Por Arnaldo Quispe
Los pueblos originarios de sudamérica
prehispánica celebraban con carácter sagrado los cambios estacionales
con el comenzar-terminar de los solsticios y equinoccios
respectivamente. De ello dependía la producción agrícola y la eficacia
de las siembras-cosechas anuales en armonía con los cambios climáticos y
naturales. La fiesta principal conocida como Inti Raymi es el
equivalente actual del año nuevo occidental, esta fiesta panandina se
celebraba a partir de la segunda quincena de junio y tenía como fecha
central los días 20 ó 21 de junio, teniendo como referencia la marcación
aproximada del nuevo solsticio.
El carácter sagrado-religioso del Inti
Raymi obedecía íntimamente a la cosmovisión andina, en ese sentido la
paridad y complementariedad que son sus pilares, motivaban dos
celebraciones centrales dedicadas en respeto de la entidad masculina: el
Sol (Inti) y dos celebraciones centrales femeninas dedicadas a la Luna
(Killa). De este modo completan el calendario agro-astronómico andino
las fiestas de solsticio de diciembre el Kapac Raymi y de los
equinoccios de marzo y setiembre Pawkar Raymi y Kuya Raymi
respectivamente. Estas fiestas fueron interrumpidas con la llegada de la
presencia hispánica, aunque hoy se sabe que no del todo ya que
numerosas comunidades continuaban en secreto su celebración. La Iglesia
hegemónica oficializó la fiesta de San Juan en algunos casos y la de San
Pedro por ejemplo para intentar derivar el carácter festivo,
mágico-religioso celebratorio andino, introduciendo elementos nuevos
para la cosmovisión andina.

El Inti Raymi era la principal
celebración en tiempo de los Inkas, Cuzco era la sede de fiesta que
podía extenderse entre una a dos semanas entre mediados y fines de
junio, este lapso de tiempo coincidía con la culminación del período
agrícola y el inicio de uno nuevo período. La madre tierra descansaba en
este tránsito de tiempo. La fiesta se celebraba con rituales, ofrendas,
sacrificios, danzas y música. La plaza Huacaypata –hoy Plaza Principal
del Cuzco- era el lugar central de las celebraciones.
Hoy en día la fiesta que vemos en el
santuario de Sacsayhuamán es solo una representación del antiguo Inti
Raymi inspirado en la obra del cronista mestizo Garcilaso de la Vega,
pero es la fiesta más importante del mundo andino actual. Esta
escenificación tiene carácter simbólico y está dedicada al visitante o
turista –que se da lugar en Cuzco- para dar una imagen o idea de lo que
en tiempos ancestrales significaba celebrar la principal fiesta andina.
Esta puesta en escena sin embargo, data de hace poco, de hace
exactamente 70 años cuando en la capital Inka del Cuzco fue
reinstitucionalizada para conmemorar el rescate y valoración de esta
importante celebración.


“El día es más corto, la noche es más
larga”, será por ello que el sentido de esta celebración representa la
alianza con este astro solar, con la luz que da la vida. El andino no
veneraba ni venera al Sol en el sentido de adoración por la vanidad o
sumisión, el sentido correcto era el respeto que se tenía –y se tiene-
hacia su función esencial y espiritual, sin lo cual toda vida sería
inerte, carente o inexistente. El Sol es visto como un ser vivo al cual
se le debe respetar, un hermano mayor el más anciano, el más importante
entre los hermanos, uno que decide en armonía con su complemento la
killa, el destino de la propia vida humana. Este respeto es visto como
respeto hacia lo sagrado, respeto hacia la vida y respeto hacia todo
orden natural de cosas, pues todo tiene sentido y propósito, todo tiene
utilidad y si esto es así los andinos celebramos juntos en armonía esta
comunión de sentires en un compartir de ayni perenne.
Fuente: http://www.takiruna.comNota: se autoriza la copia o difusión del presente artículo por cualquier medio siempre y cuando se mencione el autor y la fuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario