“Tienes que amar de tal manera, que la persona que amas se sienta libre”. – Thich Nhat Hanh
El Buda dice que el amor debe hacernos sufrir menos al igual que ayudar al otro a sufrir menos.
Si alguien sufre en el amor, no es amor verdadero.
El amor de verdad, dice el Buda, también hace que
nos amemos más a nosotros mismos por lo que en una relación amorosa,
ambas personas deben sentirse más felices y más seguras de sí mismas,
como consecuencia de dicho amor.
Pero el amor no crea fronteras y por lo tanto,
cuando se ama de verdad, no hay separación entre el que ama y el ser
amado. Porque el amor es una reverencia, una comunión, no puede haber
separación entre los seres que aman. Y este amor, aunque une y funde,
también motiva al vuelo, a ser libres, a vivir gozosamente la vida sin
miedos ni angustias.
El amor verdadero, de acuerdo con el Buda, no
discrimina pues es capaz de extenderse y tocar todos aquellos en el
mundo, no sólo a la pareja ni a las personas inmediatas. He ahí la
cualidad más grande del amor verdadero según el budismo. Si amas, no
limitas ese amor, lo extiendes a toda tu realidad.
BONDAD: La bondad en el amor es la inclinación
natural a hacer el bien ante todo. De acuerdo al Buda, la bondad es el
elemento esencial del amor e implica compartir la alegría del corazón,
la que a su vez nos provee con la capacidad de hacer feliz al otro.
Para ser bondadosos con nuestros seres queridos,
el Buda recomienda observarlos de cerca pues allí radica nuestra
capacidad para comprenderlos realmente. Observar al otro no es una
acción física, con los ojos, sino una acción del alma y del corazón.
La comprensión de quién es el otro, que nace de
estar atentos y presentes en todo momento (y receptivos a sus
necesidades), nos lleva al amor de verdad.
Dice el Buda que no se puede amar a alguien si no se le comprende. Eso es bondad en el amor.
COMPASION: No hay sufrimiento en el amor
verdadero pero para no sufrir, y no hacer sufrir a la pareja, se debe
entender la naturaleza del sufrimiento. La compasión nos ayuda a que la
persona amada sufra menos.
Para cultivar la compasión es también necesario
observar al otro – es decir, cultivar la conexión con el ser amado al
estar presente y atento a sus necesidades.
Si la compasión hacia el otro – u otros – no nace
fácilmente, el budismo propone la práctica de la meditación para
desarrollar esta facultad al igual que un honesto deseo de cambiar y
crecer para mantener una relación de pareja estable.
El amor fomenta la compasión por lo que si amamos de verdad cada vez seremos más compasivos.
GOZO Y ALEGRIA: El monje budista Thich Nhat Hanh
dice que si no hay alegría no hay amor de verdad. Esta alegría debe ser
pura y profunda, de corazón, y no una actuación forzada o manipulación
para no perder al otro.
La constante ansiedad, amargura o el sufrimiento no pueden existir cuando hay amor de verdad.
El amor verdadero, según el budismo, llena de
gozo y alegría el corazón de ambos amantes – sin excepciones, sin
excusas. Si esto no es así, el amor no es de verdad ni es sano.
Esto es algo sencillo. Si gozas y haces gozar, amas. Si sufres o haces sufrir, no.
INCLUSION, ECUANIMIDAD Y LIBERTAD: Se debe amar
de tal manera que el otro se sienta libre y esa libertad incluye un
sentido de pertenencia a la pareja y estar a salvo con ella en todo
momento.
Esta libertad en el amor, dice el Buda, nace de
la inclusión y la conexión, de entender que todos somos uno y esto mismo
aplica a la pareja.
Si el vínculo es verdadero y fuerte, es a su vez
flexible para dejar al otro ser y hacer. Igualmente, uno debe poder
sentirse libre de ser y de hacer en la pareja.
Esta libertad del amor no es dañina ni peligrosa
pues acompaña a los otros elementos del amor: la bondad, la compasión y
el gozo.
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