Érase una vez un tiempo en
que los seres humanos medían sus horas de acuerdo a la ☽ luna sabia,
así, cada vez que el sol viajaba durante un año poniendo en movimiento
la rueda, trece lunas madres marcaban los cambios de la tierra y sus
reinos durante el viaje anual del sol. La mente viajaba tranquila
permitiendo que los cambios sucedieran, dentro y fuera de ella. El
tiempo y la mente unidos vivían en armonía con los misterios del sol, la
luna y la tierra.
Cada mes una luna con su luz
ponía un matiz o cualidad que barría la tierra y renovaba la vida que
de ella brotaba, por ello al cerrarse la rueda del año, cuando el sol
volvía a su lugar de origen trece lunas madres habían preñado con sus
diferentes cualidades toda la existencia, y la espiral del cambio daba
un salto. Para que esto se manifestara como una realidad material los
úteros de las mujeres chamanas se preparaban y estaban receptivos,
abiertos y despiertos.
Tumbadas bajo la luna sabia en el
templo del bosque, en la noche, las mujeres se abrían a esa posibilidad y
eran bautizadas por el rayo de cada luna con esa cualidad, y durante
cada ciclo, un animal, planta y piedra
acompañaban el viaje de la mujer en ese mes.
La mente estaba en paz, las lunas danzaban con el sol,
la fuerza del agua y el fuego, el día y la noche, lo masculino y lo
femenino caminaban unidos compartiendo los ritmos de la libre energía
creadora de mundos.
Hécate, la madre del mundo, guarda las llaves para abrir los caminos olvidados y también los nuevos, su llamada está resonado en muchas mujeres.
Con el paso del tiempo se
impuso el calendario solar separado del lunar y con él se rompió la
unidad. Desde entonces la mente vaga loca en un tiempo lineal sin
sentido que no cambia ni respeta los ciclos, los úteros
de las mujeres ya se han dormido y no recuerdan que en un tiempo eran receptores de la influencia de la luna en la tierra.
Hoy de nuevo las mujeres nos reunimos para recuperar este chamanismo antiguo, trece animales, trece plantas y trece piedras guardan la memoria de este sendero que se ocultó en la oscuridad del tiempo.
La madre del mundo Hécate guarda las
llaves para abrir los caminos olvidados y también los nuevos, una diosa
tan antigua que se remonta a los primeros mitos de creación del mundo
cuando nació la noche y con ella el tiempo eterno de las estrellas y el
cíclico de la luna. Hécate posee las llaves de los trece senderos y la
llama que los alumbra de nuevo, su llamada está resonado en muchas
mujeres. Vino a mí hace muchos años,
al principio de mi viaje y su llamada fue tan fuerte, que dije sí, y se quedó conmigo para siempre.
Se acerca el tiempo para que
sol y luna vuelvan a danzar. Hombres y mujeres ya están sintiendo el
impulso profundo de la reunión verdadera, caerán las barreras del tiempo
falso y nacerán nuevas celebraciones,
nuevas formas de acercarse
desde la libertad y el respeto, está a punto de brotar la fuerza que
recrea de nuevo el tiempo perdido. Sin prisa, pero sin pausa, que vuelva
de nuevo la conciencia del cambio, solo tenemos que estar alerta para
percibir los sutiles cambios de esta nueva realidad en que el sol, la
luna y la tierra con su danza, sean los guías sanadores de nuestra mente
atrapada en un tiempo que ya perdió el movimiento.
Mi mujer antigua ha vuelto
al pasado para recordar desde el alma una memoria intangible de un
tiempo de paz, y esa mujer sabe que ahora el pasado se hace presente
pues hay cosas que la tribu humana destruyó en
su ignorancia, y es necesario
repararlas. Es necesario porque si la mente no retorna a esa unidad,
algo importante se acabará.Mi mujer antigua ha vuelto al pasado para
recordar desde el alma una memoria intangible de un tiempo de paz.
Hombres y mujeres ya están
sintiendo el impulso profundo de la reunión verdadera, caerán las
barreras del tiempo falso y nacerán nuevas celebraciones, nuevas formas
de acercarse desde la libertad y el respeto
Guadalupe Cuevas
Escritora y Terapeuta de Feminidad Consciente
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