tipo con
un pentáculo y agua bendita convencido de que así podrá controlarle, y
claro, no funciona”, señala Elon Musk, un físico, inversor y
magnate nacido en Sudáfrica pero con nacionalidad canadiense y
estadounidense. Musk es conocido por ser cofundador de PayPal, Tesla
Motors, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company y OpenAI. Es
director general de SpaceX, director general de Tesla Motors, presidente
de SolarCity, así como copresidente de OpenAI. En junio de 2017 su
fortuna se estimaba en 17,4 mil millones de dólares estadounidenses, lo
que le convierte en la 56ª persona más rica del mundo.
En diciembre de 2016, Musk fue nombrado como la 21ª persona más
poderosa del mundo por la revista Forbes. Musk afirma que los propósitos
de SolarCity, Tesla y SpaceX giran alrededor de su visión de cambiar el
mundo y la humanidad de forma drástica. Algunas de sus metas consisten
en frenar el proceso de calentamiento global mediante el abandono de los
combustibles fósiles y la utilización de energías renovables, sobre
todo la energía solar. También tiene como objetivo reducir el riesgo de
una posible extinción de la raza humana mediante la evolución hacia una “
civilización multiplanetaria“,
a través de la creación de una colonia humana permanente en Marte de
alrededor de un millón de personas. A Elon Musk se le atribuye
frecuentemente la creación del primer automóvil eléctrico económicamente
viable, el Tesla Roadster. Además, Musk ha diseñado un sucesor del
Transbordador Espacial, el Falcon 9. SpaceX es la empresa privada de
exploración espacial más grande del mundo. Su preocupación tiene mucho
que ver con el dinero. Los pesos pesados del sector tecnológico están
apostando fuerte en este sentido. Google, por ejemplo, adquirió el año
pasado DeepMind, una empresa especializada en el desarrollo de redes
neurales en la que ya había invertido Musk. Google trabaja en un sistema
informático capaz de distinguir en un vídeo una cara humana de la de un
perro, de gente patinando o durmiendo, etc… Y todo mediante la
Inteligencia Artificial y sin que nadie haya puesto etiquetas en el
archivo previamente. La idea es que vaya aprendiendo, por así decirlo,
tras analizar millones de grabaciones. IBM, por su parte, afina su
superordenador Watson, que en 2011 derrotó a los campeones humanos del
concurso estadounidense de preguntas y respuestas Jeopardy. Su intención
es mejorar las funciones cognitivas del ingenio y comprobar sus
capacidades para realizar diagnósticos médicos, análisis de la
personalidad y traducciones en tiempo real, entre otras tareas. Los
ingenieros de Facebook no se quedan atrás y han ideado un algoritmo que
permite reconocer un rostro con éxito en el 97 % de las veces, aunque la
definición no sea muy buena. Musk asegura que las cosas van demasiado
rápido, y que por eso la Inteligencia Artificial es una tecnología que
puede resultar tan peligrosa como las armas nucleares.
Otro problema de la robótica e inteligencia artificial es su
incidencia en el empleo. Según la consultora Forrester, en el año 2025
la robotización habrá acabado con un 7% de los empleos de Estados
Unidos. En un foro con gobernadores de distintos estados
norteamericanos, Elon Musk explicó que la robotización y, sobre todo, la
evolución de la Inteligencia Artificial le causaba mucha inquietud, por
lo que tenía que ser regulada. Toda evolución plantea problemas éticos,
además de prácticos, a todos los niveles y a Musk le preocupa que la
Inteligencia Artificial presente un riesgo existencial para la
civilización y que no sea percibido así por la sociedad. Además, Musk
está preocupado por el mercado laboral: “
Los robots van a hacer todo mejor que nosotros”.
Las proyecciones futuras apuntan a que habrá más máquinas haciendo el
trabajo de humanos. Entonces, ¿en qué trabajaremos los seres humanos? y
¿cómo podremos mantener suficientes ingresos para seguir siendo
consumidores? Se creará empleo, sobre todo en el área de las ciencias de
los datos y en especialistas en robótica, que serán aproximadamente un
9% del total. Pero se destruirá el 16% del empleo, lo que equivale a
esta pérdida neta del 7%. Según Forrester, los trabajos de oficina y
administrativos son los que más rápidamente van a verse amenazados por
esta transición, mientras que quienes tengan mayor formación en campos
técnicos, mayor posibilidades tendrán de trabajar. Pero ante la
posibilidad de que se pierdan tantos trabajos en una sociedad ya con
profundas desigualdades económicas y sociales, se está empezando a
hablar de un par de opciones para empezar a pensar en el futuro de la
sociedad. La primera es reducir la jornada laboral y que el trabajo que
haya se reparta mejor. Los seres humanos van a tener que trabajar muchos
más años debido a la mayor expectativa de vida, pero el trabajo que
haya tendrá que ser compartido así como los ingresos.
Otra opción, que puede coexistir con la anterior es la de la Renta
Básica Universal. No es una idea nueva, ya se ha hablado de ello durante
años y ya se ha experimentado en Silicon Valley (Estados Unidos),
India, Canadá y Finlandia, entre otros países. Se trata de garantizar
una compensación que mantenga a las personas por encima del nivel de la
pobreza, independientemente de si tienen un trabajo remunerado o no. El
objetivo sería que cubra las necesidades básicas y que, de momento,
podría ayudar a superar el concepto del pobreza. Los críticos a esta
propuesta son muchos, ya que se considera que sería imposible de
sufragar por parte del Estado y disuadiría a muchas personas de
trabajar. Pero Bill Gates ya ha hablado de imponer un impuesto al uso de
robots. Entre los críticos que anuncian un apocalipsis causado por el
uso de la Inteligencia Artificial destaca la voz del filósofo británico
Nick Bostrom, de la Universidad de Oxford, que predice que nuestro
destino será como el de los caballos, cuando fueron sustituidos por los
automóviles y los tractores. En 1915, había en Estados Unidos unos
veintiséis millones de estos equinos, mientras que en la década de los
cincuenta, quedaban solo dos millones. Entonces los caballos fueron
sacrificados para venderse como comida para perros. Para Bostrom, la
Inteligencia Artificial supone un riesgo existencial para la humanidad,
comparable al del impacto de un gran asteroide o a un holocausto
nuclear. Todo ello siempre que podamos construir ordenadores pensantes y
con la capacidad de aprender. Pero, en realidad, el concepto de
Inteligencia Artificial no es tan reciente como creemos. Desde los
tiempos de Alan Turing, al que se considera el padre de la misma, y la
construcción de su dispositivo
Bombe, que permitió descifrar los códigos de la máquina Enigma alemana, han pasado más de setenta años.
Alan Mathison Turing (1912 – 1954) fue un matemático, lógico,
científico de la computación, criptógrafo y filósofo británico. Es
considerado uno de los padres de la ciencia de la computación y
precursor de la informática moderna. Proporcionó una influyente
formalización de los conceptos de algoritmo y computación mediante
la máquina de Turing. Formuló su propia versión que hoy es ampliamente aceptada como la
tesis de Church-Turing
(1936). Durante la segunda guerra mundial trabajó en descifrar los
códigos nazis, particularmente los de la máquina Enigma, y durante un
tiempo fue el director de la sección
Naval Enigma de Bletchley
Park. Se ha estimado que su trabajo acortó la duración de esa guerra
entre dos y cuatro años. Tras la guerra, diseñó uno de los primeros
computadores electrónicos programables digitales en el
Laboratorio Nacional de Física
del Reino Unido y poco tiempo después construyó otra de las primeras
máquinas en la Universidad de Mánchester. En el campo de la inteligencia
artificial, es conocido sobre todo por la concepción del
test de Turing
(1950), un criterio según el cual puede juzgarse la inteligencia de una
máquina si sus respuestas en la prueba son indistinguibles de las de un
ser humano. La carrera de Turing terminó súbitamente tras ser procesado
por homosexualidad en 1952. Dos años después de su condena, murió,
según la versión oficial por suicidio. Sin embargo, su muerte ha dado
lugar a otras hipótesis, incluida la del asesinato. El 24 de diciembre
de 2013, la reina Isabel II promulgó el edicto por el que se exoneró
oficialmente al matemático, quedando anulados todos los cargos en su
contra.
En un momento dado del film
The Imitation Game, en el que el actor Benedict Cumberbatch interpreta al célebre matemático Turing, un detective le pregunta:
“¿Podrán las máquinas algún día pensar como los humanos?”. A lo que él responde: “
La
mayoría de la gente piensa que no. El problema es que está haciendo una
pregunta estúpida. Desde luego que las máquinas no pueden pensar como
las personas. Son diferentes, y piensan diferente. La cuestión es: por
el hecho de que algo sea diferente, ¿significa que no puede pensar?”. El detective le interpela entonces por el título de su artículo,
The Imitation Game. “
Es un juego, un test para determinar si alguien es un ser humano o una máquina”, indica Turing. “
Hay un tema general. Un juez pregunta, y a partir de las respuestas, decide si habla con una persona o una máquina”.
La escena quizá sea inventada, pero su contenido es real, ya que el
test existe. La Inteligencia Artificial está siendo conocida gracias a
la literatura y al cine. Pero ¿cuál es el nivel real de progreso de la
Inteligencia Artificial? Luis Miguel Ariza es licenciado en Ciencias
Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid y se ha dedicado al
periodismo científico. Ha publicado en revistas tales como
Scientific American y
The Scientist, y en España en
Geo o
Muy Interesante. En un artículo sobre Inteligencia Artificial explica que: “
Hace
más de quince años, estuve en el Instituto de Robótica de Pittsburgh,
en Estados Unidos, uno de los templos de esta disciplina. Por entonces,
formaba parte de un equipo de TVE que recogía los últimos avances
tecno-científicos en una serie de divulgación llamada 2.Mil. Tengo que
reconocerlo: me llevé un chasco morrocotudo por culpa de la imagen de la
robótica que nos ha inculcado la ciencia ficción. Los aparatos que
tenían allí eran poco más que cacharros en manos de ingenieros en
vaqueros, y parecían salidos de un garaje de frikis. Se averiaban a la
menor ocasión. Me hablaron de Florence, una enfermera robot que iba a
revolucionar la geriatría. En realidad, se trataba de una especie de
tonel con cabeza a la que habían pegado ojos y labios de silicona para
dibujar sonrisas. Florence tenía una cámara de televisión incorporada y
un monitor. Las pilas se le agotaban rápido. Y, desde luego, no entendía
lo que le decíamos. Todo aquello que pronunciaba tenía que programarse
con antelación, así que un ingeniero trabajó a destajo para que saliera
al pasillo y nos diera un mensaje de bienvenida. Había leído muchas
cosas sobre lo que hacían en Pittsburgh, especialmente de Xavier, un
robot que sabía por dónde iba, toda una revolución. Pero no era otra
cosa que otro tonel con ruedas que se desplazaba por los pasillos del
instituto gracias a un mapa que tenía en su memoria. Ante unas
escaleras, se paraba para no matarse. Por lo visto, irrumpía en las
dependencias para contar chistes verdes. Aquella mañana vi a Xavier
mientras era llevado a rastras, una imagen que jamás olvidaré. ¡Estaba
en las catacumbas de la robótica! ”
Luis Miguel Ariza visitó a Hans Moravec, uno de los visionarios
tecnológicos más famosos, aunque difícil de creer. Hans Moravec, que
nació en 1948 en Austria, es un investigador en robótica en la
Carnegie Mellon University.
Es conocido por sus escritos sobre robótica, inteligencia artificial, y
en general sobre el impacto de la tecnología en la sociedad. Se le
considera un futurólogo que ha publicado diversos artículos desde la
óptica del transhumanismo, movimiento cultural e intelectual
internacional que tiene como objetivo final transformar la condición
humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnología ampliamente
disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico
como psicológico o intelectual. En su trabajo como ingeniero Moravec ha
desarrollado diversas técnicas de visión artificial. Su propio apellido
da nombre a una especie de seres sintientes llamados
moravecs dentro de la tetralogía de ficción
Ilión/Olympo
de Dan Simmons. Estos seres son la evolución de los robots que envió la
humanidad para explorar el Sistema Solar exterior, y cuentan con
características humanoides, como la pasión por el arte y algunos órganos
funcionales, robóticas, como brazos, cuerpos blindados o actuadores, y
cibernéticas, como cerebros ampliados. Moravec estaba convencido de que
en cincuenta años los androides desplazarían a los humanos, todo ello
gracias al avance de los microprocesadores y su capacidad de manejar
cada vez más información. Según Moravec, la evolución de las máquinas
iba a ser imparable. A Ariza le dijo una frase terrible: “
Ha llegado la hora de que nos marchemos”.
Moravec dejó el instituto para fundar una compañía de robots
industriales con visión 3D. Hace años Moravec estaba fascinado por un
nuevo buscador de internet, el más inteligente y mejor diseñado. Se
trataba de Google. Ahora, Google ha comprado una empresa de Inteligencia
Artificial a Musk y ha desarrollado el primer coche autónomo, que ya ha
recorrido 1,6 millones de kilómetros sin conductor, así como un sistema
que diferencia gatos de personas en Youtube. Hay una cantidad ingente
de información que circula por Internet y la capacidad de computación
aumenta sin cesar. Estos nos hace meditar sobre si, tal vez, algún día
una máquina llegue a pensar como nosotros.
Ramón López de Mantarás, director del
Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial
del CSIC, en España, es uno de los más reconocidos expertos españoles
en robótica e Inteligencia Artificial. A él debemos esta sentencia: “
No
sé qué pasará dentro de cientos de años, pero todo este tema del que se
habla, la singularidad, la trascendencia, que habrá máquinas con
consciencia y cualidades mejoradas con respecto a la inteligencia humana
en cuestión de treinta o cuarenta años no tiene sentido. Nunca he visto
un argumento científico que lo apoye”. El mundo está cambiando
mucho, pero lo cierto es que aún no se vislumbran las máquinas que
acabarán siendo conscientes de sí mismas y que sean capaces de
desencadenar una catástrofe, como ocurre en las películas de la serie
Terminator.
Pero no todos los científicos piensan igual, como es el caso del
futurólogo Raymond Kurzweil, que actualmente trabaja en la división de
Ingeniería de Google. Al igual que Moravec, Kurzweil está convencido de
que durante este siglo XXI los robots serán capaces de pasar el citado
test de Turing,
incluso antes del 2029. Y no sería la primera vez que se cumpliera
alguna de sus predicciones. A finales de la década de 1980, Kurzweil
aseguró que hacia 1998 un ordenador ganaría a un campeón mundial de
ajedrez, lo cual ocurrió en 1996, cuando Gari Kasparov perdió una
partida contra un ordenador de IBM que utilizaba el programa de ajedrez
Deep Blue.
En aquellos años, Kurzweil también imaginó que Internet, que en aquella
época solo era una red utilizada por instituciones académicas, se
extendería por todo el mundo. Actualmente afirma que en el 2045 las
computadoras serán mucho más potentes que todos los cerebros humanos de
la Tierra juntos. Cuando habla, los medios de comunicación quedan
extasiados ante ese mundo artificial. Según López de Mantarás, Kurzweil “
es una persona muy mediática. Pero detrás no hay nada científico”.
Marvin Minsky, cofundador del
Laboratorio de Inteligencia Artificial
del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), sí que cree que se
desarrollarán máquinas tan inteligentes como los humanos. “
No obstante, el tiempo que esto lleve dependerá de si se trabaja en los problemas adecuados y del dinero”, manifiesta Minsky. López de Mantarás opina que: “
Minsky
piensa que los grandes avances en este campo se realizaron entre los 60
y los 80, y luego se abandonaron todas las ideas con respecto a la IA
en su sentido general”. Así, lo que habría quedado en el panorama
actual es la especialización, con máquinas que son extraordinarias
jugando al ajedrez, pero que no saben nada de otros juegos, como las
damas. “
Las IA especializadas son un buen negocio, y estoy a favor
de ellas. Faltaría más. Es lo que es realmente la inteligencia
artificial hoy en día”, indica López de Mantarás. La investigación
generalista en Inteligencia Artificial está desapareciendo. El coche
autónomo de Google o el superordenador Watson de IBM analizan terabytes
de información para tomar decisiones correctas. Sin embargo, no saben
explicar cómo han llegado a ellas. En otras palabras, cuando el sistema
emite su respuesta, es incapaz de responder al por qué. “
Hemos renunciado al por qué y nos hemos quedado con el qué”, dice López de Mantarás. En la película
Yo, robot, vemos
que las calles están plagadas de humanoides que llevan la compra,
sirven copas, etc… En realidad son un ejército de especialistas.
Según la
Institución Brookings, un centro de investigación
think tank fundado en 1916, la fuerza aérea estadounidense mantiene más
de 8.000 drones, con software basado en la Inteligencia Artificial, para
combatir el terrorismo. Hasta la actualidad ya han matado a más de
2.400 personas con estos drones. Los modelos comerciales, por su parte,
filman e investigan continuamente. Por ejemplo, drones equipados con
sensores de infrarrojos, pueden detectar qué plantas están enfermas o
sufren ataques de parásitos. De esta manera es posible idear un plan de
fumigación personalizado. Otros ayudan a controlar la caza furtiva en
los parques naturales o aportan pistas a los biólogos que estudian los
vuelos de las aves y sus migraciones. Los hay de muchos tipos. El más
grande de todos, el Eitan, de fabricación israelí, posee una envergadura
de 26 metros, casi como un Boeing 737. Por el contrario, el diminuto
Nano Hummingbird, de 16 cm, desarrollado con el apoyo de la
Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa
de Estados Unidos (DARPA), podría pasar por un pequeño pájaro. Los
robots han despegado pero aún bajo control humano. Entre los robots que
no vuelan nos encontramos desde el Roomba, un pequeño aspirador
semiautónomo con forma de disco, ideado por iRobot, que se ha convertido
en todo un éxito comercial, hasta el PackBot, de la misma empresa, que
es un pequeño vehículo militar provisto de un brazo robótico capaz de
manipular bombas o inspeccionar lugares contaminados por radiactividad.
El TUG, por su parte, obra de la empresa Aethon, parece una especie de
mesita con ruedas y sensores. Gracias a estos últimos, se desplaza sin
problemas por los pasillos de algunos hospitales estadounidenses para
llevar medicinas y otros suministros. Según Bruno López Takeyas, del
Instituto Tecnológico de Nuevo Laredo, México, la Inteligencia
Artificial es una rama de las ciencias computacionales encargada de
estudiar modelos de cómputo que son capaces de realizar actividades
propias de los seres humanos, en base a dos de sus características
primordiales: el razonamiento y la conducta. En 1956, John McCarthy, un
prominente informático que recibió el Premio Turing en 1971 por sus
importantes contribuciones en el campo de la Inteligencia Artificial,
acuñó la expresión «
inteligencia artificial», y la definió como: “…
la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes“.
Para Nils John Nilsson, científico de la computación norteamericano,
son cuatro los pilares básicos en los que se apoya la inteligencia
artificial. Uno sería la búsqueda del estado requerido entre el conjunto
de los estados producidos por las acciones posibles. Otro serían los
algoritmos genéticos, análogos al proceso de evolución de las cadenas de
ADN. Un tercero serían las redes neuronales artificiales, que simula el
funcionamiento físico del cerebro de animales y humanos. Por último
tenemos el razonamiento mediante una lógica formal, análogo al
pensamiento abstracto humano. También existen distintos tipos de
percepciones y acciones, que pueden ser obtenidas y producidas por
sensores físicos y mecánicos en máquinas, o por pulsos eléctricos u
ópticos en computadoras. Varios ejemplos los podemos encontrar en el
área del control de sistemas, la planificación automática, la habilidad
de responder a diagnósticos y a consultas de los consumidores, el
reconocimiento de escritura, el reconocimiento del habla y el
reconocimiento de patrones. Actualmente los sistemas de Inteligencia
Artificial son parte habitual en campos como la economía, la medicina,
la ingeniería, o en el militar, y se ha usado en gran variedad de
aplicaciones de software, juegos de estrategia, como el ajedrez, así
como en videojuegos. Podemos considerar la Inteligencia Artificial
dividida en dos categorías: La búsqueda heurística y la representación
del conocimiento. La búsqueda heurística es una estrategia que limita
mucho la búsqueda de soluciones ante grandes volúmenes de datos. Por lo
tanto, ante un problema, nos ayuda a seleccionar las bifurcaciones
dentro de un árbol que tenga más posibilidades. Con ello se restringe la
búsqueda, aunque no siempre se garantiza una solución adecuada. Todo lo
que se debe tener en cuenta para que una heurística sea adecuada es que
nos proporcione soluciones que sean lo suficientemente buenas. Además,
con la utilización de la búsqueda heurística, no será necesario
replantear un problema cada vez que se afronte, ya que si ya ha sido
planteado anteriormente, se sugerirá automáticamente la forma en que se
ha de proceder para resolverlo.
La representación del conocimiento es una cuestión clave a la hora de
encontrar soluciones adecuadas a los problemas que se planteen. Si
analizamos más detenidamente el término encontramos varias definiciones.
según Avron Barr y Edward A. Feigenbaum, autores de
The Handbook of Artificial Intelligence,
la representación del conocimiento es una combinación de estructuras de
datos y de procedimientos de interpretación que, si son utilizados
correctamente por un programa de computadora, éste podrá exhibir una
conducta inteligente. Según Vicente Bargueño Fariñas y María Felisa
Verdejo, profesores del Departamento de Inteligencia Artificial de la
UNED, la Inteligencia Artificial tiene como objetivo construir modelos
computacionales que al ejecutarse resuelvan tareas con resultados
similares a los obtenidos por una persona, por lo que el tema central de
esta disciplina es el estudio del conocimiento y su manejo. Y según
Bruce G. Buchanan y Edward H. Shortliffe, autores de
Rule-Based Expert Systems: The MYCIN. Experiments of the Stanford Heuristic Programming Project,
la representación del Conocimiento en un programa de Inteligencia
Artificial significa elegir una serie de convenciones para describir
objetos, relaciones, y procesos en el mundo. Gran parte del esfuerzo
realizado en la consecución de ordenadores inteligentes, según Bertrand
Raphael, científico de computación norteamericano, ha sido caracterizado
por el intento continuo de conseguir más y mejores estructuras de
representación del conocimiento, junto con técnicas adecuadas para su
manipulación, que permitiesen la resolución inteligente de algunos de
los problemas planteados. El razonamiento que puede tener cualquier
persona, ha demostrado ser una de los aspectos más difíciles de
representar en un ordenador. El sentido común a menudo nos ayuda a
prever multitud de hechos corrientes, pero es muy complicado
representarlos en un ordenador, dado que los razonamientos son casi
siempre inexactos y las conclusiones y reglas en las que se basan
solamente son aproximadamente verdaderas.
En el campo de la Inteligencia Artificial se han desarrollado
diferentes lenguajes específicos para los diferentes campos de
aplicación. Este tipo de software ofrece una gran modularidad, que
permiten una gran capacidad de tomar decisiones de programación hasta el
último momento, es decir cuando el programa ya está ejecutándose.
Ofrecen grandes facilidades en el manejo de listas, en que las listas
son la estructura más habitual usada para la representación del
conocimiento en la Inteligencia Artificial. Stuart Russell y Peter
Norvig, en su libro
Inteligencia artificial: Un enfoque moderno,
nos dicen que los programas de inteligencia artificial representan
sistemas que piensan como humanos. Estos sistemas tratan de emular el
pensamiento humano. Por ejemplo, mediante redes neuronales artificiales.
Se trata de la automatización de actividades que vinculamos con
procesos de pensamiento humano, actividades como la toma de decisiones,
resolución de problemas y aprendizaje. Estos sistemas tratan de actuar
como humanos; es decir, imitan el comportamiento humano, tal como hace
la robótica. Se intenta que los computadores realicen tareas que, por el
momento, los humanos hacen mejor. Son sistemas que piensan
racionalmente. Es decir, con lógica, tratando de imitar el pensamiento
lógico racional del ser humano, tal como hacen los sistemas expertos.
También implica el estudio de los cálculos que hacen posible percibir,
razonar y actuar.
La Inteligencia Artificial se divide en dos escuelas de pensamiento:
la que trata de la inteligencia artificial convencional, y la que trata
de la inteligencia computacional. La Inteligencia Artificial
convencional se conoce también como Inteligencia Artificial
simbólico-deductiva. Está basada en el análisis formal y estadístico del
comportamiento humano ante diferentes problemas, tales como el
razonamiento basado en casos o los sistemas expertos. Mientras que la
Inteligencia Computacional implica el desarrollo o aprendizaje
interactivo, en que el aprendizaje se realiza basándose en datos
empíricos. El término “
inteligencia artificial” fue acuñado
formalmente durante la conferencia de Dartmouth. En el verano de 1956
tuvo lugar una conferencia en Dartmouth sobre inteligencia artificial,
organizada por Marvin Minsky, John McCarthy y Claude Shanon. La
conferencia reunió a todos los que trabajaban en el recién estrenado
campo de la inteligencia artificial. En ella se discutió la lógica
teórica desarrollada por los autores citados. La lógica teórica fue
considerada como el primer programa de inteligencia artificial y usada
para resolver problemas de búsqueda heurística. En la conferencia se
acuño la expresión “
Inteligencia Artificial” y prefijo que al
cabo de 25 años los ordenadores harían todo el trabajo de los hombres.
Pero los fundadores fueron demasiado optimistas con respecto al futuro
de su disciplina. Uno de los autores, Marvin Minsky, publicó un artículo
en el
Science Journal que decía: “
Actualmente, las
máquinas resuelven problemas de acuerdo con los principios que hemos
establecidos en ellas. Dentro de poco quizá aprendamos a ponerlas a
trabajar en problemas específicos de mejorar su capacidad de resolver
problemas. Una vez traspasado cierto umbral, esto nos llevaría a una
espiral de aceleración y sería difícil perfeccionar un regulador fiable
para refrenarlo”.
Un año después de la conferencia de Dartmouth, Herbert Alexander
Simon, pionero en el campo de la Inteligencia Artificial, estaba
convencido que un ordenador sería capaz de hacer cualquier cosa que haga
una persona, sólo que mejor. Tiempo después, formulo junto con Allen
Newell, investigador en informática y psicología cognitiva, la
predicción de que un ordenador seria campeón mundial de ajedrez. Para
entonces ya se habían propuesto muchas definiciones distintas que en
ningún caso habían logrado ser aceptadas totalmente por la comunidad
investigadora. La Inteligencia Artificial es una de las disciplinas más
nuevas junto con la genética moderna. Pero las ideas más básicas se
remontan a los griegos. Aristóteles (384 – 322 a. C.) fue el primero en
describir un conjunto de reglas que describen una parte del
funcionamiento de la mente para obtener conclusiones racionales, y
Ctesibio de Alejandría (250 a. C.) construyó la primera máquina auto
controlada, un regulador del flujo de agua. En el 1315 Ramon Llull en su
libro
Ars magna ya tuvo la idea de que el razonamiento podía
ser efectuado de manera artificial. Muchos de los investigadores sobre
la Inteligencia Artificial sostienen que «
la inteligencia es un programa capaz de ser ejecutado independientemente de la máquina que lo ejecute, computador o cerebro».
El concepto de inteligencia artificial es aún demasiado difuso.
Podríamos definir esta ciencia como la encargada de imitar el cerebro,
que no el cuerpo, de una persona en todas sus funciones. Estas pueden
ser las ya existentes en el ser humano o bien otras novedosas e
incorporadas en el desarrollo de una máquina inteligente. En relación a
la conciencia y las emociones, y aunque por el momento la mayoría de los
investigadores en el ámbito de la Inteligencia Artificial se centran
sólo en el aspecto racional, hay expertos que consideran seriamente la
posibilidad de incorporar componentes «
emotivos» como
indicadores de estado, a fin de aumentar la eficacia de los sistemas
inteligentes en determinadas situaciones. A diferencia de los humanos,
hay términos que la Inteligencia Artificial aún no puede comprender
algunos conceptos humanos, como el amor, el sentido de la vida, el libre
albedrío, o las emociones humanas.
Steven
Pinker, psicólogo de Harvard, nos dice que,
particularmente en el caso de los robots móviles, es necesario que estos
cuenten con algo similar a las emociones con el objeto de saber en cada
instante qué hacer a continuación. Y Bruce Mazlish, un historiador del
MIT, afirma que, al tener «
sentimientos» y, al menos potencialmente, «
motivaciones», los robots podrán actuar de acuerdo con sus «
intenciones». Así, se podría equipar a un robot con dispositivos que controlen su medio interno, haciendo que, por ejemplo, «
sientan hambre» al detectar que su nivel de energía está descendiendo o que «
sientan miedo»
cuando este esté demasiado bajo. Johnson-Laird, en su teoría de modelos
mentales, nos dice que señal podría interrumpir los procesos de alto
nivel y obligar al robot a conseguir el preciado elemento. Incluso se
podría introducir el «
dolor» o el «
sufrimiento físico»
en los robots, a fin de evitar los fallos de funcionamiento que
provocasen daños irreparables. Esto significa que los sistemas
inteligentes deben ser dotados con mecanismos de retroalimentación que
les permitan tener conocimiento de sus estados internos, igual que
sucede con los seres humanos. Los sistemas inteligentes, al no tener en
cuenta elementos emocionales, pueden evitar olvidar el objetivo que
deben alcanzar. En los humanos el olvido o abandono de un objetivo por
perturbaciones emocionales es un problema que en algunos casos llega a
incapacitar. Los sistemas inteligentes, al combinarse con una memoria
durable, así como una asignación de objetivos, junto a la toma de
decisiones y asignación de prioridades, logran un comportamiento en
extremo eficiente, especialmente ante problemas complejos y peligrosos.
En síntesis, lo racional y lo emocional están de tal manera
interrelacionados entre sí, que se podría decir que no sólo no son
aspectos contradictorios sino que son en cierto modo complementarios.
Las principales críticas a la Inteligencia Artificial tienen que ver con
su capacidad de imitar por completo a un ser humano.
Sin embargo, hay expertos en el tema que indican que ningún ser
humano, a nivel individual, tiene capacidad para resolver todo tipo de
problemas. Por ello, autores como Howard Gardner, psicólogo,
investigador y profesor de la Universidad de Harvard, han teorizado que
existen inteligencias múltiples. Howard Gardner defiende que, así como
hay muchos tipos de problemas que resolver, también hay muchos tipos de
inteligencias. Tomó la decisión de escribir acerca de las «
Inteligencias Múltiples»
para resaltar el número desconocido de capacidades humanas, e
inteligencias, para subrayar que estas capacidades son tan fundamentales
como las que tradicionalmente detecta el Cociente Intelectual. Gardner
menciona que los seres humanos poseemos una gama de capacidades y
potenciales ―inteligencias múltiples― que se pueden emplear de muchas
maneras productivas, tanto juntas como por separado. Y el conocimiento
de las múltiples inteligencias ofrece la posibilidad de poder desplegar
con la máxima flexibilidad y eficacia en el desempeño de las distintas
funciones definidas por cada sociedad. De este modo la teoría de las
inteligencias múltiples se desarrolló con el objetivo de describir la
evolución y la topografía de la mente humana, y no como un programa para
desarrollar un cierto tipo de mente o para estimular un cierto tipo de
ser humano. Un sistema de inteligencia artificial debería resolver
problemas, por lo que es fundamental en su diseño la delimitación de los
tipos de problemas que resolverá y las estrategias y algoritmos que
utilizará para encontrar la solución. En los seres humanos, la capacidad
de resolver problemas tiene dos aspectos: los aspectos innatos y los
aspectos aprendidos. Los aspectos innatos permiten, por ejemplo,
almacenar y recuperar información en la memoria, mientras que en los
aspectos aprendidos reside el saber resolver un problema matemático
mediante el algoritmo adecuado.
Del mismo modo que un ser humano debe disponer de herramientas que le
permitan solucionar ciertos problemas, los sistemas artificiales deben
ser programados de modo tal que puedan llegar a resolverlos. Muchas
personas consideran que el test de Turing ha sido superado, citando
conversaciones en que, al dialogar con un programa de inteligencia
artificial programado para participar en un chat, no saben que hablan
con un programa. Sin embargo, esta situación no es equivalente a un test
de Turing, que requiere que el participante esté sobre aviso de la
posibilidad de hablar con una máquina. Otros experimentos mentales como
la
Habitación china, de John Searle, célebre por sus
contribuciones a la filosofía del lenguaje, a la filosofía de la mente y
de la conciencia, han mostrado cómo una máquina podría simular
pensamiento sin realmente poseerlo, pasando el test de Turing sin
siquiera entender lo que hace, tan solo reaccionando de una forma
concreta a determinados estímulos. Esto demostraría que la máquina en
realidad no está pensando, ya que actuar de acuerdo con un programa
preestablecido sería suficiente. Si para Turing el hecho de engañar a un
ser humano que intenta evitar que le engañen es muestra de una mente
inteligente, Searle considera posible lograr dicho efecto mediante
reglas definidas a priori. Uno de los mayores problemas en sistemas de
inteligencia artificial es la comunicación con el usuario. Este
obstáculo es debido a la ambigüedad del lenguaje, y se remonta a los
inicios de los primeros sistemas operativos informáticos. La capacidad
de los seres humanos para comunicarse entre sí implica el conocimiento
del lenguaje que utiliza el interlocutor. Para que un humano pueda
comunicarse con un sistema inteligente hay dos opciones: o bien que el
humano aprenda el lenguaje del sistema como si aprendiese a hablar
cualquier otro idioma distinto, o bien que el sistema tenga la capacidad
de interpretar el mensaje del usuario en la lengua que el usuario
utiliza. Un ser humano, durante toda su vida, aprende el vocabulario de
su lengua nativa o materna, siendo capaz de interpretar los mensajes
utilizando el contexto para resolver ambigüedades. Sin embargo, debe
conocer los distintos significados para poder interpretar, y es por esto
que lenguajes especializados y técnicos son conocidos solamente por
expertos en las respectivas disciplinas.
Un sistema de Inteligencia Artificial se enfrenta con el mismo
problema, la polisemia, una misma palabra con varios significados, del
lenguaje humano, su sintaxis poco estructurada y los dialectos entre
grupos. Los desarrollos en Inteligencia Artificial son mayores en los
campos disciplinares en los que existe mayor consenso entre
especialistas. Un sistema experto es más probable que sea programado en
física o en medicina que en sociología o en psicología. Por ejemplo, en
física hay acuerdo sobre el concepto de velocidad y cómo calcularla. Sin
embargo, en psicología se discuten los conceptos y cómo proceder ante
cierto diagnóstico. Esto dificulta la creación de sistemas inteligentes
porque siempre habrá desacuerdo sobre la forma en que debería actuar el
sistema para diferentes situaciones. A pesar de esto hay grandes avances
en el diseño de sistemas expertos para el diagnóstico y toma de
decisiones en el ámbito médico y psiquiátrico. Al desarrollar un robot
con inteligencia artificial se debe tener cuidado con la autonomía, ya
que hay que tener cuidado en no vincular el hecho de que el robot
interaccione con seres humanos a su grado de autonomía. Si la relación
de los humanos con el robot es de tipo maestro esclavo, y el papel de
los seres humanos es dar órdenes y el del robot obedecerlas, entonces sí
cabe hablar de una limitación de la autonomía del robot. Pero si la
interacción de los seres humanos con el robot es de igual a igual,
entonces su presencia no tiene por qué estar asociada a restricciones
para que el robot pueda tomar sus propias decisiones. La animatrónica es
la técnica que, mediante el uso de mecanismos robóticos o electrónicos,
simula el aspecto y comportamiento de los seres vivos empleando
marionetas u otros muñecos mecánicos. Se caracterizan por tener un
aspecto físico antropomórfico. La animatrónica junto con la inteligencia
artificial es lo que da como resultado los androides, como se suele
conocer a los robots que imitan el comportamiento humano. Tenemos una
técnica capaz de dotar a máquinas del aspecto y comportamiento de seres
vivos. Es decir, humanizar a los robots.
Pero ya no sólo hablamos que los movimientos sean muy reales, sino
que además, parece real gracias a la piel sintética que han usado y al
maquillaje. La empresa Disney está a punto de usar la animatrónica y la
inteligencia artificial para simular uno de sus personajes en la vida
real: Pascal, uno de los personajes de la película
Enredados. Por otro lado, Dubai ya está usando policías robots creados por
PAL Robotics.
En efecto, la Policía de Dubái tiene un nuevo integrante hecho de acero
y sistemas informáticos. Se trata de un robocop, un robot humanoide
fabricado por la empresa española Pal Robotics, que ha empezado a
patrullar los centros comerciales y puntos turísticos de la capital de
los Emiratos Árabes. El modelo mide 1,67 metros, pesa 99 kilos y cuenta
con una pantalla táctil incrustada en su pecho, a través de la cual los
ciudadanos podrán obtener información, denunciar delitos, pagar multas o
contactar con diferentes comisarías de la ciudad. Su tecnología de
reconocimiento facial tiene una precisión del 80%, según informa el
Departamento de Policía de Dubái, pero las cámaras de los ojos del robot
enviarán vídeos en streaming a las unidades de agentes físicos. Ese es
el primer paso del plan para que los robots representen el 25% de la
fuerza policial de la ciudad hasta 2030. “
Actualmente, la mayoría de
las personas van a las comisarías, pero con esa herramienta podemos
atenderlas de manera más eficiente las 24 horas de todos los días“, afirma Khalid Al Zarooqui, director del Departamento de Servicios Inteligentes de la Policía. “
El
robot va a proteger a los ciudadanos de la delincuencia, porque puede
transmitir lo que está sucediendo de inmediato a nuestro centro de mando
y control“, añade. Nueve idiomas, como inglés, español, francés y chino, serán añadidos al vocabulario del robocop.
La tecnología
deepfakes, una técnica de síntesis de imagen
humana basada en inteligencia artificial, pone en evidencia la posible
utilización maligna de la Inteligencia Artificial. Con la ayuda de la
inteligencia artificial muestra la posibilidad de suplantar identidades
con los rostros de otras personas. En 2017 se descubrió que una
comunidad de internet utilizaba programas de inteligencia artificial
para conseguir superponer la cara de actrices famosas en películas
pornográficas. Celebridades como Emma Watson o Gal Gadot denunciaron la
violación de los derechos de imagen tras sufrir la utilización de sus
rostros para hacerlas pasar por actrices porno. Este sistema permite
hacer un reconocimiento facial de cualquier persona, adoptar los gestos
del rostro, así como las poses. El periodista y escritor español
Santiago Camacho, especializado en temas relacionados con teorías
conspirativas, explica que hay varios casos de famosos a nivel mundial
que han sido manipulados gracias a la inteligencia artificial. Algunos
de los casos son de conocidos políticos, como Donald Trump, Barack
Obama, Vladimir Putin e, incluso, John Kennedy. Esta tecnología no solo
tiene la capacidad de manipular la realidad, sino que gracias al avance
de la inteligencia artificial ya se pueden incluso manipular
retransmisiones en directo o el audio. El peligro se manifiesta en que
cualquiera, con un equipo tecnológico doméstico, puede hacer posible
esta manipulación. La calidad de los vídeos mejora gracias a la
optimización de la inteligencia artificial. “
Dentro de un año esto se hará a un velocidad perfectamente real“,
asegura Santiago Camacho. Ello implicaría que en un futuro, debido a
las mejoras tecnológicas, las retransmisiones en directo y los vídeos
quedarán en entredicho. Pero, ¿será posible detectar esta manipulación?
La presencia de la tecnología en todos los ámbitos de la vida
cotidiana, incluyendo las Ciencias Sociales, ocurre de manera
independiente al debate que hay con respecto a sus bondades y defectos.
El hombre se ha aplicado a sí mismo el nombre científico de Homo Sapiens
como una valoración de la trascendencia de nuestras habilidades
mentales, tanto para nuestra vida cotidiana como en nuestro propio
sentido de identidad. Lo que nos propone la Realidad Virtual y, en
especial, la Inteligencia Artificial, es lograr la comprensión de las
entidades inteligentes. Por ello, una de las razones de su estudio es el
aprender más acerca de nosotros mismos. Los esfuerzos de la
Inteligencia Artificial están encaminados tanto a la construcción de
entidades inteligentes como a su comprensión. Si bien nadie podría
pronosticar con toda precisión lo que sé podría esperar en el futuro, es
evidente que las computadoras que poseen una inteligencia a nivel
humano, o superior, tendrán repercusiones muy importantes en nuestra
vida diaria así como en el devenir de la civilización. El problema que
aborda la Inteligencia Artificial es uno de los más complejos e
interesantes. La pregunta claves es, ¿cómo es posible que un diminuto y
lento cerebro, sea biológico o electrónico, tenga la capacidad para
percibir, comprender, predecir y manipular un mundo cuya complejidad lo
excede? Pero el investigador del campo de la Inteligencia Artificial
cuenta con pruebas contundentes de que tal búsqueda es factible. El
estudio de la inteligencia es una de las disciplinas más antiguas. Por
más de dos mil años, los filósofos se han esforzado por comprender cómo
se ve, aprende, recuerda y razona, así como la manera que estas
actividades deberían realizarse. La llegada de las computadoras a
principio de la década de los años cincuenta del siglo XX permitió pasar
a su aplicación mediante una auténtica disciplina teórica y
experimental. La Inteligencia Artificial ha resultado ser algo mucho más
complejo de lo que muchos imaginaron al principio, porque las ideas
modernas relacionadas con ella se caracterizan por su gran riqueza.
El hecho de conocer las reglas del Ajedrez no nos convierte en
grandes maestros. Daniel Kahneman, psicólogo israelí, elaboró un
catálogo de los errores que sistemáticamente se cometen en el
razonamiento humano. El enfoque centrado en el comportamiento humano
constituye una ciencia empírica, que entraña el empleo de hipótesis y de
la confirmación mediante experimentos. Las distintas orientaciones han
hecho valiosas aportaciones, como John Haugeland, profesor de filosofía,
centrado en la filosofía de la mente, la ciencia cognitiva y la
fenomenología, que nos dice: “
La interesante tarea de lograr que las computadoras piensen (…) máquinas con mente, en su amplio sentido literal“.
Junto con la nanotecnología y la Inteligencia Artificial, que están
confluyendo rápidamente, la Realidad Virtual es, sin duda, el campo de
investigación más importante, el más prometedor y el más inquietante.
Según la empresa Fujitsu: “
Lo que la humanidad puede soñar, la tecnología lo puede conseguir“.
Esta afirmación parece a punto de cumplirse plenamente. Depende en
buena medida de que estemos informados sobre sus posibilidades.
Imaginemos una televisión envolvente con programas tridimensionales, con
objetos que se pueden alzar y manipular y hasta tocar con los dedos y
las manos. Podemos estar inmersos en un mundo artificial en donde
actuamos de exploradores activos, en lugar de solo ser observadores.
Imaginemos que seamos tanto creadores como consumidores de una
experiencia artificial. La persona que experimenta la Realidad Virtual
está rodeada por una representación tridimensional generada por
computadora, y es capaz de desplazarse en el mundo virtual, asirlo y
remodelarlo. Un modo de ver la Realidad Virtual es como una ventana
mágica que se asoma a otros mundos. La Realidad Virtual provocará que en
las décadas venideras la realidad desaparezca detrás de una pantalla.
En la comunidad de la Inteligencia Artificial el objetivo es reemplazar
la mente humana por la máquina. El objetivo consiste en construir
sistemas que amplifiquen la mente humana proveyéndole auxiliares,
basados en la computadora, que hacen las cosas que las mentes tienen
dificultades para hacer.
Es fundamental poder estudiar la relación de la Realidad Virtual con
la mente humana y las Ciencias Sociales. Existen tres áreas en las que
la mente humana es más poderosa que cualquier algoritmo elaborado hasta
ahora. La primera es el reconocimiento de imágenes visuales o auditivas.
Los computadores científicos ni siquiera tienen un buen método para
aproximarse al poder de reconocimiento que usa un bebé para reconocer la
cara de su madre desde un ángulo y con una iluminación que no haya
visto previamente. La segunda área importante de la superioridad, que
tiene el ser humano sobre lo computacional, es el dominio de lo que se
llama evaluación. Richard Ernest Bellman, matemático cuya mayor
contribución fue la metodología denominada programación dinámica, nos
dice que la tercera zona de la superioridad mental humana está en el “
Sentido
global del contexto que nos capacita para recordar, en el momento
apropiado, algo que hemos leído en una oscura revista años atrás, con
referencia a un tema completamente diferente y que de pronto se nos
aparezca como significativa“. Los tres campos en los que las
computadoras son más diestras que la mente humana son la evaluación de
cálculos, el acopio de cantidades masivas de datos y la memorización de
cosas sin posibilidad de olvidarlas. Entonces se plantea una posible
relación entre la estructuración de un sistema cooperativo
hombre-máquina. Mientras que la máquina puede hacer los cálculos,
memorice y busque las bases de datos, entendiendo por cálculos la
evaluación de algunas funciones muy complicadas, el ser humano ejerce la
estrategia, la evaluación, el reconocimiento de imágenes, planifica y
busca información en un contexto. Cuando uno trata de definir la
interfaz para ese sistema, se acerca al umbral de la Realidad Virtual y
la Inteligencia Artificial.
¿Qué es lo que permite al cerebro funcionar?, ¿cómo funciona el
intelecto humano? y ¿es posible que seres no humanos tengan intelecto?
Ha habido ocasiones en las que estas cuestiones han propiciado debates
entre científicos sociales e investigadores de la Inteligencia
Artificial. Hubert Dreyfus, filósofo estadounidense, nos dice que: “
En
el campo de la Filosofía de la Ciencia se afirma que las máquinas son
capaces de hacer todo lo que pueden hacer y mejor que los humanos,
afirmación que se complementa con un intento de entrever las
implicaciones de lo anterior en la Filosofía de la Mente, en tanto que
los teólogos y estudiosos de lo moral se refugian en el último reducto
de esta conducta tan compleja como es la elección moral, el amor, la
investigación creativa, que se afirma rebasa el ámbito de cualquier
máquina“. Uno de los cuestionamientos filosóficos básicos en la Inteligencia Artificial es:
“¿Son capaces de pensar las máquinas?” . La posibilidad de la existencia de “
Máquinas pensantes” ha estado presente entre nosotros durante años. Si definimos “
Pensar” como algo mediante lo que se “
Toman decisiones y se delibera, a través de un cerebro orgánico y natural“, debemos concluir que las computadoras no pueden pensar. Alan Turing, en su famosa ponencia
Computing Machine and Intelligence
proponía que en vez de preguntarse si pueden pensar las máquinas, lo
que debería plantearse es sí la máquina tiene capacidad para una prueba
de inteligencia, la que después vino a llamarse test de Turing. Opinaba
que para el año dos mil una computadora con capacidad de almacenamiento
mucho más grande podría programarse para sostener una conversación con
alguien que la interrogase durante cinco minutos, teniendo una
posibilidad de 30% de hacer creer al cuestionador que la máquina era un
ser humano. La objeción de que las computadoras sólo son capaces de
hacer lo que se les indica y que, por lo tanto, no son capaces de hacer
nada creativo, es algo con lo que todavía nos topamos en la actualidad.
Una sencilla refutación es afirmando que una de las cosas que podemos
ordenar a una computadora es que aprenda a partir de su propia
experiencia.
Una de las criticas persistentes en contra de la Inteligencia Artificial como proyecto es lo que Turing denominó “
Argumento que surge de la informalidad del comportamiento“.
Básicamente, consiste en afirmar que la conducta humana es demasiado
compleja para que pueda ser expresada a través de un simple conjunto de
reglas, por lo que no puede producir una conducta tan inteligente como
la de los seres humanos. El principal proponente de este punto de vista
es el filósofo estadounidense Hubert Dreyfus, que ha producido una serie
de importantes críticas contra la Inteligencia Artificial, como
What computers still can’t do o
Mind over machine. La postura que critican se conoce como “
La Buena y Anticuada IA“,
o BAIA, término que fue acuñado por el profesor de filosofía John
Haugeland en 1985. En el caso de la BAIA se supone que es posible
expresar todo tipo de conducta inteligente mediante un sistema que
razone lógicamente a partir de un conjunto de hechos y reglas que
describen el dominio. Dreyfus afirma que: “
Cuando Minsky o Turing
afirman que el hombre puede concebirse como una máquina, seguramente se
refieren a que una computadora digital es capaz de reproducir la
conducta humana mediante el procedimiento de los datos que representan
diversos hechos relacionados con el mundo por medio de operaciones
lógicas que pueden reducirse al cotejo, clasificación y a las
operaciones booleanas“. Pero la Inteligencia Artificial y
La Buena y Anticuada IA
(BAIA), no son los mismos conceptos. Muchos de los temas abordados por
Dreyfus tales como el conocimiento construido por la experiencia del
sentido común, el aprendizaje, o las formas copiladas para la toma de
decisiones, se consideran como aspectos importantes del diseño de
agentes inteligentes. El aprendizaje por redes neuronales es una forma
de aprendizaje para el que se requiere la identificación previa de todas
las entradas relevantes y de las salidas correctas. Por lo tanto, no
puede operar de manera autónoma sin la ayuda de un entrenador humano.
En áreas tales como la de los juegos, la inferencia lógica, así como
la demostración de teoremas, y la amplificación y diagnóstico médico,
hemos visto sistemas que se basan en rigurosos principios teóricos que
pueden ser tan buenos como los de los expertos humanos. En otras áreas,
como el aprendizaje, la percepción visual, la robótica y la comprensión
del lenguaje natural, están lográndose rápidos avances mediante la
aplicación de mejores métodos analíticos y de una mejor comprensión de
los problemas. Ya antes del inicio de la Inteligencia Artificial,
filósofos, economistas y otros científicos sociales, trataban de
encontrar una definición satisfactoria de lo que se debe considerar como
una acción racional. Un agente perfectamente racional actúa en todo
momento de manera tal que logra maximizar su utilidad esperada, con base
en la información que ha obtenido del entorno. En la práctica, los
diseñadores de sistemas de Inteligencia Artificial se ven forzados a
establecer un compromiso para lograr un desempeño general razonable. En
la Teoría de los Juegos son estudiados problemas de decisión en los
cuales la utilidad de una determinada acción depende no sólo de
elementos aleatorios del entorno, sino también de las acciones de otros
agentes. En un escenario normal está presente un conjunto de agentes que
toman sus decisiones de manera simultánea, sin saber cuáles son las
decisiones de los demás agentes. Si se está de acuerdo en que las
máquinas lograrán alcanzar elevados niveles de conducta inteligente y se
comunicarán con los humanos como si fueran iguales, es inevitable
plantearse varias preguntas, tales como ¿de qué manera van a
interaccionar las máquinas inteligentes con los seres humanos? ¿Qué
sucedería si las máquinas inteligentes decidiesen actuar en contra del
interés humano? En su libro
Computer Power and Human Reason, Joseph Weizenbaum, profesor emérito de Informática en el
Instituto Tecnológico de Massachusetts
y uno de los padres de la cibernética, expone que el efecto de las
máquinas inteligentes en la sociedad humana sería tal que proseguir con
las investigaciones en el área de la Inteligencia Artificial debe
considerarse como poco ético. Uno de los principales argumentos de
Weizenbau es que la investigación en Inteligencia Artificial hace
factible la idea de que los seres humanos probablemente seamos
autómatas, una idea que trae aparejada una pérdida de autonomía o,
incluso, de dignidad humana.
Es evidente que todo tipo de tecnología puede llegar a utilizarse
negativamente en detrimento de la humanidad. Los argumentos a favor de
una determinada tecnología deben tener en cuenta los beneficios, por lo
que es necesaria la mejor información posible para la toma de
decisiones. Hay futuristas como Edward Fredkin, uno de los pioneros en
la física digital, y Hans Moravec, investigador en robótica en la
Carnegie Mellon University, que dicen que: “
Una vez que la raza
humana haya cumplido su destino al dar existencia a entidades de
inteligencia superior y quizás ilimitada, su propia conservación
parecerá ser menos importante. Algo en lo que, de cualquier forma, vale
la pena pensar“. Pero pensando positivamente, la Inteligencia
Artificial ofrece grandes posibilidades de mejorar las circunstancias
materiales de la vida humana. Una automatización inteligente, ¿permitirá
a las personas desarrollar un trabajo más satisfactorio y disfrutar de
más tiempo libre? Pero todo indica que los autores de ciencia-ficción
están a favor de futuros contrarios a la utopía. La característica más
definida de las sociedades contemporáneas es el dominio de la
tecnología. La moderna Ciencia y la Tecnología irrumpen con su enorme
poder de manipulación. Por todas partes surgen artefactos y objetos que
invaden el mundo natural a una velocidad nunca ante soñada, extendiendo
los efectos de las acciones humanas hasta límites casi inimaginables.
Pero su ideal de servir al ser humano parece haberse invertido. El ser
humano se ha convertido en esclavo tecnológico, cuando supuestamente la
tecnología debería haberlo liberado. El filósofo y sociólogo alemán
Herbert Marcuse ha dicho que “
La moderna técnica se ha convertido en
dominio sobre la naturaleza y, a través de éste, en dominio sobre otros
hombres. Este propósito de dominio metódico científico calculado,
pertenece a la forma misma de la razón técnica y se manifiesta en el
sometimiento de los individuos y del conocimiento mismo del aparato de
producción y distribución“. Por otra parte, es innegable que el
dominio tecnológico proporciona una vida más cómoda a una parte de la
Humanidad, pero este hecho oscurece el problema de hasta qué punto la
tecnología ha sido puesta al servicio de la vida. Marcuse considera que “
La
racionalidad tecnológica, escudándose en los beneficios prometidos por
la tecnología, legitima un poder político expansivo que absorbe toda la
área, incluyendo la cultura“.
Según el filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas, “
La
conciencia tecnocrática hace desaparecer el interés práctico en aras del
interés por la ampliación de nuestro poder técnico. Las informaciones
provenientes del ámbito del saber técnicamente utilizable invaden las
tradiciones del mundo. La sociedad se controla de la misma forma que se
ha intentado controla a la naturaleza, es decir, reconstruyéndola según
el modelo de la racionalidad instrumental o medio-fin“. La
objetividad atribuida a las Ciencias Naturales se desplaza hacia la
tecnología, que adquiere una reputación que oculta a la conciencia
pública las verdaderas relaciones de poder. De esta manera, la
tecnología se vuelve Ideológica y pretende legitimarse por el mero hecho
de existir. Según el sociólogo francés Alain Touraine, se está
considerando que la tecnología es el elemento diseñador de las nuevas
relaciones económicas y acaso laborales, sociales, culturales,
ideológicas y políticas que hace que se manifiesten unas nuevas
condiciones verdaderamente generadoras de nuestro presente-futuro.
Debemos preguntarnos si la tecnología será el elemento diseñador de una
nueva realidad y, por tanto, de la nueva condición de la sociedad. Sin
embargo, además de los efectos económicos y de las nuevas estrategias
industriales, hay consecuencias y efectos que no podemos obviar por más
tiempo. En efecto, la tecnología va transformando también nuestras
mentes ya que, de alguna forma, accedemos a los datos y a las imágenes
mentales de diferente manera: Ello producirá que cambiemos nuestro
modelo mental de la realidad y nuestra representación del mundo, ya que
tenemos más información y más rápidamente. El ordenador, no hay duda,
rompe la comunicación socio-afectiva, y al no recrear la imagen social,
impide su actualización. Los nuevos medios no amplían los campos de la
socialización. Según Alvin Toffler, escritor y futurólogo
estadounidense, autor de
El Shock del Futuro y
La Tercera Ola,
las estrategias del desarrollo del mañana para los países pobres
vendrán de manos de las nuevas tecnologías y, en consecuencia, las
soluciones serán propias, locales, realizadas a la medida de los
primeros países que intenten solucionar sus problemas. Simplemente,
porque ahora las soluciones a la pobreza y a la injusticia social
vendrán de manos de la tecnología y no de la economía. En este sentido,
el conocer, o si se quiere, la estructura que da origen y expande el
Conocimiento, como la Educación, jugará el papel posibilitador de la
moralidad del mañana.
La Educación, y con ella el conocimiento, se convierten en la más necesaria energía que requiere la
Tecnología de la Información
para su puesta en marcha y posterior desarrollo. El bienestar
individual y social precisará entonces del conocimiento, que se
convierte así en el posibilitador del futuro, en el verdadero
alimentador energético de la tecnología. Sin embargo, el gran cambio a
que se verán sometidas las Ciencias Sociales estribará en la inclusión y
protagonismo que en su seno jugará la gran revolución de la
Tecnología de la Información.
Según Jean-Jacques Servan-Schreiber, ensayista y periodista francés, el
Conocimiento o mejor dicho, la Innovación del Conocimiento, será el
componente principal del desarrollo económico, o incluso del desarrollo
general de la Sociedad. O como dice el sociólogo Salvador Giner: “
La innovación ha dejado de ‘estar en manos de la técnica para ser fruto del cognitivismo sistemático“.
Ello implica revolucionar el conocimiento, no sólo en el ámbito formal
sino sustancialmente. Innovar el Conocimiento es crear nuevo
Conocimiento, y esto, la creación de nuevo conocimiento, no puede darse
por medios que no sean nuevos. Para crear no sólo nuevo Conocimiento
sino Conocimiento realmente innovador, como el Conocimiento Virtual, hay
que estudiar otras realidades no naturales. Ello implica fundamentar la
generación de la innovación en el estudio de otros objetos nuevos,
creados ad hoc, o sea, artificiales. En este sentido, pues, sólo la
Realidad Artificial puede plantearse como el contexto de la innovación
científico-tecnológica. De ahí que, cada vez más, se crea en que la
nueva fuente de poder, a cualquier nivel (económico, militar), será, de
ahora en adelante, la creación de un nuevo Conocimiento, o de
Conocimiento innovador. Ahora bien, la creación de nuevo Conocimiento,
lo que podríamos denominar Conocimiento Virtual, depende, forzosamente,
de la creación de nuevos entornos de Conocimiento. El salto está,
evidentemente, en superar el Conocimiento de la Naturaleza, o sea de lo
natural, para lograr “
Otro tipo de Conocimiento“.
La primera condición de la innovación será, en oposición a la
realidad natural, crear realidades artificiales que, a su vez,
contextualizarán el nuevo Conocimiento. El futuro se encuentra en el
desarrollo de lo que ya hace años, Herbert Alexander Simon, economista,
politólogo y teórico de las ciencias sociales estadounidense, denominará
La Ciencia Artificial. e su libro
Las Ciencias de lo Artificial. Aquí precisamente es donde se encuentra el gran papel a desarrollar por las
Tecnologías de la Información,
ya que es precisamente, gracias a las nuevas tecnologías, que se forman
nuevos ambientes artificiales y donde en consecuencia surge una
posibilidad del Conocimiento innovador, o si se quiere del Conocimiento
Virtual. Un centro educativo computarizado presupone la creación de un
espacio pedagógicamente artificial, ya que las interacciones propias de
la adquisición del Conocimiento se desarrollan por y mediante la
asistencia del ordenador. Ello, evidentemente, nos proporciona una forma
de aprendizaje mediante un artefacto artificial que conlleva la
posibilidad de Conocimiento Virtual. La conclusión es que la utilización
de tecnología en los aprendizajes implica la generación de nuevas
perspectivas intelectuales, ya que la utilización, por ejemplo del
ordenador, implica generar Inteligencia Artificial al desarrollar
funcionalidades conceptuales sobre un mecanismo no natural. La
utilización del ordenador implica abrir al ser humano nuevas
perspectivas intelectuales y actualizar otras capacidades cognitivas
hasta ahora no desarrolladas. O sea, una enseñanza asistida por
ordenador crea nuevas perspectivas cognitivas y, por tanto, se plantea
como conocimiento virtual. El aprendizaje instrumental tecnológicamente
implica reconvertir esta tecnología en un medio facilitador de nuevas
perspectivas cognitivas, por lo que la Educación tiende a convertirse en
una tecnología propia de la construcción humana. Es por tanto posible
hablar de nuevas tecnologías y del desarrollo de un nuevo Conocimiento,
de un nuevo paradigma científico beneficioso para el ser humano. El
Mundo Virtual del futuro será fruto de las nuevas tecnologías, por lo
que la Innovación, el Conocimiento, y toda la Realidad que se está
iniciando dependerá cada vez más de la tecnología y de la manera en que
se utilice. Veremos de qué lado se decanta el uso de la tecnología. De
ello depende nuestro futuro.
Fuentes:
- Stuart Russell y Peter Norvig – Inteligencia artificial: Un enfoque moderno
- Alejandro Madruga – Inteligencia artificial, el futuro del hombre
- Alberto García Serrano – Inteligencia Artificial. Fundamentos, práctica y aplicaciones
- Nick Bostrom – Superinteligencia: Caminos, peligros, estrategias
- Pablo Rodríguez y Jorge Rizzo – Inteligencia artificial: Cómo cambiará el mundo y tu vida
- Yuval Noah Harari – Homo Deus: Breve historia del mañana
- Klaus Schwab – La cuarta revolución industrial
- Margaret Boden y Inmaculada Pérez Parra – Inteligencia artificial
- Ray Kurzweil – La Singularidad está cerca: Cuando los humanos transcendamos la biología
- Jeremy Rifkin – El fin del trabajo: Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era
- José Mª Angulo Usategui, Susana Romero, Ignacio Angulo – Introducción a la robótica
- Jerry Kaplan – Abstenerse humanos: guía para la riqueza y el trabajo en la era de la inteligencia artificial
- Richard Susskind y Daniel Susskind – El futuro de las profesiones: Cómo la tecnología transformará el trabajo de los expertos humanos
- Mayte Rius – Los dilemas éticos de la inteligencia artificial
- Avron Barr y Edward A. Feigenbaum – The Handbook of Artificial Intelligence
- Bruce G. Buchanan y Edward H. Shortliffe – Rule-Based Expert Systems: The MYCIN. Experiments of the Stanford Heuristic Programming Project
- Hubert Dreyfus – What computers still can’t do
- Hubert Dreyfus – Mind over machine
- lvin Toffler – El Shock del Futuro
- lvin Toffler – La Tercera Ola