Se dice que: “la belleza depende de quien te mire”.
¿Pero quién te mira? O mejor; ¿cómo miras tú? Sea la pregunta que se
tome, se trata de poder ver belleza en todo, pues todo es bello dado que
nada que existió, existe o exista, será igual. Todo es distinto. Tú
mism@ eres distint@, no solo cuando eras pequeñ@, sino distinto a hace
una hora donde las circunstancias eran distintas a la actuales y tus
acciones, evidentemente, lo fueron y son distintas.
Mira,
y mira con belleza: cada copo de nieve es distinto a otro, es un hecho
más que demostrado, y si lo miras así, mira que han caído copos de nieve
en este mundo y todos son distintos. Entonces ¿por qué un copo de nieve
es más bello que otro si cada cual es distinto y, por tanto, bello en
sí al ser único e irrepetible?
Cuando
miramos algo, estamos emitiendo un concepto de cómo DEBE ser ese algo;
por tanto, lo que estamos haciendo es definir algo como bello o no desde
un concepto propio. Un concepto propio que no tiene que ser compartido
por los demás. Pero cuando miramos algo sin conceptualizarlo, lo que se
realiza es un proceso de contemplar (no mirar o ver) que eso es como es,
y siendo así, es bello al no aplicarle un concepto que lo define y/o
califica.
Hace
años el concepto de la belleza femenina era la mujer voluptuosa, y esto
es un concepto que no está en vigor hoy en día, por poner un ejemplo.
¿Qué es, por tanto, la belleza? El diccionario asegura que es la propiedad de las cosas que nos hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual.
¿A que no te habías parado a mirar esto que se define como tal? Pues en
sí misma la misma definición de belleza arroja belleza.
Rabindranath Tagore escribió: “Durante
muchos años, sin reparar en gastos, he recorrido muchos países, he
visto las montañas más altas y los océanos. Lo único que no supe ver,
fue el brillo del rocío en la hierba de la puerta de mi casa”.
Alguien dijo, bellamente, que los ojos son el espejo y/o reflejo del alma. Y yo digo ¿Con qué ojos miramos, con los de los conceptos o con los del alma? Pues, David Hume acertó a mencionar que “la belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla”. Pero fue John Fletcher quien perfiló que “el lenguaje del amor está en los ojos”.
Así, pues, quiero concluir manifestando que si contemplo con mis ojos
(sin mirar, sin ver, sin definición, sin conceptos), sea lo que sea que
exista en ese instante, con el amor del alma, sólo puedo acertar a estar
en presencia continuada de la belleza que se desparrama por doquier con
lujo, sin recato, sin fin, en abundancia.
Sentencio: Es tu existencia, la belleza de esta vida.
Y estoy convencido de ello, pero la cuestión es que la belleza está en
uno, de entrada; pues si no ves belleza en ti, no podrás contemplarla
fuera, jamás.
¿Definir
la belleza? No, degustarla, palparla, sentirla, percibirla,
disfrutarla. Si obras así, tu vida está, y estará, inundada de belleza,
de tu belleza.
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Autor: Deéelij
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Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO
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