La información mas antigua sobre el Gran Ciclo Cósmico proviene de la Atlántida
Hace 13.000 años, el Sol, activado por un pulso del Centro de la
Galaxia, irradió una cantidad inusual de energía hacia la Tierra,
provocando el Diluvio Universal. Un evento registrado en los libros
sagrados de prácticamente todas las culturas antiguas. Como ya hemos
visto, existen evidencias científicas que relacionan este acontecimiento
con el Gran Ciclo Cósmico.
Registros del Génesis Sumerio con una lista de sus reyes en
tabletas cuneiformes, que datan del año 4468 a.C., son evidencia
histórica que confirma la existencia de la Atlántida y que el Diluvio
Universal que la destruyó, sucedió aproximadamente en el año 10.928 a.C.
En aquel entonces, brillaba frente al horizonte terrestre la
constelación de Leo. Era que los Sumerios establecen como la del nuevo
comienzo. Los egipcios, también ubican el Zep Tepi, como le decían al
nuevo tiempo, en esa misma Era.
Otra de las más antiguas referencias al Gran Ciclo Cósmico y al
Diluvio Universal aparece en el código del rey babilonio Hammurabi. Su
texto afirma que el rey podía leer las palabras talladas en piedra de
los días anteriores al diluvio. Esto confirma la existencia de la
Atlántida e indica que en ese entonces ya existían escribas y escritura.
En sus diálogos, “Timeo y Critias”, Platón nos describe a la
Atlántida y habla del Gran Ciclo Cósmico que originó su destrucción. Su
relato dice que en el año 600 a.C., Solón un gobernante griego, recibió
información directamente en Egipto, sobre antiquísimos registros que se
remontaban hasta la Atlántida, la “civilización madre” de esa cultura.
Cuenta que existe un Gran Ciclo Cósmico que ha provocado varias veces la
destrucción de la humanidad. Una de ellas por fuego y la última vez por
agua, cuando un diluvio hundió bajo las aguas a la cadena de islas
donde se encontraba la Atlántida. De acuerdo con Solón, esto sucedió
unos 9.000 años antes de su tiempo, mas allá del mediterráneo, después
de las columnas de Hércules, como llamaban los antiguos al estrecho de
Gibraltar. Es decir, en el Océano de los Atlantes.
La Atlántida se alzaba en la confluencia de 3 placas tectónicas: La
que soporta al continente de Suramérica, la que soporta a África y la
placa de Norteamérica, único lugar bajo el mar que en los últimos 13.000
años ha sufrido grandes cambios. Esa ubicación fue el principal motivo
para que desapareciera completamente cuando esas placas chocaron entre
sí, generando enormes terremotos y erupciones volcánicas en todo el
planeta. En 1877 la gran síquica Helena Blavatsky predijo que las islas
se encontraban sepultadas en una grieta que existía en el fondo del
Océano Atlántico. La grieta, que fue localizada a principios del siglo
pasado y que hoy llamamos la fractura de Atlantis, pasa exactamente por
el punto de confluencia de las 3 placas tectónicas. Lugar donde existe
la más alta probabilidad en el planeta, para que la cadena de islas se
hundiera bajo las aguas. En el año 2001 produje con Caracol Televisión
una serie de 5 programas llamados ¨La Conexión Atlante¨ que amplían este
tema. Los interesados pueden ver extractos en:
www.youtube.com/user/fernandomalkunrojas#p/u/1/GoT1CsoD-Fg
Megalitos prueban que la Atlántida sí existió.
La Atlántida se ha considerado como una leyenda derivada de la
descripción que hizo Platón, sin embargo existen pruebas
incontrovertibles de su existencia, que gracias a su tamaño
sobrevivieron al diluvio. Se trata de unas gigantescas piedras llamadas
megalitos que se encuentran en dos lugares: En Baalbek, Líbano y bajo la
plataforma que soportaba el templo de los judíos en Jerusalén. Son los
bloques de piedra cortada mas grandes y pesados del mundo: Los tres de
Baalbek son llamadas los trilitones. Cada uno pesa alrededor de mil
doscientas toneladas y mide aproximadamente 25 metros de largo, 12
metros de ancho y 5 metros de alto. Hoy no tenemos la tecnología para
moverlas. Lo más pesado que se puede levantar con una grúa, es el
transportador espacial Discovery que solo pesa 150 toneladas,
aproximadamente una décima parte del peso de los trilitones. Los tres
bloques fueron movidos 3 km, desde el lugar donde fueron tallados donde
aún se encuentra un bloque cortado que nunca fue utilizado, hasta el
sitio donde fueron elevados a 25 metros de altura sobre una base de
piedra. Allí fueron ensamblados entre sí con tanta precisión que no cabe
la carta de una baraja entre sus juntas.
Varias civilizaciones, asombradas por su tamaño, las convirtieron
en objeto de reverencia y, sobre la plataforma que conforman,
construyeron una sucesión de templos. El más antiguo fue sumerio,
dedicado a Anú. Luego, los asirios construyeron un templo dedicado a
Baal. Posteriormente, los persas dedicaron uno a Mitra; los griegos a
Helios y, por ultimo, los romanos construyeron allí el mas grandioso
templo de todo el imperio. Una de las maravillas del mundo antiguo,
dedicado a Júpiter con un gran Omphalos, la piedra de su oráculo, que
fue visitada por casi todos sus emperadores. En Jerusalén hay otros dos
megalitos Atlantes, que forman parte de los cimientos del muro de los
lamentos y de la enorme plataforma que sostuvo al templo de los judíos;
cada uno pesa 800 toneladas. La ciudad santa se fundó en ese sitio tan
difícil, seguramente para reverenciar esas enormes piedras Atlantes.
Evidencias geológicas, astronómicas, físicas, históricas,
climáticas y biológicas confirman que hace aproximadamente 13.000 años
terminó la última glaciación. En ese momento el eje de la tierra se
orientaba hacia la estrella Vega de la constelación de Lira que brillaba
sobre el Polo Norte, exactamente donde hoy se encuentra Polaris. Esto
ocurrió cuando el manto de hielo que había cubierto el planeta, durante
el enorme intervalo de 2,5 millones de años de la Era Glacial del
Pleistoceno, se derritió. El hielo que cubría la superficie de los
continentes retenía un gran volumen de agua que mantenía el nivel de los
mares unos 120 metros por debajo de su nivel actual. Tan solo en el
Ecuador del planeta había una zona tropical más cálida y libre de hielo.
Allí, en la mitad del Océano Atlántico, existía en aquel entonces una
cadena de islas en donde floreció el núcleo central de la avanzada
civilización Atlante. El hielo, al derretirse, produjo gran cantidad de
vapor de agua que alteró el clima y generó el gran diluvio planetario.
El volumen de agua del deshielo elevó el nivel del mar, lo que ocasionó
el gran cataclismo.
Hace 13.000 años, el centro de la galaxia emitió
una Superonda de energía que aumentó la irradiación del Sol, lo que
provocó el Diluvio Universal.
Dos hipótesis que se complementan entre sí explican por qué aumentó
tan rápidamente la temperatura en la Tierra, como para derretir el
manto de hielo que la cubría desde hacía 2,5 millones de años y dar
lugar al Diluvio Universal. La primera de las hipótesis que resuelve el
misterio es de Paul LaViolette, Ph. D., autor de varios libros entre
ellos, ¨Genesis of the Cosmos¨, ¨Subquantum Kinetics¨ y ¨Earth Under
Fire¨, quien descubrió evidencias de que el centro de la galaxia palpita
o emana periódicamente un flujo de alta energía, en dos intensidades:
Una, muy fuerte e intensa, cada 26.000 años. La otra, mucho más débil,
exactamente en la mitad de ese intervalo, es decir a los 13.000 años.
Las emisiones de energía se ajustan por lo tanto, a los intervalos del
Gran Ciclo Cósmico.
La irradiación que el autor llama Superonda, es emitida por el
centro de la galaxia, que se encuentra a 26.000 años luz de distancia
del Sistema Solar. Está conformada por una amplia gama radiación
electromagnética, principalmente de rayos Gamma, rayos-X y luz
ultravioleta. Además, de rayos cósmicos galácticos que son partículas
que portan en su interior protones y electrones. En menor cantidad
irradia luz infrarroja, ondas de radio y luz visible.
La Superonda empuja polvo cósmico con partículas metálicas reflectivas hacia el Sistema Solar.
Cuando la Súper onda es muy intensa empuja, en su camino hacia el
Sistema Solar, grandes cantidades de polvo cósmico interestelar, rico en
partículas metálicas de iridio. Por su origen extraterrestre, el iridio
es un elemento muy raro en nuestro planeta. Éste nos llega, mezclado
con polvo cósmico, en cometas y asteroides que impactan la Tierra. Hace
13.000 años, cuando la súper onda llegó a nuestro Sistema Solar, esas
partículas metálicas de iridio que son reflectivas, actuaron como un
espejo que devolvió los rayos solares que se dirigían hacia el espacio
exterior, de vuelta hacia el Sol. Ésto produjo un incremento en la
generación de fáculas (puntos brillantes), manchas (puntos oscuros) y
explosiones de plasma que aumentaron la irradiación del Sol. Esta
inusual aumento de energía elevó la temperatura del planeta, lo que
inició el derretimiento del manto de hielo que lo cubría. El clima
cambió abruptamente, el agua evaporada generó una fuerte e incesante
lluvia, se elevó el nivel del mar y comenzaron a inundarse las ciudades
costeras de la civilización Atlante.
Las partículas de iridio actuaron como un espejo que concentró energía en el Sol, lo que incrementó su actividad.
El descubrimiento se produjo al encontrarse una altísima
concentración de berilio-10 y de polvo cósmico con iridio, preservados
en una muestra extraída en Vostok, Antártida, de una capa de hielo que
estuvo expuesta al aire libre hace 13.000 años. El isótopo de
berilio-10, que es uno de los metales más livianos, solose produce
cuando rayos cósmicos de alta energía chocan con átomos de nitrógeno y
de oxígeno en la atmósfera. La inusual concentración de polvo cósmico
con partículas de berilio-10 y de iridio, permitió deducir que solo una
Superonda de energía pudo haber traído el iridio del espacio exterior y
generado el berilio-10 en la atmósfera.
Este descubrimiento despertó el interés por estudiar muestras de
hielo de los últimos 145.000 años, para saber si este fenómeno se había
repetido en el pasado. Y se amplió la investigación a las variaciones de
temperatura del aire en ese mismo período, que quedan registradas en
los núcleos de hidrogeno pesado preservados en el hielo. Esto permitió
descubrir una correlación muy cercana de ascensos y descensos de
temperatura en el planeta, con concentraciones de isótopos de berilio-10
y de partículas de iridio, en intervalos aproximados de 26.000, 52.000,
78.000, 104,000 y 121.000 años. Es decir, los mismos intervalos
determinados por el Gran Ciclo Cósmico y la Precesión de los
Equinoccios.
De otro lado, el Telescopio Espacial Hubble, ha permitido comprobar
que este fenomeno también ocurre en otras galaxias que, además de tener
núcleos masivos similares al que tiene el centro de nuestra Galaxia,
emiten flujos similares a los de la hipótesis de La Violette. Alternan
emisiones de alta energía con largos períodos de inactividad.
En 1993, la sonda interestelar Ulises de la Nasa detectó nubes de
polvo cósmico moviéndose en dirección a la tierra. Esto parece indicar
que, el fenómeno que ocasionó el aumento de temperatura que provocó el
Diluvio, se puede estar repitiendo ahora con menor intensidad, porque la
temperatura solo a aumentado cerca de 1º en los últimos 20 años. Como
vimos, la onda irradiada en la mitad del Gran Ciclo es menos intensa. A
su vez, en1996 el Amor radar, Advanced Meteor Orbit Radar en Nueva
Zelanda también detectó un fuerte flujo de partículas procedentes del
centro de la galaxia.
¨Falsos amaneceres¨ en el hemisferio norte tambien confirman que
está llegando polvo cósmico con iridio a la Tierra. Muy temprano en la
madrugada sus reflejos iluminan la oscuridad, como si estuviera saliendo
el Sol.
La explosión de los restos de una supernova en la atmósfera aceleró el cataclismo.
LaViolette también afirma en su estudio que la energía periódica de
la Superonda, hace explotar estrellas inestables que se encuentran al
final de su vida útil, convirtiéndolas en supernovas. Esta afirmación
nos lleva a la segunda hipótesis, a la posibilidad de que un evento
sincrónico acelerara súbitamente lo que sucedía en ese momento,
acelerando el cataclismo que destruyó casi toda la población sobre la
Tierra. Es probable que, el aumento en la temperatura que derretía el
manto de hielo, se volviera cataclísmico con la llegada de restos
irradiados por una supernova que explotó en la atmósfera del planeta. De
acuerdo con el geólogo Allen West y el oceanógrafo Jim Kenneth,
científicos de la Universidad de California, y con el químico nuclear
Richard Firestone, del Lawrence Berkeley National Laboratory, hay
pruebas concluyentes de que hace 13.000 años un cometa explotó en la
atmósfera de la Tierra.
Restos de una supernova explotaron en la atmósfera acelerando el cataclismo.
Este cometa sería parte de los restos de una supernova (una
estrella enana blanca) que explotó al término de su vida útil hace
aproximadamente 39.000 años. De unos 4 kms de ancho, habría explotado
sobre el cielo entre Canadá y Norteamérica, cerca de la región de los
grandes lagos. El bólido celeste, no era sólido como el que cayó hace 65
millones de años sobre Chicxulub, México, generando la extinción de los
dinosaurios. Habría sido una masa poco consolidada de rocas, hielo y
otros materiales de baja densidad, que estalló al entrar en la
atmósfera. La explosión generó una bola de fuego que vaporizó lo que se
encontraba en un área de unos 300 kms de radio y un huracán de viento
ardiente encendió la vegetación del continente entero. Simultáneamente
esparció, sobre gran parte del hemisferio norte, una gran cantidad de
polvo cósmico y partículas de iridio que luego fueron detectadas por
este cuerpo de científicos en muestras del suelo de diferentes lugares
de Norteamérica, Canadá y en el hielo de Groenlandia
La explosión terminó de desestabilizar la capa de hielo Polar
Ártico que ya se estaba derritiendo, provocando un masivo
desprendimiento que al caer súbitamente al mar, causó un gigantesco
tsunami que arrasó todos los continentes. Debido a la violenta y
poderosa explosión, las capas tectónicas que conforman la corteza
terrestre chocaron las unas con las otras generando erupciones
volcánicas y terremotos en todas partes. Los dos volcanes de la
Atlántida explotaron, la tierra se abrió y una ola tan alta como una
montaña de 900 metros arrasó con su capital Poseidonis. Al explotar la
masa del cometa, el polvo cósmico que éste traía se esparció
oscureciendo el cielo, produciendo un efecto invernadero que impidió que
el calor escapara. Esto elevó aún más la temperatura, terminando de
derretir el manto de hielo que había cubierto al planeta durante
millones de años. Las versiones sumerias, egipcias, y del génesis nos
dicen que llovió día y noche durante 40 días. Un gigantesco volumen de
agua se precipitó sobre los océanos, elevando el nivel del mar en 120
metros y sumergiendo gran parte de los continentes bajo las aguas. Los
restos de la Atlántida desaparecieron en el fondo del mar.
Platón también cuenta la historia del cometa.
Curiosamente, Platón relata la misma historia en los diálogos en
que describe a la Atlántida. En su relato, Faetón, un cometa hijo de
Helios, el Sol, que trataba de mantener los caballos del carruaje de
fuego de su padre por el sendero de la eclíptica, muere estrellado
contra la Tierra, quemando casi todo lo que había. Esto parecía parte de
una fábula pero hoy descubrimos que realmente describe los movimientos
del cometa que generó la explosión de fuego sobre la tierra, lo que
desencadenó el cataclismo y el Diluvio Universal.
No quedan rastros de la cadena de islas Atlantes.
El cataclismo cambió fundamentalmente la superficie de la Tierra.
Enormes cantidades de barro, arena y tierra se acumularon sobre valles y
montañas, lo que hizo surgir una nueva topografía, nuevos lagos y una
nueva línea costera. La isla de la Atlántida, que se encontraba sobre
los bordes de tres placas tectónicas que chocaron entre sí, se fracturo
deshaciendose y se hundió a través de la fractura de Atlantis en el
magma hirviente de la tierra. Sin embargo, el cambio más grande en el
planeta, fue la desaparición del manto de hielo que cubría los
continentes. Ésto elevó la temperatura media del mar permitiendo que hoy
disfrutemos de un período cálido entre las glaciaciones que
habitualmente han cubierto el planeta.
Hace 13.000 años, los Sacerdotes de la Escuela de Misterios de
Naacal en la Atlántida disponían de información recopilada durante miles
de años. Calendarios que les permitieron calcular con anticipación que
el final del Gran Ciclo se aproximaba. Cuando se dieron cuenta que la
temperatura aumentaba drasticamente y que el nivel del mar se estaba
elevando, alertaron a su pueblo del peligro potencial que esto
representaba para una Isla como la Atlántida. Ellos temían, que estas
alteraciones coincidiendo con el final del Gran Ciclo Cósmico, podrían
amplificarse peligrosamente. Por lo tanto, prepararon barcos especiales,
sellados por todos los lados para soportar los embates de las aguas,
mientras veían como su pueblo, deleitado con un clima más benigno y
dedicado a las satisfacciones materiales y al hedonismo, no escuchaba
sus advertencias. Antes del momento final, y decididos a sobrevivir para
sembrar una nueva civilización después del cataclismo que veían venir,
salieron de la Atlántida hacia el Este. En ese momento, los vapores del
deshielo generaron una lluvia constante y el nivel del mar comenzó a
elevarse rápidamente. Las lluvias se convirtieron en un Diluvio
Planetario y es probable que en ese momento los restos de la Supernova,
una estrella al final de su vida útil que había explotado mucho tiempo
atrás, llegaran a la Tierra. Los restos explotaron al entrar en contacto
con la atmósfera sobre los grandes lagos de lo que hoy es Canada,
provocando choques entre las placas tectónicas y el hundimiento de la
civilización Atlante bajo las aguas. El progreso de la humanidad se
detuvo súbitamente, dando comienzo a un período de 13.000 años de
oscuridad. La historia nos ha demostrado que las civilizaciones se
elevan, caen y antes de surgir una nueva, sobreviene un período de
oscuridad y de regresión intelectual, en el que la ignorancia deforma o
destruye gran parte de los logros alcanzados.
Sacerdotes Atlantes sobreviven el Diluvio con la semilla de nuestra civilización.
El caos separó los barcos de los pocos que sobrevivieron el
cataclismo que destruyó a la Civilización Atlante. Sin embargo, y a
pesar del caos que separo los barcos de los pocos Atlantes que lograron
ponerse a salvo, al menos dos grupos lograron sobrevivir. A pesar de no
haber previsto la explosión del cometa y el súbito cataclismo que
desencadenó, un valioso tesoro de la civilización Atlante representado
en la semilla de su conocimiento bien pudo ser preservado para la
posteridad. Cuando el temporal amainó llegaron a lugares separados por
miles de kilómetros en la Mesopotamia Sumeria y en el valle del río Nilo
en Egipto. Llevaban con ellos mucha información. Un modelo científico
de la realidad resultado de la observación, registro y análisis de la
naturaleza, de los movimientos de los astros y del comportamiento del
hombre durante miles de años.
Gracias a ese legado, 75 generaciones después, pudieron surgir
totalmente maduras las civilizaciones Sumeria y Egipcia, que fueron las
raíces paralelas de las que se derivaron todas las culturas posteriores.
Los Olmecas, la ¨cultura madre¨ de los Mayas, recibió esa información
de la rama Egipcia miles de años después. Descripciones del diluvio, de
la gran inundación que produjo y de unos pocos sobrevivientes que
sembraron nuevamente la civilización sobre la tierra¨, se registran en
los libros sagrados de todas las culturas antiguas. El arquetipo del Noé
bíblico aparece en el sumerio Ziuzudra, el egipcio Nnu, el babilonio
Atrahasis, el akkadiano Uptnashtim, el caldeo Xisuthrus y el
zoroastriano Yima.
Es posible que unos mil sacerdotes y sacerdotisas de la Escuela de
Misterios de Naacal de la Atlántida, llegaron a un largo oasis, a una
franja de tierra fértil que bordeaba un caudaloso río protegida por un
vasto desierto. La llamaron Kemet, que significa tierra negra,
territorio que tiempo después sería conocido como Egipto. Un lugar con
unas condiciones excepcionales para gestar una nueva civilización,
dedicada al perfeccionamiento espiritual. Desde allí, concibieron un
plan, que tomaría miles de años en ejecutarse, para repoblar la tierra y
elevar la consciencia de sus descendientes. Plan que también
contemplaba la manera de transmitir a sus descendientes la información
verificada en carne propia sobre el Gran Ciclo Cósmico. Ellos sabían que
un nuevo período de 26.000 años comenzaba para la humanidad. Que dentro
de 13.000 años volvería a repetirse el Momento Evolutivo de intenso
cambio que la civilización Atlante había experimentado en la mitad
exacta del Gran Ciclo que acababa de finalizar.
GRAN CICLO CÓSMICO ZODIACAL Y CIRCUMPOLAR DE 26.000 AÑOS.
Ese es el tiempo en que el eje polar de la tierra da un giro
completo de 360º ajustado a la forma de un cono virtual, lo que va
cambiando su orientación hacia las 6 Constelaciones Circumpolares, las
que brillan sobre el Polo Norte. Ese movimiento permite que 6 distintas
estrellas se alternen para situarse cada 4.320 años sobre el Polo, hoy
brilla allí, Polaris de la constelación de la Osa Menor. Simultáneamente
las constelaciones zodiacales también se desplazan frente al horizonte
terrestre. El Zodíaco que los egipcios heredaron de los Atlantes tenía
12 constelaciones, mientras que los Mayas diseñaron uno propio
dividiendo las estrellas de la bóveda celeste en 13 constelaciones. Este
desplazamiento es llamado la ¨Precesión de los Equinoccios¨ por la
ciencia actual y es la base del Gran Ciclo Cósmico. La Tierra ocupa el
punto rojo en el centro de la gráfica, bajo las constelaciones
circumpolares.
En la Esfinge y en el Zodíaco están las claves Atlantes que nos revelan las fechas del intervalo en que opera el Gran Ciclo.
Inmediatamente después del Diluvio, los Sacerdotes Atlantes
decidieron tallar un megalito de piedra con la forma de una Esfinge.
Serviría como clave, de manera que al descifrar su enigma, tuviéramos
acceso a su antigua información de Sabiduría. De esta manera el
conocimiento sobre el orden del universo quedaba protegido de la
ignorancia que sabían sobrevendría con el paso del tiempo. La dejaron
como una señal de tamaño planetario para que lograra sobrevivir el paso
de los siglos, con las claves del intervalo en que se manifiesta el Gran
Ciclo Cósmico.
Relacionaron esas claves con el reloj mas preciso que conocían: El
desplazamiento del día de los Equinoccios, que cambia la posición de la
tierra frente a las Constelaciones del Zodíaco. Un mapa de las estrellas
que habían construido a lo largo de miles de años, uno de los
conocimientos más extraordinarios que su civilización había reunido
sobre el orden del universo. En su Plan se encargarían de dejar ese mapa
bien claro, como un legado a sus descendientes.
Hoy sabemos que, una a una, las 12 constelaciones de estrellas en
la bóveda celeste se pueden apreciar, al pasar frente al horizonte
terrestre, mientras dan un giro de 360º que tarda 26.000 años. El
movimiento que la ciencia actual llama la ¨ Precesión de los
Equinoccios¨, el cual veremos en detalle más adelante. Los sacerdotes
atlantes sabían que ese movimiento corresponde a los intervalos que
regulan la emisión de energía, desde el centro de la galaxia. El Eje
entre dos de esas constelaciones, Leo y Acuario, divide el Zodiaco y la
bóveda celeste y marca los momentos en que el centro de la Galaxia
irradia la Superonda que incrementa la actividad del Sol. El primero de
esos momentos sucedió al finalizar el Gran Ciclo pasado cuando la
civilización Atlante se hundió bajo las aguas y el segundo lo estamos
experimentando nosotros ahora. Leo marca el punto inicial de cada Gran
Ciclo y 26.000 años después de haber dado un giro de 360º, marca también
su punto final. Acuario marca el punto medio del Gran Ciclo. El momento
en que la humanidad termina el ciclo más primitivo, instintivo y
difícil en esta etapa de su evolución. Cuando liberamos nuestra mente de
la animalidad original, y terminamos nuestra fase de desarrollo
instintivo. La Esfinge simboliza este momento, cuando se asoma saliendo
de la tierra frente al horizonte a observar el cosmos para entender que
tiene un orden perfecto. Representa el momento en que nos elevamos sobre
los hombros de la nuestra animalidad, cuando realmente somos libres
porque tenemos la información de sabiduría, que nos permite decidir
conscientemente hacia qué dirección dirigimos nuestro perfeccionamiento.
Leo y Acuario frente a la Esfinge, el día del Equinoccio de Primavera, con 13.000 años de diferencia.
Leo frente a la Esfinge, hace 13.000 años.
Orión, a la derecha y al sur de la Esfinge, al amanecer del Equinoccio hace 13.000 años.
La Esfinge, un símbolo del Gran Ciclo Cósmico, del intervalo entre las apariciones de Leo y Acuario frente a la Tierra.
Acuario, al Este frente a la Esfinge, en el año 2012.
El cuerpo de León revela que Leo estaba en el cielo cuando
sucedió el Diluvio. Su cabeza humana, revela que Acuario es
el punto intermedio del Gran Ciclo Cósmico de 26.000 Años
El cuerpo de la Esfinge, con su forma de león orientado hacia el
este, nos indica el momento en que fue tallada: Hace 13.000 años,
inmediatamente después del diluvio, cuando en el horizonte frente a ella
brillaban las estrellas de la constelación de Leo. Su cabeza de hombre
tiene la segunda clave del intervalo: Observa hoy, en el mismo punto en
el horizonte por donde salía la constelación de Leo hace 13.000 años, a
la constelación de Acuario. Única constelación cuyo símbolo es un
hombre. (Si el intervalo terminara en Géminis, el otro símbolo con
figuras humanas en el Zodíaco, la esfinge tendría dos cabezas). Acuario
representa al hombre que riega la tierra sembrada con dificultad y
esfuerzo durante los últimos 13.000 años. Riega con las aguas de la
sabiduría acumuladas por la humanidad durante ese período. Su mensaje
ilustra la extraordinaria oportunidad que tenemos los que encarnados en
estos tiempos, para generar un orden nuevo, una época dorada y de saber
para toda la humanidad.
Los sacerdotes Atlantes, además de tallar la Esfinge con su mensaje
cifrado, estructuraron un método para revelar durante los siguientes
13.000 años, que existe un Plan Supremo, un Orden Sagrado que determina
la evolución de la humanidad. La secuencia de eventos y experiencias de
aprendizaje que necesitamos vivir para comprender y tener la certeza de
lo que es verdad: la neutralidad, la armonía, el respeto, la tolerancia,
la incondicionalidad y la serenidad, que son las características y
cualidades esenciales del Amor
Cada fase de su plan se desarrollaría en el tiempo en que tarda una
constelación zodiacal en desplazarse frente a la Esfinge durante el
Gran Ciclo Cósmico. Cada Era tendría una lección de vida distinta que
enseñarnos. Serían las estrellas las que determinarían cuándo cambiar el
foco de estudio de un tema a otro. Los Atlantes creían en la
reencarnación, una creencia que transmitieron a sus descendientes.
Creían que los hombres nos perfeccionamos acumulando comprensiones sobre
el orden del universo y sobre el amor que lo fundamenta. Que logramos
esa comprensión a través de infinidad de experiencias y correspondencias
de aprendizaje durante muchas vidas. Al reencarnar repetidamente sobre
el planeta, en diferentes Eras, vamos recibiendo las diferentes
lecciónes de vida, en sincronía con la secuencia, ordenada y diseñada
por el Plan Supremo, para garantizar la evolución de nuestra
consciencia. La reencarnación permite adoptar distintos puntos de vista
sobre la realidad, tomar libremente muchas decisiones ante infinidad de
eventos para aprender con los resultados que obtenemos. Logramos
comprensiones sobre lo qué es verdad en el universo fundamentados en una
sola premisa: Lo que es falso solo puede producir sufrimiento, lo que
es verdadero solo puede producir armonía. Así, en muchas vidas pasamos
de ignorantes, instintivos y reactivos, casi animales, a seres humildes,
tolerantes, neutros ante la diversidad y respetuosos del libre albedrío
de los demás.
Debieron pasar 75 generaciones, para que los pocos sobrevivientes
del Diluvio alcanzaran una población suficiente que pudiera manifestar
la que hoy se conoce como la civilización Egipcia. Ésta surgió como una
cultura ya madura, rica en conocimientos, con una organización social
extraordinaria y con un nivel que nunca fue igualado en todo su
desarrollo posterior. Su plan también dejó establecido que cuando la
población de sus descendientes en Egipto, alcanzara el millón de
habitantes, se prepararan grupos que llevaran el conocimiento a otros
lugares del planeta. Esto garantizaría una repoblación más uniforme
sobre la Tierra y el florecimiento de ramas paralelas que desarrollarían
nuevas culturas. Como veremos más adelante, varias características del
llamado pueblo Olmeca, permiten afirmar que sus antepasados tomaron esa
antorcha y, del África, la llevaron por mar a Mesoamérica, para que
luego sus descendientes dieran lugar allí, a la Cultura Maya.
Veremos cómo los Olmecas y los Mayas actualizaron constantemente
una Cuenta Regresiva, la cual también termina en nuestro tiempo, que
tiene la misma función de la Esfinge: Mantener enfocada la consciencia
del hombre sobre el Gran Ciclo y los momentos evolutivos que éste
genera, en sincronía con el Plan Supremo, para impulsar la evolución de
la consciencia de todos los seres humanos sobre la tierra.
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