Los aztecas relacionaban al colibrí con Huitzilopochtli, su dios de la guerra, por su actitud agresiva al defender a su hembra de otro macho, aseguran expertos después de estudiar restos de la pequeña ave en ofrendas prehispánicas descubiertas recientemente.
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¿QUE QUIEREN DECIRNOS CON ESTE NUEVO MENSAJE..............................?
El nacimiento del Dios Colibrí
01-05-2008 | Ademir Morales
En el México antiguo, en Anahuac, el ombligo del mundo, Huitzilopochtli era el numen principal de los mexicas; el colibrí zurdo, aquel que condujo al pueblo elegido de las diversas tribus nahuas, el pueblo Azteca, desde la misteriosa isla de Aztlan hasta el altiplano mexicano donde se cimentaría la gloriosa Tenochtitlan, allí donde gobernaría el mundo mesoamericano entero.
El mito del nacimiento de Huitzilopochtli nos habla acerca de cómo estos hombres se hallaban inmersos en un universo sobrecargado de sentido: cada respiro suyo, era una ofrenda, cada sueño un contacto místico. Espléndidamente aislados durante milenios, desarrollaron una cosmovisión muy particular y valiosa, porque nos sumerge en ámbitos asombrosos de pensamiento en Otredad, diferente por completo al desarrollado por la razón greco romana, la del cristianismo europeo.
“Y este Huitzilopochtli, según se decía, era un portento, porque sólo una pluma fina, que cayó en el vientre de su madre, Coatlicue, fue concebido. Nadie apareció jamás como su padre. A él lo veneraban los mexicas, le hacían sacrificios, lo honraban y servían. Y Huitzilopochtli recompensaba a quien así obraba. Y su culto fue tomado de allí, se Coatepec, la montaña de la serpiente, como se practicaba desde los tiempos antiguos.” (De los informantes de Fray Bernardino de Sahagún)
Hoy es factible comprender, en este relato mítico, una lectura de la victoria cotidiana del Sol en contra de la noche, la Luna y las estrellas del firmamento. Porque las palabras dicen al mundo de diferentes maneras, y el silencio expresa sus motivos. El silencio: la voz del dios oculto, que nunca ha terminado de relatar(nos) sus hazañas, en el corazón mismo del Ser.
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