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Recientemente la Marina de Estados Unidos ha admitido que los tres videos de ovnis publicados por el The New York Times hace unos meses son objetos reales “no identificados”. En mayo del actual 2019 los pilotos de la Marina de Estados Unidos aseguraron haber visto objetos no identificados que se movían a una velocidad hipersónica. Y no solo eso, ya que estos cuerpos extraños realizaban maniobras imposibles en el aire frente a la costa este de Estados Unidos, según dio a conocer el diario estadounidense. De acuerdo con los testigos de este acontecimiento, estos objetos no poseían propulsores ni tubos
de escape visibles.
Pero, sin embargo, podían alcanzar grandes velocidades.
Un informe del Pentágono indica que los pilotos explicaron que los ovnis tenían la capacidad de hacerse invisibles cuando estaban cerca de los aviones de guerra. La descripción que hicieron de la supuesta nave extraterrestre era un objeto “sólido, blanco, liso, sin bordes”, que parecía “un huevo alargado”. Seguramente muchos lectores se habrán preguntado desde cuando hay seres que podríamos considerar inteligentes, con amplios conocimientos tecnológicos, en el planeta Tierra. Periódicamente se van hallando pruebas de civilizaciones con una aparente avanzada tecnología que existieron miles e incluso millones de años antes de las fechas en que se supone que la humanidad evolucionó en la Tierra. No podemos garantizar que todas las evidencias estén datadas acertadamente, pero creemos que en bastantes casos la información es fiable. Todo parece indicar que la Tierra fue visitada o habitada por seres inteligentes que usaban tecnología avanzada mucho antes de la aparición de los primeros humanos, tal como es explicado por la historia oficial. Según esta visión oficial, los seres humanos aparecieron en la Tierra hace pocos millones de años, pero lo que podríamos considerar una verdadera civilización humana se supone que solamente apareció hace pocos miles de años, con la repentina y sorprendente aparición del Homo Sapiens y, muy especialmente, del Homo Sapiens Sapiens, que apareció entre hace unos 45.000 ó 100.000 años. Pero, ¿han existido en el pasado remoto civilizaciones oriundas de la Tierra con grandes avances tecnológicos? o, más bien, ¿han sido seres venidos de otros planetas o de otras dimensiones? Nuestra actual tecnología, ¿viene de una antigua tecnología? ¿tal vez de viajeros en el tiempo?
El famoso científico norteamericano Carl Sagan, en su libro Cosmos ya nos dijo que: “El Cosmos es todo lo que es o lo que fue o lo que será alguna vez. Nuestras contemplaciones más tibias del Cosmos nos conmueven: un escalofrío recorre nuestro espinazo, la voz se nos quiebra, hay una sensación débil, como la de un recuerdo lejano, o la de caer desde lo alto. Sabemos que nos estamos acercando al mayor de los misterios. El tamaño y la edad del Cosmos superan la comprensión normal del hombre. Nuestro diminuto hogar planetario está perdido en algún punto entre la inmensidad y la eternidad. En una perspectiva cósmica la mayoría de las preocupaciones humanas parecen insignificantes, incluso frívolas. Sin embargo nuestra especie es joven, curiosa y valiente, y promete mucho. En los últimos milenios hemos hecho los descubrimientos más asombrosos e inesperados sobre el Cosmos y el lugar que ocupamos en él; seguir el hilo de estas exploraciones es realmente estimulante. Nos recuerdan que los hombres han evolucionado para admirar se de las cosas, que comprender es una alegría, que el conocimiento es requisito esencial para la supervivencia. Creo que nuestro futuro depende del grado de comprensión que tengamos del Cosmos en el cual flotamos como una mota de polvo en el cielo de la mañana“. Se calcula que hay cientos de miles de millones de galaxias en nuestro universo, cada una de ellas con un promedio de más de cien mil millones de estrellas. Es posible que en todas las galaxias haya incluso más planetas que estrellas, diez mil millones de billones. Esto sin considerar otros universos paralelos y otras dimensiones. Ante estas cifras tan impresionantes, ¿por qué seríamos nosotros el único planeta habitado, escondido en un rincón de nuestra galaxia? Es más probable que haya mucha más vida, de algún tipo, en nuestro universo, incluyendo vida inteligente. Tenemos evidencias de que nuestro planeta ha sido escenario de la aparición de objetos volantes que no cuadraban con la tecnología propia de la época, tal como hemos podido ver reflejado tanto en el arte como en la cultura popular de muchas tradiciones y mitos. Son numerosas las obras de arte de diferentes culturas en las que se ven reflejadas las clásicas naves que identificamos como ovnis o “platillos volantes”, así como de seres vestidos de manera similar a los actuales astronautas, en épocas en las que la tecnología era sumamente primaria, según la historia oficial.
El ufólogo francés Jacques Vallée publicó una historia de una ciudad en las nubes en su interesante obra Pasaporte a Magonia (1969). Esta obra también inspiró a Steven Spielberg en su película Encuentros en la tercera fase, en la que dice que “los seres de los ovnis actuales pertenecen al mismo tipo de manifestaciones que se describían en siglos pasados secuestrando humanos y volando a través de los cielos”. Ya William Shakespeare, en Las alegres comadres de Windsor, escribió esta enigmática frase: “Son duendes y hadas. Quienquiera que les hable muere al instante. Cerremos los ojos y echémonos boca abajo. Ningún hombre puede sorprender sus juegos”. También John Milton (1608-1674), poeta y ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido, escribió estos misteriosos versos: “Lo tomé por una visión fantástica de alegres criaturas de los elementos que habitan en los colores del Arco Iris y juegan en las hendidas nubes. Sentí temor y tos adoré al pasar; si aquellos que buscas marchan por un camino como el del cielo, te ayudará a encontrarlos”. Para situar temporalmente la historia de la aviación, debemos decir que se pensaba que volar era algo imposible para las capacidades de un ser humano. Pero aun así, el deseo existía, y varias civilizaciones contaban historias de personas dotadas de poderes divinos, que podían volar. El ejemplo más conocido es la leyenda de Ícaro y Dédalo, que, encontrándose prisioneros en la isla de Minos, se construyeron unas alas con plumas y cera para poder escapar. Ícaro se aproximó demasiado al Sol y la cera de las alas comenzó a derretirse, haciendo que se precipitara en el mar y muriera. Esta leyenda era un aviso sobre los intentos de alcanzar el cielo, semejante a la historia de la Torre de Babel en la Biblia, y ejemplifica el deseo milenario del hombre de volar. La historia moderna de la aviación es compleja. Durante siglos se dieron tímidos intentos por alzar el vuelo, fracasando la mayor parte de ellos, pero ya desde el siglo XVIII el ser humano comenzó a experimentar con globos aerostáticos que lograban elevarse en el aire, pero tenían el inconveniente de no poder ser controlados. Ese problema se superó ya en el siglo XIX con la construcción de los primeros dirigibles, que sí permitían su control. A principios de ese mismo siglo, muchos investigaron el vuelo con planeadores, máquinas capaces de sustentar el vuelo controlado durante algún tiempo, y también se comenzaron a construir los primeros aeroplanos equipados con motor, pero que, incluso siendo impulsados por ayudas externas, apenas lograban despegar y recorrer unos metros.
No fue hasta principios del siglo XX cuando se produjeron los primeros vuelos con éxito. El 17 de diciembre de 1903 los hermanos Wright se convirtieron en los primeros en realizar un vuelo en un avión controlado. No obstante, algunos afirman que ese honor le corresponde a Alberto Santos Dumont, que realizó su vuelo el 13 de septiembre de 1906. A partir de entonces, las mejoras se fueron sucediendo, y cada vez se lograban mejoras sustanciales que ayudaron a desarrollar la aviación hasta tal y como la conocemos en la actualidad. Los diseñadores de aviones se siguen esforzando en mejorar continuamente las capacidades y características de éstos, tales como su autonomía, velocidad, capacidad de carga, facilidad de maniobra o la seguridad, entre otros detalles. Las aeronaves han pasado a ser construidas de materiales cada vez menos densos y más resistentes. Anteriormente se hacían de madera, en la actualidad la gran mayoría de aeronaves emplea aluminio y materiales compuestos como principales materias primas en su producción. Recientemente, los ordenadores han contribuido mucho en el desarrollo de nuevas aeronaves. «Hablan todos los idiomas de la Tierra. Lo saben todo acerca del pasado y el futuro de la especie humana, de cualquier ser humano». Esta extraña declaración fue hecha en 1968 por un funcionario español llamado Fernando Sesma, que aseguraba estar en contacto con los extraterrestres desde 1954. Y continuaba afirmando: «Los habitantes del planeta Wolf 424 están entre nosotros bajo una forma humana y provistos de falsa documentación. Son muy superiores a nosotros y grandes amantes de la paz. Yo estoy en contacto permanente con ellos: me escriben o me llaman por teléfono. Celebramos reuniones». Según Fernando Sesma, en 1954 un platillo volante tiró una piedra cubierta de jeroglíficos en los jardines de la Ciudad Universitaria de Madrid. Fernando Sesma copió los símbolos, y pronto se inició una comunicación en ambos sentidos. Parece todo fruto de la imaginación de esta persona, pero…..
En la misma época, en la Gran Bretaña también se propalaban fantásticos rumores. Se asegura que algunos científicos ingleses habían recibido misteriosas comunicaciones por radio y se dedicaban a actividades clandestinas por cuenta de los extraterrestres. Varios de estos hombres de ciencia habrían desaparecido misteriosamente. Según estos rumores, los extraterrestres se proponen dirigir el curso de la historia humana a través de estos contactos. ¿Con qué finalidad? Jacques Vallée también afirma haber recibido comunicaciones de individuos que aseguraban pertenecer a organizaciones secretas con sede «fuera de este mundo». Estos corresponsales le informaron de que el propósito de estos grupos es el de impedir que la Humanidad llegue a otros mundos del espacio. Pero hay otros contactados que afirman exactamente lo contrario. Sin embargo, subsiste el hecho de que la creencia en la dirección de los destinos terrestres por potencias no humanas es tan vieja como la política. Pero, curiosamente, este mismo poder atribuido a los ocupantes de los platillos volantes —o sea, el de influir en los acontecimientos humanos— era en otro tiempo facultad exclusiva de las hadas. Por ello, una de las primeras preguntas que hicieron a Juana de Arco sus inquisidores fue «si ella tenía algún conocimiento o si había asistido a las asambleas celebradas en la fuente de las hadas, cerca de Domrémy, en torno a la cual bailaban los espíritus malignos». Y en las actas del proceso se registraron otra pregunta y otra respuesta: «Preguntada si no creía —con anterioridad al presente día— que las hadas eran espíritus malignos, ella respondió que no lo sabía». Continuar por este camino equivaldría a plantear de nuevo todo el problema de la brujería. No obstante, es importante observar la continuidad de las creencias, pues ésta conduce directamente desde la magia primitiva, pasando por la experiencia mística, la fe en las hadas y la religión, a los platillos volantes del siglo XX.
En 1899, Nikola Tesla instaló en Colorado Springs un laboratorio experimental conteniendo equipo de transmisión de radio de alto voltaje. El laboratorio tenía una torre de 200 pies para transmisión y recepción de ondas de radio y el mejor equipo de recepción disponible en ese tiempo. Una noche, cuando estaba solo en el laboratorio, Tesla observó lo que llamó señales eléctricas que definitivamente parecían ser señales inteligentes. Los cambios ocurrían periódicamente y no podían ser asignados a ninguna causa entonces conocida por él. Tesla Habló de este tema en el artículo “Hablando con los Planetas“, publicado en el periódico semanal Collier (marzo 1901): “Cuando estaba mejorando mis máquinas para la producción de acciones eléctricas intensas, también estaba perfeccionando los medios para observar acciones débiles. Uno de los resultados más interesantes, y también uno de gran importancia práctica era el desarrollo de ciertas invenciones para indicar a la distancia de muchos cientos de millas una tormenta que se acercaba, su dirección, velocidad y distancia. Fue continuando este trabajo que por primera vez descubrí esos misteriosos efectos que han despertado tal inusual interés. Yo había perfeccionado el aparato referido, hasta el punto que desde mi laboratorio en las montañas de Colorado podía sentir el pulso del globo, notando cada cambio eléctrico que ocurría dentro de un radio de 1.100 millas. Nunca podré olvidar las primeras sensaciones que experimenté cuando supe que había observado algo de consecuencias posiblemente incalculables para la humanidad. Yo sentí como si hubiera estado presente en el nacimiento de un nuevo conocimiento o la revelación de una gran verdad… Mis primeras observaciones me aterraron positivamente, ya que en ellas estaba presente algo misterioso, por no decir sobrenatural, estando solo en mi laboratorio por la noche. Pero, en ese momento, la idea de estas perturbaciones como señales inteligentemente controladas todavía no se me presentó. Los cambios que noté estaban teniendo lugar periódicamente y con tan clara sugestión de números y orden que no eran rastreables a ninguna causa conocida. Yo estaba familiarizado, por supuesto, con tales perturbaciones eléctricas como las producidas por el sol, como la Aurora Boreal y las corrientes terrestres, y estaba seguro, como lo podría estar de cualquier hecho, que estas variaciones no se debían a ninguna de estas causas. La naturaleza de mis experimentos impedía la posibilidad de que estos cambios estuviesen siendo producidos por perturbaciones atmosféricas, como ha sido afirmado por algunos. Fue algún tiempo después cuando me llegó el pensamiento de que los disturbios que había observado podrían deberse a un control inteligente. Aunque en ese tiempo yo no podía descifrar su significado, era imposible para mi pensar en ellos como siendo enteramente accidentales. La sensación crece constantemente en mí, que he sido el primero en escuchar los saludos de un planeta a otro. Un propósito estaba detrás de estas señales eléctricas”.
Este incidente fue el primero de muchos en los que Tesla interceptó lo que él sentía que eran señales inteligentes del espacio. En ese tiempo era dicho por científicos prominentes que Marte sería un lugar adecuado para la vida inteligente en nuestro sistema solar y Tesla primero pensó que estas señales podrían estarse originando en el planeta rojo. Más tarde cambiaría su punto de vista, al traducir las misteriosas señales. Cerca del final de su vida, Tesla había desarrollado varios inventos que supuestamente podían enviar poderosas cantidades de energía a otros planetas. En 1937, durante una conferencia de prensa en el día de su cumpleaños, Tesla anunció: “Estos años he dedicado mucho de mi tiempo a perfeccionar un nuevo aparato, pequeño y compacto, mediante el que puedo enviar energía, en cantidades considerables y a través del espacio, a cualquier distancia, sin la menor dispersión”. Tesla nunca reveló públicamente los detalles técnicos de su transmisor mejorado, pero en su anuncio en 1937, reveló una nueva fórmula: “La energía cinética y potencial de un cuerpo es el resultado del movimiento y determinado por el producto de su masa y el cuadrado de su velocidad. Si reducimos la masa, la energía será reducida a la misma proporción. Si se redujera a cero, la energía sería igualmente cero para cualquier velocidad finita”. En los diarios de Tesla que descubrió, Dale Alfrey observó que en 1920 Tesla había ganado confianza en ser capaz de encontrarle sentido a las extrañas difusiones de radio desde el espacio. No obstante, algo después Tesla comenzó a expresar gran preocupación sobre seres de otros planetas que tenían planes desagradables para la Tierra: “Las señales son demasiado fuertes para haber viajado las grandes distancias entre Marte y la Tierra”, escribió Tesla. Y añadía: “Así, estoy forzado a admitir que las fuentes deben venir de algún lugar en el espacio cercano o, tal vez, de la luna. Estoy seguro, sin embargo, que las criaturas que se comunican unas con otras cada noche no son de Marte, o posiblemente de ningún planeta en nuestro sistema solar”. Varios años después de que Tesla anunciara la recepción de señales del espacio, Marconi también afirmó haber escuchado un transmisor de radio extraterrestre. Sin Embargo, Marconi fue rápidamente desprestigiado por sus contemporáneos, que afirmaban que había recibido las interferencias de otra estación radial en la tierra. Hay una cierta confirmación pública sobre la validez de los diarios perdidos de Tesla y su creencia en extraterrestres, así como la importancia de comunicarse con ellos.
Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, miembro de la masonería especulativa inglesa, se supone que es una obra de literatura juvenil. Pero contiene unas informaciones científicas asombrosas, además de algunas situaciones realmente curiosas. Los dos satélites de Marte (el dios de la guerra), Fobos y Deimos, fueron descubiertos por el astrónomo norteamericano Asaph Hall en el año 1877. Sus nombres significan Miedo y Terror (¡!!). Lo extraño es que son descritos en la obra de Jonathan Swift, con sus parámetros exactos, en 1726, 150 años antes de su descubrimiento oficial. En la tercera parte de los Viajes de Gulliver, se describe los dos satélites de Marte, por boca de Gulliver, y da sus coordenadas con una precisión sorprendente: Leemos en el texto de Swift: “Han descubierto (se refiere a los científicos tripulantes de la gigantesca “isla volante” que recogieron a Gulliver), dos estrellas interiores o satélites, que giran alrededor de Marte, del que el más próximo se encuentra de su centro a tres veces exactamente de su diámetro y el más alejado a una distancia de cinco veces el mismo diámetro“. Estas medidas son completamente exactas. Gulliver proporciona muchos más datos, que no detallamos, pero que son tan correctos y precisos como los anteriores. Pero la pregunta que hay que hacerse es ¿cómo llegaron esos datos a Swift 150 años antes del descubrimiento oficial de los satélites de Marte? Pues bien, sorprendentemente las informaciones sobre los satélites de Marte fueron dadas a Gulliver por los tripulantes de una enigmática Isla Volante. ¿Eran tripulantes de un ovni?. Y por si fuera poco le dijeron a Gulliver que ellos eran marcianos, que venían del Planeta Rojo. Gulliver (Swift en este caso) tuvo información que “alguien” le hizo llegar. Informaciones que han resultado ser ciertas. La única duda que subsiste es saber quién era ese “alguien“, ¿extraterrestres? Marte ha sido siempre enigmático por naturaleza. El astrónomo italiano Schiaparelli en 1877, creyó ver unas líneas transversales que surcaban el planeta y que él asoció a gigantescas obras de ingeniería, y las identificó como “canales“. Percival Lowell pensó que aquellos canales eran construcciones de los últimos habitantes del planeta que trataban de subsistir en un mundo agonizante, dónde el agua era ya muy escasa. Y finalmente, en una de las fotografías de la región marciana de Sidonia, aparecen una formaciones muy similares a las pirámides egipcias y lo que es más asombroso, también parece verse reflejado un rostro con rasgos casi humanos, parecido a la Esfinge. Y una última cuestión sobre los satélites marcianos. El astrofísico Josiph Schlowski sostiene que Fobos es un satélite hueco, ya que su peso no correspondería a su tamaño. Según los conocimientos actuales, no existe en el Universo ningún cuerpo planetario que sea hueco. Exceptuando, claro, que sea artificial.
Una de las evidencias sobre posibles antiguas naves voladoras la tuvimos cuando, el 16 de junio de 1952, el arqueólogo Alberto Ruz de Lhuillier descubrió en el Templo de las Inscripciones de Palenque, bajo una escalera de cuarenta y cinco escalones, la tumba de Pacal el Grande, con una gigantesca lápida en el sarcófago de Pacal. En la parte inferior observó una zona rellena de piedras y cal, y al limpiar el lugar encontró la espectacular cripta que contenía una gigantesca lápida tapando el sarcófago donde yacían los restos de Pacal. En el relieve de la tapa labrada, se reproduce la figura de un hombre con atuendo maya. El científico y novelista ruso Alexander Kazantev aseguró que se trataba de una nave espacial. El hombre, en posición reclinada, estaría sobre un asiento, con cinturón de seguridad y los pies apoyados en unos pedales, con controles al frente y una gran cantidad de tableros y palancas de mando. Kazantev dibujó un cohete para mostrar las similitudes con este grabado. Ente diversas teorías, se ha buscado una explicación extraterrestre para la construcción de las pirámides de Egipto y para otras construcciones de las antiguas civilizaciones, como las mesoamericanas, en que se requería un alto nivel tecnológico. Pero lo curioso es que cuando nos remontamos a una época todavía más remota, anterior al Neolítico: el Paleolítico Superior e incluso Medio, es inevitable referirse a unos enigmáticos dibujos descubiertos en las famosas cuevas de Altamira, cerca de Santillana del Mar, España, tan semejantes en su forma a uno de los populares platillos volantes. Tales pinturas rupestres tienen una supuesta antigüedad de unos 13.000 años, a finales del Paleolítico. Además, no son únicas, sino que en Francia también se han encontrado obras pictóricas similares. Pero el Sur de Europa no es el único lugar donde se han encontrado pinturas rupestres en que se han representado presuntos ovnis o extraterrestres. En las cavernas de Tassili, ubicadas en el Sahara, en el sur de Argelia, se encuentra una serie de dibujos prehistóricos en los que se pueden ver extrañas figuras muy parecidas a astronautas. En efecto, en pleno desierto del Sahara y a corta distancia del Mar Mediterráneo, fueron encontradas diversas expresiones artísticas de los pueblos antiguos. Varias de ellas muestran extraños objetos voladores cerca unas también extrañas figuras humanas o humanoides. Por otro lado, tenemos los indios Hopi, una tribu nativa ubicada en el Sur de Estados Unidos, en la zona de Colorado, que afirman que sus antepasados fueron visitados por seres procedentes de las estrellas, que se desplazaban en escudos volantes o pájaros tronantes y dominaban el arte de cortar y transportar enormes bloques de piedra, así como de construir túneles e instalaciones subterráneas. Estos salvadores eran los “katchinas”, que significa “sabios, ilustres y respetados”. Para los Hopi, los katchinas no eran dioses, sino que eran seres visibles.
Oopart es el acrónimo en inglés de out of place artifact (artefacto fuera de lugar). Es un término acuñado por el naturalista y criptozoólogo estadounidense Ivan T. Sanderson (1911-1973) para denominar a un objeto de interés histórico, arqueológico o paleontológico que se encuentra en un contexto muy inusual o aparentemente imposible que podría desafiar la cronología de la historia convencional. Tenemos el extraño caso de la batería o pila de Bagdad. El objeto fue descubierta en el año 1936 en Rabua, una colina próxima a Bagdad, antaño cuna de la civilización. Como tantos tesoros del pasado, apareció de casualidad, mientras se procedía al alcantarillado de la ciudad. El responsable fue del ingeniero que modelaba la obra, el alemán Wilhelm Kóning. En principio no parecía nada más que una vasija de barro de quince centímetros de altura rematada por un tapón de asfalto. Al sacar el tapón, Kóning encontró una varilla de cobre de diecinueve centímetros de altura y 2,6 de ancho. Además, había otra de hierro revestido de fino plomo que parecía corroída por el ácido. A Kóning aquello le pareció una rudimentaria batería eléctrica. Pero no sólo por su aspecto, sino también porque rellenó el recipiente con un electrolito y aquello comenzó a generar una pequeña corriente. El ingeniero Willard F. M. Gray supo que la pieza formaba parte de la colección del Museo de Bagdad y que se iba a exhibir en la localidad alemana de Hildesheim. Había leído algo respecto de la sorprendente pieza y aquél parecía el momento de comprobarlo. Si era un tipo de pila eléctrica, lo iba a averiguar. Además, llevaba tiempo recogiendo información sobre cómo en el antiguo Irak galvanizaban objetos. Y aquél era un misterio que podría desvelarse gracias a la pila en cuestión. Tras estudiar la pieza arqueológica, construyó una réplica. Sólo le faltaba escoger qué líquido pudieron utilizar hace dos mil años para emplearlo al modo de producto alcalino. Así pues, preparó una solución del alcalino dentro del recipiente y sumergió en su interior una estatuilla de plata. Ya sólo quedaba esperar a la posible reacción. Al cabo de dos horas, la plata empezó a adquirir tonalidad dorada, algo que sólo podía lograrse si aquel artefacto generaba una mínima corriente eléctrica. Repitió el experimento una y otra vez hasta que finalmente concluyó que aquel receptáculo y las varillas de su interior eran una verdadera pila capaz de generar corrientes de aproximadamente 1,5 voltios, algo muy similar a lo que dos mil años después lograron Volta y Galvani al desarrollar las pilas modernas.
Otra pieza fuera de su tiempo es la máquina de Antikitera. Aquellos que la poseyeron podían conocer gracias a este mecanismo insólito los desplazamientos del Sol y la Luna a lo largo del año. Del mismo modo, servía para localizar a Venus y Marte, además de otros astros, en la bóveda celeste, y para averiguar dónde se iban a encontrar en el futuro. Era un complejo almanaque astronómico para el cual se tuvo que disponer de conocimientos científicos avanzados. Ciertamente, a partir de Galileo la observación del cielo se convirtió en una ciencia de precisión. Pero esta máquina fue fabricada cientos de años antes de que naciera el genial astrónomo italiano. Esta singular pieza, que hoy se conserva en el Museo Arqueológico de Atenas, fue rescatada del fondo del mar Egeo allá por el año 1900. Se encontraba en el interior de una galera del año 80 a. C. junto a ánforas, jarrones, etc… En un principio nadie reparó en esta pieza. Sin embargo, medio siglo después, el físico e historiador de la ciencia británico, Derek John de Solla Price, decidió investigar aquel extraño objeto. Tras limpiarlo descubrió que escondía una rueda central dentada de doscientas cuarenta secciones que se acoplaba con enorme precisión a otras cuarenta ruedas también dentadas. Encontró, además, que toda la pieza estaba formada por un solo bloque. Para ello se tuvo que haber dispuesto de una tecnología muy desarrollada. Para que la astronomía alcanzara el nivel de conocimientos astronómicos que muestra la máquina de Antikitera, tuvieron que ser necesarios mil quinientos años. Pero hubo alguien que, hace más de dos mil cien años, ya sabía todo eso. Scientific American afirmaba que este hallazgo «nos obliga a revisar nuestros conocimientos sobre la historia de la ciencia». Gilbert Keith Chesterton, escritor y periodista británico de inicios del siglo XX, decía: «Muchas ideas nuevas no son más que ideas viejas puestas en otro sitio». Y ello nos lleva a preguntarnos si hubo lentes pulidas en la Antigüedad. Ello significaría que algunas culturas, como los egipcios, los griegos, los sumerios o los mayas tuvieron un conocimiento muy avanzado en astronomía y óptica. Partamos de la base de que las lentes, gafas y telescopios se consideran generalmente como inventos recientes. Se acepta que los anteojos aparecieron por primera vez en la Italia del siglo XIII y que el telescopio empezó a usarse a comienzos del siglo XVII. El científico griego Ptolomeo (100 -170 d. C.) realizó en su libro La Óptica un detallado estudio sobre las propiedades de las lentes y los espejos, tanto convexos como cóncavos, adelantándose con mucho a los estudios de los científicos renacentistas.
En 1609 Galileo Galilei perfeccionó el telescopio del holandés Hans Lippeshey, considerado el creador del primer telescopio práctico, utilizando dos lentes simples, una plano-convexa y una bicóncava, colocándolas en los extremos de un tubo de plomo. Galileo fue el primer hombre que vio los anillos de Saturno y las lunas de Júpiter ayudado por el telescopio. Este hito histórico provocó gran asombro, tanto que se adjudicó a Galileo el título erróneo de inventor del telescopio. Pero tampoco Lippeshey fue el primero, ya que se conocían excelentes lentes de cristal de roca desde hacía varios siglos. Los chinos, por ejemplo, poseían catálogos de manchas solares y conocían los ciclos de máxima actividad solar que se producen cada once años. Lo más lógico es pensar que se ayudaron de instrumentos ópticos para llegar a tener todos esos conocimientos astronómicos. Se sabe que estos pueblos y civilizaciones conocían lentes talladas en cristal de roca y seguramente averiguaron la técnica según la cual, poniendo dos lentes con distancias focales diferentes, se podían obtener resultados semejantes a los que obtuvo Galileo en el siglo XVII. El filósofo griego Demócrito, del siglo V a. C., describía la Luna como un lugar con montañas, similar a una segunda Tierra, y a la Vía Láctea como un conglomerado de numerosísimas estrellas, algo difícil de detectar en su época sin un rudimentario telescopio. Los sacerdotes babilonios ya mostraban en sus tablillas los cuatro satélites mayores de Júpiter o el anillo de Saturno. Séneca advertía que los sabios de ese pueblo eran capaces de ver los objetos aumentados empleando para ello esferas de vidrio llenas de agua. Pero tenían otra clase de tecnología óptica. Tal vez la más conocida sea la denominada Lente de Layard o Lente de Nínive, que con forma oval se adaptaba perfectamente a la cuenca del ojo humano como si se tratara de un cristal de gafas. Lo sorprendente de esa lente, que se conserva en el Museo Británico, en el Departamento de Antigüedades de Asia occidental, es que data del siglo VII a. C. Los historiadores aún no admiten que se pudiera fabricar este tipo de sofisticada tecnología utilizando una pieza de cuarzo de gran calidad. Lo curioso además es que la Lente de Layard tiene estrías regulares de 45° que recorren el borde, estrías que fueron meticulosamente realizadas para permitir que esa lente estuviera montada, lo más firmemente posible, en una banda metálica que la rodeaba, una montura posiblemente de oro.
Los expertos coinciden en afirmar que la Lente de Layard fue fabricada a partir de una pieza de cuarzo de gran calidad, que fue tallada y luego pulida para corregir un posible caso de astigmatismo. Es una lente plano-convexa de tipo toroidal, lo que significa que sólo se lo podía permitir alguien con alto poder adquisitivo. Se la llama así porque apareció en una excavación realizada por Austen Henry Layard en 1849 en una cámara del Palacio del Noroeste de la antigua capital asiría, conocida como Nimrud, también conocida como Kalkhu por los asirios, y como Calaj o Kalakh en la Biblia, que fue una de las capitales de Asiria, junto con Assur, Nínive y Dur Sharrukin, y que debió de pertenecer al rey Sargon II, que reinó desde el 722 al 705 a. C. Robert KG Temple, profesor de la Universidad de Louisville, en Kentucky, es un autor conocido principalmente por su libro El misterio de Sirio (1976). El libro propone que la tribu Dogon de Mali, en África Occidental, tiene antiguas tradiciones con información astrofísica avanzada, Dicha tradición describe el contacto con seres extraterrestres inteligentes del sistema estelar de Sirio. En su libro El sol de cristal (2000), Robert Temple nos dice que es posible que el rey Sargon II heredara o capturara dicha lente, ya que habían varias ciudades con mayor tradición que las asirías en la fabricación de lentes de cristal de roca, como Troya y Éfeso. En las excavaciones de Éfeso se han encontrado más de treinta lentes y Heinrich Schliemann encontró cuarenta y ocho lentes convexas de cristal, totalmente pulidas, en el yacimiento arqueológico de Troya datado en el 1300 a. C. Entre ellas encontró una lente perforada en el centro, a través de la cual el artesano podía insertar sus herramientas, mientras la lente aumentaba todo lo que se hallaba bajo ella. Los alemanes dijeron que estos objetos y demás tesoros troyanos, depositados en el Museo de Berlín, fueron destruidos por los bombardeos aliados de 1944. Pero el gobierno ruso confesó a mediados de los años noventa que el «tesoro y el oro de Troya» estaban en su poder. Tal vez en algún tipo de lente está el secreto del «escudo incandescente» gracias al cual Arquímedes destruyó una flota romana. Robert Temple nos habla de multitud de casos donde se evidencia que en la más remota Antigüedad hubo una avanzada tecnología óptica. El propio Temple ha localizado muchas lentes, hasta ahora perdidas, en varios museos ingleses. Nos cuenta que hay grandes colecciones de lentes: «Están las lentes cartaginesas, las lentes micénicas, las lentes minoicas, las lentes de Rhodas y las lentes de Éfeso, que son cóncavas y no convexas, y que reducen las imágenes hasta un 75 por ciento, lo que las hace adecuadas para los miopes…, y también están todos los objetos romanos de cristal que se usaban para aumentar… Y esto sigue y sigue. No sólo un libro, sino diez, serían necesarios para poder realizar siquiera una somera descripción de todas ellas».
El hallazgo de estas antiguas lentes en yacimientos arqueológicos es bastante habitual. Por ejemplo, arqueólogos franceses recuperaron dieciséis lentes cartaginesas en un yacimiento de Cartago (actual Túnez). Dos eran de cristal de roca y catorce de vidrio, todas ellas lentes plano-convexas. En las ruinas de México y Guatemala se han descubierto lentes bien pulimentadas pertenecientes a los olmecas, un pueblo que se calcula vivió entre el 2500 a. C. y el inicio de la era cristiana. Algunas leyendas sostienen que un rey de Ceylán (Sri Lanka), llamado Kasyapa, usaba un pequeño telescopio en el siglo V d. C. Su objetivo parece que era vigilar su harén ubicado en la fortaleza de Sigiriya, actualmente en ruinas. Pero es en el siglo X cuando los chinos utilizan lentes de aumento colocadas en molduras. Tenemos que avanzar hasta el año 1249, cuando Roger Bacon, dedicado al estudio de las lenguas y la investigación experimental, formuló una referencia sobre el uso de lentes para mejorar la visión. Talló lentes con la forma que conocemos actualmente y propuso la posibilidad de combinar lentes para formar un telescopio. En su libro Opus maius describe claramente las propiedades de una lente para amplificar y para mejorar la visión defectuosa. En Europa, se dice que las gafas fueron inventadas por el florentino Salvino Degli Armati alrededor de1285, mientras que algunos retratos medievales representan a personas que portaban gafas. De todas maneras se sabe que los antiguos egipcios tenían grandes conocimientos de óptica, astronomía, matemáticas, etcétera. Sorprendentemente algunas de las mejores lentes datan del año 2600 a. C., durante el periodo del Imperio Antiguo. En una antigua tumba egipcia de Tanis, capital del nomo XIX del Bajo Egipto, se descubrió una lente tan perfecta que, según los expertos en óptica, debió de pulirse a máquina. Actualmente podemos encontrarla en el Museo Británico de Londres, en el Departamento de Antigüedades Egipcias, y su existencia es todo un misterio. Actualmente, para lograr buenos resultados con el pulido se emplean tecnologías como el láser o los ultrasonidos.
Hay relatos medievales que se refieren al hallazgo de lámparas perpetuas. Parece que estas lámparas ardían perpetuamente en algunos templos de las divinidades paganas y se alimentaban de un misterioso líquido que aparentemente no se consumía. Asimismo, al abrir algunas sepulturas se encontraron lámparas perpetuas que se apagaron justo en el momento de profanar el recinto donde se encontraban. Podemos encontrar estos relatos tanto en la tradición la Edad Media, así como en el islam o en sociedades secretas como la Hermandad Rosacruz. Eran lámparas que sirvieron para iluminar estancias sagradas de templos y tumbas. Una lámpara incandescente fue hallada en Antioquía durante el reinado de Justiniano de Bizancio, en el siglo V d.C. y una inscripción en la misma indicaba que había estado ardiendo durante nada menos que más de quinientos años. En el año 140 d.C., cerca de Roma, se encontró una lámpara ardiendo en la tumba de Pallas, hijo del rey Evandro. La lámpara, que había estado encendida por más de 2000 años, no pudo ser extinguida por métodos ordinarios. Resultó que ni el agua ni soplando la llama pudieron evitar que siguiera ardiendo. La única manera de extinguir la llama era drenando el extraño líquido contenido en el recipiente de la lámpara. Alrededor del año 1540, durante el papado de Pablo III, se encontró una lámpara encendida en una tumba en la Vía Apia en Roma. La tumba se cree que pertenecía a Tulliola, hija de Cicerón. Ella murió en el 44 a.C. La lámpara que había ardido en la bóveda sellada durante unos 1.550 años se extinguió cuando fue expuesta al aire. Lo enigmático de este descubrimiento fue el desconocido líquido transparente en el que la fallecida estaba flotando. Mediante este líquido se había logrado conservar el cadáver como si la muerte se hubiese producido recientemente. Diversos autores latinos hablan de esta clase de lámparas en Roma durante los siglos II y III. Pausanias, geógrafo griego del siglo II, describió una hermosa lámpara dorada en el templo de Minerva que podía estar encendida durante todo un año. Agustín de Hipona (San Agustín) en el siglo V describió una lámpara maravillosa localizada en un templo egipcio dedicado a Isis, afirmando que ni el viento ni el agua podían apagarla.
El jesuita Atanasius Kircher se refiere en su obra Edipo Egipcíaco (1652) a lámparas encendidas halladas en las bóvedas subterráneas de la ciudad egipcia de Menfis. Durante el reinado de Enrique VIII de Inglaterra (siglo XVI), se ordenó saquear y destruir muchas tumbas antiguas, descubriendo entonces que algunas de ellas contenían lamparillas que, inexplicablemente, aún estaban encendidas y que se remontaban al siglo III. Existe una leyenda sobre Roger Bacon que diceque estaba poseído por el demonio, por lo que éste le habría regalado una parte del «fuego del Infierno», que le permitía leer y estudiar de noche para proseguir en su búsqueda de nuevos conocimientos. Tras esta leyenda probablemente haya el hecho de que Roger Bacon, monje y alquimista medieval, había realizado otro de sus inventos científicos revolucionarios, como podía ser el gas de alumbrado mediante la destilación de ciertos productos orgánicos. En la actualidad, dos de estas lámparas, ya apagadas, se pueden ver en el Museo de las Rarezas de Leyden, Países Bajos. El profesor Hargrave Jennings (1817-1890), francmasón y rosacruz británico, da una posible explicación al enigma de las lámparas perpetuas, afirmando que los romanos y los griegos consiguieron el secreto de mantenerlas encendidas durante siglos por medio de la oleaginosidad del oro, convertido, mediante un proceso alquímico desconocido, en una sustancia líquida. Algunos investigadores opinan que las lámparas estaban hechas con bloques de cristal y que el ácido acético tenía un papel predominante. La teósofa Helena Blavastski, en su obra Isis sin velo, explica que ella misma vio construir, mediante diversas fórmulas ocultistas, una lámpara que estuvo encendida durante seis años. Se ha comprobado que muchas de estas lámparas utilizaban mecha de amianto y que estaba prohibido tocarlas. Algunos antiguos textos judíos afirman que estas lámparas «proceden de los vigilantes del cielo». ¿Se referirían a seres extraterrestres?
Los primeros testimonios que tenemos de autómatas mecánicos han llegado hasta nosotros a través de viajeros y sabios griegos. De esta manera sabemos que la estatua de Isthar, diosa babilónica del amor y la belleza, de la vida, de la fertilidad, tenía brazos articulados, que existían estatuas de Anubis, dios egipcio guardián de las tumbas, con la mandíbula móvil, o que varias estatuas de la diosa egipcia Isis arrojaban chispas por los ojos. También en Egipto los colosos de Memnom, dos enormes estatuas que representaban al faraón Amenofis III, eran capaces, por medio de un ingenioso mecanismo, de emitir sonidos guturales, similares a los susurros humanos, lo que hacían a la salida del Sol, lo cual demuestra un alto nivel de conocimientos por parte de los sacerdotes egipcios. Pero algunas menciones de autómatas realizadas por los griegos son aún más inquietantes. Homero cita en la Ilíada a unas jóvenes de bronce similares a las mujeres de carne y hueso, construidas por los dioses para escanciar la bebida en los banquetes. Por otro lado, afirmaban que el dios Vulcano había construido un perro de oro animado. Aristóteles, creador él mismo de máquinas sorprendentes, habla de una estatua, representativa de la diosa Venus, que incluso caminaba y gesticulaba merced a la animación proporcionada por la circulación del mercurio en su interior y por las variaciones de temperatura. En la mitología griega Talos era un gigante de bronce que protegía a la Creta minoica de posibles invasores. Existen varias versiones sobre su genealogía: a veces era considerado hijo de Cres, personificación de Creta y padre de Hefesto; otras era un autómata forjado por el propio Hefesto con la ayuda de los cíclopes; y también a veces era el último de una malvada raza de gigantes de bronce. En algunas versiones del mito, Talos es forjado por el inventor Dédalo. En cualquier caso, se le presentaba como el infatigable guardián de Creta, encargado de dar tres vueltas cada día a la isla, impidiendo entrar en ella a los extranjeros y salir a los habitantes que no tenían el permiso del rey. Se decía que cuando Talos sorprendía a algún extranjero, se metía en el fuego hasta calentarse al rojo vivo y abrazaba entonces a sus víctimas hasta calcinarlas. El invulnerable cuerpo de bronce de Talos era irrigado por una única vena diminuta que lo recorría desde el cuello al tobillo, donde estaba rematada por un clavo que le impedía desangrarse, y ese era su único punto débil. Cuando Jasón y los argonautas llegaron a Creta tras obtener el vellocino de oro, Talos les impidió desembarcar del Argo arrojándoles grandes rocas a la bahía. Apolonio de Rodas, en Las Argonáuticas, relata lo siguiente: “…Pero el broncíneo Talos, desgajando peñascos del recio acantilado, les impedía amarrar sus cables a tierra. Él, entre los semidioses había quedado de la estirpe de los hombres que nacieron de los fresnos; el Crónida se lo donó a Europa para que fuese guardián de su isla, y él por tres veces daba a Creta la vuelta con sus broncíneos pies. Pero si bien estaba formado de bronce y sin fractura posible, por debajo del tendón, en el tobillo, tenía una vena llena de sangre, y la membrana sutil que la encerraba era su límite entre la vida y la muerte….”
Según Apolodoro, la hechicera Medea volvió loco a Talos con sus pócimas, haciéndole creer que podía hacerle inmortal si le quitaba el clavo de su tobillo. Otra versión reza que Peante, padre de Filoctetes, atravesó la vena con una de sus flechas. En las Argonáuticas, Medea le hipnotizaba desde el Argo, volviéndole loco y haciendo que se arrancase el clavo. En cualquier caso, al quitar el clavo de su tobillo se derramaba el misterioso líquido, se desangraba y moría. Tras su muerte, el Argo pudo arribar sin peligro. Esta estatua, así descrita por los historiadores griegos, ha llamado siempre la atención, pues al igual que algunas leyendas sumerias, lo que sugiere es algo muy similar a un robot. Según la historia, fue en el siglo V a. C. cuando se construyó el primer autómata conocido. Lo diseñó y fabricó Arquitas de Tarento, Italia, para demostrar algunas propiedades geométricas. Se trataba de una especie de mecanismo articulado con alas, similar a un pájaro, al que logró hacer volar cerca de 300 metros gracias al impulso de un núcleo de vapor comprimido. La destruida biblioteca de Alejandría creó una escuela que produjo los primeros tratados técnicos sobre autómatas. El catálogo de los extraños objetos que describían y la forma en la que funcionaban desgraciadamente se han perdido, pero algunos restos recuperados fueron recopilados para ser usados después por los bizantinos, romanos, árabes, etc. Vinculados a escuelas de herméticos alquimistas, algunos inventores de los siglos XII al XV buscaron fórmulas que les permitieran dotar de vida a la materia inanimada, lo que hoy llamaríamos vida artificial, y se extendió por las doctrinas herméticas de todo el mundo, según los relatos fantásticos de la época, que Alberto Magno, en el siglo XIII, había sido capaz de construir un robot móvil que daba respuestas a todo tipo de problemas. Con el perfeccionamiento de engranajes y sistemas de relojería se generalizó también la afición de inventores por crear ingeniosos autómatas, y se dice que el propio papa Silvestre II, durante el siglo X, construyó distintos autómatas, entre ellos una misteriosa cabeza parlante, capaces de realizar funciones complejas. Estos autómatas eran probablemente verdaderos prodigios mecánicos.
Cerca de Hoshangabad, India, unos arqueólogos encontraron unas grutas con pinturas de extraños seres y supuestos artefactos voladores. Sorprendentemente, durante la Edad Media algunos pintores representaron supuestos ovnis en sus obras. Por ejemplo, situado cerca del valle del río Decanska Bristica, en Kosovo, unos 20 kilómetros al sur de la ciudad de Pec, encontramos un monasterio de monjes ortodoxos, conocido por monasterio de Decani, erigido por el rey serbio Esteban Uros, en 1327. El monasterio tiene una basílica en que podemos ver unos frescos interesantes. En un fresco titulado “La Crucifixión“, pintado en 1350, se muestran dos figuras, en los extremos superiores derecho e izquierdo, de hombres dentro de objetos voladores que parecen estrellas. Esta pintura, que representa la crucifixión de Jesús, puede darnos indicación de la visualización de naves y sus tripulantes. Además, una nave parece estar huyendo de la que le antecede. Tenemos otra pintura, “La Señora con San Giovannino“, de artista desconocido, pintada en el siglo XV y actualmente localizada en el Palazzo Vecchio, en Florencia. En su esquina superior derecha podemos ver un pastor con un perro mirando hacia el cielo, donde vemos una especie de platillo volante. Teniendo en cuanta que el modelo arquetípico de ovni en forma de platillo volante surgió supuestamente a mediados del siglo XX, ¿cómo es posible que en este lienzo se haya pintado un supuesto platillo volante? Arent de Gelder fue un pintor barroco holandés (1645 – 1727). Tras estudiar con Samuel van Hoogstraten, fue uno de los últimos discípulos de Rembrandt (1606 – 1669) en Ámsterdam. Él no fue sólo uno de los más talentosos alumnos de Rembrandt, sino que también fue uno de sus más devotos seguidores, porque él fue el único artista holandés que siguió trabajando con su estilo en el siglo XVIII. En 1710 pintó la obra titulada “El Bautismo de Cristo“. En él se observa claramente un objeto con forma de disco que está suspendido en el cielo y que irradia rayos brillantes sobre San Juan Bautista y Jesús. Esta pintura se encuentra en el Museo Fitzwilliam, en la Universidad de Cambrige, Inglaterra. La basílica de Notre-Dame, en Beaune está edificada sobre un antiguo castrum romano, su construcción fue iniciativa de Etienne de Bage, obispo de Autun. Actualmente se pueden ver varios tapices. Entre ellos podemos destacar dos tapices que fueron creados en el siglo XV. Ambos representan la vida de María. En los dos pueden observarse claramente objetos que parecen ovnis. Uno de ellos es conocido por el título de “The Magnificat”.
Existen unas curiosas ilustraciones de dos sajones en un manuscrito del siglo XII, “Annales Laurissenses”, recogidos en la Patrología, donde el monje Lorenzo explica que, alrededor del 776 d.C., los sajones, en su intento de tomar Sigisburg y en el mismo día en que se preparaban para enfrentarse a los cristianos que vivían dentro del castillo, se les apareció la gloria de Dios en manifestación encima de la iglesia del castillo. Aquellos que lo observaron dijeron que tenían el aspecto de dos grandes escudos de color rojizo y llameantes que se movían encima de la iglesia. Esto, según el cronista, espantó a los sajones, que retrocedieron, describiéndolo como un signo de Dios en favor de los cristianos. Realmente existen muchas dudas, ya que por una parte sería lógico pensar que podría tratarse del avistamiento del cometa Halley que pudo aparecer por aquellos años. Además, las fechas coinciden, pudiéndose considerar el 776 d.C. como posible fecha de avistamiento, teniendo en cuenta que el cometa gira alrededor del Sol aproximadamente cada 75-76 años. Y la primera constancia de avistamiento data del 239 a.C. Pero si rebuscamos algo más en la historia del manuscrito más antiguo conocido, que contiene una copia de los “Annales Laurissenses”, el Codex Lorsch, que data del siglo XII y que debe ser al que se refieren cuando se comenta la procedencia de las ilustraciones, podemos conocer que una reimpresión de la copia del manuscrito, realizado entre los años 1929-1936, no contienen esas ilustraciones. Por lo tanto parece ser que las ilustraciones se han asignado posteriormente al texto del manuscrito. Algunos investigadores descubrieron, además, que existían similares características entre la supuesta ilustración y la imagen de un fresco español del siglo XIII, en el que se representa el viaje de los tres Reyes Magos a Belén. Las similitudes son muy visuales, excepto por el color, que pasa de rojo a azul, y por que la estrella de Belén ha sido sustituida por una nave.
De todos los supuestos objetos del legendario templo de Salomón, el Arca de la Alianza y la Mesa de Salomón son los más conocidos. Mucho se ha escrito sobre el origen y composición de esta mesa, aunque las leyendas medievales parecen hacer referencia a un espejo. De su propietario, el rey Salomón, se ha dicho que entre sus valiosas posesiones se cree que tenía un trono totalmente automatizado, naves voladoras y un espejo mágico. Es curioso que en tantas tradiciones árabes se haga referencia a alfombras voladoras. Las referencias a este objeto de Salomón siempre aluden a un espejo de cualidades prodigiosas. El Libro de Enoc ya se refiere a ello diciendo que fue el líder de los ángeles caídos, o Vigilantes, Azazel, quien enseñó a los hombres a fabricar espejos mágicos donde podían verse escenas y personas distantes. Recuerda un tipo de aparato de televisión o pantalla de ordenador. Se dice que este espejo de Salomón le revelaba todos los lugares del mundo y le permitía ver los siete climas. Según el historiador y geógrafo árabe Al-Masudi, disponía de un mapamundi y de la bóveda celeste dibujada en sus santuarios, llamados tronos de Salomón. De ser cierto, estaríamos en presencia, tal vez, de un sofisticado aparato de alta tecnología. En cuanto a quién pudo construir un objeto tan asombroso, la tradición dice que Tiro, la más poderosa de las ciudades fenicias, ayudó al rey Salomón en la construcción del templo. El rey designó como arquitecto a un tal Hiram Abif, figura principal y alegórica del ritual masónico. La construcción duró siete años, tiempo excesivo si tan sólo se dedicaron a la edificación de un templo de cincuenta y cinco metros de largo por veintiocho de ancho y quince de alto, pero no si además hicieron otras cosas. Para el escritor sobre temas históricos Juan Eslava Galán, la construcción del templo encubre el magno esfuerzo del rey judío por reunir a los sabios del mundo, con objeto de hallar la fórmula del nombre del Dios Primordial o principio básico que conjugara, en admirable sincretismo, los principios solares y lunares hasta entonces en pugna. Y, ciertamente, Salomón llegó a ser una persona muy poderosa y sabia. Tenía buenos marineros, buenos arquitectos, carpinteros, una buena flota de barcos, madera de cedro y excelentes fundidores de metales. Fundió para un amigo diez grandes vasos de bronce, cada uno de los cuales tenía la capacidad del Arca de la Alianza, es decir, cuarenta baths, en que un bath representa 0,029163 metros cúbicos.
Luego Hiram fundió para Salomón una enorme copa de bronce, una verdadera piscina, con una capacidad de dos mil baths, o sea, cincuenta veces la de los vasos. Esta enorme copa, que pronto se llamará el Mar de Bronce, tenía un volumen de 58,320 metros cúbicos. Su superficie era de unos sesenta metros cuadrados y al parecer su espesor era de diez centímetros, por lo que debía de tener seis metros cúbicos o sesenta toneladas de bronce, lo cual es una barbaridad y, tal como dice Maurice Chatelain, resulta difícil creer que un monumento semejante pudiera ser construido para el baño de Salomón o de sus concubinas. Es mucho más probable que este enorme espejo, cuyo diámetro era superior al del reflector del observatorio de Monte Palomar en California, hubiera sido construido con fines astronómicos. Chatelain dice que quizá se encuentre aún a una gran profundidad bajo las ruinas del templo. Entonces, ¿qué era? ¿Un gran telescopio, una especie de antena parabólica, un radar, un gran espejo con propósitos astronómicos o un simple objeto decorativo? Recordemos que estamos en el siglo X a. C. Diversas leyendas no se limitan a decir que fue construida por un ser humano, sino por una serie de espíritus serviciales que tenía Salomón: los djins o genios de la mitología musulmana. De la Mesa o Cofre de Salomón poco se sabe desde que el templo fue destruido por Nabucodonosor II en el 587 a. C. Ciertos tesoros debieron de quedar a salvo en escondites secretos, no muy lejos de la zona, hasta que en el año 70 d. C. el tesoro del templo fue saqueado por las legiones de Tito y llevado a Roma, donde se colocó en el templo de la Paz Judaica o templo de Júpiter Capitolino. Flavio Josefo, testigo presencial de los hechos y cronista de aquella conquista, escribe que «entre la gran cantidad de despojos, los más notables eran los que habían sido hallados en el templo de Jerusalén, la mesa de oro que pesaba varias toneladas y el candelabro de oro».
En el año 410 los visigodos de Alarico se apoderan de Roma y del tesoro, que pasó a formar parte del tesoro antiguo de los godos, siguiendo con ellos durante su largo vagar por Italia y la Galia, hasta que quedó depositado en Tolosa, en Aquitama, la capital de los godos desde el 418, una vez que se asentaron en dicho territorio. Este tesoro antiguo constituía una especie de patrimonio de la nación visigoda y era distinto del tesoro real, que constituía la reserva monetaria del Estado. El historiador Procopio, en su libro V de Historia de la guerra gótica, dice que Alarico escapó con «los tesoros de Salomón, el rey de los hebreos, espectáculo muy digno de verse, pues en su mayor parte estaban adornados con esmeraldas y en tiempos antiguos habían sido tomados de Jerusalén por los romanos». En el año 507, después del desastre visigodo en la batalla de Vouille, fue llevado a Toledo, donde fue guardado en una cueva conocida como Gruta de Hércules. El rey Rodrigo, según la leyenda, abrió el Cofre de Salomón y vio las imágenes de aquellos que acabarían con su reino. Ese mismo año, el 711, los musulmanes, al mando de Tariq, invadieron España y llegaron hasta Toledo, donde se apoderaron del tesoro antiguo de los godos, en un palacio llamado la Mansión de los Monarcas, donde se dice que encontraron la Mesa en la que estaba inscrito el nombre de Salomón y otra mesa de ágata. Los historiadores árabes enumeran las cosas maravillosas que encontraron en el palacio, entre ellas un espejo mágico, grande y redondo formado por una aleación de metales, que en su tiempo había sido fabricado para Salomón, hijo de David. El que se miraba en ese espejo «podía ver en él la imagen de los siete climas del universo».
Hay unos ejemplos de arte rupestre en Toro Muerto, Perú, que se calcula tienen unos 12.000 años de antigüedad. Los seres dibujados tienen alguna clase de halo cubriendo sus cabezas. También, se observa alguna clase de objeto en la mano del ser principal. Por otro lado, podemos ver un cuadro que representa a Jesús y Maria montados en un extraño artefacto lenticular. La pintura se titula “El Milagro de la Nieve” y fue realizada en 1428 por Masolino Da Panicale (1383 – 1440). Este cuadro se encuentra en la iglesia de Santa María Maggiore, Florencia. En otra pintura, realizada por Carlo Crivelli (1430-1495), titulada “La Anunciación” (1486), en la Galería Nacional, Londres, podemos ver una forma discoidal de la que parte un rayo de luz hacia la cabeza de María. En un tapiz llamado “El triunfo del Verano”, que se realizó en Brujas, en 1538, actualmente en el Museo Nacional de Baviera, en Alemania, se pueden ver claramente varios objetos con forma de disco en la parte superior del tapiz, tanto en el lado izquierdo como en el derecho. Los objetos flotando en el aire son iguales y tienen forma discoidal con una parte elevada en el centro. También tenemos una representación de la crucifixión de Cristo en un fresco del siglo XVII, en la Catedral Svetishoveli, en Georgia. En este fresco pueden observarse dos objetos con forma de nave en ambos lados de Cristo, a la altura de sus manos. Además, se observa una cara bajo cada objeto mirando hacia abajo. En una ilustración del Renacimiento se representa un ovni visto sobre Roma, detallada en el libro Prodigiorum liber por el historiador romano Julio Obsequens. Se define como “Algo como una clase de arma, o proyectil, se elevó con un gran ruido de la tierra y voló en el cielo”. Otra interesante ilustración pertenece al libro “Ume No Chiri” (“polvo de albaricoque”), publicado en 1803. Un barco extranjero y su tripulación fueron testigos en Haratonohama, Japón, de este extraño objeto. De acuerdo con las explicaciones del dibujo, la cáscara exterior estaba hecha de hierro y cristal y unas extrañas letras podían verse dibujadas dentro de la nave. Japón también tiene una gran tradición de estos extraños objetos en sus grabados. Paolo Ucello (1397-1475), magnífico representante del Quatrocento, pintó una tabla conocida como “la Thébaide” en la que se observa un Cristo crucificado y bajo él un extraño aparato describiendo una curva muy cerrada.
hay un interesante dibujo en que se muestran dos objetos voladores sobre Hamburgo, en Alemania, el 4 de Noviembre de 1697. Los dos objetos fueron descritos como “dos ruedas brillantes”. También nos sorprenden los extraños wandjinas australianos, representados en cuevas de miles de años de antigüedad. Hay una ilustración que muestra un avistamiento de una rueda en llamas en el año 900, en Japón. Otra imagen procede de una traducción al tibetano del texto en sánscrito “Prajnaparamita Sutra” del siglo X, que se encuentra en un museo japonés. Se pueden observar dos objetos que se parecen a sombreros, y uno de ellos parece que tiene ventanillas redondas. Los textos de los Vedas están repletos de descripciones de Vimanas, misteriosos objetos volantes. El texto sagrado Ramayana describe a los Vimanas como naves circulares o cilíndricas con dos niveles, con ventanas y con una cúpula. Vuelan a la “velocidad del viento” y producen un “sonido melodioso”. Podemos ver extraños dibujos en una cueva en Val Camonica, Italia, que fue pintada hace unos 12.000 años. Parece representar a dos seres con trajes de protección e instrumentos extraños en sus manos. También podemos ver una reproducción artística de un relieve encontrado en un laberinto en la isla Jotuo, en el lago de Toengt’ing. Fue encontrado por una expedición que tuvo lugar en 1957, dos años antes de un terremoto en esa región. La expedición se llevó a cabo por el profesor Tsj’i Pluma-Lai, y encontraron varios relieves que muestran a seres “humanos” vestidos con ropa extraña, que se parecía a los trajes de los astronautas. Hay una moneda francesa, acuñada en 1680, utilizada como herramienta educativa para ayudar a las personas a contar el dinero. Es del siglo XVI y parece representar un ovni que parece una rueda. Algunos investigadores dicen que representa la rueda del Ezequiel bíblico. La inscripción latina “OPPORTUNUS ADEST” se traduce como ‘está aquí en el momento oportuno”. Miles de escritos e imágenes de todo tipo avalan esta teoría y se cree que más de 35.000 documentos están guardados en los archivos secretos del Vaticano. Se describen encuentros entre hombres y máquinas extrañas, e incluso entre los tripulantes de las mismas, ataviados con extraños ropajes o aspecto, como por ejemplo este fragmento de la misma Biblia en el que se narra un encuentro del profeta Ezequiel con un extraño vehículo junto al río Kebar: “Miré, y he aquí que venía del septentrión un viento impetuoso, una nube densa, y en torno a la cual resplandecía un remolino de fuego, que en medio brillaba como bronce en ignición. En el centro de ella había semejanza de cuatro seres vivientes y cada uno tenía cuatro caras…”.
El investigador y escritor Javier Sierra no ha escondido su interés por los encuentros entre grandes figuras de nuestro pasado y «visitantes» surgidos aparentemente del más allá: ángeles, espíritus, guías, daimones, genios o tulpas. En realidad se trata de etiquetas que enmascaran una ignorancia absoluta sobre ese «otro lado» del que nos hablan todas las culturas. Podemos hacer referencia a lo que vivió George Washington cuando confesó haberse tropezado con uno de «ellos» durante su campaña militar contra los ingleses, en el valle de Forge, en Pensilvania, en el invierno de 1777, que desembocó en la independencia de Estados Unidos. O sobre el papa Pío XII, que habló con un ángel de otro mundo en los jardines privados de la Santa Sede. Son episodios cuya presencia puede rastrearse hasta los orígenes mismos de la cultura escrita y que a menudo nos traen advertencias para el futuro. Tácito es un buen ejemplo de ello. En el siglo I, este político e historiador romano refirió el tropezón que tuvo el ahijado y asesino de Julio César, Bruto, con uno de estos intrusos. Un supuesto fantasma le pronosticó su derrota final en Filipos, Macedonia, y su profecía lo sumió en tal desesperación que prefirió arrojarse sobre su espada antes que afrontar su destino. En casi todos estos casos, el visitante fue alguien de aspecto humano que, sin embargo, irradiaba algo invisible y poderoso que lo hacía diferente a nosotros. Justo como esos enigmáticos mensajeros. También encontramos evidencias en los jeroglíficos egipcios, y hay hasta quien, como Zecharia Sitchin, quiere verlas en la iconografía de la diosa Isis y sus herederas, las Damas mediterráneas, como la de Elche, que se convirtieron en el símbolo de las falleras valencianas. En determinadas obras del Renacimiento europeo podemos encontrar artefactos que no son propios de esa época, como en el cuadro de la “Virgen con San Juan” de Domenico Ghirlandaio (1449-1494), donde aparece, a lo lejos, pero claramente, una nave espacial. En “El milagro de la nieve” de Masolino Da Panicale (1383-1440), que reposa en la iglesia de Santa María la Mayor, de Florencia, se representa a Jesús y la Virgen envueltos en un halo por encima de una nave nodriza, debajo de la cual, hay más platillos volantes. En “La anunciación con San Emidius”, de Carlo Crivelli (1430-1495), que se puede ver en la National Gallery, de Londres, una luz amarilla parece lanzar un rayo. ¿Cómo pudieron imaginar unos pintores del Renacimiento esos artefactos que todavía hoy nos son desconocidos? ¿De dónde procedía ese conocimiento?
El pueblo Dogón, perdido en la falla de Bandiagara, en Malí, y que resistió a la invasión de todos los pueblos de sus alrededores durante siglos, afirma provenir de la estrella Sirio. Fue “descubierto” al mundo occidental, a mediados del siglo XX, por el antropólogo francés Marcel Griaulle, quien reparó en que, en una de sus danzas, dedicada a la estrella Sirio, la mostraban con una estrella doble “gemela”, algo que no casaba con el conocimiento del que se disponía en la época. Sólo hace unos años, los astrónomos descubrieron que Sirio (ahora Sirio “A”) tenía una estrella gemela (Sirio “B”). Cómo poseían los Dogón este conocimiento es algo que, aún hoy, escapa a la comprensión de los científicos. Según los hechiceros de esta tribu, la explicación es sencilla: provienen de allí. Pero no son los únicos en África que afirman semejante cosa. Los hutu de Ruanda y los zulúes de Sudáfrica tienen leyendas similares, y se consideran descendientes de una raza de seres de una estrella llamada “Imanujela”, es decir, “los señores que han venido”. Entre los bambara de Mali, la tradición se repite, aunque cambie el nombre: a los Visitantes se los conoce como “Zishwezi”. Los papiros egipcios relatan que, durante el reinado de Tutmosis III, hace 3.500 años, el país del Nilo fue invadido por “esferas de luz”, descritas como “círculos de fuego”. En Colombia, los indios mamos de la sierra de Santa Marta poseen unos extraños discos con unas inscripciones grabadas, que hablan de su origen extraterrestre. Ellos mismos se consideran herederos de una sabiduría estelar, que les hizo resguardarse del “hombre blanco” hasta llegar a esa alejada montaña, a la espera del momento para dar a conocer su conocimiento. Este inexplicable fenómeno de las inscripciones con informaciones estelares se repite a miles de kilómetros de allí, en el continente asiático. Los pueblos Dropa y Han de las estribaciones del Himalaya tienen unas extrañas singularidades que comienzan con su aspecto. Ambos son de pequeñísima estatura, 1 metro y 25 centímetros de adultos, de piel amarilla, cabezas desproporcionadamente grandes y casi calvas, de ojos grandes y azulados, pero no parecidos al típico oriental, sino, más bien, caucásicos. Una expedición china de comienzos de 1938 encontró en unas cuevas del área que habitaban estos pueblos 716 discos de 30 centímetros de diámetro y 1 de grosor, con unas extrañas inscripciones. En 1958, un antropólogo de la Academia de Prehistoria de la Universidad de Pekín logró descifrarlas, llegando a dos conclusiones extraordinarias: de acuerdo a la datación de los fragmentos, los discos tenían una antigüedad de unos 12.000 años. Todavía más impresionante fue conocer que los signos hablaban ¡de naves espaciales! Al investigador Peter Kolosimo se le ocurrió relacionar los extraños discos con las leyendas de los pueblos Ham, que relataban el proceso mediante el cual los Dropa llegaron a esas tierras.
Antiguos jeroglíficos Ham relatan que los Dropa aterrizaron en una nave espacial y que se establecieron allí temporalmente. Los Ham, asustados por esta estelar aparición, se refugiaron durante días en cuevas, hasta que una de las naves se estrelló en una maniobra de aterrizaje. A la luz de estas investigaciones, la validez de las leyendas Ham se intensificó a los ojos de los científicos chinos: ¿serían los Dropa los descendientes de esos astronautas que no pudieron volver a su planeta? En un país tan grandioso como China, todavía quedan zonas sin explorar y entre los aficionados al mundo del misterio, un extendido rumor habla de que en un remoto lugar del Oeste de China vive una raza de seres diminutos; ellos serían los descendientes de los Dropa. Los discos fueron analizados por los investigadores chinos, determinándose que contenían altas cantidades de cobalto y que emitían unas vibraciones intensas de energía, como si todavía estuvieran cargadas, 12.000 años después. Hasta el momento, ningún científico ha ofrecido otra explicación ni sobre los discos ni sobre el contenido de la escritura conocida más antigua de la Tierra. Lo que sí parece claro es que en las culturas ancestrales, y al contrario de las modernas, hablar de seres de otros planetas no era ningún tabú. Al igual que en el resto de países del mundo, los medios de comunicación de masas chinos apenas han prestado atención a este tipo de asuntos, aunque la apertura vivida en el régimen comunista ha ayudado a que los aficionados a la ufología puedan distribuir libremente las revistas de este tipo más leídas en el mundo.
La cultura de la India, rica en textos antiguos, describe naves voladoras de formas diferentes, colores y tamaños, a las cuales llaman Vimanas. Ejemplos de estos textos son el Mahabaharata, el Ramayana, el Bhagavad Gita, el Kiratarjuniya y el Samarangana Subtrahara (alrededor del 3.000 a.C.). En La India, algunos milenios antes de Jesucristo, existieron vehículos voladores, denominados Vimanas o Pushpaka, donde las personas que se montaban en ellos podían volar hacia los cielos y dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar a La Tierra. También en las tablillas sumerias hay claras referencias a dioses en naves voladoras. En el Ramaiana leemos: “… Un hombre puede utilizar esta nave para trasladarse de forma maravillosa y cubrir grandes distancias en el cielo. También con esos métodos se puede construir una Vimana grande como un templo. Debe haber cuatro depósitos de mercurio en su interior. Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo …”. En el Mahabaharata leemos: “Los Vimanas eran máquinas volantes que tenían la forma de una esfera y navegaban por los aires por el efecto del mercurio que provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados en los Vimanas pueden recorrer grandes distancias en un tiempo maravillosamente corto. Danava era el disco destructor que poseía armas terribles lanzando relámpagos de fuego espantosos y capaces de destruir las ciudades. Cukra, a bordo de su Vimana de gran potencia lanzó sobre la ciudad un único proyectil cargado con la potencia de todo el Universo. Una humareda incandescente, semejante a diez mil soles se elevó en todo su esplendor. Se levantó un viento terrible, la naturaleza enloqueció y el sol giró sobre sí mismo. Los enemigos caían como briznas de hierba destruidas por las llamas, hervían las aguas de los ríos y los que se lanzaron en busca de salvación murieron sin remedio. Ardían los bosques. Caballos y elefantes corrían desesperados entre el fuego. Cuando el viento disipó la humareda de los grandes incendios, se vieron millares de cuerpos calcinados por el rayo terrible”. Este “rayo terrible” aparece como el “Arma de Brahma“.
También tenemos el Samarangana Subtrahara, que dedica nada más y nada menos que 250 versículos a hablarnos de estas extrañas naves. En este libro, descubierto en la India por un grupo de investigadores ingleses en 1908 y cuyo nombre hindú traducido a nuestro idioma sería “Tratado de Aeronáutica”, se divide en varios capítulos, construcción, mecánica de motores, energía de motores, estrategia o planes de vuelo. En él podemos leer: “El secreto de la fabricación de los Vimanas no puede ser desvelado, y esto no es por ignorancia, sino porque los detalles de la construcción deben mantenerse en el mayor secreto para impedir que alguien pueda fabricar un Vimana con fines perversos. El cuerpo del Vimana debe ser fuerte y duradero pero de material liviano como un pájaro volador. Por medio de la potencia graduada del mercurio se pone en movimiento el torbellino impulsador del carro aéreo. Un solo hombre puede viajar de manera maravillosa y ascender muy alto por los cielos. Puede construirse un Vimana tan grande como el Templo de la Divinidad: para ello, hay que utilizar cuatro depósitos de mercurio en la parte inferior, una vez calentados estos, puede desarrollarse por medio del fuego controlado, una potencia equivalente al rayo. Muy pronto el Vimana asciende convirtiéndose en una perla en el cielo. Por medio de los Vimanas los hombres pueden ascender a los cielos y los seres del cielo pueden descender a la Tierra“. El Bhagavad Gita nos dice que “El conocimiento del Universo, no era un secreto para los tripulantes de los vimanas“. Y continuando con el Bhagavad Gita, podemos leer: “… Existen infinidad de universos e infinidad de planetas dentro de cada universo, y cada planeta está lleno de diferentes variedades de población …”. La propulsión se realizaba mediante mercurio, unido a técnicas vibratorias de determinados sonidos capaces de desencadenar poderosas energías y, tal y como se describe en el Vymaanica-Shaastra, los pilotos eran preparados para volar, para obtener imágenes en vuelo a los “carros voladores” enemigos, escuchar sus conversaciones y técnicas capaces de hacer perder el conocimiento a sus pilotos.
Todo esto parece una novela de ciencia ficción. Pero altos mandatarios de la India se lo tomaron tan en serio que empezaron a colaborar con China avanzando considerablemente en el estudio de estos artefactos, utilizando expertos en sanscrito. Pero tras la guerra de Cachemira se rompieron las relaciones de ambos países y se perdió el estudio de estos textos antiguos, hasta que hace unos años los Estados Unidos se interesaron por este asunto, al enterarse que China estaba usando esos datos adquiridos años atrás para tratar de fabricar una de éstas naves para el desarrollo de su carrera espacial. Tan en serio se lo han tomado que todo el material actual de investigación de los vimanas por parte de China ha pasado a ser secreto militar, conociéndose solo la parte del estudio por parte de la India. Y hablando de la China, queremos hacer referencia a un reciente descubrimiento en la cara oculta de la Luna, en la que alunizó una nave no tripulada china. Hallan indicios de un enorme objeto metálico enterrado en el polo sur de la Luna, en la cara oculta. Se especula que sean rastros del impacto del asteroide que generó el cráter en el que se encuentran, el mayor del satélite terrestre, aunque el hecho de que sea una gran masa metálica contradice esta opinión. En efecto, se ha localizado un material muy denso de naturaleza metálica en la cuenca de Aitken, una gran depresión en el polo sur lunar. El equipo americano de astrofísicos responsable de este hallazgo estima que la causa más probable es que dicha masa llegara transportada por el mismo asteroide que, tras su impacto, generó la cuenca de Aitken. Ésta es el mayor cráter de impacto preservado en el Sistema Solar. El estudio se basa en datos de la NASA, generados por millones de datos de mediciones de misiones de reconocimiento de la Luna que durante una década cuantificaron los relieves de la superficie lunar. Por otra, los del laboratorio Gravity Recovery and Interior Laboratory, que durante un año, con ayuda de dos naves espaciales, midió el empuje gravitacional del satélite terrestre. Cuando los científicos combinaron ambos datos observaron una discrepancia entre la topografía lunar y el arrastre de la gravedad que se esperaría de la masa del satélite. Peter G. James, el autor del artículo, describió esa masa metálica inesperada como de un tamaño cinco veces mayor que la isla principal de Hawai. Estas discrepancias fueron especialmente sorprendentes en la cuenca de Aitken, sita en la cara oculta de la Luna, un lugar de enorme interés para los científicos y en el que China está mostrando un interés especial. Se trata del mayor cráter de impacto conocido en el Sistema Solar, de 2.000 km de diámetro y 12 km de profundidad. Esta masa metálica, ¿podría ser algunas de las gigantescas ciudades volantes a que se refiere el Mahabaharata?
¿Hubo terribles armas en la antigüedad? ¿por qué figuran en tantas tradiciones distintas? Ciertos informes culturales conservados en la antigua literatura histórica y religiosa, parcialmente confirmados por algunos curiosos descubrimientos arqueológicos, parecen indicar que algo parecido a bombas atómicas se empleó en guerra en este planeta miles de años antes de que empezara la actual historia escrita. No hemos reconocido esas detalladas referencias a la guerra nuclear en las leyendas antiguas hasta que no hemos desarrollado nosotros mismos la fuerza atómica. La mayor parte de esas referencias proceden del Mahabharata, el Ramayana, textos puránicos y védicos, el Mahavira Charita y otros textos sánscritos, que, libres de los incendios y destrucciones sufridos por tantos libros de la antigüedad mediterránea y del Medio Oriente, nos han llegado directamente, desde tiempos antiguos. Las referencias “atómicas” que contenían, a los ojos occidentales, desde la primera traducción completa del Mahabharata en 1843, que se escribió originalmente en sánscrito hacia el 1500 a. C., sobre leyendas que databan de unos 5.000 años antes, parecían sólo ejemplos de férvida imaginación oriental, sobre guerras de dioses y héroes antiguos. Mahabharata significa, en sánscrito, Gran Bharata, y es el más extenso poema épico de la literatura india antigua, mientras que el segundo es el Ramayana. Aunque ambos son básicamente obras profanas, se recitan de manera ritual y confieren supuestamente méritos religiosos a quienes los escuchan. Antes de conocerse los efectos de la bomba atómica estos poemas carecían de sentido, pero ahora no, al igual que el de los carros de fuego que los llevaban por los aires. Leamos en el Mahabharata: “Era un solo proyectil cargado con toda la fuerza del Universo. Una columna incandescente de humo y llamas brillante como diez mil soles se elevó en todo su esplendor… Era un arma desconocida, un relámpago de hierro, un gigantesco mensajero de muerte, que redujo a cenizas a toda la raza de los Vrishnis y los Andhakas.… Los cadáveres quedaron tan quemados que no se podían reconocer. Se les cayeron el pelo y las uñas: los cacharros se rompieron sin motivo, y los pájaros se volvieron blancos. Al cabo de pocas horas todos los alimentos estaban infectados… Para escapar de ese fuego los soldados se arrojaban a los ríos, para lavarse ellos y su equipo…”.
Las dimensiones de esa arma legendaria tienen cierta semejanza con los proyectiles tácticos nucleares de hoy día: “…Un tallo fatal como la vara de la muerte. Medía tres codos y seis pies. Dotado de la fuerza del trueno de Indra, la de mil ojos, destruía toda criatura viva…”. Los poderosos efectos de la explosión y el calor producidos por esa arma se describen de una manera imaginativa y lírica, pero de una manera que se podría aplicar, salvo por los elefantes, al lanzamiento de una bomba atómica: “… Entonces (el dios de esa poderosa arma) se llevó por delante multitudes de Samsaptakas con corceles y elefantes y carros y armas, como si fueran hojas secas de los árboles… Llevados por el viento, oh Rey, parecían hermosos allá arriba como aves en vuelo arrancando de los árboles…”. Y más adelante dice: “…Vientos de malos auspicios llegaron a soplar… El Sol pareció dar la vuelta, el Universo, abrasado de calor, parecía tener fiebre. Elefantes y otras criaturas de la tierra, abrasados por la energía del arma, huyeron corriendo a las mismas aguas al calentarse, las criaturas que vivían en ese elemento empezaron a arder… “. Y continúa con: “Hostiles guerreros caían como árboles quemados en un fuego furioso… Enormes elefantes quemados por esa arma, caían por tierra… Lanzando terribles gritos… Otros abrasados por el fuego corrían de acá para allá mientras, en medio de un incendio de bosque, los corceles y los carros, también quemados por la energía de esa arma, parecían como copas de árboles quemados en un incendio de bosque…“. En el Ramayana podemos leer: “Tan poderoso que podía destruir la tierra en un momento: un gran ruido que se elevaba en humo y llamas y sobre él está sentada la Muerte…“. El Mahabharata refiere la historia de un señor feudal llamado Gurkha con estas palabras: “…Venía a bordo de un vimana, y sació su ira enviando un sólo y único rayo en contra de la ciudad. Una enorme columna de fuego diez mil veces más luminosa que el sol se levantó, y la ciudad quedó reducida a cenizas en el acto…”. El Libro de Krisna relata: “Era capaz de moverse sobre el agua y bajo el agua. Podía volar tan alto y veloz que resultaba imposible de ver. Aunque estuviese oscuro, el piloto podía conducirlo en la oscuridad“. Y en el Ramayana también leemos: “Las Vimanas tienen la forma de una esfera y navegaban por los aires a causa del mercurio (rasa) levantando un fuerte viento. Hombres a bordo de los Vimanas podían así cubrir grandes distancias en un espacio de tiempo sorprendentemente corto, pues el hombre que conducía lo hacía a su voluntad volando de abajo arriba, de arriba abajo, adelante o atrás“. Y en el Saramangana Suttradhara se lee: “Estaban hechos con planchas de hierro bien unidas y lisas y eran tan veloces que casi no se los podía ver desde el suelo. Los hombres de la tierra podían elevarse muy alto en los cielos y los hombres de los cielos podían bajar a la tierra“.
Y de nuevo en el Ramayana se nos dice: “Debe haber cuatro depósitos de mercurio (rasa) en su interior. Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo“. En el Mahavira Charita se nos dice: “Un proyectil, cargado con la fuerza del universo, produjo una inmensa columna de humo y llamas deslumbrantes. Tan brillantes como 10.000 soles en todo su esplendor. Era una arma desconocida un trueno de hierro, un gigantesco mensajero de la muerte, que redujo a cenizas a la totalidad de la raza enemiga. Los cuerpos quedaron irreconocibles, sus cabellos y uñas se caían, la loza se rompía espontáneamente y las aves vieron decolorados su plumaje… Después de unas cuantas horas, todos los alimentos quedaron contaminados, para poder escapar de ese fuego, los soldados se arrojaron a los ríos para lavar su equipaje y lavarse ellos mismos… El sol pareció temblar, y el universo se cubrió de calor. Las aguas hirvieron, los animales comenzaron a perecer y los guerreros hostiles cayeron derribados como briznas. Grandes proporciones de vegetación quedaron desiertos, y hasta el metal de las carrozas se fundió ante esta arma“. Realmente impresionante para la época en que se escribieron estos libros. Se considera en la India, por parte de los entendidos, que los primeros cronistas diferenciaron en sus relatos lo real de lo ficticio. Las historias de imaginación, o cuya veracidad no había sido comprobada, entraban dentro de la categoría “Daiva“. Los hechos reales, cuya autenticidad estaba fuera de toda duda, eran conocidos como “Manusa“. El Mahabharata, Ramayana, Mahavira, y otros textos tenidos por fantasiosos, pertenecen a la categoría “Manusa“.
Sólo siete años después de la primera explosión atómica en Nuevo México, el doctor Oppenheimer, que conocía bien la antigua literatura sánscrita, estaba dando una conferencia en la Universidad de Rochester. Luego, en el turno de preguntas y respuestas, un estudiante hizo una pregunta a la que el doctor Oppenheimer contestó con una extraña reserva. Estudiante: “La bomba que se hizo estallar en Alamogordo, durante el proyecto Manhattan, ¿fue la primera en hacerse explotar?”. Doctor Oppenheimer: “Bueno…, sí. En tiempos modernos, sí, claro“. Quizá el doctor Oppenheimer recordaba el pasaje anterior que había leído en el Mahabharata sobre una antigua guerra en que se introdujo una nueva arma aterradora. El doctor Robert Oppenheimer, que tenía un amplio conocimiento de la literatura sánscrita y las leyendas hindúes, recordó, cuando la primera explosión desgarró el cielo de Nuevo México, unos versos del antiguo Mahabharata, compuestos hace miles de años en la India pero extrañamente aplicables a la era nuclear: “Si el fulgor de mil soles estallara de repente en el cielo, sería como el esplendor del Poderoso… Ha llegado a ser la Muerte, la destructora de mundos“. En Pakistán, en lo que era el valle del Indo, de la India, hay ruinas de varias ciudades antiguas que tienen fama de haber albergado en sus enormes áreas, poblaciones de más de un millón cada una. No se mencionan en la historia, por lo que podemos suponer que existían antes de nuestra historia escrita. Las más grandes se llaman ahora Mohenjo-Daro y Harappa, aunque no tenemos idea de cuáles eran sus nombres cuando prosperaron. Su sistema de escritura no ha sido descifrado nunca, aunque se ha encontrado en otra zona: en la isla de Pascua, en el Pacífico, exactamente al otro lado del mundo. Una gran capa de cenizas radioactivas fue encontrada en Rajasthan, India en 1992, cubriendo un área de unos ocho kilómetros cuadrados, a 16 kilómetros al oeste de Jodhpur. La radiación es tan intensa que aún contamina la zona. La zona se caracteriza por el gran número de malformaciones congénitas que se dan en los alrededores. Los niveles de radiación son tan elevados que como medida cautelar el gobierno hindú ha acordonado la zona. Al parecer en las inmediaciones se encuentran restos de una antigua ciudad que dataría de una época entre hace 8.000 y 12.000 años, y que pudo estar habitada por cerca de medio millón de personas. Al parecer, estas dos ciudades fueron destruidas repentinamente, ya que las excavaciones hasta el nivel de sus calles han revelado esqueletos dispersos, como sí el fin del mundo hubiera llegado tan rápidamente que los habitantes no hubieran tenido tiempo de irse a sus casas. Esos esqueletos, al cabo de no se sabe cuántos miles de años, están todavía entre los más radiactivos que se han encontrado nunca, al nivel de los de Hiroshima y Nagasaki.
Según explica la Biblia, cierta tarde se presentaron en la ciudad de Sodoma dos ángeles enviados por el Señor y encontraron a Lot sentado a la perta de su casa, que los invitó a cenar y a pasar en su casa la noche. Es entonces cuando un numeroso grupo de personas acudió al domicilio de Lot en busca de los visitantes para abusar de ellos… ¿Porqué deseaban vengarse de los forasteros? La Biblia no informa nada sobre el porqué de dicha actitud de los pobladores ¿Quizás los pobladores habían sido víctimas en algún momento de vejaciones por parte de éstos “ángeles“? Como haya sido, los sodomitas golpeaban la puerta con fuerza, y ya estaban a punto de derribarla cuando desde los forasteros surgió un haz de luz que hirió de ceguera a los de afuera. Sin embargo no se aclara sobre el aparato que produjo el ataque. ¿Un arma “angelical” para rechazar agresiones? Entonces los emisarios de Jehová se dieron prisa en advertir a Lot el motivo de su visita diciéndoles que él, su mujer, sus hijas y sus prometidos debían escapar a toda prisa hacia las montañas porque ellos habían sido enviados a destruir ambas ciudades por los crímenes que habían cometido. Los futuros yernos se fueron a su casa sin hacer caso alguno mientras Lot se quedó en su casa pensando que hacer. Los ángeles regresaron al alba a apurarlo a que abandone las ciudades y no se quedara en la llanura si quería salvar su vida, así que se dirigió hacia las montañas. ¿Porqué el interés de ir hacia las montañas? ¿Qué tenía en particular para que una operación de destrucción ordenada por el Señor protegiese a Lot y a su gente más que los espacios abiertos? Muchas personas sólo se acercan a la Biblia para leerla cuando buscan hipótesis o para aclarar pasajes ocultos, y éste es el caso de uno de tantos estudiosos, el profesor Agrest, para quien la catástrofe de Sodoma y Gomorra fue causada por la explosión de material nuclear de una manera bastante incontrolada y elaboró una teoría bastante interesante. No se trataba de castigar a nadie por sus maldades, lo que sucedió (para éste profesor) fue que los señores del cielo tenían un depósito de material radioactivo en las cercanías de la ciudad de Sodoma, en donde se había producido un serio desperfecto el cual conduciría a una reacción en cadena de carácter irreversible. Se había calculado que la explosión tendría lugar en las primeras horas de la mañana. Dice que también pudo suceder que los señores del cielo iban a abandonar la localidad y les resultaba más sencillo destruir el depósito atómico. Si perecían varios miles de personas y quedaba calcinada la tierra e inservible para el cultivo, eso no importaba, como tampoco les importo años antes dejar que muriese casi toda la humanidad con el diluvio. Lot, su esposa y sus 2 hijas siguieron el camino de las montañas…
En la actualidad conocemos que el estallido de una bomba atómica resulta letal para quienes se encuentran en una llanura. El refugio más seguro es en una cueva o en una montaña provista de escondrijos para que el intenso calor, las ondas sonoras, la lluvia de partículas radioactivas, el resplandor y el viento huracanado sean absorbidos por las paredes de las montañas y por ende, sea menos letal en las montañas. Por otra parte, los emisarios del Señor les advirtieron que no miraran atrás, o bien pudo ser, no salir a mirar. “………….Entonces Yavé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra fuego y azufre desde los cielos y destruyó estas ciudades y todas sus llanuras, todos sus habitantes, toda su vegetación…..“. Este pasaje del Génesis bíblico ha despertado el interés de los que interpretan que lo que aparece allí escrito son algo más que metáforas religiosas o mitos. Es más, si atendemos a los texto que han llegado hasta nosotros el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra parece más bien la descripción de una ciudad arrasada por una devastación nuclear. La versión oficial para la desaparición de Sodoma y Gomorra se ha explicado a partir de algún posible seísmo que desencadenó posteriores explosiones de bolsas de gas y betún propios de la zona, ignorando la propia descripción bíblica que hace una muy clara referencia a que la destrucción provino desde el cielo, no desde debajo de la tierra. Sin embargo las excavaciones arqueológicas realizadas en los alrededores de la zona donde se cree que se encontraban estas antiguas ciudades han dado niveles de radiación muy elevados, lo cual no explicaría la teoría oficial. Del mismo modo, toda la superficie de esta zona ofrece una imagen desoladora y está cubierta de una capa de cenizas blancas y restos de azufre, descripción más semejante al que nos hace el relato del Antiguo Testamento. No se sabe exactamente donde pudieron estar estas dos ciudades, pero todo parece indicar que posiblemente fueron sepultadas por las aguas del Mar Muerto después de la gran catástrofe de origen “divino“. Algunos de los manantiales que vierten sus aguas al Mar Muerto están contaminados por radioactividad al igual que el terreno. Según algunos estudiosos, como los arqueólogos W.F. Albright y P. Harland, toda esta área quedó despoblada bruscamente en el siglo XXI a. C., no siendo de nuevo repoblada hasta varios siglos después. Si a esto le sumamos lo que describe el Antiguo Testamento sobre una mujer que al intentar escapar de la terrible suerte que a estas ciudades les esperaba, se giro y se transformo en una estatua de sal. La difícil ubicación de estas ciudades sigue siendo el mayor problema a la hora de interpretar estos pasajes.
Sabemos, eso sí, que ambas ciudades estaban muy cerca del mar Muerto. Allí, como es bien conocido, la concentración de sal en el agua es más que elevada. Tras la lecturas atenta de los primeros pasajes bíblicos sobre las actuaciones de Yave, descubrimos que más que un Dios parece ser una suerte de personaje a cuya disposición tenía unas poderosas armas que podríamos considerar tecnológicamente muy avanzadas. Hizo uso de ellas en mas de una ocasión, especialmente como modo de manifestación de su ira. A ojos de muchos investigadores todos esos prodigios solo son comprensibles desde una perspectiva tecnológica. Un prestigioso ingeniero, A. Hardt, observó en diferentes lugares de África, especialmente en zonas desérticas, que en la arena había unos cristales verdosos. Años después identifico ese mismo tipo de cristales en Estados Unidos, concretamente en una zona remota de Alamogordo, después conocida como White Sands. El lugar se encontraba entre los pueblos de Carrizozo y San Antonio, en Nuevo México, en el desierto Jornada del Muerto, al suroeste de los Estados Unidos, donde el ejercito experimentó con armamento nuclear. ¿Por qué encontró el mismo tipo de cristales en África si se supone que allí nunca hubo una explosión de ese tipo? Algo similar se descubrió al sur de Irak, en el valle del rio Éufrates. Allí las excavaciones dejaron al descubierto una capa de vidrio verde, que databa de una época antiquísima. Para la formación de estos cristales se necesitaría una temperatura de fusión muy parecida a la que se producen por la pruebas nucleares de la armada norteamericana. Pero se supone que en la época de que datan estos cristales no existía tal armamento. ¿O quizás si?¿Serán Sodoma y Gomorra el recuerdo de una explosión nuclear real? Otro dato: el origen del mar Muerto, ¿que dio pie a su formación? una imponente explosión y una permanente radiación podrían haberlo originado. En la zona sur del mar Muerto se han identificado altos niveles de radioactividad, que antaño, según algunos geofísicos, fue lo suficientemente alta como para afectar a varias generaciones. ¿Sería este el autentico fin de Sodoma y Gomorra?
Utilizando métodos científicos aceptados, se ha podido constatar que hay numerosos hallazgos que muestran pruebas concluyentes de que existieron o se pasearon por la Tierra civilizaciones avanzadas mucho antes de lo que se considera como posible. ¿De dónde vinieron estas avanzadas civilizaciones que habitaban o visitaron nuestro planeta antes de que el ser humano aceptado oficialmente apareciera en la Tierra? Curiosamente, a medida e vamos retrocediendo en el tiempo a través de diferentes eras, pude verse que las evidencias están ahí, mostrando pruebas de seres inteligentes, con moderna tecnología, en un remoto pasado. La Era Cenozoica es la última de las cinco principales eras de tiempo geológico, que comenzó hace aproximadamente unos 65 millones de años. Le sigue el período Cretáceo de la era Mesozoica, que está subdividido en el período terciario y el cuaternario. Y el período terciario, se subdivide a su vez en los períodos Paleoceno, Eocénico, Oligoceno, Mioceno y Plioceno (ver artículo Eras geológicas de la Tierra). La visión científica aceptada de la evolución en la Era Cenozoica muestra a los seres humanos apareciendo en la Tierra hace pocos millones de años, pero oficialmente se supone no alcanzaron un cierto nivel de civilización hasta hace unos cuantos miles de años. No obstante, una serie de hallazgos científicos muestran una historia distinta. En la época Pleistocena se han encontrado diversos objetos “imposibles” para aquel tiempo. Entre ellos podemos destacar una moneda de cobre, encontrada en Illinois, USA, con más de 200.000 años de antigüedad. Muestra un objeto parecido a una moneda, que fue hallado en una excavación cerca de Lawn Ridge, Illinois, a una profundidad de unos 35 metros. Según la información dada por geólogos del Estado de Illinois, los depósitos conteniendo la moneda tienen entre 200.000 y 400.000 años de antigüedad. ¿Quién pudo dejar allí esta moneda hace cientos de miles de años? Otra extraña evidencia es el esqueleto de un ser humano con características modernas, encontrado en Tanzania, con más de un millón de años de antigüedad. En 1913, el Profesor Hans Reck, de la Universidad de Berlín, efectuó excavaciones arqueológicas en Olduvai, Tanzania, donde encontró un esqueleto de un misterioso ser humano con características modernas, que sigue creando una fuerte controversia. Este cráneo moderno es de un esqueleto humano entero encontrado en aquella zona. Los restos humanos, incluyendo su cráneo completo, estaban cementados en la roca y tuvieron que ser extraídos de la piedra con martillos y cinceles. Fue encontrado en el extremo superior de un grupo de rocas datado en más de un millón de años. ¿Cómo puede ser que existiese este humano aparentemente moderno hace 1 millón de años?
En 1921, el British Museum recibió un cráneo humano, al que se llamó el “hombre de Broken Hill”, que fue hallado en curiosas circunstancias. Cuando los trabajadores de una mina de cinc de Zambia se dedicaban a terraplenar una colina llamada Broken Hill, encontraron una galería obstruida que desembocaba en una caverna. La cueva estaba llena de restos humanos y daba la impresión de ser un lugar de enterramientos prehistóricos. Pero no se tuvo gran cuidado en la recuperación de los huesos y, entre los pocos que llegaron a manos de los paleontólogos, se encontraba un enorme cráneo humano de frente huidiza, grandes arcos superciliares y una estructura facial primitiva, de tipo netamente Neanderthal. Pese a que no se pudo establecer una estratigrafía precisa, la antigüedad de los restos óseos era evidente. Los paleontólogos colocaron al “hombre de Broken Hill” u “hombre de Rhodesia” en la estirpe filogenética humana, y le llamaron “el Neanderthal africano“. Pero estudiando el cráneo vieron dos cosas, una de ellas aparentemente inexplicable: aquel ser, que había vivido quizá hacía un millón de años, había sufrido una enfermedad dental. Y a ambos lados del cráneo presentaba dos orificios de igual diámetro, que dejaron perplejos a los expertos. A juicio del profesor Mair, de Berlín, parecían los orificios de entrada y salida que dejaría una bala moderna. El enigma que esto planteaba sigue sin encontrar una solución que no sea la de considerar que en aquella época había seres con armas sofisticadas. En 1896, unos trabajadores que estaban excavando en un muelle seco en Buenos Aires encontraron un moderno cráneo humano. El estrato en el cual fue encontrado el cráneo de Buenos Aires tiene más de 1 millón de años de antigüedad. ¿Por qué llegaron a Buenos Aires humanos modernos hace más de 1 millón de años? En la Época Pliocena también tenemos una serie de hallazgos sorprendentes. Uno de ellos lo constituyen los Figurines de Nampa, encontrados en Idaho, de hace aproximadamente unos 2 millones de años. Una pequeña imagen humana, hábilmente formada en arcilla fue encontrada en 1889 en Nampa, Idaho. La figurilla se encontró a una profundidad de 92 metros durante la excavación de un pozo y está datada en la época Pliocena, hace unos 2 millones de años. La imagen es de aproximadamente una pulgada y media de largo, y es muy notable por la perfección con la que representa la forma humana femenina. El profesor F.W. Putnam, que la inspeccionó, dirigió la atención al carácter de las incrustaciones de hierro sobre la superficie, como indicativo de una muestra de considerable antigüedad. Se supone que los seres humanos aún no habían evolucionado en esta planeta hace unos dos millones de años. ¿Quien creó esta figura?
En Italia fue encontrado un cráneo de un humano moderno, de más de 3 millones de años de antigüedad. En 1860, el Profesor Giuseppe Ragazzoni, un geólogo del Instituto Técnico de Brescia, viajó al cercano Castenedolo, a unos 10 kilómetros al sureste de Brescia, para recoger conchas fósiles en los estratos Pliocenos, en una colina baja en la Colle de Vento. Allí descubrió un notable y anatómicamente moderno cráneo humano. El estrato del que se extrajo corresponde a la etapa Astiana del Plioceno, que pertenece el Medio Plioceno, lo cual daría al cráneo una antigüedad de 3 a 4 millones de años. ¿Por qué este humano moderno visitó Italia en aquella época? En Inglaterra se encontró una concha tallada, en Red Crag, con una antigüedad de más de 2 millones de años. En un informe entregado el año 1881 a la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, H. Stopes, de la Sociedad Geológica, describió una concha, cuya superficie llevaba grabada una cara humana. La concha tallada fue encontrada en los depósitos estratificados de Red Crag, datados en el tardío Plioceno, hace más de 2 millones de años. Este hallazgo colocaría a seres inteligentes en Inglaterra en esta remota época. ¿Qué visitante del remoto pasado talló y dejó esta concha? De la Época Eocénica también tenemos evidencias, aún más sorprendentes. Una de ellas es una bola de tiza, encontrada cerca de Lyon, en Francia, con la increíble antigüedad de 45 a 55 millones de años de antigüedad. Esta bola de tiza fue descubierta en una capa de lignito del Temprano Eocénico. En base a su posición estratigráfica, le fue asignada una antigüedad de entre 45 y 55 millones de años. Según Maximilien Melleville, vicepresidente de la Societe Academique de Lion, no hay posibilidad que la bola de tiza fuera una falsificación: “Realmente está cubierta, a cuatro-quintos de su altura, por un color negro bituminoso que se combina en la parte superior con un círculo amarillo, y que es evidentemente debido al contacto con el lignito en el cual ha estado empotrado tanto tiempo. La parte superior, con la que está en contacto la base de la concha, por el contrario, ha preservado su color natural – el blanco pálido de la tiza… En cuanto a la roca en la cual fue encontrado, puedo afirmar que está perfectamente virgen y no presenta ningún rastro de explotación alguna”. La evidencia asociada a este hallazgo sugiere que fueron humanos quienes hicieron la bola, que deben haber estado en Francia hace más de 45 millones de años. ¿Quién hizo esta bola de tiza en esta época tan remota?
Otro enigmático vestigio lo constituye un mortero hallado en California, de una antigüedad de tal vez unos 55 millones de años. En 1877, el Sr. J. H. Neale, superintendente de la Compañía de Túneles Montezuma, vio, a unos 430 metros de la boca del túnel y bajo 92 metros de lava sólida, varias puntas de lanza en algunas rocas oscuras. Explorando más allá, encontró un pequeño mortero de tres a cuatro pulgadas de diámetro y de forma irregular. Luego encontró un mortero grande y bastante uniforme. El Sr. Neale declara que es completamente imposible que estos restos puedan haber alcanzado la posición en la que fueron encontrados después de que se formara la capa de lava. La situación de los restos indica que podían llegar a tener unos 55 millones de años de antigüedad. ¿Quien dejó estos vestigios en California hace unos 50 millones de años? En Bramford, Inglaterra, se encontró una piedra de honda de tal vez unos 50 millones de años de antigüedad. Esta piedra de honda se encontró en el fondo de una capa de detritus, debajo de Red Crag, en Bramford, Inglaterra. El margen de error en este caso es importante, pero se considera que la piedra tiene por lo menos 5 millones de años y posiblemente podría llegar hasta unos 50 millones de años de antigüedad. Al examinarla, era obvio que la piedra había sido formada por la mano del hombre, ya que toda la superficie había sido raspada con un pedernal. La raspadura cubre toda la superficie de la piedra y penetra hasta sus irregularidades. La Era Mesozoica también nos ha dejado múltiples evidencias. Esta es una de las principales eras en la historia geológica, siguiendo a la era Paleozoica y precediendo la era Cenozoica. La era Mesozoica, que duró desde aproximadamente hace unos 200 millones de años hasta hace 70 millones de años, la podríamos considerar como la verdadera era de los reptiles, ya que su mayor desarrollo ocurrió durante esta era. Los primeros pájaros y mamíferos y las primeras plantas con flores también aparecieron en esta época. La era Mesozoica está dividida en tres períodos de tiempo: el Triasico, el Jurásico y el Cretáceo. Al movernos hacia atrás en el tiempo, entramos al período en la Era Mesozoica que comenzó con los primeros dinosaurios apareciendo en la tierra y terminando con el desarrollo de plantas con flores. Oficialmente, los humanos no evolucionarían hasta por lo menos unos 136 millones de años más tarde. Sin embargo, hay una serie los hallazgos científicos que sugieren que civilizaciones avanzadas estuvieron visitando la Tierra cuando los dinosaurios dominaban el planeta.
En el Período Cretáceo hay evidencias como la de un tubo metálico en Saint-Jean de Livet, Francia, con más de 65 millones de años de antigüedad. Y. Druet y H. Salfati anunciaron en 1968 el descubrimiento de varios tubos metálicos semi ovoides de idéntica forma, pero de distinto tamaño, en un yacimiento de tiza cretácea. La capa de tiza se encontró en una mina en Saint-Jean de Livet, Francia, y se estima que tiene más de 65 millones de años de antigüedad. Habiendo considerado y eliminado varias hipótesis, Druet y Salfati concluyeron que seres inteligentes habían construido aquellos tubos, por lo que habrían vivido en aquella región en aquellas remotas fechas. ¿Quien construyó estos tubos metálicos en Francia hace más de 65 millones de años? En el Período Triásico hay evidencias tan sorprendentes como una suela de zapato, en Nevada, datada en una increíble antigüedad de entre 213 y 248 millones de años. El 18 de octubre de 1922, la sección American Weekly del periódico New York Sunday American publicó una noticia titulada “Misterio de la suela de zapato petrificada”, por el Dr. W. H. Ballou, que decía: “Hace algún tiempo, mientras estaba buscando fósiles en Nevada, John T, Reid, un distinguido ingeniero minero y geólogo vio, con asombro, una roca cerca de sus pies. Allí, parte de la roca misma, era lo que parecía ser una huella de pie humano”. Una inspección más detallada mostró que no era una marca de un pie desnudo, sino que era, aparentemente, una suela de zapato que había sido convertida en piedra. Faltaba una parte, pero estaba el delineado de por lo menos dos terceras partes de la suela, y alrededor de este contorno corría un muy bien definido hilo cosido, el cual, según parecía, ataba el zapato a la suela. Además, había otra línea de costura, y en el centro, donde el pie habría descansado si el objeto realmente hubiera sido una suela de zapato, estaba una muesca, exactamente como si hubiera sido hecha por el hueso del talón rozando y desgastando el material del que había sido hecha la suela. Reid consiguió un químico analista del Instituto Rockefeller, quien hizo fotos y análisis del espécimen. Los análisis eliminaron cualquier duda de que la suela de zapato había sido fosilizada en la época Triásica. Las ampliaciones de la microfotografía son veinte veces más grandes que el espécimen mismo, mostrando hasta el último detalle de las vueltas de hilo y doblado, demostrando que la suela de zapato es estrictamente el resultado del trabajo manual de un hombre. Incluso a simple vista los hilos pueden verse claramente, junto con los contornos definitivamente simétricos de la suela del zapato. Dentro de este borde y corriendo paralela puede verse una línea que parece haber sido regularmente perforada para las puntadas. La roca triásica que lleva el fósil de la suela del zapato ha sido datada en un período entre 213 y 248 millones de años. Un zapato obviamente moderno, con puntadas y grabado en el tiempo en la antigua roca triásica. ¿Estaba el misterioso visitante caminando en esta región hace más de 213 millones de años, antes de la era de los dinosaurios?
La Era Paleozoica es una importante era geológica, precedido por la era Precámbrica y seguido por la era Mesozoica, incluyendo los períodos Cámbrico, Ordoviciano, Siluriano, Devoniano, Carbonífero y Pérmico. La Era Paleozoica comenzó aproximadamente hace 570 millones de años y finalizó aproximadamente hace 200 millones de años. Al movernos más atrás en el tiempo entramos a este período de la Era Paleozoica, donde la vida estaba evolucionando desde formas primitivas multicelulares, que flotaban libremente en los océanos, hasta especies más evolucionadas en la tierra. Las formas de vida más avanzadas al final de este período eran anfibios, insectos, bosques de helechos y pequeños reptiles. Y oficialmente los humanos no evolucionarían hasta casi 300 millones de años más tarde. De nuevo, los hallazgos científicos sugieren que seres inteligentes, con tecnología avanzada, estuvieron visitando la Tierra y caminando sobre ella cuando las primeras formas de vida estaban solamente comenzando a emerger en nuestro planeta. En el Período Carbonifero hay evidencias como las de una cadena de oro, de entre 320 y 360 millones de años de antigüedad. La edición de Junio de 1891 del periódico Morrisonville Times, de Morrisonville, Illinois, presentaba un artículo que se refería a una cadena de oro descubierta dentro de una pieza sólida de carbón. La cadena fue descubierta por la esposa del editor del periódico, cuando estaba rompiendo un trozo de carbón. De acuerdo al Departamento de Investigación Geológica de Illinois, el carbón que contenía la cadena era del período Carbonífero, de más de 300 millones de años de antigüedad. El Dr. A.W. Medd, del Centro Británico de Medición Geológica, escribió en 1985 que esta piedra es del Carbonífero Temprano, entre 320 y 360 millones de años de antigüedad. ¿Quien dejó caer esta cadena de oro en los antiguos bosques de helechos, cuando las más avanzadas formas de vida en el planeta se supone eran anfibios e insectos? En 1897, un minero de carbón trabajando en una mina cerca de Webster, Iowa, encontró una extraña inscripción en una pieza de piedra. El Daily News de Omaha, Nebraska (2 de Abril de 1897), publicó: “La piedra es de un color gris oscuro, con dos pies de longitud, un pie de ancho y cuatro de espesor. Sobre la superficie de la piedra, la cual es muy dura, fueron dibujadas líneas con ángulos formando diamantes perfectos. El centro de cada diamante es apreciablemente el rostro de un hombre anciano…”. ¿Fue una piedra tallada por un viajero en el tiempo hasta aquella época de la Tierra?
Otra evidencia es una taza de hierro encontrada en una mina de carbón, en Oklahoma, de 312 millones de años de antigüedad. El 27 de noviembre de 1948, Frank J. Kenwood afirmó: “Mientras yo trabajaba en la Planta Eléctrica Municipal, en Thomas, Oklahoma, en 1912, me tropecé con un sólido trozo de carbón, el cual era demasiado grande para poder ser usado. Lo quebré con un martillo de trineo. Del centro de esta pieza de carbón cayó esta taza de hierro, dejando la impresión de la taza en el pedazo de carbón”. Jim Stall (un empleado de la compañía) atestiguó la rotura del trozo de carbón y que vio caer la taza. Robert O. Fay, de la Oficina de Medición Geológica de Oklahoma, confirmó que la mina Wilburton de carbón tiene 312 millones de años de antigüedad. ¿Qué avanzada civilización estaba usando tazas de hierro hace más de 300 millones de años? También en otra mina de Oklahoma se encontró una pared de, por lo menos, 286 millones de años de antigüedad. W.W. McCormick, de Abilene, enTexas, informó de una pared formada por un bloque de piedra, que fue encontrada en el fondo de una mina de carbón: “En el año 1928 yo, Atlas Almon Mathis, estaba trabajando en la mina de carbón No. 5, ubicada dos millas al norte de Heavener, Oklahoma. Esta era una mina de cajón, y nos contaron de tenía dos millas de profundidad. La mina era tan profunda que nos hicieron bajar a ella en un elevador… Ellos bombearon aire hacia nosotros abajo, tan profundo era”. Un atardecer, Mathis estaba haciendo estallar el carbón para desprenderlo, con explosivos. “La siguiente mañana”, dijo Mathis, “había varios bloques tirados en el suelo. Estos bloques eran cubos de 12 pulgadas y eran tan lisos y pulidos en el exterior que todas las seis caras podían servir de espejos. Aunque estaban llenos de grava, porque yo piqué uno de éstos con mi pico”. Mathis agregó, “Cuando comencé a quitar los escombros en el sitio, se abrió más y apenas pude escapar. Cuando regresé después de este hundimiento, vi que había quedado expuesta una pared sólida de éstos bloques pulidos. Como a unas 100 a 150 yardas más abajo de nuestro núcleo de aire, otro minero golpeó esta misma pared, u otra muy similar”. El carbón en la mina era del Carbonífero, lo cual significaría que la pared era de por lo menos 286 millones de años. Según Mathis, los oficiales de la compañía minera inmediatamente sacaron a los hombres de la mina y les prohibieron hablar acerca de lo que habían visto. Mathis dijo que los mineros de Wilburton también contaron que encontraron “un bloque sólido de plata en la forma de un barril” en un área de carbón datada entre 280 y 320 millones de años. ¿Qué civilización avanzada construyó esta pared?
En otra mina de carbón, en Ohio, se encontraron jeroglíficos de 260 millones de años de antigüedad. James Parsons y sus dos hijos descubrieron una pared alineada en una mina de carbón en Hammondville, Ohio, en 1868. Era una pared lisa y grande, descubierta cuando una gran masa de carbón se rompió. Y en su superficie, talladas en alto relieve, estaban varias líneas de jeroglíficos. ¿Quién talló estos jeroglíficos hace 250 millones de años? En el Período Devoniano también se han encontrado evidencias, tales como un clavo en la piedra caliza, de entre 360 y 408 millones de años de antigüedad. En 1844, Sir David Brewster reportó que un clavo había sido descubierto firmemente empotrado en un bloque de piedra caliza en la mina de Kingoodie (Mylnfield) en el norte de Gran Bretaña. El Dr. A.W. Medd, del Centro Geológico Británico, indicó que esta piedra arenisca es del Devoniano, de entre 360 y 408 millones de años de antigüedad. Brewster afirmó:“El bloque en el que fue encontrado el clavo era de nueve pulgadas de grosor, y al proceder a limpiar la roca, el clavo fue encontrado proyectándose como media pulgada y bastante comido por el óxido. Y el resto del clavo yacía a lo largo de la superficie de la piedra hasta casi una pulgada de la cabeza, la cual estaba empotrada en la piedra”. El hecho de que la cabeza del clavo estuviese enterrada en el bloque de piedra arenisca pareciera descartar totalmente la posibilidad de que el clavo hubiese sido martilleado dentro de la roca después de ser extraído. Y ello sucedió en una época cuando los anfibios e insectos eran supuestamente la única forma de vida dominante en nuestro planeta. Así pues, ¿quien colocó este clavo para que haya sido preservado en la roca durante más de 350 millones de años? Y el Período Cámbrico no se queda atrás en lo que se refiere a evidencias. Una de ellas es la de una huella de zapato, en Utah, de 500 a 570 millones de años de antigüedad. En 1968, William J. Meister, un dibujante y colector aficionado de trilobites reportó haber encontrado la huella de un zapato en el Esquisto Wheeler, cerca de Antelope Spring, Utah. Esta muesca parecida a un zapato y su molde fueron revelados cuando Meister abrió un bloque del esquisto. Claramente visible dentro de la impresión del zapato estaban los restos de trilobites, extintos artrópodos marinos. La cáscara que sostenía la impresión y los fósiles de trilobites son del período Cámbrico, por lo cual tendrían de 500 a 570 millones de años de antigüedad. Meister describió la antigua huella como de zapato en un artículo que apareció en un periódico: “La huella del talón estaba marcado en la roca como a un octavo de pulgada más que la suela. La huella de pie era claramente del pie derecho, porque la sandalia estaba bastante usada en el lado derecho del talón”. En esta época de la historia de nuestro planeta se supone no había plantas ni animales terrestres, e incluso los tipos más tempranos de peces todavía no habían evolucionado. Y seguimos retrocediendo en el tiempo hacia nuestro pasado más remoto. Y llegamos al Período Precámbrico.
Y, a pesar de la mareante antigüedad todavía seguimos encontrando evidencias, tales como un florero metálico, de más de 500 millones de años de Antigüedad. En la revista Científica Americana del 5 de junio de 1852, aparecía la siguiente noticia titulada “Una reliquia de una Edad Pasada”, y que decía lo siguiente: “Hace algunos días, fue provocada una poderosa explosión en la roca en la Meeting House Hill, en Dorchester, a poca distancia, al sur, de la casa comunal del Reverendo Sr. Hall. La explosión rompió una inmensa masa de roca, algunas de cuyos trozos pesaban varias toneladas, con fragmentos esparcidos en todas direcciones. Entre ellos fue recogido un florero metálico, roto por la explosión. Al juntar de nuevo las partes formó un florero en forma de campana, de 4½ pulgadas de alto, de 6½ pulgadas en la base, 2½ pulgadas arriba y como un octavo de pulgada en grosor. El cuerpo de este florero parece de color zinc, o de un compuesto de metales, en lo cual hay una considerable porción de plata. Al lado hay seis figuras de una flor, o ramillete, bellamente incrustado en pura plata, y alrededor de la parte más baja del florero una parra, o guirnalda, también incrustado con plata. El cincelado, tallado e incrustado están exquisitamente hechos por algún hábil artesano. Este curioso y desconocido recipiente fue extraído desde quince pies debajo de la superficie de la roca sólida por la explosión”. Según un mapa reciente del Centro de Medición Geológica Estadounidense del área de Boston-Dorchester, la piedra, ahora llamada el conglomerado Roxbury, es de una edad precámbrica, de más de 600 años de antigüedad. Según la geología oficial la vida estaba solamente comenzando a formarse en este planeta. Pero en el florero de Dorchester tenemos evidencias indicando la presencia de trabajadores artísticos del metal en América del Norte, más de 600 millones de años antes de Leif Erikson, explorador vikingo, considerado como uno de los primeros europeos que llegó a América del Norte. En este tiempo de la historia de nuestro planeta, se supone no existía vida en la tierra, ni de plantas ni de animales. La forma de vida más avanzada en este árido tiempo en la historia de nuestro planeta era una simple alga flotando en los mares. Sin embarco, de alguna forma, a través del tiempo, este bellísimo trabajo de arte fue traído y eventualmente enterrado y preservado en la antigua roca. ¿Será que algún viajero en el tiempo dejó este objeto con la esperanza de su descubrimiento más tarde, con la intención de asegurarse que la verdad acerca del viaje en el tiempo sea revelada algún día?
Otra evidencia sorprendente es una esfera acanalada, en Sudáfrica, de nada menos que ¡2.800 millones de Años de Antigüedad! Realmente mareante. En el trascurso de varias décadas, mineros surafricanos han encontrado cientos de esferas metálicas, de la cual por lo menos una tiene tres canales paralelos corriendo alrededor de su ecuador. Las esferas son de dos tipos, “una de un sólido metal azulado con manchas blancas, y otra es una bola hueca, llena de un núcleo blanco esponjoso”. Roelf Marx, del museo de Klerksdorp, en Sudáfrica, donde hay algunas de las esferas, dice: “Las esferas son un completo misterio. Se ven como hechas por el hombre, y sin embargo provienen de un tiempo en la historia de la Tierra cuando llegaron a descansar en esta roca, cuando no existía todavía vida inteligente”. Se encuentran en capas de pirofilita, cerca del pequeño pueblo de Ottosdal, en Transvaal. Esta pirofilita es un mineral bastante blando, que fue formado por sedimentación hace unos 2800 millones de años. Por otra parte, las esferas son muy duras e incluso resisten al acero. La esfera con los tres surcos paralelos a su alrededor es demasiado perfecta para que no consideremos que ha sido hecha artificialmente. Los depósitos de mineral precámbrico donde se encontraron las esferas data de por lo menos 2800 millones de años. En ese tiempo, simples células microscópicas eran todo lo que existía en la tierra. Pero esto, supuestamente, no es verdad. ¿Quién creó y abandonó allí éstas magníficas esferas, más duras que el acero, y obviamente hechas por seres inteligentes? y, ¿cuál era su propósito? Y, aunque sea difícil establecer su datación, hay otras evidencias sorprendentes. El Conde de Bournon, en su libro “Mineralogía”, registró un intrigante descubrimiento que fue hecho por trabajadores franceses a finales del siglo dieciocho. Bournon escribió: “Durante los años 1786, 1787, y 1788, ellos estaban trabajando cerca de Aix En Provence, en Francia, sacando piedras para la reconstrucción del Palacio de Justicia. La piedra era una piedra caliza de un profundo gris, y de la clase que es blanda cuando acaba de salir de la mina, pero que se endurece con la exposición al aire. Los estratos estaban separados unos de otros por una capa de arena mezclada con arcilla, más o menos calcárea. Las primeras, que eran labradas, no presentaron ningún aspecto de cuerpos extraños, pero, después de que los trabajadores quitaron las primeras capas, se asombraron cuando, al quitar el undécimo, encontraron su superficie inferior, a una profundidad de cuarenta o cincuenta pies, cubierta con conchas”.
Continuando con su descripción, afirmó “Al ser removida la piedra de esta capa, al estar quitando un estrato de arena arcillosa, el cual separaba la décimo primera capa de la décimo segunda, encontraron tocones de columnas y fragmentos de piedra medio labrada, y la piedra era exactamente similar a aquella de la mina: encontraron más monedas, mangos de martillos y otras herramientas o fragmentos de herramientas en madera. Pero aquella que principalmente llamó su atención fue un tablero de aproximadamente una pulgada de grosor y de siete u ocho pies de longitud; estaba quebrada en muchos pedazos, de los cuales ninguno faltaba, y fue posible unirlos de nuevo unos con otros, y restaurar el tablero o placa a su forma original, el cual era aquel de los tableros de la misma clase, usados por los masones y hombres de minas: estaba gastado de la misma manera, redondeado y ondulante en sus bordes.”. Y aún añadió: ”Las piedras que eran completa o parcialmente labradas, no habían cambiado para nada en su naturaleza, pero los fragmentos en el tablero, y los instrumentos y piezas de instrumentos de madera se habían cambiado a ágatas, las cuales eran muy finas y de agradables colores. Aquí, entonces, tenemos rastros de un trabajo ejecutado por la mano del hombre, colocado a una profundidad de cincuenta pies y cubierto con once capas de piedra caliza compacta“. Todo tendía a probar que este trabajo había sido ejecutado sobre el mismo lugar donde estaban los rastros en tiempos remotos. La presencia del hombre había, entonces, precedido a la formación de esta piedra. En 1830, unas formas como de letras fueron descubiertas dentro de un bloque sólido de mármol, en una mina situada 12 millas al noroeste de Filadelfia. El bloque de mármol fue encontrado a una profanidad de 60 a 70 pies. Según el Periódico Americano de Ciencia, los trabajadores de la mina quitaron capas de un tipo de pizarra de mica, pizarra talcosa y pizarras de arcilla primitiva antes de llegar a la capa desde donde fue cortado el bloque que contenía formas como letras. Mientras estaban cortando un bloque, los trabajadores notaron una muesca rectangular, de 1.5 pulgadas de ancho por 625 pulgadas de alto, mostrando dos caracteres en relieve. Algunos respetables caballeros de Norristown, Pensilvania, fueron llamados para inspeccionar el objeto. Dedujeron que no se podía explicar la formación de los caracteres por procesos físicos naturales. Esto sugiere que los caracteres fueron hechos por seres inteligentes en un remoto pasado.
Cuando empezaron las investigaciones en el campo de la Ufología, a mediados del siglo XX, cierto sector de la ciencia ponía en duda la presencia de los ovnis en los cielos del planeta. Pasaron algunos años, y dentro y fuera del estudio ufológico, surgió la siguiente interrogante: ¿Quiénes tripulaban los ovnis? Aparentemente, detrás de un ovni suele haber una inteligencia extraterrena, que nos supera en tecnología. Ya sé que mucha gente es escéptica en relación al tema de los ovnis y mucho más en relación a las personas contactadas por supuestos seres extraterrestres. De todos modos, aunque no se confíe en el testimonio de contactados modernos, solo hace falta leer los múltiples testimonios de las distintas tradiciones ancestrales para darse cuenta de que este es un tema que, como mínimo, requiere una mayor investigación. Gracias a algunos investigadores, salieron a la luz pública algunas de las experiencias y encuentros mantenidos entre algunos personajes de la Tierra y estos seres del espacio. Estos personajes fueron denominados “los contactados”, que fueron tachados de locos, visionarios o alucinados. Pero tarde o temprano la verdad siempre se abre camino. Efectivamente, el abrumador testimonio aportado por los contactados: pilotos, médicos, ingenieros, hombres de ciencia, hombres de negocios, líderes políticos y religiosos, es difícil de rebatir. Queramos o no, la presencia extraterrestre, o procedente del interior de la Tierra, de universos paralelos, o de viajeros en el tiempo, es una realidad en nuestro planeta. Todo parece indicar que los “dioses” de la antigüedad están regresando, si es que alguna vez han abandonado nuestro planeta. Los ovnis, ¿qué son? ¿de dónde vienen? Estrictamente hablando, el término objeto volador no identificado (ovni) se refiere a cualquier objeto aéreo que no sea positivamente identificado como un artefacto hecho por ls seres humanos o como algún fenómeno natural conocido. El término en sí implica cierto misterio. En lenguaje común, ovni se usa con frecuencia para denotar cualquier objeto que pudiera ser una nave espacial de una civilización extraterrestre. La frase “objeto volador no identificado”, en su versión en inglés, UFO, fue acuñada por el capitán Edward J. Ruppelt de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. El capitán Ruppelt condujo una investigación de la Fuerza Aérea sobre el fenómeno en el año 1951. Previamente a la investigación de Ruppelt, los ovnis eran comúnmente llamados “platillos voladores” porque los testigos oculares los describían como objetos en forma de platos. Sin embargo, “platillo volador” rápidamente se convirtió en un término de mofa, debido a un escepticismo generalizado. “Objeto volador no identificado” fue usado por el Capitán Ruppelt para dar a su estudio de la Fuerza Aérea un aire de respetabilidad. Ovni también es un término más preciso porque no todos los objetos voladores no identificados tienen forma de platillos. Cientos de ovnis son reportados cada año a la policía, a los medios de comunicación o a los grupos de investigadores de ovnis. Esos reportes representan sólo una minoría del número total de ovnis realmente vistos, ya que muchos testigos oculares de ovnis no revelan públicamente sus encuentros.
Según los investigadores, aproximadamente entre el 90% y 95% de todos los informes de ovnis reportados resultan ser naves construidas por el hombre o posibles fenómenos naturales. Aproximadamente entre el 1,5% y el 2% son falsos, acompañados con frecuencia de fotografías apócrifas. Aunque los reportes falsos constituyen un pequeño porcentaje de todos los reportes de ovnis, han creado una desproporcionada cantidad de problemas. Las falsificaciones son, de hecho, responsables del desprestigio de los estudios serios sobre los ovnis. Mientras más convincente es el fraude, generalmente hará más daño. Del 3% al 8,5% restante de todos los ovnis reportados parecen ser naves de origen no humano. La mayoría de los investigadores tratan con este último grupo. En el siglo XX raramente se reportaron ovnis en los medios de comunicación antes de 1947; así que mucha gente asume que el fenómeno ovni debe ser relativamente moderno. En realidad los ovnis han sido registrados durante miles de años en todas las partes del mundo. Por ejemplo, en el año 216 a.C., el escritor Julius Obsequens reproduce en su libro Prodigorium liber el siguiente relato: “Cosas similares a barcos fueron vistas en el cielo sobre Italia… En Arpi (Italia) un escudo redondo fue visto en el cielo… En Capua, el cielo era todo fuego, y uno vio figuras parecidas a barcos…”. En el primer siglo después de Cristo, el famoso estadista romano Cicerón relata una noche durante la cual el Sol, acompañado de fuertes ruidos, fue repetidamente visto en el cielo nocturno. El cielo pareció abrirse desgarradoramente y revelar extrañas “esferas”. Los ovnis llegaron a perturbar tanto durante el siglo VIII y IX, que el emperador Carlomagno se vio obligado a promulgar un edicto prohibiendo que ellos perturbaran el aire y provocaran tormentas. En un episodio, algunos de los súbditos de Carlomagno fueron llevados en una “nave” aérea, señalándoles las maravillas, y luego regresándolos a la Tierra para que una turba enardecida los matara. Aquellas naves molestas también fueron acusadas de destruir cultivos. No sólo han sido vistos los ovnis, también han sido admirados a través de la historia. Las religiones de la antigua Mesopotamia, Egipto y América fueron dominadas por la adoración de “dioses” similares a humanos venidos de los cielos. Se decía que muchos de esos “dioses” viajaban en “barcos” y “globos” volantes. Antiguas declaraciones de este tipo son hoy la base de la teoría moderna de los “antiguos astronautas”, la cual postula que una raza espacial visitó alguna vez a la Tierra y se involucró en los asuntos humanos. Algunos investigadores de ovnis han ido un paso más allá para sugerir que esta raza espacial ha creado y conquistado la sociedad humana muchos miles de años atrás y desde entonces ha mantenido un ojo vigilante sobre sus posesiones, el famoso Ojo que Todo lo Ve de la simbología illuminatti y masónica.
Para muchos, tales teorías parecen ser pura ciencia-ficción. Sin embargo, estas ideas son el resultado de investigar hechos que han preocupado a los historiadores. ¿Cómo las antiguas civilizaciones del Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, localizadas en sitios opuestos de la Tierra, son tan semejantes unas a otras? ¿Por qué los pueblos de esas civilizaciones remotas desarrollaron notoriamente tan similares creencias religiosas? Una visión ampliamente extendida es que un puente de tierra o hielo surgió una vez en el Estrecho de Bering entre Siberia y Alaska por el cual emigró la gente del Viejo Mundo hacia el Nuevo. Otro de los puntos de evidencia arqueológica es el de que los antiguos fenicios navegaron a través del Océano Atlántico siglos antes que los vikingos escandinavos o Cristóbal Colón. Tales investigaciones concluyen que los fenicios habían adquirido mucha información de la civilización egipcia y los habían trasladado al Nuevo Mundo. Otra hipótesis es que los mismos antiguos egipcios habían navegado a través del océano. A pesar de las evidencias que soportan todas esas posibilidades, ninguna de las teorías encaja completamente con los hechos conocidos. Esto ha conducido a una cuarta teoría, bien expresada en 1919 por el profesor de Oxford y Premio Nóbel, Frederick Soddy: “Algunas de las creencias y leyendas legadas a nosotros por la Antigüedad están tan universalmente y firmemente establecidas que nosotros hemos llegado a acostumbrarnos a considerarlas como si fueran tan antiguas como la humanidad misma. No obstante, estamos tentados a preguntarnos cuán lejanos los hechos de algunas de esas creencias y leyendas que tienen tantos hechos en común es debido a la casualidad y si la similitud entre ellos no puede apuntar a la existencia de una antigua, totalmente desconocida e insospechada civilización de la cual toda otra huella ha desaparecido”. Cuando surge tal conjetura, mucha gente piensa en los continentes o islas desaparecidas, tales como las legendarias Atlántida y Lemuria. Sin embargo, uno de los contemporáneos del Dr. Soddy, Charles Hoy Fort, hizo una aproximación diferente al tema y especuló con que sociedades extraterrestres estaban envueltas en la prehistoria de la Tierra. Charles Hoy Fort (1874 a 1932) fue un investigador estadounidense, conocido por dedicarse al estudio de hechos supuestamente no solucionados por la ciencia de su época. El libro de los condenados, su obra más conocida, es una colección de hechos despreciados por la ciencia ortodoxa. Recopiló y publicó un catálogo con 25 mil entradas de fenómenos inexplicables hasta entonces, que iba clasificando en cajas de zapatos, como son lluvias de ranas, precipitación de grandes trozos de hielo, barro, carne y azufre, nieve negra, bolas de fuego, cometas caprichosos, desapariciones misteriosas, meteoritos con inscripciones extrañas, ruedas luminosas en el mar, lunas azules, soles verdes o aguaceros de sangre. Fort, como los científicos que criticaba, reivindicaba la supremacía de “los hechos”. EL magnífico escritor H. P. Lovecraft consideraba a Fort uno de sus maestros. Y autores de ensayos antropológicos, como Pauwels y Bergier, reconocen haber utilizado el método fortiano de búsqueda para gestar su obra El retorno de los brujos.
Charles H. Fort es quizás el más antiguo escritor del siglo XX en sugerir seriamente que los extraterrestres han estado involucrados en los asuntos humanos. Fort empleó muchos años de su vida adulta amasando informes sobre fenómenos extraños aparecidos en diarios científicos, periódicos y revistas. Las historias que él coleccionó eran de sucesos como extrañas luces móviles en el cielo, “lluvias” de animales y otros hechos que parecían desafiar las explicaciones científicas convencionales. Fort concluye que los cielos de la Tierra han sido surcados por una enorme cantidad de naves extraterrestres, a las cuales él denominaba “superconstrucciones”. Fort desarrolló otras teorías como resultado de sus investigaciones, varias de las cuales aún hoy son provocativas. Escribió: “Yo pienso que nosotros somos la propiedad de alguien; Yo diría que nosotros pertenecemos a algo: Que alguna vez hace tiempo, esta tierra era una Tierra de Nadie. Que otros mundos la exploraron y colonizaron y combatieron entre sí por la posesión. Pero que ahora pertenecemos a alguien y todos los demás se fueron”. Fort concluye que la raza humana no posee un status muy alto en relación con los extraterrestres propietarios de la Tierra. Y en referencia al acertijo de porqué ellos (los propietarios de la Tierra) nunca se muestran públicamente, él filosofa: “¿Podríamos nosotros, si quisiéramos, educar y sofisticar cerdos, gansos y reses? ¿Estarían ellos dispuestos a establecer relaciones diplomáticas con gallinas?”. Fort cree que ha estado ejerciéndose, por parte de los aparentes propietarios de la Tierra, una influencia directa sobre los asuntos humanos: “Yo sospecho que, después de todo, nosotros somos útiles; que entre los reclamantes antagónicos se han establecido acuerdos y que alguien ahora tiene derechos legales sobre nosotros por medio de la fuerza o por haber pagado por nosotros. Todo esto ha sido conocido durante milenios por algunos sobre la Tierra, bien sea por parte de un culto o de una orden, cuyos miembros actúan como cabecillas del resto de nosotros o como esclavos superiores o supervisores, comportándose de acuerdo con instrucciones recibidas en virtud de nuestra misteriosa utilidad”. Fort no especula acerca de cómo puede ser esa “misteriosa utilidad” de la humanidad, excepto para sugerir brevemente que los humanos pueden ser esclavos. Fort piensa que la Tierra ha tenido una prehistoria espléndida: “Pero yo acepto que en el pasado, por todo lo que sé, antes de que fuese establecida la propiedad, los habitantes de otros mundos han venido, cazado, pescado, volado y caminado aquí. A veces han venido solos y otras en grandes cantidades. Han hecho visitas ocasionales o periódicas, para cazar, negociar, reabastecer sus harenes, explotar minas…. Han fundado colonias y se han extraviado aquí; pueblos mucho más avanzados y pueblos primitivos, o cualquier cosa que fueran: unos blancos, unos negros, amarillos otros”. Fort, ciertamente, ha expresado algunas ideas atrevidas. Ellas fueron publicadas en un tiempo en que sencillos biplanos y balones dirigibles volaban por los cielos. Faltaban todavía ocho años para el histórico vuelo de Charles Lindberg atravesando el Océano Atlántico.
Pero es difícil saber las razones de sus visitas y de su elección de los posibles contactos. Tal vez el acercamiento a nuestro planeta forma parte del estudio del terreno y sus habitantes; un fin de carácter científico, con un plan general de observaciones. Las abducciones entrarían en esta finalidad investigativa y de análisis. Nosotros seríamos para ellos simples cobayas. Esto es muy duro para nuestro egocentrismo, pero es una perfecta posibilidad. Por otro lado, al tener una concepción temporal distinta, así como quizá un metabolismo más lento, el contacto se producirá en forma definitiva en el tiempo de ellos y no en el nuestro. Además si “somos nosotros en el futuro“, como opinaba Albert Einstein, nunca nos contactaremos con nosotros mismos. Tal vez ellos están en el siglo XXIII y nosotros en el XXI. De todos modos generalmente se ha impuesto la idea de que nos vienen a invadir. Esto ha sido ampliamente explotado en las obras de ciencia ficción. También muchos investigadores indican la asiduidad de observaciones sistemáticas en lugares donde hay centros militares, sistemas de alta tensión, reservas de agua, centros de comunicación, aeropuertos militares, etc. Investigando libros antiguos, tales como el Ramayana, el Mahabharata, el Drona Parva (todos ellos de la India), el Popol Vuh maya, la Biblia, etc…, vemos como en ellos aparecen los Señores, los Dioses, los Elohim, los Arquetipos, los Ángeles, los Vigilantes, viajando en sus vimanas, en sus nubes resplandecientes y en sus carros de fuego. Estos Señores aparentemente vinieron del espacio exterior y manipularon a nuestra especie. Contactaron con nuestros antiguos Padres, Patriarcas y Profetas. Y su presencia ha sido una constante en las antiguas culturas y civilizaciones. Investigando la Revelación y la Tradición Bíblica, vemos que personajes como Enoc, Elías, Moisés, Abraham, Lot, Jonás etc…, viven unas experiencias claramente ufológicas y de contacto extraterrestre. El estudio de estas experiencias nos lleva a deducir que probablemente los Ángeles, Señores y Dioses de ayer son los Extraterrestres que hoy día nos visitan. Esta deducción queda reafirmada por la revelación y testimonio que los propios extraterrestres les han dado a algunos contactados de nuestro tiempo. Para ilustrarlo, vamos a analizar algunos fragmentos de los textos bíblicos con respecto a algunos personajes de la antigüedad, explicando las experiencias de algunos contactados durante la historia de la Humanidad. De todos modos, en otras múltiples antiguas culturas en India, China, América, África, etc., podríamos encontrar también múltiples ejemplos.
Investigando el fascinante mundo de la temática extraterrestre, se llega a la evidente conclusión de que, desde la más remota antigüedad, seres venidos del espacio cohabitaron con humanos, modificando nuestra raza o bien se llevaron a sus planetas características genéticas de la nuestra. Es válida para este razonamiento la frase bíblica: “Los hijos de los Dioses se juntaron con las hijas de los hombres y las fecundaron”. Lógicamente de tal unión salimos nosotros, los habitantes del planeta Tierra, que al fin y al cabo terminamos siendo posiblemente mitad terrestres por nuestra madre y mitad extraterrestres por nuestros padres venidos del espacio exterior. Citar, dentro de nuestra cultura judeo cristiana, así como en otras, las numerosas vírgenes o mujeres aparentemente estériles que parieron hijos engendrados por seres aparentemente venidos desde el espacio, sería tedioso debido a la gran cantidad de hechos como lo son el caso de Jesús, Zaratrusta, Buda, Moisés, Ana, la madre de María, Noé, etc. Existen bastantes casos de contactados que aseguran que estas fecundaciones provocadas artificialmente no solo se habría dado en remotas etapas de la Historia sino que se vienen realizando con cierta asiduidad para completar un supuesto plan trazado por estos Jardineros del Cosmos. Sabemos, por otra parte, que estamos entrando en la Era de Acuario y que, tal vez, un nuevo hombre debe habitar el nuevo tiempo. Tal vez un hombre que tiene en su memoria genética el programa para el que fue creado por sus supuestos padres celestiales y, probablemente, ahora mismo se está produciendo una intervención por parte de estos seres que, aparentemente, siguen tutelando nuestra marcha evolutiva. ¿O serán quizás robots dotados de sofisticada inteligencia artificial? Los extraterrestres, por medio de sus contactados, nos dicen que todo cambio, mutación o programación planetaria viene o parte del Sol. Entonces: ¿Qué pasaría si la longitud de onda y frecuencia del Sol cambiasen? Y suponiendo que se acepte la energía psíquica, prana o principio vital, ¿qué sucedería si dicha energía o código psíquico fuera alterado para la Era de Acuario? Muchos quieren ver el fin del mundo a través de unas inevitables catástrofes que nos aniquilarían, pero existen otras formas de cambio que quizás no se han tenido en cuenta y que seguramente realizarán un cambio en la Humanidad.
El investigador Peter Krassa hace referencia a los misterios de la antigua China, donde de nuevo se alude a nacimientos e intervenciones extrañas. Vemos a aquel héroe extraterrestre, que como Hijo del Sol aparece en las leyendas chinas. Como ejemplo tenemos a Huang Ti, el Emperador Amarillo, que era hijo de Fu-Pao (Sumiso Bien). Su esposa fue al parecer visitada por un extranjero, pues, según la leyenda, vio ella un gran destello como un remolino en torno a la Osa Mayor y la estrella central brilló con tanta intensidad que iluminó todo el país. Y como consecuencia de que la rozara el rayo luminoso, quedó preñada, y parió al cabo de 25 meses (lo que puede ser un error o deberse a algún hecho desconocido). Es notable el paralelismo con el nacimiento de Jesús, para el que se dice que no intervino ningún hombre. Lo que en la Biblia se identifica como el Espíritu Santo pudiera ser en esa versión china un rayo luminoso. En el año vigésimo de su subida al trono, ocurrió un extraordinario fenómeno ante los propios ojos de Huang Ti. Aparecieron en el Cielo abigarradas y brillantes nubes, en que una zona de un rojo incandescente se alternaba con una zona verde. La parte roja tenía dos estrellas en medio y la verde solo una como punto central. Según esta leyenda, las tres estrellas brillaban al alba con extraordinario y bello color, por lo que se las llamaba las resplandecientes estrellas. Aún es más misterioso el origen del soberano Yao. Su madre era Ch’ing tou y parece que nació en el desierto. Los cronistas cuentan que la mujer estaba rodeada permanentemente por una nube amarilla, que venía de arriba. Una mañana, vino un dragón rojo a Ch’ing tou trayéndola un mensaje sellado, así como un retrato. La misiva decía: “El rojo será protegido por el Supremo”. Entonces sucedió que el dragón rojo rozó a la mujer; y ello, en unión de un frío viento, hizo que Ch’ing tou quedase embarazada. He aquí también una especie de concepción artificial, semejante a la que el rosario de leyendas de todo el mundo atribuye el nacimiento de los seres divinos. Al cabo de 14 meses llegó Yao al mundo, en Tanling. Es interesante al respecto que Tanling significa “Montículo bermellón” y que la criatura se parecía a aquella imagen que se le había mostrado a Ch’ing tou.
En la Biblia vemos que seres del espacio (ángeles) anunciaron y prepararon el nacimiento de uno de los seres que estaría destinado a liderar un plan de liberación para el pueblo hebreo. Me refiero a Sansón, cuyos padres fueron visitados por un Ángel (se supone que un extraterrestre) que les anunció dicho acontecimiento. En Jueces se dice: “Volvieron los hijos de Israel a hacer el mal a los ojos de Yavé, y Yavé los dio en manos de los filisteos durante cuarenta años. Había un hombre de Sora, de la familia de Dan, de nombre Manué. Su mujer era estéril y no le había dado hijos. El ángel de Yavé se apareció a la mujer y le dijo: Eres estéril sin hijos, pero vas a concebir y parirás un hijo. Mira, pues, que no bebas vino ni licor alguno ni comas nada inmundo, pues vas a concebir y a parir un hijo, a cuya cabeza no ha de tocar la navaja, porque será nazareno de Dios el niño desde el vientre de su madre y será el que primero librará a Israel de la mano de los filisteos. Fue la mujer y dijo a su marido: Ha venido a mí un hombre de Dios. Tenía el aspecto de un ángel de Dios muy temible. Yo no le pregunté de dónde venía ni me dio a conocer su nombre, pero me dijo: vas a concebir y a parir un hijo. No bebas, pues, vino ni otro licor inmundo, porque el niño será nazareno de Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte. Entonces Manué oró a Yavé, diciendo: De gracia, Señor: que el hombre de Dios que enviaste venga otra vez a nosotros para que nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño que ha de nacer. Oyó Dios la oración de Manué y volvió el ángel de Dios a la mujer de Manué cuando estaba ésta sentada en el campo y no estaba con ella su marido. Corrió ella en seguida a anunciárselo a su marido, diciéndole: El hombre que vino a mí el otro día acaba de aparecérseme. Se levantó Manué, y siguiendo a su mujer, fue hacía el hombre y le dijo: ¿Eres tú el que has hablado a esta mujer?. El respondió: Yo soy. Repuso Manué: Cuando se cumpla tu palabra, ¿cuál ha de ser la conducta y el obrar del muchacho?. El ángel de Yavé dijo a Manué: La mujer que se abstenga de cuanto le he dicho: que no tome nada de cuanto procede de la vid, no beba vino ni otro licor embriagante y no coma nada inmundo; cuanto le mande ha de observarlo. Manué dijo al ángel de Yavé: Te ruego que permitas que te retengamos mientras te traemos preparado un cabrito. El ángel de Yavé dijo a Manué: Aunque me retengas, no comería tus manjares; pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yavé. Manué que no sabía que era el ángel de Yavé, le dijo:¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando tu palabra se cumpla? El ángel de Yavé respondió: ¿Para qué me preguntas mi nombre, que es admirable. Manué tomo el cabrito y la oblación para ofrecérselo a Yavé en holocausto sobre la roca, y sucedió un prodigio a la vista de Manué y su mujer. Cuando subía la llama de sobre el altar hacía el cielo, el ángel de Yavé se puso sobre la llama del altar. Al verlo Manué y su mujer cayeron rostro en tierra y no vieron más al ángel de Yavé. Entendió entonces Manué que era el ángel de Yavé, y dijo a su mujer: Vamos a morir porque hemos visto a Dios. La mujer le contestó: Si Yavé quisiera hacernos morir, no habría recibido de nuestras manos el holocausto y la oblación, ni nos hubiera hecho ver todo esto, ni oir hoy todas estas cosas. Parió la mujer un hijo y le dio el nombre de Sansón. Creció el niño, y Yavé le bendijo, y comenzó a mostrarse en él el espíritu de Yavé en el campo de Dan, entre Sora y Estaol”.
Es de notar en el relato anterior que el ángel de Yavé no comía carne y además deseaba permanecer en el anonimato ante el verdadero protagonista. Vemos también como una tecnología superior ha intervenido con un fin bien preciso en ayuda de aquel pueblo que interpretaba, desde su óptica, todo acto incomprensible como un milagro de Dios. Hoy somos capaces de entender que los ángeles de ayer son los extraterrestres de hoy y que nunca estuvimos solos en nuestra marcha por el espacio. Las misiones de reconocimiento de los dioses “caídos” en sus extrañas “carrozas” fueron también atestiguadas y registradas. Algunos de estos registros han permanecido hasta la actualidad, aunque muchos creen que son puros cuentos de hadas. Más de 30.000 documentos escritos en todo el mundo narran sobre seres avanzados que vinieron a la Tierra o que ya estaban viviendo en la Tierra. Según el Libro de Ezequiel: “Ahora, al ver a las criaturas vivientes, vi cuatro alas sobre el suelo, una por cada una de las criaturas vivientes, con sus cuatro caras. La aparición de las ruedas y su composición eran como el color del ámbar brillante: y todas las cuatro alas tenían una similitud: y su composición era como una rueda en medio de una rueda”. Consideremos solo algunas de las extrañas referencias en las páginas de la Biblia. En el Libro de Ezequiel leemos: “Luego, Eva vio hacia el cielo y vio una carroza brillante venir, guiada por cuatro brillantes ángeles, cuya gloria nadie, nacido de mujer, podría expresar ni ver a la cara, ángeles iban delante de la carroza”. Y según el Génesis: “Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba …”. Y de nuevo el Libro de Ezequiel nos explica: “Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban …. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas”. Los teólogos consideran que los textos sagrados son “la palabra de Dios” que se reveló a unos pocos escogidos. Pero cuando se elimina la simple fe lo que quedan son los propios textos, desprovistos de su carácter sagrado. Y cuando eliminamos la creencia en el carácter sagrado de estos textos es cuando podemos empezar a estudiarlos. En el apocalipsis de Abraham, el autor describe a dos seres celestiales que bajan a la Tierra. Estos dos seres celestiales subieron a Abraham a las alturas, pues el Señor quería conversar con él. Abraham cuenta que no eran humanos y que le produjeron mucho miedo. Dice que tenían el cuerpo brillante «como un zafiro»; lo hicieron subir entre humo y fuego, «como con la fuerza de muchos vientos». Cuando llegó a las alturas, vio «una luz gloriosa e indescriptible» y unas figuras grandes que se gritaban entre sí unas palabras «que yo no entendí». Y añade: «Pero yo quería volver a caer a la Tierra; el lugar alto donde nos encontrábamos estaba tan pronto de pie como cabeza abajo». Alguien nos está contando en primera persona que quería «volver a caer a la Tierra». Es lógico suponer, por lo tanto, que estaba más alto que la Tierra. Y nadie sin conocimientos científicos modernos podría haber sabido que las grandes estaciones espaciales siempre rotan sobre su propio eje. La gravedad artificial sólo puede conseguirse en el interior de la nave gracias a la fuerza centrífuga provocada por la rotación propia de la nave. Y el Apocalipsis de Abraham dice: «El lugar alto donde nos encontrábamos estaba tan pronto de pie como cabeza abajo». Y, además, Abraham dice que estos seres no eran humanos y que sus ropas brillaban como el zafiro. ¡Sorprendente!
Otra historia sorprendente se refiere a Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno, cuando dirigió sus pasos hacia Karnak, centro religioso del dios Amón. Desde el 3.000 a.C., Karnak era un gran centro religioso, con templos, santuarios y monumentos dedicados al dios Amón. Una de las más impresionantes edificaciones era el templo mandado construir por la reina Hatshepsut, que vivió unos mil años antes de la época de Alejandro. Esta soberana se decía que era hija de Amón, habiendo nacido de una reina a la que el dios visitó escondido también bajo un disfraz. No se sabe que ocurrió en Karnak, pero en vez de conducir sus tropas en dirección al centro del Imperio Persa, Alejandro escogió una pequeña escolta para que lo acompañaran en una expedición hacia el sur. Todo el mundo creyó que el rey iba a efectuar un viaje de recreo, buscando los placeres del amor. Y los historiadores de la época intentaron explicar su extraño viaje describiendo a la mujer que se suponía era su objeto del deseo. Una mujer “cuya belleza ningún hombre vivo conseguiría elogiar de manera suficiente“. Se llamaba Candace y era la reina de un país al sur de Egipto, el actual Sudán. Al igual que la historia de Salomón y la reina de Saba, esta vez fue el rey el que viajó hacia la tierra de la reina. Pero en realidad el principal objetivo de Alejandro no era la búsqueda del amor, sino conocer el secreto de la inmortalidad. Después de una agradable estancia, la reina Candace quiso hacerle un presente de despedida y reveló a Alejandro el secreto de la localización de una “maravillosa caverna donde los dioses se congregan“. Siguiendo sus indicaciones, Alejandro encontró el lugar sagrado: “Él entró con algunos pocos soldados y vio una niebla azulada. Los techos brillaban como iluminados por estrellas. Las formas externas de los dioses estaban físicamente manifestadas; una multitud los servía en silencio. De inicio, él (Alejandro) se quedó sorprendido y asustado, pero permaneció allí para ver lo que acontecía, pues avistó algunas figuras reclinadas cuyos ojos brillaron como rayos de luz”. La visión de las enigmáticas figuras reclinadas contuvo Alejandro, ya que no sabía si eran dioses o mortales deificados. Entonces una voz, procedente de una de las figuras, le hizo estremecer: “Saludos, Alejandro, ¿sabes quién soy?”. Alejandro, asustado, respondió: “No, mi señor“. Y la voz añadió: “Soy Sesonchusis, el rey conquistador del mundo, que se unió a las filas de los dioses“. Se supone que Sesonchusis era el Faraón Senusert, también conocido como Sesostris I, que reinó en el Siglo XX a.C. Sorprendentemente, Alejandro había encontrado a la persona que buscaba. Pero a pesar de que Alejandro estaba muy sorprendido, los habitantes de la caverna no parecían impresionados. Era como si hubiesen esperado su llegada. Entonces Alejandro fue invitado a entrar para conocer al “Creador y Supervisor de todo el Universo”. Entró y “vio una niebla brillante como fuego y, sentado en un trono, el dios que una vez había visto siendo adorado por los hombres de Rokôtide, el Señor Serapis“.
Alejandro aprovechó la oportunidad para hablar del asunto de su longevidad: “Señor, ¿cuántos años viviré?”. No hubo respuesta y Sesonchusis intentó consolar a Alejandro, pues el silencio del dios era suficientemente elocuente. Sesonchusis le contó que, a pesar de haberse unido a las filas de los dioses, “no tuve tanta suerte como tú, ya que nadie se acuerda de mi nombre aunque haya conquistado el mundo entero y subyugado tantos pueblos. Pero tú poseerás gran fama y tendrás un nombre inmortal aún después de la muerte“. Y terminó confortando a Alejandro con las siguientes palabras: “vivirás al morir, y así no morirás“, queriendo decir que sería inmortalizado en la Historia. Alejandro abandonó las cavernas deprimido y continuó su viaje para buscar consejos de otros sabios en busca de la consecución de su objetivo de escapar al destino de un mortal y de poder seguir los pasos de otros que, antes que él, habían tenido éxito al unirse a los dioses inmortales. Entre aquellos que Alejandro buscaba, y que finalmente encontró, estaba Enoc, el patriarca bíblico de los tiempos anteriores al Diluvio y bisabuelo de Noé. El encuentro se produjo en un lugar montañoso “donde está situado el Paraíso, la Tierra de los Vivos“, el lugar “en donde viven los santos“. En lo alto de una montaña vio una estructura brillante, de la que se elevaba hacia el cielo una inmensa escalera construida con 2.500 losas de oro. En una enorme caverna, Alejandro encontró estatuas de oro, cada una en su propio nicho, un altar de oro y dos inmensos recipientes de oro, de unos 20 metros de altura. “Sobre un diván próximo se veía la forma reclinada de un hombre envuelto en una colcha bordada con oro y piedras preciosas y, por encima de él, estaban las ramas de una vid hecha de oro, cuyos racimos de uva estaban formados por joyas”. Allí había un hombre, que se identificó como Enoc, y que le dijo: “No sondees los misterios de Dios“. Atendiendo al aviso, Alejandro se marchó para juntarse con sus tropas, pero no antes de recibir como presente de despedida un racimo de uvas que, milagrosamente, alimentó a todo su ejército. En otra versión de la misma historia, Alejandro encontró a dos personajes: El patriarca Enoc y el profeta Elías, que, según las tradiciones bíblicas, jamás murieron. Este acontecimiento ocurrió cuando el rey atravesaba un desierto. Súbitamente su caballo y él fueron tomados por un “espíritu” (¿??) que los transportó a un centelleante tabernáculo (caseta o santuario), donde Alejandro vio a dos hombres. Sus rostros brillaban, sus dientes eran más blancos que leche y sus ojos tenían el fulgor de la estrella matutina. Tenían “gran estatura y buena apariencia“. Después de identificarse, le dijeron que “Dios los escondió de la muerte“. También le explicaron que aquel lugar era la “Ciudad del Granero de la Vida“, de donde brotaba la “cristalina Agua de la Vida“. Pero, antes de que Alejandro descubriera más o consiguiera beber el agua, un “carro de fuego” lo arrebató de allí y se encontró de nuevo entre sus tropas. Según la tradición musulmana, mil años después, también el profeta Mahoma fue llevado hacia el cielo montado en su caballo blanco. ¿Debemos considerar el episodio de la caverna de los dioses y otras de las historias sobre Alejandro como pura ficción o estarían basados en hechos históricos?
No se ha encontrado ninguna descripción de cómo Sesonchusis se volvió inmortal. Lo mismo es válido para Elías, el compañero de Enoc en el Templo Brillante, según una de las versiones de la leyenda de Alejandro. Elías es el profeta bíblico que vivió en Israel el siglo IX a.C., durante el reinado de Acab y Ocozias. Como indica el nombre que adoptó (Eliyah – “Mi Dios es Yahvé“), era un seguidor del dios hebreo, cuyos fieles estaban sufriendo persecución por parte de los seguidores del dios cananeo Baal. Después de retirarse a un lugar secreto cerca del río Jordán, donde fue instruido por el Señor, Elías recibió “un manto tejido de vellos” y pudo hacer milagros. Cerca de la ciudad fenicia de Sidon, el primer milagro que realizó fue hacer que un poco de aceite y una cuchara de harina alimentasen toda su vida a una viuda que le había dado refugio. Poco después, necesitó pedir a Dios que resucitase al hijo de esa mujer, que acababa de fallecer víctima de una grave enfermedad. Elías también podía convocar el Fuego de Dios, que servía para castigar a los que sucumbieron a las tentaciones paganas. Las escrituras dicen que Elías no murió en la Tierra, pues “subió al cielo en un torbellino“. Según las tradiciones judaicas, Elías continúa siendo inmortal y se le invita a visitar los hogares judíos en la víspera de la Pascua. Su ascenso al cielo está descrito en gran detalle en el Antiguo Testamento. Tal como es contado en Reyes, no fue un acontecimiento inesperado. Al contrario, se trató de una operación perfectamente planeada, cuyo lugar y hora fueron comunicados a Elías con antelación. El lugar elegido quedaba en el valle del Jordán, en el margen izquierdo del río, probablemente en la misma zona donde Elías fue ordenado como “Hombre de Dios“. Cuando en su último viaje partió de Gilgal, Elías encontró dificultad en librarse de su discípulo Eliseo. Durante el camino, los dos profetas fueron repetidamente interpelados por discípulos menores, “los hijos de los profetas“, que preguntaban si era verdad que aquel día Dios se llevaría a Elías al cielo.
El narrador bíblico explica: “He ahí lo que aconteció cuando Dios arrebató Elías al cielo en un torbellino: Elías y Eliseo partieron de Gilgal. Y Elías dijo a Eliseo: ‘Te quedas aquí, pues Yahvé me envió sólo hasta Betel’; Pero Eliseo respondió: ’Tan cierto como que Yahvé vive y tú vives, no te dejaré! ‘Y descendieron a Betel. Los hijos de los profetas que vivían en Betel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: ’¿Sabes que hoy Yahvé va a llevar el maestro por sobre tu cabeza?’. Él respondió:’ Sé, pero callaos”. Elías admitió que su destino era Jericó, a los márgenes del río Jordán, y pidió a su compañero se quedara ahí y lo dejara seguir solo. Nuevamente Eliseo rechazó su propuesta e insistió en ir con el profeta. “Y ellos fueron la Jericó. Los hijos de los profetas que vivían en Jericó se aproximaron a Eliseo y le dijeron: ’¿Sabes que hoy Yahvé va a llevar a tu maestro por sobre tu cabeza?’. Él respondió: ’Sé, pero callaos’. Contrariado en su deseo de proseguir solo, Elías pidió a Eliseo que se quedara en Jericó y lo dejara ir solo hasta el margen del río. Sin embargo, Eliseo rechazó separarse de su maestro. Animados, ‘cincuenta hombres de los hijos de los profetas fueron también, pero se quedaron parados a la distancia mientras los dos (Elías y Eliseo) se detenían al borde del Jordán’. Entonces Elías tomó su manto, lo enrolló y batió con él en las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, de modo que ambos pasaron a pie enjuto. Después que pasaron al otro margen, Eliseo pidió a Elías que le fuera dado el espíritu santo, pero antes que pudiera oír una respuesta: ‘Y aconteció que mientras andaban y conversaban he ahí que un carro de fuego y caballos de fuego los separaron uno del otro y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo miraba y gritaba: ‘!Mi padre! ¡Mi padre! !El carro y la caballería de Israel! Después no más lo vio…’. Atolondrado, Eliseo se quedó inmóvil por algunos instantes. Después vio el manto que Elías había dejado atrás. Eliseo cogió el manto y volvió al margen del río. Invocando el nombre de Yahvé, batió con él en las aguas y he ahí ‘que las aguas se dividieron de un lado y de otro y Eliseo atravesó el río’. Y los hijos de los profetas, los discípulos que habían quedado en el margen izquierdo del río, en la llanura de Jericó, ‘lo vieron a la distancia y dijeron: ‘El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo!’; vinieron a su encuentro y se postraron delante de él’. Incrédulos, a pesar de que lo habían visto con sus propios ojos, los cincuenta discípulos no creyeron que Elías hubiese sido llevado al cielo para siempre. El torbellino del Señor podía haberlo arrebatado y lanzado en algún valle o montaña. A despecho de las objeciones de Eliseo, ellos lo buscaron por tres días. Eliseo entonces habló: ¿No había dicho yo que no fuerais?’ Ahora, él sabía muy bien cuál era la verdad: El Dios de Israel había llevado a Elías al cielo en un carro de fuego“.
El relato del encuentro de Alejandro con Enoc introdujo, en la búsqueda por la inmortalidad, a un “antepasado inmortal“, mencionado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que está en leyendas muy anteriores a la Biblia y que ya se conocían cuando ésta fue escrita. Según la Biblia, Enoc fue el séptimo patriarca prediluviano del linaje de Adán a través de Set, para distinguirlo del linaje maldito de Caín. Él era el bisabuelo de Noé, el héroe del diluvio. Los antiguos relatos judíos dicen que Enoc fue «un rey de los hombres» que reinó durante «doscientos cuarenta y tres años» y que estaba lleno de sabiduría y la comunicó a todos. Según el geógrafo e historiador Taki al-Makrizi fue el constructor de las grandes pirámides de Egipto. Éste cuenta en su obra Hitat que Enoc fue conocido con cuatro nombres diferentes: Saurid, Hermes, Idris y Enoc. El pasaje siguiente está tomado del capítulo 33 del Hitat: “El primero, Hermes, llamado triple por sus atributos de profeta, rey y sabio (…) leyó en las estrellas que había de llegar el diluvio. Entonces mandó que se construyeran las pirámides, y ocultó en ellas tesoros, textos y escrituras y todo lo demás que podría perderse de otro modo, para que se conservase”. Tanto para la teología judía como para la cristiana, Enoc es el séptimo de los diez primeros patriarcas antediluvianos, que fue padre de Matusalén, del que se afirma que alcanzó la increíble edad de 969 años. Según el Génesis: “Enoc, a la edad de sesenta y cinco años, engendró a Matusalén y, después de haber engendrado a Matusalén, anduvo en la presencia de Dios trescientos años y engendro hijos e hijas. Enoc vivió en total trescientos sesenta y cinco años (es curioso que sea la misma cifra que los días de un año) y anduvo en la presencia de Dios; después no fue visto más porque Dios se lo llevo”. El relato bíblico sobre el personaje de Enoc es muy corto. Pero lo suficiente explícito, para que cualquier investigador pueda intuir las claras vinculaciones con extraterrestres que se dan en este personaje de la antigüedad llamado Enoc. De este texto se puede deducir que Enoc, después de haber engendrado a Matusalén, mantiene una serie de contactos con Yavé. Todo esto durante un período de tiempo de trescientos años. Estos contactos entre Enoc y Yavé se efectúan cara a cara. Pues el texto es bien explícito: “anduvo en la presencia de Dios“. El contacto entre ambos personajes no dura trescientos años seguidos, sino que durante este tiempo Enoc es sacado de la Tierra varias veces, para posteriormente ser devuelto a ella.
Así se explica el que pudiera seguir engendrando hijos e hijas: “A la edad de trescientos sesenta y cinco años, Enoc ya no regresa a la Tierra“. Así lo afirma el texto bíblico: Después no fue visto más, porque Dios se lo llevo. ¿Vivo? Está claro que fue así, porque si observamos a los personajes antecesores y posteriores a Enoc, veremos cómo el texto bíblico nos confirma la muerte de cada uno de ellos. Según el Génesis: “Set vivió en total novecientos doce años y murió. Enos vivió en total novecientos cinco años y murió. Cainán vivió en total novecientos diez años y murió. Malaleel vivió en total ochocientos noventa y cinco años y murió. Jared (padre de Enoc) vivió en total novecientos sesenta y dos años y murió. Matusalén (hijo de Enoc) vivió en total novecientos sesenta y nueve años y murió. Lamec vivió en total setecientos setenta y siete años y murió”. Como vemos, aquí se nos confirma la muerte de estos Patriarcas de la Antigüedad. No ocurre así en el caso de Enoc, donde a la edad de trescientos sesenta y cinco años no fue visto más, o sea que no hubo defunción, porque Dios se lo llevo. Existe un texto apócrifo titulado El Libro de Enoc, traducido del etíope al inglés por el arzobispo Lawrence, en el año 1821, que puede aportar cierta luz a nuestras interrogantes. Efectivamente, El Libro de Enoc aun siendo posiblemente un libro iniciático, misterioso, profético o incluso sagrado, contiene algunas visiones o experiencias de Enoc donde se dan unas claras connotaciones ufológicas: “Así, pues, la visión me apareció así: he aquí que unas nubes me llamaron en la visión, y una nube me llamo; y el curso de las estrellas y de los rayos me hicieron apresurar y me desearon; y los vientos, en la visión me hicieron volar, me llevaron a lo alto y me hicieron entrar en los cielos”. Si del texto anterior, cambiamos la palabra nubes por ovnis o naves, podremos deducir que Enoc observa una escuadrilla de nubes, o sea de ovnis. “Y una nube me llamó”, o sea fue subido a un ovni. “Me hicieron volar”, el ovni se puso en marcha. “Me llevaron a lo alto”, la nave ascendió. “Y me hicieron entrar en los cielos”; lo que es lo mismo, posiblemente la nave entró en algún tipo de nave nodriza. Y continúa: “Y yo, hasta este momento, estaba sobre mi rostro tapado, temblando, y el Señor, por su propia boca, me llamó y me dijo: ven aquí, Enoc y escucha mi palabra”. En este pasaje Enoc, ante la presencia física del Señor (Yavé), se cubre el rostro y se pone a temblar. Pero el Señor lo tranquilizó llamándole por su nombre “ven aquí, Enoc y escucha mi palabra”. O sea, el Señor es un ser con unas características físicas, más o menos sublimadas, pero que emite palabras. Similar experiencia vivió Moisés en el pasaje de la zarza ardiente. Volviendo al tema de Enoc: “En ese tiempo, un torbellino de viento me arrancó de la faz de la Tierra y me depositó en la extremidad de los cielos”. Concreto, y sencillo de trasladar este texto antiguo a la lógica de nuestro tiempo: En ese momento, un ovni me sacó de la superficie de la Tierra y me llevó a otro lugar del Cosmos. “…Después miré y vi, a los cuatro lados del Señor de los Espíritus, cuatro rostros diferentes de los que no duermen, y aprendí sus nombres que medió a decirme el ángel que andaba conmigo y me hacía conocer todos los secretos”.
Aquí podemos observar como Enoc es conducido por el ángel (supuesto extraterrestre) a la presencia del Señor de los Espíritus (seguramente el jefe de los extraterrestres) y ve a los cuatro arcángeles: Miguel, Rafael, Gabriel y Fanuel. Curiosamente la religión cristiana también hace referencia de estos cuatro arcángeles. Pero es digno de reseñar como miles años antes Enoc es llevado a la propia morada de la Jerarquía Celeste. Y sigue el relato: “Después me llevaron a un lugar cuyos habitantes son como un fuego ardiente, y que aparecen, cuando quieren, como hombres”. De nuevo Enoc es conducido a otra morada celeste, cuyos habitantes probablemente se han sublimado en el mundo astral. Estos seres tienen la facultad de desdoblarse. O sea, pueden estar operando en su real dimensión con toda su luminosidad y magnificencia y a su vez materializar un cuerpo físico y proyectarlo a una dimensión terrestre como la nuestra. ¿Tal vez se tratan de seres de otra dimensión? “Y llegó después que su nombre de Enoc fue elevado, en vida, cerca de este Hijo del Hombre y cerca del Señor de los Espíritus, lejos de los que habitan sobre el árido. Y fue elevado sobre el carro del viento, y el nombre de Enoc desapareció de entre ellos (de los que habitan sobre la Tierra)”. Reveladoras palabras de este texto antiguo. Por fin, podemos intuir a dónde fue llevado Enoc finalmente. Y cómo fue llevado. Asimismo, en este texto apócrifo del Libro de Enoc le es comunicado a nuestro personaje por los ángeles el funcionamiento de nuestro Sistema Solar. Como el Sol y la Luna rigen el día y la noche, el curso de las estaciones y el de los años. Así mismo le comunican cómo nuestro Sistema Solar no está solo en el Universo, sino que está conectado a través de las Doce Puertas o signos zodiacales con el espacio exterior, de donde recibe las distintas corrientes energéticas que todo el Sistema Solar debe experimentar e influenciando al propio hombre. Tal como nos lo confirma la Astrología. En el Antiguo Testamento, Enoc sólo aparece en cinco versículos del Génesis. Y al final se dice: «Y Enoc caminó con Dios y no fue visto más, pues Dios se lo llevó». En hebreo, la palabra enoch significa «el iniciado». Este iniciado se preocupó de que sus conocimientos no desaparecieran sin dejar rastro. Existen dos libros que no están incluidos en el Antiguo Testamento pero que se cuentan entre los textos apócrifos. Los Padres de la Iglesia que recopilaron la Biblia no supieron qué hacer con los textos de Enoc. Los excluyeron porque no los comprendían. Pero la Iglesia de Etiopía no hizo caso de las órdenes de los eclesiásticos que ostentaban el poder, con lo que el libro de Enoc acabó en el canon abisinio. También salió a la luz una variante eslava del mismo libro. La comparación de los dos textos realizada por los especialistas demostró de manera concluyente que ambos procedían de una misma fuente original escrita por un mismo autor, el propio Enoc.
El libro de Enoc no sólo está escrito en primera persona, sino que el autor recuerda constantemente su propia autoría. A este respecto podemos citar el siguiente párrafo: “En el primer mes del año trescientos sesenta y cinco de mi vida, el primer día del primer mes, yo, Enoc, estaba solo en mi casa (…) y aparecieron ante mí dos grandes figuras de hombres, como no las había visto nunca hasta entonces sobre la Tierra…. Ésta es la enseñanza completa y verdadera de la sabiduría, escrita por Enoc, su autor (…), y ahora mi hijo Matusalén, te lo digo todo y lo escribo para ti. Te he revelado todas estas cosas y te he transmitido los libros que tratan de ellas. Conserva, mi hijo Matusalén, estos libros de mano de tu padre, y traspásaselos a las generaciones futuras del mundo”. Deducimos que la fuente original procede del Enoc antediluviano pues llama Matusalén a su hijo. Además, Enoc afirma que estaba despierto y entregó a su familia instrucciones exactas sobre lo que debían hacer durante su ausencia. Tampoco puede haber sido una visión antes de la muerte, pues después de sus conversaciones con los «ángeles» regresó al lado de su familia. Sólo mucho más tarde desaparece entre las nubes en un carro de fuego. Como en el Antiguo Testamento, Enoc relata lo que sucede cuando los ángeles se amotinan. En el libro de Enoc se dice: “Cuando los hijos de los hombres se multiplicaron, les nacieron hijas encantadoras y amorosas. Cuando los ángeles, los hijos del cielo, las vieron, las desearon y se dijeron los unos a los otros: «Tomémonos esposas de entre las hijas de los hombres, para que nos den hijos.» Entonces su jefe, Semiaza, les dijo: «Temo que no llevéis a cabo esto; entonces yo tendría que cargar con la culpa de una gran transgresión.» Entonces, todos le contestaron: «Entonces, pronunciemos todos un juramento y comprometámonos a no renunciar a este plan y a llevarlo a cabo.» De modo que todos pronunciaron un juramento y se comprometieron a ello. Eran todos doscientos, que en los días de Jared bajaron de la cumbre del monte Hermón”. Esto muestra claramente un motín de «los hijos del cielo». Y lo que sucedió fue lo siguiente: “Todos ellos se tomaron esposas. Después empezaron a tener acceso con ellas y a hacer actos impuros con ellas. Y les enseñaron las artes de la magia y de las hierbas, y les enseñaron el conocimiento de las plantas. Y sus esposas quedaron preñadas y parieron gigantes de 100 varas de alto. Éstos devoraron las provisiones del resto de la gente. Pero cuando no quedó nada más para alimentarlos, los gigantes se volvieron contra la gente y se la comieron. Y empezaron a devorar pájaros, animales salvajes, criaturas que se arrastran y peces, y también se comían y se bebían la carne los unos a los otros. Y la Tierra se quejó en voz alta de estos monstruos”. ¿No os suena a los cuentos sobre Ogros? La escena antediluviana se describe con muchos detalles. Los ángeles que no habían participado en el motín lo observaban todo desde lo alto. Dieron parte al Señor (comandante), y éste decidió: «Toda la Tierra quedará sumergida; vendrá un diluvio de agua sobre la Tierra y destruirá todas las cosas».
El libro de Enoc es realmente sorprendente por el nivel de detalle que contiene y que no se encuentran en ningún otro texto. Enoc incluso facilita la lista de nombres de los dirigentes del motín así como sus funciones. Pero, ¿qué sucedió con Enoc? El Antiguo Testamento dice que Enoc desapareció sin dejar rastro y subió a las nubes en un carro de fuego. Los antiguos relatos judíos dan más detalles sobre su partida. Los ángeles, al parecer, habían prometido llevarse consigo a Enoc, pero todavía no habían fijado la fecha de la partida. «Me dijeron que viajaría a los cielos, pero todavía no sé cuál es el día en que os dejaré». De modo que Enoc reunió a los suyos a su alrededor y les contó lo que le habían dicho los ángeles. Les dijo especialmente que no ocultasen sus libros ni los guardasen en secreto, sino que se los hicieran accesibles a las generaciones futuras: “Sucedió que, mientras la gente estaba reunida alrededor de Enoc y él les hablaba, levantaron los ojos y vieron la figura de un corcel que bajaba del cielo a la tierra como en una tormenta. Y la gente dijo a Enoc lo que veía, y Enoc les dijo: «Este corcel ha descendido a la Tierra por mí. Ha llegado el momento y el día en que me iré de vuestro lado y no volveré a veros.» Y entonces llegó allí el corcel, y todos los hijos de los hombres lo vieron con sus propios ojos”. Estaba claro que los seres celestiales habían informado a Enoc de que el despegue sería muy peligroso para los presentes. Por ello, él intentó apartarlos. “Advirtió a los espectadores varias veces que no lo siguieran, «para que no muráis». Algunos titubearon y se apartaron a una buena distancia, pero los más insistentes querían contemplar de cerca la partida de Enoc. Le dijeron: «Te acompañaremos al lugar a donde vayas; sólo la muerte nos apartará de ti». Como no hicieron caso de sus palabras, él no habló más con ellos, y ellos lo siguieron y no volvieron atrás. Y sucedió que Enoc subió al cielo entre una tormenta, sobre corceles de fuego, en un carro de fuego. Esta ascensión a los cielos produjo la muerte a todos los observadores. Al día siguiente, la gente fue a buscar a los que habían acompañado a Enoc. Y los buscaron en el lugar donde Enoc subió al cielo. Y cuando llegaron al lugar, encontraron la tierra cubierta de nieve y entre la nieve había grandes piedras como de granizo. Y se dijeron entre sí: «Apartemos la nieve y veamos si encontramos a los que acompañaron a Enoc». Y apartaron la nieve y encontraron a los que habían acompañado a Enoc, muertos bajo la nieve. Buscaron también a Enoc, pero no lo encontraron, pues habla subido a los cielos (…). Esto sucedió en el año 113 de la vida de Lamech, hijo de Matusalén”.
Parece difícil creer que un “dios” misericordioso, o sus enviados, dejaran que centenares de personas, que habían escuchado a Enoc y lo habían acompañado al punto de despegue, quedaban reducidos a cenizas, mientras su maestro Enoc ascendía a los cielos. Enoc ascendió a los cielos entre una tormenta, en un carro de fuego, mientras abajo los receptores de su sabiduría ardían, junto con la tierra y las piedras, y quedaban convertidas en cenizas blancas como la nieve. A este respecto debemos decir que algunos tipos de piedra caliza se ponen blancos como la nieve cuando se someten a un calor elevado. Ninguno de estos hechos: la caída de los ángeles rebeldes, el diluvio, la ascensión de Enoc o el viaje espacial de Abraham encajan con la imagen de un Dios misericordioso. Además, ¿por qué un Dios omnipresente tenía que llamar a su presencia a Abraham para hablar con él? Si era omnisciente debería saber lo que pensaba y sentía Abraham. En este caso, ¿para qué se necesitaba una nave espacial que rotaba sobre su eje por encima de la Tierra? Parece claro que el Dios que se describe en estos textos no parece ser el Creador omnipresente al que veneran las religiones. Parece más razonable pensar en viajeros extraterrestres. Bajo esta perspectiva podemos entender entonces las actitudes “tan humanas” de estos ángeles caídos, tales como sus impulsos sexuales. Podemos también entender entonces las causas del diluvio y del deseo del «dios» de comunicarse con seres humanos determinados; y asimismo podemos entender por qué murieron quemadas las muchas personas que no hicieron caso de las advertencias de Enoc. Así resulta comprensible el miedo de la gente al día del juicio, a algún tipo de ajuste de cuentas universal. Pues «dios» había prometido regresar. “…Y mientras tanto, los ángeles trabajaban los bosques, y cuando los ángeles hayan acabado esta obra, yo extenderé mi mano sobre ella, y yo la guardaré, y la raza de vida saldría de ella”. Existe un texto antiguo titulado Apócrifo del Génesis que fue encontrado entre los documentos del Qumran o Papiros del Mar Muerto, donde se contiene, en forma magistral, la manipulación genética efectuada por los extraterrestres en la persona de Noé. El texto dice: “Después de un tiempo, su hijo Matusalén tomó una mujer para su hijo Lamec. Ella concibió y engendró un hijo, cuya carne era blanca como la nieve y rosada como una rosa; sus cabellos limpios como la nieve; sus ojos tan bellos que cuando los abría brillaban más que el Sol. Apenas depositado por la partera en su lecho, abrió su boca y levantó su voz al Señor de la Justicia (Adonai). Su padre Lamec, tuvo temor de este hijo tan singular y fue a buscar a Matusalén, su propio padre, y le dijo: ‘He puesto en el Mundo un niño diferente a todos los demás. No es como los hombres, se asemeja más a los hijos del cielo. Su naturaleza es diversa de la nuestra”. Como podemos observar, de este párrafo se desprende una clara diferenciación genética entre este niño y sus semejantes, hecho que es constatado por su padre y abuelo y que, a su vez, crea dudas en Lamec. Este niño aquí nacido no es otro que Noé, que jugó un papel decisivo en la continuidad selectiva del género humano. Es evidente que el personaje y su papel histórico tuvo que estar revestido de ayuda extraterrestre.
Sigue luego el texto: “… Y entonces yo pensé dentro de mí, que ella había concebido por obra de los vigías celestes y que por los ángeles había sido instruida. Por eso mi corazón cambió dentro de mí con respecto a este niño”. Aquí se desprende el perfecto conocimiento de los Patriarcas antiguos de estas intervenciones genéticas, que han hecho posible el nacimiento del hombre actual. La Biblia sitúa a nuestro personaje Noé dentro de un momento histórico importante y a su vez decisivo para la humanidad como es el Diluvio Universal. Efectivamente, siguiendo el texto bíblico, podemos ver como Noé y su familia, junto a una representación de las demás especies, es preservado de las aguas mediante el Arca, bajo la tutela de Yavé. Ahora bien. ¿Fue realmente un Diluvio?. Son varios los contactados actuales que, a través de revelación extraterrestre, afirman que una de las causas del hundimiento de la Atlántida fue la caída de una segunda luna que orbitaba alrededor de la Tierra. El impacto de este satélite, aparte de hundir el continente atlante, seguidamente provocó crisis periódicas de asentamiento con oscilaciones ondulatorias de Este hacia Oeste y viceversa, produciendo flujos y reflujos de las aguas de los océanos y de los mares, provocando olas gigantes de una altura superior a los 175 metros, con un poder de penetración en la superficie terrestre de muchos kilómetros. Según estos relatos, no fue por tanto la lluvia la que provoco esta calamidad global. ¿Fueron los habitantes del Arca de Noé los únicos sobrevivientes? Creemos que no, ya que así lo atestiguan en sus escritos sagrados varias razas y culturas. Asimismo, los indios americanos también fueron advertidos o evacuados con todos sus enseres, sobre las altas cimas de la cordillera andina y sobre las altiplanicies mejicanas. Parece ser que sobrevivientes de la Atlántida se trasladaron a Egipto, dando lugar a la esplendorosa civilización y convirtiéndose en foco de sabiduría y conocimiento. En sus templos y escuelas de iniciación aprendieron personajes como Platón o Pitágoras. Pero sigamos con Noé. En el Génesis se dice: “Hazte un Arca de maderas resinosas, divídela en compartimentos y calafatéala con pez por dentro y por fuera. Estas serán sus dimensiones: trescientos codos de largura, cincuenta de anchura y treinta de altura. Entrarás tú en el Arca y contigo tus tres hijos y tu mujer y las mujeres de tus hijos. De todos los seres vivientes meterás contigo en el Arca dos individuos de cada especie, macho y hembra, para que se salven contigo”.
Yavé ordena a Noé la construcción de un Arca y le da las instrucciones pertinentes para abordar el proyecto. Asimismo le ordena que, una vez construida el Arca, deberá hacer entrar en ella, aparte de su familia, una pareja de cada especie. ¿Tal vez una muestra de ADN de cada especie? Este vasto y ambicioso proyecto, de ninguna manera pudo ser realizado solamente por Noé y sus tres hijos. Más bien se supone que todo un colectivo extraterrestre estuvo trabajando, con su alta tecnología, para hacer viable tan magno proyecto. El Arca, ¿era una enorme barcaza o pudo ser otra cosa. Por ejemplo, un tipo de submarino o una nave espacial? Continuando con el Libro de Enoc, leemos: “En estos días, la palabra del Señor del Universo me fue dirigida y él me dijo: Noé, tu destino ha llegado junto a mí, un destino en el que no hay reproche, un destino de amor y de equidad. Y mientras tanto, los ángeles trabajaban los bosques. Y cuando los ángeles hayan acabado esta obra, yo extenderé mi mano sobre ella, y yo la guardaré, y la raza de vida saldrá de ella”. En el primer versículo, el Señor del Universo (Yavé), ensalza el buen comportamiento de Noé y cómo éste está lleno de amor y rectitud. Altamente reveladoras son las palabras del segundo versículo donde se puede apreciar una clara alusión al tema del Arca. Para la interpretación de este texto podemos considerar que los ángeles (extraterrestres), trabajan y elaboran la construcción del Arca. Cuando ésta esté ultimada deberán meter dentro de ella a todo el colectivo animal y la ingente cantidad de alimentos y forrajes para alimentar a todas las especies, o las muestras de ADN. Tarea ardua y problemática al tratarse supuestamente de una enorme barcaza. Después, una vez el Arca esté sobre las aguas, será vigilada y tutelada por Yavé. Para al final, salir de ella Noé con su familia y todo el colectivo animal. Pero también sería posible que los ángeles estén en los bosques buscando y recogiendo las especies animales para llevarlos a un centro de operaciones o base, donde se encontraría ubicada una grandiosa astronave (Ovni), tal vez con comportamiento anfibio (parecido a la historia de Jonás y la ballena). De todos modos, a lo mejor el Arca estuvo volando por encima de la Tierra en lugar de flotar o sumergirse en las aguas. Pero sigamos con la interpretación del texto del Libro de Enoc: ”…Y cuando los ángeles hayan acabado esta obra (es decir, cuando los extraterrestres hayan concluido esta operación de recolección y salvamento). …Yo extenderé mi mano sobre ella, y yo la guardare”; aquí Yavé es más explícito, pues nos dice como él, de forma personal, estará al frente de esta operación de salvamento. Y asimismo, va a tutelar las evoluciones del Arca o astronave sobre las aguas. Y nos afirma que la salvará, o sea, que la operación será un éxito:”Y la raza de vida saldría de ella”. O lo que es lo mismo, la vida, tanto humana representada en Noé y su familia, como la animal, será preservada bajo la tutela extraterrestre.
El quinto capítulo del Génesis da la lista de las genealogías de esos patriarcas, las edades en que tuvieron a sus primogénitos y la edad en que murieron. Sin embargo, Enoc es una excepción. No existe ninguna mención sobre su muerte. Explicando que él “anduvo con Dios“, el Génesis afirma que, a la edad de 365 años, curiosamente el número de días del año solar, Enoc “desapareció” de la Tierra, “pues Dios lo arrebató“. Los comentaristas judíos frecuentemente citaron fuentes más antiguas que parecían describir el real ascenso al cielo de Enoc, donde fue transformado en Metatrón, el “Príncipe del Semblante” de Dios, y que se quedaba postrado atrás de Su trono. Según esas leyendas, cuando Enoc fue llamado a la casa del Señor, un caballo de fuego vino a recogerlo. En aquella época, el patriarca predicaba virtud al pueblo. Cuando el pueblo vio el caballo flamante descendiendo del cielo, pidió una explicación a Enoc, que les dijo: “Sepan que llegó la hora de dejarlos y subir a los cielos“. Pero, cuando montó el caballo, el pueblo intentó evitar su partida y lo siguieron durante una semana. “Entonces, el séptimo día, un coche de fuego tirado por ángeles y caballos flamantes descendió y arrebató Enoc“. Mientras el patriarca subía, los ángeles se quejaron al Señor: “¿Cómo puede un hombre nacido de mujer ascender a los cielos?“. Dios destacó la piedad y devoción de Enoc y abrió para él las Puertas de la Vida y de la Sabiduría, y lo vistió con una ropa magnífica y una corona luminosa. Como en otros casos, las referencias más críticas en las escrituras muchas veces sugieren que el antiguo redactor partía de la hipótesis de que el lector conocía otros textos más detallados sobre el tema en cuestión. Existen menciones explicitas a esos escritos, tales como el Libro de la Virtud o El Libro de las Guerras de Yavé, por lo que se supone deben haber existido realmente, pero seguramente se han perdido. En el caso de Enoc, el Nuevo Testamento amplía la información, diciendo que el patriarca fue “llevado por Dios a fin de escapar de la muerte” y mencionando el propio testimonio de Enoc, dictado por él antes de ser “arrebatado” para la inmortalidad. La Epístola de San Judas, hablando de las profecías de Enoc, hace referencias a textos escritos por el patriarca. Asimismo, varios escritos cristianos también contienen referencias similares. De hecho, circulan desde el siglo II a.C. diferentes versiones del Libro de Enoc. Cuando durante el siglo XIX fueron analizados los manuscritos, los expertos concluyeron que provenían básicamente de dos fuentes. La primera, llamada Libro Etíope de Enoc, que es la traducción al griego de un original en hebreo. La otra, llamada II Enoc, es una traducción de un original griego cuyo título era El Libro de los Secretos de Enoc. Escrito en primera persona, El Libro de los Secretos de Enoc parece explicar claramente la visita a algún tipo de gran nave espacial con distintos compartimentos y comienza en una fecha precisa y en un lugar determinado: “El primer día del primer mes del año 365 yo estaba sólo en mi casa, reposando en mi lecho, y adormecí… Entonces surgieron delante de mí dos hombres muy altos, como yo jamás viera en la Tierra. Tenían el rostro brillante como el sol, los ojos eran como candelas y fuego salía de sus labios. Las ropas que usaban parecían de penas, los pies eran morados. Sus alas eran más brillantes que el oro y las manos más blancas que la nieve. Ellos estaban junto a la cabecera y me llamaron por el nombre”. Como Enoc dormía cuando esos extraños seres llegaron, él insiste en decir que se despertó: “Vi claramente esos hombres parados delante de mí“.
El patriarca los saludó, asustado, pero los dos seres lo tranquilizaron: “Alégrate, Enoc, no te asustes. El Dios Eterno nos mandó aquí y hoy tú ascenderás con nosotros al cielo”. Los dos dijeron entonces a Enoc que despertara a su familia y los criados, dándoles órdenes para no buscarlo. El patriarca obedeció, aprovechando la oportunidad para instruir a sus hijos sobre el camino de la virtud. Entonces llegó la hora de la partida:”Cuando terminé de hablar con mis hijos, los dos hombres me llamaron, me tomaron en sus alas y me colocaron en las nubes; y he ahí que las nubes se movieron… Subiendo más, vi el aire y, más alto aún, el espacio celeste. Inicialmente ellos me pusieron en el Primer Cielo y me mostraron un mar inmenso mayor que el terrestre”. Ascendiendo al cielo en “nubes que se movían“, Enoc fue transportado al Primer Cielo, donde “doscientos ángeles gobiernan las estrellas“, y enseguida fueron al sombrío Segundo Cielo. De ahí él fue para el Tercero, donde le mostraron: “Un jardín agradable a la vista, bellos y perfumados árboles y frutos. En medio de él queda un Árbol de la Vida – en el lugar donde Dios reposa cuando viene al paraíso”. Impresionado con la magnificencia del árbol, Enoc intenta describir el Árbol de la Vida con las siguientes palabras: “Él es más bello que cualquier cosa ya creada; en todos sus lados parece hecho de oro y carmesí, y es transparente como el fuego“. De las raíces salían cuatro ríos que vertían miel, leche, vino y aceite (¿una máquina suministradora de alimentos?), y ellos descendían de ese paraíso celeste para el Jardín del Edén haciendo una vuelta en torno a la Tierra. Ese Tercer Cielo y su Árbol de la Vida eran guardados por trescientos ángeles “muy gloriosos” y era allí que quedaba situado el Lugar de los Justos y el Lugar Terrible, donde los malos sufrían torturas. Subiendo al Cuarto Cielo, Enoc pudo ver luces y varias criaturas formidables, además de la “hueste” del Señor. En el Quinto Cielo, más “huestes“; en el Sexto, “grupos de ángeles que estudian la evolución de las estrellas“. Alcanzando el Séptimo Cielo, donde los mayores ángeles andaban apresuradamente de un lado para el otro, Enoc vio a Dios de lejos, sentado en su trono. Los dos hombres alados y su nube móvil (¿un tipo de ascensor?) colocaron al patriarca en la frontera del Séptimo Cielo y partieron. Entonces el Señor mandó al ángel Gabriel que fuera a recibirlo y lo trajera a su presencia. Durante 33 días Enoc fue instruido sobre todo el conocimiento y los acontecimientos del pasado y del futuro. Después de ese periodo, un ángel “con fisonomía muy fría” lo devolvió a la Tierra. En total Enoc se ausentó sesenta días de la Tierra. Y este retorno se le permitió para poder enseñar a sus hijos las leyes y mandamientos. Treinta días después, el patriarca fue llevado nuevamente al cielo, esta vez para siempre. Escrito como testamento personal y como reseña histórica, el Libro Etíope de Enoc, cuyo título original probablemente era las Palabras de Enoc, describe no sólo los viajes al cielo sino también un viaje por los cuatro confines de la Tierra. Mientras viajaba a los confines Norte de la Tierra, el patriarca avistó “un grande y glorioso artefacto“, cuya naturaleza no es descrita. Y en ese lugar, así como en los confines Este de la Tierra, vio “tres puertas del cielo dentro del cielo“, a través de los cuáles se veía granizo y nieve.”De ahí fui para los confines sur de la Tierra y allá, por los portales del cielo, salían el rocío y la lluvia”. Enseguida, Enoc fue a ver las puertas occidentales, a través de los cuales pasaban las estrellas siguiendo su curso.
Sin embargo, los principales misterios y secretos del pasado y del futuro sólo fueron revelados la Enoc cuando llegó “por la mitad de la Tierra” y al Este y Oeste de ese punto. El “medio de la Tierra” u ombligo del mundo era el lugar del futuro Templo Sagrado de Jerusalén. En su viaje al Este de ese lugar, Enoc llegó al Árbol del Conocimiento y, hacia el Oeste (¿Atlántida?), le fue mostrado el Árbol de la Vida. En el viaje hacia el Este, Enoc pasó por montañas y desiertos, vio cursos de agua saliendo de picos rocosos cubiertos de nieve y hielo (“agua que no corre“) y árboles perfumados. Siguiendo cada vez más hacia el Este, se encontró en las montañas que rodean el mar de Eritrea (mar Rojo y el mar de Arabia) y entonces Zotrel, el ángel que guardaba la entrada al paraíso, le permitió entrar en el Jardín de la Virtud. En este jardín, entre magníficos árboles, avistó el Árbol del Conocimiento. Era tan alto como un pino, con hojas parecidas a la del algarrobo y frutos como los racimos de una vid. Es curiosa la similitud de esta descripción con la del muérdago, la planta sagrada de los druidas. El ángel que acompañaba a Enoc le explicó que aquél era exactamente el árbol cuyo fruto Adán y Eva habían comido antes de que fueran expulsados del Jardín del Edén. En su viaje hacia el Oeste, Enoc llegó a “una cadena de montañas de fuego, que ardían día y noche” (se supone que era una zona volcánica activa, lo cual puede coincidir con algunas descripciones de la Atlántida). Más adelante llegó a un valle rodeado por seis montañas separadas por profundas y angostas quebradas. Una séptima montaña se elevaba entre ellas “pareciendo un trono, toda cercada de árboles aromáticos; entre ellas había uno cuyo perfume yo jamás hube sentido… y sus frutos eran como los dátiles de una palmera“. ¿Podría ser una pirámide o zigurat? El ángel que acompañaba a Enoc le explicó que la montaña del medio era el trono “donde el Gran Santo, el Señor de la Gloria, el Rey Eterno irá a sentarse cuando viniera a la Tierra“. Y con respecto al árbol, cuyos frutos parecían dátiles, dijo: “Cuanto al árbol perfumado, ningún mortal tiene permiso de tocarlo hasta el Gran Juicio…Sus frutos serán alimento para los electos… Su aroma estará en sus huesos. Y ellos tendrán vida larga en la Tierra”. Fue durante esos viajes que Enoc vio “que los ángeles recibían largos cordones, que cogían sus alas y que partían hacia el Norte“. Cuando preguntó lo que estaba aconteciendo, el ángel acompañante le dijo: “Ellos partieron para medir… traerán las medidas de los justos para los justos y las cuerdas de los justos para los justos… todas esas medidas revelarán los secretos de la Tierra“. Terminado su viaje por todos los lugares secretos de la Tierra, llegó la hora de Enoc para partir hacia el cielo. Y fue llevado a una “montaña cuya cumbre alcanzaba el cielo” y para un País de las Tinieblas (¿cavernas?). “Y ellos (los ángeles) me llevaron a un lugar donde los que allá estaban eran como fuego flamante y, cuando deseaban, aparecían como hombres. Y ellos me llevaron hacia un lugar de tinieblas y para una montaña cuyo pico llegaba al cielo. Y yo vi la cámara de los luminares, los tesoros de las estrellas y del trueno en las grandes profundidades, donde había un arco y flechas flamantes con su aljaba, una espada flamante y todos los rayos”.
En el caso de Alejandro, la inmortalidad escapó de sus manos porque él fue a buscarla en contra de su destino. Sin embargo, Enoc, como después los faraones, viajaba bajo la bendición divina. Por esta razón fue considerado digno de proseguir y por eso “ellos me llevaron al Agua de la Vida“. Continuando adelante, el patriarca llegó a la Casa de Fuego: “Entré hasta aproximarme a una pared hecha de cristales y cercada de lenguas de fuego, lo que me causó miedo. Avancé por entre las llamaradas y llegué cerca de una gran casa hecha de cristales. Las paredes y el suelo eran un mosaico de cristal. El techo parecía el camino de las estrellas y de los rayos, y entre ellos se veían flamantes querubines y su cielo era como agua. Un fuego resplandeciente cercaba las paredes y los portales ardían con fuego. Entré en esa casa y ella era caliente como el fuego y fría como el hielo…Miré hacia dentro de ella y vi un imponente trono. Parecía de cristal y sus ruedas eran como el sol brillante, y hubo la aparición de querubines. Y, por abajo del trono salían ríos de fuego, de modo que no pude mirar atrás de él”. ¿Podría tratarse de la descripción de una gran y espectacular nave espacial? Después de alcanzar el “Río de Fuego“, Enoc fue llevado hacia el cielo. Entonces pudo ver toda la Tierra – “las desembocaduras de todos los ríos de la Tierra… todos los marcos de frontera de la Tierra… y los vientos cargando las nubes“. Una perfecta descripción de la Tierra por parte de alguien que viaja al espacio. Subiendo más, se quedó “donde los vientos que estiran las bóvedas de la Tierra y tienen su estación entre el cielo y la Tierra”. “Vi los vientos del cielo que giran y traen la circunferencia del Sol y de todas las estrellas”. Siguiendo “los caminos de los ángeles“, Enoc llegó a un punto del “firmamento del cielo arriba“, desde el que pudo ver “el fin de la Tierra“. Se supone que debía estar a una gran distancia de la Tierra. De ese lugar, consiguió avistar la expansión de los cielos (¿?) y “siete estrellas como grandes montañas centelleantes“, “siete montañas de magníficas piedras“. Del punto donde observaba esos cuerpos celestiales, “tres quedaban para el Este, en la región del fuego celeste“, y fue allí que el patriarca vio “columnas de fuego” subiendo y bajando, erupciones “además de cualquier medida, tanto en anchura como largura“. En el otro lado, los tres cuerpos celestiales estaban “para el Sur” y allí Enoc vio “un abismo, un lugar sin firmamento del cielo sobre él y ninguna tierra firme debajo… un vacío, un lugar preocupante” (¿?). Cuando pidió una explicación al ángel que lo transportaba, oyó: “Allá los cielos fueron completados… es el fin del cielo y de la Tierra, una prisión para las estrellas y huestes del cielo“. (¿Un agujero negro?). La estrella del medio “llegaba al cielo como el trono de Dios” (¿una galaxia?). Daba la impresión de ser de alabastro “y la cúpula del trono parecía hecha de zafiro“. La estrella era como “un fuego flamante“.
Continuando el relato sobre su sorprendente viaje a los cielos, Enoc dice: “Proseguí hasta donde las cosas eran caóticas y allá vi algo terrible“. Lo que lo impresionó fueron “estrellas del cielo amarradas unas a las otras“. Realmente parece que esté describiendo los bordes de un agujero negro en una galaxia, en donde efectivamente las estrellas se concentran. El ángel explicó: “Son las estrellas del cielo que transgredieron el mandamiento del Señor y están presas aquí hasta que pasen 10 mil años“. El patriarca entonces finaliza su increíble historia: “Y yo, Enoc, solo vi la visión, el fin de todas las cosas, y ningún hombre los verá como yo“. Después de recibir todo tipo de conocimientos en el reino celestial, fue devuelto a la Tierra para transmitir esas enseñanzas a los otros hombres. Por un periodo de tiempo no conocido, “Enoc permaneció escondido y ningún hijo de hombre sabía donde él vivía o lo que había sido de él“. Sin embargo, cuando el diluvio se aproximaba, Enoc escribió sus enseñanzas y aconsejó a su bisnieto Noé ser virtuoso y digno de salvación. Cumplida esa obligación, el patriarca una vez más “fue elevado de entre aquellos que habitaban la Tierra. Él fue llevado para lo alto en la Carroza de los Espíritus y desapareció entre ellos“. Asimismo sorprendente es el caso de Abraham (o Abram) y Lot durante la destrucción de Sodoma y Gomorra. Según se narra, varias astronaves relucientes de grandes dimensiones se ponen en la vertical de ambas ciudades y lanzan un potente rayo (¿armas atómicas?) destruyendo todo vestigio de vida en la zona, incluida la mujer de Lot. Abraham es contactado por Yavé, que le hace emigrar desde Jarán hasta Canán. Allí establece con él un pacto o alianza. Esta alianza se mantendría para la descendencia de Abraham. Se supone que ellos serían los guías o gobernantes del resto de los pueblos. Por ello, cuando se planeó la destrucción de Sodoma y Gomorra, Abraham y su familia tuvieron que ser preservados de esta destrucción, para así poderse realizar el pacto o programa extraterrestre. Pero veamos en el texto bíblico los distintos pasos de este gran contactado de la antigüedad llamado Abraham. En el Génesis se dice: “Yavé dijo a Abram: sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre y vete al país que yo te indicaré. Tomó consigo a Sara, su mujer, y a Lot, su sobrino, con todas las cosas que poseía y los siervos adquiridos en Jarán. Y así se pusieron en camino hacia la tierra de Canán… Apareciose Yavé a Abram diciéndole: A tu posteridad daré yo esta tierra“. Como podemos observar, de nuevo Yavé (supuesto jefe extraterrestre) de una forma personal, se dirige a este nuevo patriarca (contactado) llamado Abraham. Este es elegido por Yavé entre todo un colectivo humano, para realizar una misión específica. Efectivamente, Abraham, hombre de gran evolución y cierto carisma, en su tierra natal Ur (tierra de caldeos) no había aceptado los ídolos y ritos de aquellos pueblos. Pues desde su juventud ya traía arraigada la idea del Dios Único. Por este motivo Yavé lo elige y hace que se dirija hacia la tierra de Canán. Esta era una tierra programada. Era la tierra prometida. En la que posteriormente debería asentarse el pueblo de Israel o pueblo elegido. Y así Yavé se lo promete: “A tu posteridad daré yo esta tierra”.
Esta promesa se confirma en el siguiente texto del Génesis: “Entonces Yavé le dijo: Sabe ya desde ahora que tus descendientes morarán como extranjeros en una tierra extraña, en la que serán esclavos y se verán oprimidos durante cuatrocientos años; pero yo juzgaré al pueblo al que habrán servido y después saldrán de él con mucha hacienda”. Aquí Yavé le anuncia a Abraham cómo su descendencia vivirá durante cuatrocientos años de esclavitud en Egipto. De allí surgirá un nuevo contactado llamado Moisés, que bajo la guía y tutela extraterrestre sacará al pueblo de Israel de Egipto y lo establecerá definitivamente en la tierra de Canán o tierra prometida. También en el Génesis se explica un comportamiento más propio del trato con seres humanos que divinos: “Se apareció Yavé a Abraham junto al encinar de Mambré, estando él sentado ante su tienda durante el calor del día. Alzados los ojos miró y he aquí que vio tres hombres que estaban de pie cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, y postrándose en tierra dijo: Mi señor, te lo ruego, si he hallado gracia a tus ojos, no pases sin detenerte con tu siervo. Se os traerá un poco de agua, os lavareis los pies y reposareis a la sombra de este árbol. Yo voy a buscar un bocado de pan y así os repondréis antes de pasar adelante, porque no por nada habéis pasado cerca de vuestro siervo. Ellos respondieron: Haz como has dicho. Abraham fue rápido a la tienda de Sara y le dijo: Toma presto tres medidas de harina, amásala y haz panecillos. Entretanto él corrió al establo, tomó un becerro tierno y cebado y se lo dio a su siervo, que a toda prisa fue a prepararlo. Tomó después manteca y leche y el becerro ya aderezado y se lo presentó a ellos. Él se quedó de pié junto a ellos bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron: ¿Donde está Sara, tu mujer? A lo que respondió: Está en la tienda. Uno de los huéspedes prosiguió: Dentro de un año volveré a ti. Para entonces tu mujer Sara tendrá un hijo. Sara escuchaba a la entrada de la tienda detrás del que hablaba. Abraham y Sara eran viejos y a Sara le habían cesado ya los ciclos menstruales. Se rió Sara pensando para sí: ¿Después de haber envejecido he de conocer el placer, siendo mi marido también viejo?. Más Yavé le dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciéndose: ¿Podrá ser verdad que he de parir siendo tan vieja?, ¿Hay algo difícil para Yavé?. Ciertamente volveré de aquí a un año y Sara tendrá un hijo. Habiéndose levantado, marcharon en dirección de Sodoma. Abraham iba acompañándolos”.
Elocuente y significativo este texto bíblico, que nos muestra claramente un contacto entre Abraham y un pequeño colectivo supuestamente extraterrestre. El contacto se inicia con la postración en tierra de Abraham, delante de Yavé. Le llama Mi Señor, lo cual indica un reconocimiento y una aceptación del rango y jerarquía de Yavé. La naturaleza humana de estos tres seres que contactan con Abraham no admite paliativos. Pues Yavé y los dos ángeles son invitados por Abraham a comer. Y de hecho comieron pan, carne, manteca y bebieron leche. ¿Pero cuáles eran los motivos reales de esta visita de Yavé y sus acompañantes?. Este Dios extraterrestre (Yavé) es quién le anuncia a Abraham que tendrá un hijo (Isaac). Tal vez necesario para ir preparando el nacimiento futuro de Jesús. Yavé dice a Abraham que su mujer Sara tendrá un hijo aún siendo estéril. Sara y Abraham se ríen y desconfían de que pueda realizarse el milagro, pero no obstante lo tendrían, puesto que para los seres del espacio aparentemente pocas cosas son imposibles. Por esta razón nació el tan esperado hijo que debería continuar el código genético evolutivo. Para comenzar, vamos a partir de un ejemplo de lo que a nuestro nivel de comprensión viene a ser un Dios (Elohim) como el que Abraham y Lot contactaron en su momento. Mediante inseminación artificial irían depositando en las hembras de distintos planetas que visitarían periódicamente con sus naves espaciales. A este respecto basta recordar el pasaje: “los hijos de los Dioses se juntaron con las hijas de los hombres y las fecundaron”. Por otro lado, se intuye que Yavé informa a Abraham sobre sus planes para la destrucción de Sodoma y Gomorra. En este punto, Abraham intercede a favor de los habitantes de las dos ciudades. Según el Génesis: “Cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma, al atardecer, Lot se encontraba sentado a la puerta de la ciudad. Apenas los vio se levantó, fue a su encuentro, se prosternó rostro en tierra y les dijo: Os ruego, señores míos, que os dignéis venir a la casa de vuestro siervo para pasar en ella la noche y lavaros los pies. Por la mañana, una vez levantados, seguiréis vuestro camino. Pero ellos le respondieron: No, pasaremos la noche en la plaza. Más él insistió tanto que se fueron con él y se hospedaron en su casa. Les preparó un banquete, coció panes sin levadura y ellos comieron. Pero antes de que se acostasen, los hombres de la ciudad, los sodomitas, todo el pueblo, jóvenes y ancianos, sin excepción, cercaron la casa. Llamaron a Lot y le dijeron: ¿dónde están esos hombres que han venido a ti esta noche?. Sácanoslos para que abusemos de ellos. Lot se presentó ante ellos a la entrada y, habiendo cerrado la puerta tras de sí, les dijo: os ruego, hermanos míos, que no cometáis tal maldad. Escuchad: Yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las voy a sacar fuera y haced con ellas como os parezca, mas no hagáis nada a estos hombres, pues han entrado a la sombra de mi tejado. Pero ellos le respondieron: ¡Quítate de ahí!, y se decían: vino este aquí como extranjero y quiere erigirse en juez; haremos contigo peor que con ellos. Le empujaron violentamente y se disponían a romper la puerta. Más los dos hombres sacaron su brazo, metieron a Lot con ellos en casa, cerrando la puerta e hirieron de ceguera a los hombres que estaban ante la puerta, desde el más joven hasta el más anciano, de modo que se esforzaron en vano y no encontraban la puerta”.
Lot era sobrino de Abraham. Partió con él desde Ur (Caldea) y acompañó a Abraham durante su etapa en Egipto. Y, por fin, se estableció con su familia en la parte oriental del valle del Jordán, cerca de Sodoma. Fue en la puerta de esta ciudad, donde Lot se entrevista con los dos ángeles enviados de Yavé. Lot los invita a cenar y a pasar la noche en su casa. Pero durante el sueño, los habitantes de la lujuriosa ciudad se acercaron a Lot pidiendo que les dejara a los seres del espacio para forzarles sexualmente. Lot, temeroso de la justicia de estos y de su reacción, les ofrece a sus propias hijas vírgenes, pero los sodomitas insisten y penetran en su casa. Entonces los extraterrestres se ponen delante del pueblo, y de sus cinturones metálicos brillantes sale un rayo cegador que los arroja al suelo, por lo que estos lujuriosos escapan despavoridos del recinto. En el Génesis continúa el relato: “Al despuntar el alba los ángeles daban prisa a Lot diciéndole: Levántate, toma contigo a tu mujer y a tus hijas que se encuentran aquí o de otro modo perecerás en el castigo de la ciudad. Después que le hubieron sacado fuera, uno de los ángeles le dijo: Ponte a salvo, no mires hacia atrás ni te detengas en parte alguna de esta llanura; huye a la montaña para que no perezcas. Entonces Yavé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego desde el cielo. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura, y todos los habitantes de las ciudades y toda la vegetación del suelo. Pero la mujer de Lot se volvió para mirar atrás y se convirtió en una estatua de sal”. Dentro de la investigación extraterrestre, estos textos bíblicos sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra, han suscitado múltiples polémicas y las más variadas opiniones de lo que allí pudo ocurrir y las causas que lo motivaron, tal como antes ya hemos indicado. En el Éxodo se explica: “Yavé les precedía de día en columna de nube para marcarles el camino, y en columna de fuego de noche para alumbrarles; así podían caminar tanto de día como de noche. La columna de nube no se apartó del pueblo de día, ni de noche la de fuego”. No es fácil escribir sobre un personaje de la talla de Moisés, sin caer seducido por la trascendente misión que este famoso contactado de la antigüedad protagonizó. Efectivamente, Moisés fue elegido para realizar una misión en que el pueblo de Israel es designado por Yavé para que sea la fuente de la Revelación. Se supone que los Elohim o extraterrestres vieron en los hebreos ciertas características que les hacían más propicios para una misión especial. A este respecto es de considerar que Noé, mediante su salvación de las aguas, se convirtió en el depositario del código genético de la nueva Humanidad postdiluviana. Así mismo, Abraham es designado para continuar esta misión. Posteriormente pasó a Isaac, después a Jacob, hasta llegar a José, que se estableció en Egipto.
Moisés, siguiendo las instrucciones de Yave, saca al pueblo judío de Egipto. Durante 40 años lo hace caminar por el desierto. En el Monte Sinaí, recibe las Tablas de la Ley, que pretendían establecer unas normas de comportamiento y servían para inculcarle al pueblo la idea de un Dios único. El posterior asentamiento de las Doce Tribus de Israel en la Tierra Prometida, obedece a un plan. Si observamos la ubicación geográfica de la Tierra Prometida, veremos que es paso obligado para todos los pueblos que querían ir de Oriente a Occidente y viceversa. Así, debido a esta circunstancia geográfica, el pueblo de Israel se convertía en el portavoz de la idea del Dios único para todos los pueblos y naciones. Diversos autores han tratado de situar el nacimiento de Moisés, bien en el seno de la raza hebrea, o bien en la egipcia, debido al tribalismo propio de todo colectivo. Es lógico que los judíos hicieran de Moisés un héroe nacional y por tanto, patriota, nacido y parido por una judía. Pero son varios los estudiosos que manifiestan un origen materno de Moisés dentro del pueblo egipcio, que a su vez lo desterró por haberles traicionado. En el Éxodo también se dice: “Concibió la mujer y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso lo tuvo escondido durante tres meses, pero no pudiendo ocultarlo ya por mas tiempo, tomó una cestita de papiro, la calafateó con betún y pez, metió en ella al niño y la puso entre los juncos de la orilla del río. La hermana del niño se apostó a lo lejos para ver lo que pasaba. Bajó la hija del faraón a bañarse en el río, divisó la cestita entre los juncos y envió una criada suya para que la cogiera. Al abrirla vio que era un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: Es uno de los niños hebreos. Entonces dijo la hermana a la hija del faraón: ¿Quieres que yo vaya y llame una nodriza de entre las hebreas para que te crie este niño?… ¡Vete!, le contestó la hija del faraón. Fue pues la joven y llamó a la madre del niño, y la hija del faraón le dijo: Toma este niño y críamelo, que yo te pagaré. Tomó la mujer el niño y lo crió. El niño creció y ella lo llevó entonces a la hija del faraón, que lo tuvo por hijo y le llamó Moisés”. Curiosamente, esta historia del río y de la cesta se repite exactamente con los mismos detalles en la cultura china, así como en Mesopotamia con el rey Sargón de Agadé, que fue abandonado por su madre en el río, de igual manera que Moisés. Curiosamente, parece que en estos casos, así como en el de otros seres decisivos en la Historia, la paternidad de estos niños no tiene ninguna referencia.
Es sorprendente comprobar, como al igual que Jesús, Moisés desaparece de la historia durante el período de su juventud, sin que haya trascendido ningún acto relevante. Muy probablemente este tiempo de crecimiento está repleto de hechos, pero que son mantenidos en secreto. Pero la vida de estos personajes está siempre plagada de anécdotas que, como en el caso de Jesús, son recogidas por los textos que se han venido en llamar apócrifos. Desde estos textos, se comprende y se ve con otra lógica a los personajes, siendo su actuación menos simple, menos oscura y más profunda. En Egipto, y en el fondo de la pirámide de Keops se encuentra un transmisor, utilizado por el Hierofante, que en el principio se ubicaba en el vértice o cúspide de la misma y que servía para captar energía cósmica y como elemento de transmisión o de enseñanza de la dimensión superior extraterrestre hacia el hombre. El Hierofante, (el que hace aparecer lo sagrado), era un rango dentro de los sacerdotes de la antigua religión griega, concretamente el sumo sacerdote del culto de Eleusis en el Ática, así como los de otros cultos mistéricos. Se le consideraba un intérprete de los misterios sagrados y era el encargado de instruir a los iniciados en dichos misterios. Sirviendo al Hierofante existía una casta sacerdotal, que adoraba al Sol. Y que tenía la misión de interpretar los símbolos o las señales que se canalizaban a través de este transmisor de altísimas y sutiles frecuencias. Los sacerdotes habían conservado el antiguo conocimiento del Templo de Poseidón, que presidía la evolución de la sumergida Atlántida. Antes de desaparecer ésta, Hermes Trimegisto, junto con otros supervivientes de la catástrofe, trajo las Enseñanzas. Generación tras generación, los encargados y custodios del culto, rememoraban los antiguos días de esplendor, cuando los atlantes vivían en un paraíso de cultura y sabiduría. Moisés se sirvió del Arca de la Alianza, puesto que en su interior se encontraba un tipo de radio transmisor para comunicarse con los seres extraterrestres. Cuando Moisés se hizo mayor, vio un día como un egipcio golpeaba a un hebreo. No pudiéndose aguantar, Moisés mató al egipcio y lo ocultó en la arena. Al enterarse el Faraón de este hecho, buscó a Moisés para matarlo. Entonces Moisés huyó al país de Madián. Allí conoció a Jetró y se desposó con su hija Séfora. En el Éxodo leemos: “Moisés era pastor del rebano de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios. El ángel de Yavé se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero la zarza no se consumía. Dijo, pues, Moisés: voy a acercarme para ver este extraño caso: porque no se consume la zarza. Cuando vio Yavé que Moises se acercaba para mirar, le llamó en medio de la zarza; diciendo: ¡Moisés! ¡Moisés!. Él respondió: heme aquí. Y le dijo: No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada. Y añadió: Yo soy el Dios de tu Padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios”.
De este texto se desprenden datos que necesariamente nos hacen reflexionar. Por un lado, el ángel de Yavé era absolutamente material, y por lo tanto visto y sentido por Moisés, que le ve rodeado de luz. Extraterrestres luminosos, a semejanza de este pasaje bíblico, son fotografiados en pleno siglo XX como prueba fehaciente de lo que pudo ver Moisés. Entre ellos figuran los famosos extraterrestres nocturnos, fotografiados por Güchi Shiota en Kawanoe (Japón), donde se puede apreciar sus figuras rodeadas de una luminosidad próxima a la gama producida por el fuego, así como la barrera magnética protectora con la que se rodean los pilotos del espacio en sus incursiones y paseos por la Tierra. Por otro lado, afirmar que estaba ardiendo la llama y no se consumía es la mejor forma de explicar para aquella cultura un fenómeno de naturaleza lumínica o electromagnética. El ángel de Yavé es, desde luego, físico, puesto que pronuncia palabras. Cuando Moisés es advertido de que debe descalzarse, es porque este hecho está relacionado con el electromagnetismo humano. Se ha dicho al respecto, que el hombre es un terminal energético de cuanto vibra y existe en todo el Cosmos, siendo su polaridad positiva las manos y la negativa los pies. Es decir, las imágenes con las manos dirigidas al cielo nos trae la idea del pararrayos que capta la energía, mientras que los pies podrían ser la toma de tierra, donde descarga esta energía. Para que Moisés fuera perfectamente influenciado por esta energía producida por la presencia del extraterrestre, se requería de su disponibilidad al respecto. De ahí que el canal energético pasara por sus manos, sus pies y su cabeza, uniéndose con la emanación de la energía del propio ángel extraterrestre. Veamos el significado de la frase del Éxodo: ”Yavé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche. No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche”. Se observa que Yavé era perfectamente visible, único y tangible. Así mismo, la nube tiene un comportamiento inteligente, por lo que parece que se trata de una nave espacial. También se dice en el Éxodo: “Se puso en marcha el ángel de Yavé que iba al frente del ejército de Israel y pasó a retaguardia. También la columna de nube delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros”. La nube, que sigue teniendo un comportamiento inteligente, es referenciada como un ángel. Y el Éxodo continúa: “Llegada la vigilia matutina, miró Yavé desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios y sembró la confusión en el ejército egipcio. Trastornó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con gran dificultad”. Una nueva tecnología se pone ahora en marcha por parte de la nave, que posiblemente ioniza el aire provocando vapor y engañando a sus enemigos. Al mismo tiempo probablemente magnetiza las ruedas de los carros para impedir su persecución. Lo mismo ocurre actualmente con los ovnis, con paradas de los motores de automóviles.
Y continúa el Éxodo: “Dijo Yavé a Moisés: Mira, voy a presentarme a ti en una densa nube para que el pueblo me oiga hablar contigo, y así te dé crédito para siempre…”. De lo que se deduce que Yavé requiere de un vehículo volante para mostrarse y, además, emplea la palabra, por lo que se trata de un ser tangible y no de un espíritu o fantasma. Y añade: “Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso sonar de trompeta…”. Aquí vemos nuevas manifestaciones electromagnéticas, acompañadas de elementos sonoros, posiblemente dirigidas a impresionar a un pueblo ignorante. Hay que entender que aquellos sencillos hombres no concebían en su tiempo ningún tipo de actividad celeste, que no fueran los fenómenos naturales u originados por los Dioses, motivo por el que atribuían a estas manifestaciones connotaciones divinas, puesto que no entraban en sus esquemas mentales. Y el Éxodo prosigue: “La gloria de Yavé descansó sobre el monte Sinai y la nube lo cubrió por seis días...”. Evidentemente se trata de una nave espacial de grandísimas dimensiones, capaz de cubrir todo un monte. “La gloria de Yavé aparecía a la vista de los hijos de Israel, como fuego devorador sobre la cumbre del monte. Moisés entró dentro de la nube y subió al monte...”. Que sepamos, no existe ninguna nube que sea tan espesa y opaca como para sustentar a un ser vivo, sin caer a tierra. “Moisés extendió después su mano sobre el mar y Yavé, por medio de un recio viento solano, empujó al mar, dejándolo seco y dividiendo las aguas. Los hijos de Israel penetraron en medio del mar en seco mientras las aguas formaban como una muralla a ambos lados”. Este es el “milagro” más comentado por la cultura antigua y la demostración del poder de Yavé. No es muy fácil, evidentemente, que las aguas de un mar se abran para que pase un pueblo, pero sí lo es para una tecnología superior. Dos naves, de un tamaño impresionante, fueron las que causaron el citado milagro. Continuando con el Éxodo: “Yavé dijo a Moisés: Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a recoger cada día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi ley”. La lluvia del famoso maná sobre los israelitas en el desierto, es una experiencia también explicada por el contactado Enrique Castillo, ingeniero colombiano, que, según afirmó, el día 8 de Noviembre de 1.973 fue llevado dentro de una nave y le dieron a comer una especie de palomitas de maíz de alto contenido energético. Los extraterrestres le dijeron que esto fue con lo que alimentaron al pueblo judío durante 40 años en el desierto. Por otro lado, un equipo de nueve hombres, que representaban al cuerpo Especial de Investigación de Ovnis con base en Tokio, encabezado por Kozo Kawai, un ingeniero japonés, llegó a Sudán en busca de un grupo de refugiados de Etiopía que, afirman los japoneses, recibió alimentos de un objeto volador no identificado, cuando cruzaban a pie la frontera sudanesa durante una noche de Navidad.
“Harás un Arca de madera de acacia, dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto. La cubrirás de oro puro, por dentro y por fuera, y en torno de ella pondrás una moldura de oro. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en los cuatro ángulos, dos de un lado, dos de otro. Harás unas barras de madera de acacia, y las cubrirás de oro, y las pasarás por los anillos de los lados del Arca para que pueda llevarse. Harás un propiciatorio de oro puro. Pondrás el propiciatorio sobre el Arca, encerrando en ella el testimonio que yo te daré. Allí me revelaré a ti”. De la lectura de esta frase y, especialmente, de las palabras finales “Allí me revelaré a ti”, se desprende la lógica conclusión de que estamos ante un transmisor más o menos convencional, que, claro está, que para aquellos antiguos sería en cualquier caso milagroso. “Mira bien y hazlo fabricar, según el diseño que se te ha propuesto en el monte”. De lo que se deduce que hubo un diálogo a nivel humano, con medidas y formas capaces de ser entendidas por Moisés. Todos los indicios escritos en relación al Arca de la Alianza confirman que se trataba de un transmisor con un poderoso generador de energía capaz de producir, en ciertos momentos, calamidades a quien se acercaba a ella sin saber de sus características. Tal es el caso de los filisteos que, cuando capturaron el Arca de la Alianza, produjo entre sus filas caídas de cabello, vómitos e incluso la muerte, hasta que por fin la devolvieron al pueblo hebreo, por haberles causado tantas desgracias. Algunos autores contemporáneos, consideran el Arca de la Alianza como un tipo de pila atómica capaz de generar una prodigiosa energía que, según se nos indica, producía llagas y enfermedades propias de una afección atómica moderna. Pero probablemente era energía de naturaleza electromagnética o solar. Sabemos que las formas de desplazamiento de los ovnis tienen como factor común la aplicación de energía electromagnética. En el Deuteronomio se dice: “No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés, con el cual Yavé había tratado cara a cara, ni en cuanto a los milagros y portentos que, por voluntad de Yavé, realizó en la tierra de Egipto contra el Faraón, sus servidores y todo su territorio, ni en cuanto a su mano poderosa y tantos y tremendos prodigios como hizo Moisés a los ojos de todo Israel”. Rotundo y definitivo este versículo bíblico a la hora de describirnos como se había desarrollado el contacto entre Yavé y Moisés durante toda la misión de éste con el pueblo de Israel. El versículo afirma que Yavé había tratado cara a cara con Moisés.
Hoy la historia se repite y los extraterrestres siguen contactando cara a cara con los personajes que ellos consideran adecuados a sus desconocidos fines. Hemos visto como Moisés es el encargado de preservar a un pueblo con una determinada genética, para inculcarle la idea del Dios único. Así mismo, en un transcendental momento. en el monte Sinaí, le fueron entregadas las Tablas de la Ley, que pretendías dotarnos de unas normas de comportamiento. En la actualidad están ocurriendo una serie de hechos que podrían tener unas claras connotaciones con la experiencia vivida en su tiempo por personajes como Noé, Abraham o Moisés. Pero ahora el colectivo extraterrestre podría estar operando tal vez con distinta metodología, aunque el fin a perseguir fuera el mismo. Durante cierto tiempo, en estos últimos años y a diversos niveles, se han llevado en Estados Unidos investigaciones serias sobre extrañas manipulaciones, robos y mutilaciones de animales después de la visualización de ovnis en la zona. Todo esto, nos podría llevar a una pregunta: ¿No se estará repitiendo lo del Arca de Noé?. Sería posible que las civilizaciones extraterrenas que nos visitan, estuviesen aislando, protegiendo y transportando especies animales, plantas e incluso hombres a otros planetas o a naves nodriza. Probablemente ante el riesgo de una nueva gran catástrofe mundial, en la que las posibilidades de supervivencia de cualquier ser vivo sobre este planeta fuesen mínimas. Revisando la casuística y la fenomenología de sus intervenciones, se podría decir que, probablemente, los adelantos biológicos aplicados por estos extraterrestres en sus laboratorios intentarían preservar dichas especies guardando muestras de ADN. Pero esto es solo una elucubración.
Fuentes:
- Zecharia Sitchin – La guerra de los dioses y los hombres
- Zacarías Sitchin: El 12.º planeta
- William Bramley: Los Dioses del Edén
- Erich von Däniken – Profeta del Pasado
- Ricardo González – El Destino de la Humanidad
- Louis Pauwels & Jacques Bergier – La Rebelión de los Brujos
- Louis Pauwels & Jacques Bergier – El Retorno de los Brujos
- Javier Sierra – En busca de la Edad de Oro
- Santiago Martinez Concha – La Conexión Atlante
- J.J. Benítez – Los Astronautas de Yavé
- La Biblia: Antiguo Testamento
- David Davenport – Destrucción Atómica en el 2000 a.C.
- Charles Berlitz – El Triangulo de las Bermudas
- Salvador Freixedo – La Amenaza Extraterrestre
- Fabio Ramírez – ¿Cómo son los Extraterrestres?
- Adonai – Ángeles ayer extraterrestres hoy
- Fabio Zerpa – Ellos los Seres Extraterrestres
- Manuel Navas Arcos – Los Grandes Contactados
- Robert Charroux – Archivos de otros Mundos
- Santiago Martinez Concha – La Conexión Atlante
- David Icke – El gran secreto
- J.J. Benitez – Mis enigmas favoritos
- Isaac Asimov – Civilizaciones Extraterrestres
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