El estar constantemente centrado
en la Iluminación interior
y en el infinito néctar interno
es el baño preparatorio para la adoración.
Por lo tanto, ¿cuál es la manera de entrar en ella y cómo mantenerse centrado? ¿Cómo alcanzarla? ¿Cómo hallar esa luz?
Dos
o tres cosas. Una, siempre que afirmas que existe la luz, ¿qué quieres
decir? Yo digo, «La habitación está iluminada» ¿Qué quiero decir con
ello? Quiero decir que puedo ver. Nunca se ve la luz, sólo se ve lo
iluminado. Puedes ver las paredes, no la luz; puedes verme a mí, no la
luz. Se ve lo que se ilumina, nunca a la luz en sí misma, porque la luz
es tan sutil que no se puede ver. No es un fenómeno evidente. Por eso
inferimos que la luz existe. Es una inferencia, no un conocimiento del
hecho. ¡Es sólo una deducción! Debido a que soy capaz de verte, deduzco,
asumo, que existe la luz. ¿Cómo voy a verte sin luz?
¡Nadie
ha visto la luz ! ¡Nadie! Y nadie la verá nunca. Pero empleamos las
palabras «Veo luz» y con ello significamos que «Veo cosas que no podrían
ser vistas sin luz». Cuando dices que hay oscuridad, que no hay luz,
¿qué quieres decir? Tan sólo que «Ahora no puedo ver las cosas». Cuando
no puedes ver los objetos, deduces que no hay luz. Cuando puedes ver los
objetos deduces que hay luz. De modo que la luz es una inferencia
incluso en el mundo exterior, externo. Por esto, cuando uno tiene que
entrar, cuando uno está listo para ir hacia adentro, ¿qué queremos decir
con luz?
Si
puedes percibirte a ti mismo, si puedes verte a ti mismo, eso significa
que ahí hay luz. Es extraño pero nunca pensamos en ello. Toda la
habitación está a oscuras, no puedes afirmar que haya algo en ella, pero
si puedes afirmar una cosa: «Yo existo». ¿Por qué? Tampoco te ves a ti
mismo. La habitación está totalmente a oscuras, nada se puede ver, pero
sobre una cosa estás seguro y es de tu propio ser. No hay necesidad de
pruebas, no hay necesidad de luz. Sabes que existes, sientes que
existes. Ahí debe de haber una sutil claridad. Puede que no seamos
conscientes de ella, podemos ser inconscientes o muy escasamente
conscientes, pero está ahí.
De
modo que dirige tu mirada hacia adentro. Cierra todos tus sentidos de
modo que no exista una percepción de ninguna luz exterior. Penetra en la
oscuridad, cierra tus ojos e intenta ahora entrar, ver en ella. En
primer lugar puede que percibas sencilla-mente oscuridad; es debido a
que no estás acostumbrado a ella. Sigue penetrando. Intenta mirar en la
oscuridad en que estás metido. Penétrala y poco a poco irás percibiendo
muchas cosas dentro. Una iluminación interior comienza a funcionar.
Puede ser tenue al comienzo. Comenzarás a ver tus pensamientos porque
los pensamientos son objetos interiores. ¡Son cosas! Comenzarás a
tropezar con los muebles de tu mente.
Allí
hay muchos muebles, muchas memorias, muchos deseos, muchas pasiones
insatisfechas, muchas frustraciones, muchos pensamientos, muchos
pensamientos-simiente, muchas cosas . Cuando empiezas a percibirlas,
intenta primero penetrar la oscuridad. Entonces una lucecita comenzará a
manifestarse y te volverás consciente de muchas cosas. Es como cuando
entras repentinamente en una habitación a oscuras: no eres capaz de
distinguir nada. Pero quédate ahí. Acomódate a la oscuridad, deja que
tus ojos se acomoden a la oscuridad. Los ojos han de adaptarse, y eso
lleva tiempo. Cuando vienes del exterior, de un jardín iluminado por el
sol a tu habitación, tus ojos han de reajustarse a sí mismos. A tus ojos
les llevará un poco de tiempo, pero se adaptarán.
Si
uno emplea constantemente sus ojos para ver las cosas que tiene cerca,
por ejemplo si uno lee sin cesar, se vuelve corto de vista porque un
exceso de visión de cerca fija el mecanismo de los ojos. Por eso cuando
quiere ver una estrella lejana, no puede verla porque el mecanismo se ha
encasquillado. No es flexible. Lo mismo ocurre en el interior: debido a
que hemos estado mirando al exterior continuamente, durante vidas, el
mecanismo se ha quedado fijo y no podemos mirar hacia adentro.
Pero
inténtalo, haz un esfuerzo, mira en la oscuridad. No tengas prisa,
porque el mecanismo ha sido fijado durante muchas vidas. Los ojos han
olvidado completamente el mirar hacia adentro. Nunca los has empleado
para este propósito. Mira pues dentro de la oscuridad, observa la
oscuridad y no te impacientes. Penetra la oscuridad, continúa
penetrándola y al cabo de tres meses serás capaz de ver en su interior
muchas cosas que nunca hubieras pensado que estuvieran allí. Y ahora,
por primera vez, tomas consciencia de que los pensamientos son sólo
objetos. Y cuando te vuelves consciente, puedes colocar un pensamiento
donde tú quieras. Si quieres expulsarlo, puedes expulsarlo.
Pero
ahora no eres capaz de expulsarlo. Ahora no eres capaz de eliminar
ningún pensamiento porque no eres capaz de agarrarlo. Desconoces incluso
que sea un objeto que puede ser cogido y puede ser expulsado. No sabes
en dónde están localizados; no sabes de dónde vienen. Todo el mundo
dice, «No quiero tener miedo; no quiero enojarme». Pero no pueden hacer
nada por evitarlo porque desconocen de dónde proviene esa ira, cuál es
su raíz, dónde tiene esa ira su reserva, dónde se acumula esa ira.
Desconoces sus raíces.
Todo
pensamiento es un objeto. Tiene una reserva acumulada. Por eso, cuando
un pensamiento llega, es sólo como una hoja de un gran árbol. No puedes
cortarla y tirarla pues otra hoja brotará. Las raíces están ahí; el
árbol está ahí. Cuando te vuelvas consciente, incluso sólo un poquito,
de que los pensamientos están ahí, de que los deseos están ahí – la ira,
la pasión, la lujuria – de que todo está ahí, no empieces a combatirlo.
Tan sólo obsérvalos, porque con el observar te volverás más consciente,
y con el luchar nunca te volverás consciente. No luches, ¡observa!
«Observar» es la palabra, el mantra. Observa sin descanso, y cuanto más
observes, más empezarás a sentir que la luz está ahí. La luz está ahí,
sólo que tus ojos han de adaptarse.
¡Observa!
Con el observar, los ojos se acomodarán. Y cuando haya más luz y todo
se vuelva claro, cuando no haya un rincón oscuro, te volverás el amo de
tu mente. Podrás excluir lo que quieras, podrás reordenar como quieras. Y
una vez te vuelvas el amo de tu mente, te volverás consciente de dónde
es que proviene la luz, de dónde está su origen. El sol no está ahí,
está afuera. No has ni tan siquiera encendido una vela, y todo se ha
iluminado. ¿De dónde proviene esa luz? Primero te darás cuenta de las
cosas que son iluminadas, luego te volverás el amo de los objetos de tu
mente y luego empezarás a ser consciente de dónde proviene esa luz, de
cuál es su fuente. Empezarás a ser consciente de una flor floreciendo.
Luego empezarás a ser consciente de dónde proviene esa luz. Entonces
podrás conocer el sol.
Tendrás
que proceder únicamente de un modo indirecto, desde un objeto iluminado
hacia la fuente de la luz. De nuevo la luz no es lo que se ve; de nuevo
verás al sol. Empieza primero por percibir los contenidos de la mente.
Luego, más y más, la mente se irá aclarando. Luego tomarás consciencia
de dónde procede esa luz. Justo en el centro de la mente está su origen.
¡Entonces entra en el origen! Ahora podrás olvidarte de la mente, tú
eres el amo. Podrás decir a la mente: «¡Detente!» y la mente se
detendrá.
La
consciencia es necesaria para ser el amo. Nunca intentes lo contrario:
primero ser el amo y luego ser consciente. Nunca funciona, nunca puede
funcionar así. Eso no es posible. Sé consciente, y el convertirte en el
amo llegará. Te vuelves el amo. Entonces acude al origen, entra en el
origen de dónde procede esa luz. ¡Ve! ¡Entra en la Iluminación! Esa
entrada en la Iluminación es el «baño». Te has vuelto el amo de tu
mente. Ahora puedes convertirte en el amo de la vida misma; ahora puedes
convertirte en el amo de la consciencia misma. Y una vez bañado en esa
Ilu-minación, en esa fuente de luz, serás capaz de contemplarte a ti
mismo en tu eternidad. En este instante, todo el pasado y el futuro
estarán ahí. Este instante es eterno. Eres tan puro que el tiempo en su
totalidad se junta en ti. El pasado purificado crea un futuro
purificado, y este momento se vuelve eterno.
Observa,
sé consciente, observa en profundidad los conte-nidos de la mente.
Entonces te harás consciente del origen; luego entra en el origen. Es
pavoroso, porque todo lo que has conocido como ti mismo, morirá. Este
baño es una muerte, una perso-nalidad, todo morirá, porque la
personalidad, la identidad, el ego, todos están en el polvo, en el polvo
acumulado alrededor de tu ser. Sólo el ser permanecerá sin nombre ni
forma. Y este sutra dice que este es el baño preparatorio. Sólo ahora
eres capaz de entrar, y sólo hasta aquí tienes que esforzarte. En el
instante en que eres purificado, en el instante en el que has atravesado
este baño, en el instante en que los karmas se han disuelto, no necesitas ya hacer ningún esfuerzo.
Desde
ese punto, Dios se convierte un campo gravitacional. Has entrado ahora
en el Campo de la Gracia. Es lo mismo que la gravitación en la Tierra,
pero has de entrar en el campo. Para las naves espaciales tenemos que
hacer un arreglo fundamental: deben desprenderse de la atracción de la
Tierra, salirse del campo de gravedad. Trescientos veinte kilómetros
alrededor de la Tierra, envolviéndola, está el campo. Si estás bajo la
acción del campo serás traído de regreso. Si traspasas los trescientos
veinte kilómetros, la Tierra deja de poder influenciarte.
Lo
Divino no puede tirar de ti al menos que estés totalmente puro, a menos
que te vuelvas luz. Entonces, con igual velocidad, entras en lo Divino.
De modo que esta entrada en la luz es el último esfuerzo. Una vez has
sido purificado comienzas a gravitar. No necesitas moverte, eres
atraído. Esta gravedad se conoce como Gracia: la fuerza de gravedad de
lo Divino es la Gracia. La Gracia no es realmente una ayuda, ¡no! Es
sólo una ley. Dios no otorga la Gracia solamente a algunos, no es así.
No es parcial. La Tierra no es gravitacional únicamente para algunos. En
el instante en que entras en el campo, la ley empieza a hacer su
trabajo.
No
digas pues que Dios otorga la Gracia, no digas que Dios es generoso, no
digas que tiene compasión. No es cierto. Dios significa «La Ley de la
Gracia». La ley comienza a operar. Una vez entras en su campo, la ley
comienza a operar. Una vez te conviertes tú mismo en la luz, la ley
comienza a trabajar y tú comienzas a gravitar.
Dije
que la luz es la base de la vida. Incluso la ciencia coincide en esta
frase. La ciencia acaba en este punto, no hay más allá para la ciencia.
La religión tiene un más allá porque la religión dice que incluso más
allá de la luz se halla la Existencia.
Otra
cosa: la luz existe, por eso la luz posee dos cualidades: que es luz y
que es existencia. Aun la luz no es lo supremo, pues posee dos
cualidades: luz y existencia. La religión dice que la existencia puede
darse sin luz, pero que la luz no puede darse sin existencia. Así que
hay un paso más: la religión dice, «Dios es pura Existencia». Por eso,
para la gente realmente religiosa, esta palabra o esta frase de «Dios
es», es una falacia porque «Dios» y «es» significan lo mismo.
Una
mesa «es», pero decir «Dios es» no es correcto. El hombre «es» porque
puede «no ser», así que el hombre y «ser» son dos cosas concatenadas.
Pero pueden ser separadas. Pero «Dios es» no es correcto porque Dios
quiere decir «ser». O sea, es tautológico, repetitivo. Decir «Dios es»
es tan absurdo como decir «Es es» o «Dios Dios». «Dios es» significa lo
mismo que «Dios Dios» o «Es es». No tienen sentido, son absurdas. El
«ser» es Dios. Por eso la religión lo reduce aún más y dice que cuando
entras en la luz, entras en el «Ser», en la Existencia, en Eso. De modo que la luz es el aura de Eso.
Cuando entras en la luz, entras en el aura. Pero en el instante en que
entres en el aura serás succionado sin dilación. ¡Sin dilación!
Y
ahora otra cosa. Dije que la luz se mueve a la más alta velocidad
posible: 300.000 km por segundo. ¡Cuánto avanza la luz en un sólo
segundo, en un minuto, en una hora, en un año! La unidad con la que los
físicos miden su movimiento es el año luz. Un año luz significa la
distancia que recorre la luz en un año a esta velocidad. Todavía esto es
un movimiento en el tiempo. Es muy rápido, pero aún así a la luz le
toma tiempo el desplazarse. Como dije, la luz no requiere de medio
alguno, no necesita ningún vehículo, no necesita energía prestada, pero
aún así la luz requiere de tiempo. Así para la religión, la luz necesita
de algo sin lo cual es incapaz de desplazarse. Por eso la luz aún
depende del tiempo.
La
religión dice que debemos ahondar aún más para encontrar algo que no
requiera ni siquiera de esa dependencia del tiempo. Para nosotros eso no
tiene sentido. ¿Cómo se va a mover la luz sin medio alguno? Pero la
ciencia afirma que se mueve. Y es así. La religión dice, «No te alteres.
¿Cómo puede existir Dios sin tiempo?» El «es», y Dios se mueve sin
tiempo; la consciencia se mueve sin tiempo.
La
luz posee la velocidad más elevada según las mediciones de la ciencia,
pero en cierto modo es la más alta debido a que no puede decirse que la
Existencia posea una mayor velocidad. En realidad la Existencia se mueve
sin depender del tiempo. No es cuestión de velocidad. No podemos decir
cuanto se mueve en un segundo. El movimiento es absolutamente absoluto.
No hay intervalo. Por eso cuando uno penetra en esta Iluminación, es
succionado. Incluso la palabra «succionado» requiere de cierto tiempo
para ser pronunciada, pero el mismo fenómeno de ser succionado es
intemporal.
Cuando
digo «succionado», conlleva un tiempo, se pierde un tiempo. Pero, en
realidad, cuando alguien entra en la Iluminación, no se requiere ni ese
tiempo. No hay un intervalo. Eres succio-nado y más allá de esa luz está
Dios, el templo. Esta luz únicamente te baña, te purifica, como un
fuego. Te purificas. Y en el instante en que eres purificado: la
entrada, la explosión.
Con la luz te vuelves inmortal, pero todavía percibes. Percibes que has penetrado en la inmortalidad. Pero al entrar en Eso,
en el «ser», no percibes ni tan siquiera la inmortalidad. La vida y la
muerte carecen ahora de sentido, sólo existe el «ser». Tú «eres», sin
condiciones. Esa condición de «ser» es lo Supremo para la religión.
La
luz es el campo, la mente está alrededor del campo y nosotros estamos
alrededor de la mente, vivimos fuera de la mente. Por eso uno ha de
entrar en la mente, luego en la luz y luego en lo Divino. No obstante
nos mantenemos vagando alrededor, fuera de la mente. Este estado de
estar siempre fuera de casa se ha vuelto un hábito fijo. Nos hemos
olvidado de que vivimos en la terraza. Es cómodo, la terraza es un sitio
cómodo para estar afuera. Por eso es por lo que nos hemos quedado ahí:
es cómodo. Podemos desplazarnos por el exterior siempre y, puesto que
nuestros deseos y nuestra mente están siempre en el exterior, vivimos en
la terraza. De modo que en cualquier momento, a cualquier oportunidad
de irnos, nos vamos. Hemos olvidado el que hay un hogar y que este salir
afuera es convertirse en un mendigo. Entrar en la casa significa que
has de girar la vista ciento ochenta grados y que has de utilizar tus
ojos de una nueva manera, y que tendrás que atravesar una noche oscura.
Tan sólo debido a un hábito fijo.
Los
místicos cristianos han hablado mucho sobre «la noche oscura del alma».
Esta es la noche oscura, debido a que nuestros ojos están fijos. Como
dije, uno se vuelve miope, otro se vuelve hipermétrope. Y si continúa
mirando a lo lejos, se vuelve incapaz de ver de cerca. Y si continúa
mirando cerca, se vuelve incapaz de ver a lo lejos. Los ojos se vuelven
fijos. Se vuelven mecánicos, pierden flexibilidad. Así como unos se han
vuelto mío-pes y otros hipermétro-pes, nos hemos vuelto «externo-pes».
Hemos de desarrollar la «interiorización» (*).
Puede
que conozcas la palabra «interiorizar», pero puede que nunca hayas oído
la palabra «externo-pe». Sabes que es «interio-rizar», pero carece de
sentido a menos que entiendas que significa «externo-pe». Nos hemos
vuelto «externo-pes», fijos en lo externo; hemos de desarrollar el
«interno-pe», la interiorización. Siempre que tengas tiempo, cierra tus
ojos, cierra tu mente al exterior y trata de penetrar en ella. Al
comienzo te hallarás en una noche oscura. No habrá nada más que
oscuridad. No seas impaciente. Espera y observa y poco a poco la
oscuridad se irá disipando y serás capaz de percibir muchos fenómenos
internos. Y únicamente cuando te vuelvas consciente del mundo interno,
sólo entonces podrás darte cuenta dónde está el origen de donde procede
esta luz. Entonces entra en el origen. A esto los Upanishads le llaman
«el baño».
¡Cuán
estúpida es la mente humana! Lo ritualizamos todo y se pierde el
significado. Sólo permanecen entonces los estúpidos rituales. Así nos
bañamos antes de acudir al templo. Y no hay ni templo ni baño. El templo
está adentro y el baño también. Y este baño, dicen los Upanishads, es
el baño en la Iluminación interna.
La
luz es en realidad el puente entre lo Divino y el mundo. Lo Divino crea
al mundo al crear la luz. La luz es la primera creación, y luego la luz
se condensa y sobreviene la materia; luego la luz crece; digo que la
luz crece, y luego aparece la vida; entonces la vida crece y aparece el
amor.
Luz,
vida, amor, esas son las tres capas. No te quedes en la segunda. O
retrocede a las raíces o asciende hasta la semilla otra vez, a las
flores. Desciende hasta la luz o asciende hasta las flores. Y hay dos
caminos. Uno es el camino del conocimiento. «Conoci-
miento» significa descender hasta la luz. Con «Gyana Yoga» el verdadero secreto que se oculta es éste: descender hasta la luz. Y luego está el «Bakti Yoga», el camino de la devoción, que significa
ascender hasta el amor.
* N. del T.- Juego de palabras en inglés entre: short-sight=mirar de cerca =miope; far-sight= mirar de lejos = hipermétrope; out sight = mirar hacia afuera, sin equivalente en castellano; e insight= mirar hacia adentro = interiorizar.
Un
Buda desciende, una Meera asciende. Un Mahavira baja, un Chaitanya
sube. Hablan lenguajes muy contradictorios. Ha de ser así porque uno
habla de ir hacia las raíces, hasta la fuente, y el otro habla de ir
hacia las flores, hacia el final, hacia el clímax, hasta la cima. Por
una parte están Buda, Mahavira, Patanjali; su lenguaje es árido. Tiene
que ser así porque están regresando al origen. No hay poesía, no puede
haberla porque no se están dirigiendo hacia las flores. Hablan de un
modo científico. Un Patanjali habla como un científico: de leyes. Un
Buda siempre dice, «Haz esto, y esto sucederá. Al hacer esto, sucede
esto otro. Esta es la causa y éste es el efecto».
Hablan
en términos muy científicos, hablan en términos de matemáticas, muy
áridos. Hablan en prosa, nunca hablan en poesía. No pueden, ¿cómo va ha
hablar en poesía un científico? Está escarbando en la fuente. No se
preocupa en absoluto de las flores. Está escarbando en profundidad en
busca de las raíces. ¿Cómo va a hablar poéticamente? Chaitanya, Meera,
hablan un lenguaje distinto. Bailan, cantan porque están ascendiendo
hasta las flores. Y la floración no puede suceder sin bailar y cantar,
sin celebrar la vida misma. Por eso es por lo que Buda y Mahavira
aparecen como anti-vida, porque van hacia las raíces. Y Chaitanya y
Meera aparecen como muy afirmativos. Aman la vida porque ascienden.
Ambos
caminos alcanzan la misma meta. El tomar uno u otro depende de ti. Si
tienes una mente muy científica, matemática, sin poesía es mejor que
sigas el que desciende hasta la luz. Si posees una mente orientada a la
prosa, entonces baja. Pero si tienes una actitud estética, poética, si
eres capaz de bailar y cantar y celebrar, no te dirijas entonces hacia
las raíces. Dirígete hacia las flores. Llegarás a lo mismo, porque una
vez llegues a las flores alcanzarás la semilla. La flor es de nuevo la
futura semilla.
Si
bajas a las raíces, te desplazas. Desde la vida, te desplazas. La vida
es sólo un puente. Es una fonda, no una meta. Ve a una u otra orilla,
pero la vida no ha de ser estática. Debe ser un movimiento más allá de
sí misma. A una orilla o a otra, esto o eso.
Básicamente
éstas son las dos dimensiones del movimiento. ¡Escoge una! El quid no
es cuál es la mejor. Depende de ti, de la que sea mejor para ti. Las dos
son iguales. Pero para ti no pueden ser equivalentes. Para ti, una debe
de ser preferencial. Depende de ti. Explora cuál es la tuya.
La
que denomino poética es ilógica, sensitiva, de la clase emocional que
es capaz de amar totalmente, profundamente. La del conocimiento no es
emocional, no es del tipo sensitivo. Es lógica hasta la médula. Así
algunas personas son lógicas, intelec-tuales, orientadas hacia el
conocimiento. Siente la diferencia. Si eres del tipo cognitivo, tu
elección es el conocimiento. Si eres del tipo emocional, orientado al
corazón, tu búsqueda no es en pos del saber, tu búsqueda es en pos del
sentir, del ser. Y ambos son distintos en su comienzo. Al final son lo
mismo, pero al comienzo son diferentes. Si acudes a Meera y le dices que
éste es el camino para conocer la Verdad, Meera te dirá. «¿Y qué voy a
conseguir con conocer la Verdad? ¿Qué ganaré con ello? Quiero amar la
Verdad».
Pero, ¿cómo amar la Verdad? Por eso es porque los baktas nunca
hablan de la Verdad. Hablan del Amado, hablan del Amigo. ¡Hablan en
términos del sentimiento! El decir «Dios es la Verdad» les parece algo
matemático. Vinoba dice que Dios debe de ser un matemático. No es que
Dios lo sea, sino que la mente de Vinoba es matemática. Su propio amor
hacia las matemáticas convierte Dios en un matemático. Para un
Pitágoras, Dios es un matemático. Depende de ti. Si sientes a Dios como a
un amado, como un amigo, como un amante, si no puedes imaginarte a Dios
como la Verdad, entonces asciende, sube en vertical hacia el
florecimiento. Así tu meditación será más creativa. Crea poesía, crea
pintura, crea danza, crea cantos, y mediante todos ellos alcanzarás la
Iluminación.
Pero
si tu inclinación es hacia el conocimiento, el llamar a Dios el Amado
es un absurdo. ¡Que quieres decir con ello? ¿Cómo va a ser la Verdad un
amante? Llamar a Dios, padre, es un sinsentido. ¡Cómo va a ser Dios un
padre? Debe ser la Verdad. Por eso si tu clase pertenece a la
cognoscitiva, muévete en vertical: desciende. Sumérgete en las
profundidades, no en las alturas. Ve hacia las raíces, hacia la fuente.
Cuando alcances tu conocimiento y cuando un bakta alcance lo que siente, llegaréis al mismo centro. Pero unbakta asciende y un gyani desciende.
Este
sutra es para aquellos cuya búsqueda es en pos del conocimiento porque
los Upanishads pertenecen a la clase que busca el conocimiento. No son
para devotos. Pero menciono esto únicamente para que te des cuenta pues,
de que a veces, algo puede que te atraiga en gran medida pero puede que
no pertenezca a tu tipo. No te dejes engañar. La atracción no significa
nada. La atracción no significa nada a menos que se de una sintonía
interior. Puede que te sientas atraído, pero no funcionará. Debes de
empezar a percibir que «Esta es mi inclinación; así es como soy».
Entonces no escuches a nadie. Nos creamos mucha confusión unos a otros
porque nadie sabe de lo que está hablando.
Si
eres una persona inclinada hacia el corazón, no escuches al intelecto,
no escuches los argumentos, no discutas. Di tan sólo, «Soy una persona
que se inclina hacia el corazón. No me importan para nada las
explicaciones». No escuches los razonamientos porque te confundirán. Y
puede que a veces te sientas atraído porque el opuesto tiene una
atracción sexual. Sucede que una persona emocional puede ser
influenciada en gran medida por una intelectual, pues carece de esa
dimensión, y uno comienza a percibir que aquello de lo que carece es
importante. Y tú no podrás convencer a un intelectual, pero él si te
convencerá a ti. No puedes argumentar por ti mismo, pero el sí puede por
él mismo. Por eso tu ego se siente herido y empiezas a imitar. Dejas de
lado tu tipo y puede que, durante muchas vidas, no seas capaz de
reencontrarlo porque cuando un proceso comienza es muy difícil el volver
atrás.
Y
nunca confundas a nadie. Si percibes que alguien es del tipo emocional,
no discutas con él aunque esto no te satisfaga. No discutas, no
argumentes, no digas nada. Déjalo que se sumerja en sí mismo.
Somos
tan violentos que nadie permite a nadie que perma-nezca consigo mismo.
Todo el mundo anda en busca del otro, todo el mundo trata de convertir
al otro a su propio modo de ser sin saber que puede estar destruyendo
una gran posibilidad. Insiste en ser tú mismo. No hay ninguna arrogancia
en ello. Es una sencilla ley el decir, «déjame que sea yo mismo». Pero
cuando empiezas a hablar utilizando los términos del otro, antes o
des-pués terminarás por ser succionado por ellos. Por eso si eres del
tipo emocional di directamente, «No me importan para nada la lógica u
otro tipo de argumentaciones». No discutas, no emplees los mismos
términos o el mismo lenguaje. Tan sólo di, «Soy irracional. Tengo fe sin
tener una sola prueba, pero la fe me funciona y no necesito más».
Algo
fatal le ha sucedido a la mente humana y es que los intelectuales se
han declarado a sí mismos como la única clase posible. Han obligado a
todo el mundo a aceptar el punto de vista de que son el único tipo
correcto y que todos los demás están errados. La educación les
pertenece, las escuelas les pertenecen, las universidades les
pertenecen. Crean literatura, crean razonamientos, crean pruebas,
contra-pruebas, crean filosofías. Se han vuelto excesivamente dominantes
y el tipo emocional se está sintiendo inferior: siente que está de más.
En realidad, no hay educación emocional, sólo educación intelectual.
Esta no conoce el lenguaje de la emoción, no conoce los argumentos de la
emoción, no conoce la lógica del corazón. No conoce nada y por tanto se
siente culpable. Si tiene fe, si se desarrolla en amor hacia lo Divino,
se siente culpable, siente que está equivocada. Nunca te sientas así.
Percibe siempre tu propio pulso, lo que eres, lo que es tu naturaleza; y
luego decide. O más bien, deja que tu naturaleza decida.
Esos
son pues los dos caminos: o bien ser bañado en la luz interior o ser
bañado en el amor interno. Y entonces estarás en el umbral, en los
límites dónde la gracia empieza a ejercer su acción. Entra, y halla la
fuente, o sal, y descubre al amado.
Recuerda
esto también: si has de encontrar la fuente, entra. Si has de encontrar
al amado, sal. Para buscar las cosas, has de salir; para buscar al
amado, también has de salir. La actitud es distinta, pero el movimiento
es el mismo. Encontrar al amado quiere decir descubrir Eso en
todo lo que te encuentras. Sal y sigue indagando y llegará un momento en
que nada queda excepto tu amado. Entonces eres bañado en amor, y éste
será el resultado.
O,
entra. Si te desplazas hacia adentro puedes descartar hasta la palabra
Dios. En los viejos textos de yoga, no se menciona a Dios en absoluto. E
incluso en los textos más modernos, se menciona a Dios sólo como medio.
Para alcanzar Eso, Dios es mencionado como medio. Y puedes descartarlo; es prescindible.
Por
eso un Buda puede culminar sin ningún concepto de Dios, un Mahavira
puede llegar sin ningún concepto de Dios, pero una Meera no puede llegar
sin concepto de Dios. Un Chaitanya no puede llegar, porque Dios no es
algo prescindible si tu camino es el del amor, porque entonces ¿dónde
encontrarás al amado?
Pero, ¡muévete! No permanezcas estático en la vida. ¡Ve hacia la luz o hacia el amor!
La Alquimia suprema vol1
1 comentario:
no lo puedo leer no veo.
Publicar un comentario