Según Bodhidharma, primer patriarca zen: “
Mientras busques a Buda en alguna parte, nunca veras que tu propia mente es el Buda“.
Los coches que pasan por la calle, las personas que vemos caminar, los
edificios que nos rodean, los árboles que observamos, incluso nosotros
mismos,
todos parecen reales, sólidos y tridimensionales.
Sin embargo, existe
la posibilidad de que todo lo que vemos en el universo pudiera ser, !oh
sorpresa!, un holograma.
Hay claros indicios de que esta posibilidad
pudiera ser cierta. Si así fuera se daría un vuelco a lo que nosotros
consideramos la realidad. Y este es un tema que me apasiona.
Un
holograma es una imagen que ha sido transformada, reubicándose la luz
que la refleja y colocándose de manera tal que para la vista humana el
objeto que se representa pueda ser visto en diferentes planos al mismo
tiempo, permitiendo entonces que el cerebro de quien la observa la
entienda como una imagen tridimensional, a pesar de estar hecha en un
soporte bidimensional. La posibilidad de que el universo sea un
holograma se basa en algunas nuevas teorías de la física, pero con
evidentes repercusiones en los terrenos metafísico, psicológico,
neurológico, religioso, etc…
Todo empezó en 1975, cuando Stephen
Hawking, el genial físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador
científico británico, logró demostrar que en realidad los agujeros
negros son capaces de emitir radiación. Este proceso lleva desde
entonces su nombre y se conoce como ‘radiación Hawking’. Pero esta idea
planteó un serio problema. Si los agujeros negros emiten radiación, eso
significa que van perdiendo masa, y la consecuencia es que el agujero
negro se iría haciendo cada vez más pequeño, evaporándose hasta
desaparecer por completo del universo. Y si fuera cierto que los
agujeros negros pueden evaporarse, toda esa información cuántica sobre
el estado de cada partícula se perdería para siempre, algo que no tiene
ningún sentido en el universo en el que vivimos y que cuestionaría
seriamente todo lo que sabemos sobre la naturaleza de la materia, el
espacio y el tiempo. La pérdida de información en los agujeros negros
puede derribar uno de los pilares de la mecánica cuántica, que se basa
en el hecho de que la información cuántica que lleva incorporada la
materia jamás se destruye.
La naturaleza de la realidad ha fascinado a la humanidad desde el
principio de su existencia. Pero la cuestión es, ¿existe el mundo
físico?
Es interesante observar cómo muchos filósofos cuestionan la
existencia misma de la realidad. Al fin de cuentas, si el cerebro es
capaz de generar un mundo físico y de hacernos vivir experiencias
durante el sueño, nada nos asegura que nuestra realidad no sea así mismo
una ilusión generada por alguna desconocida ley del universo, o por
alguna deidad que juega con las vidas de los hombres.
En todo caso, lo
cierto es que la realidad tal como la entendemos parece ser
extremadamente compleja y estar muy condicionada por lo que nuestras
mentes perciben como real.
La física cuántica, que nace en 1904 con la
determinación de la constante de Planck, profundizará en estos
misterios.
Pero, ¿qué es la teoría cuántica? La teoría cuántica es uno
de los pilares fundamentales de la física actual. Se trata de una teoría
que reúne un formalismo matemático y conceptual, y que recoge un
conjunto de nuevas ideas introducidas a lo largo del primer tercio del
siglo XX, a fin de dar explicación a procesos cuya comprensión se
hallaba en conflicto con las concepciones físicas vigentes en aquel
momento, sobre todo si se tiene en cuenta el notable éxito experimental
que éstas habían mostrado a lo largo del siglo XIX, apoyándose
básicamente en la mecánica de Newton y la teoría electromagnética de
Maxwell, en 1865.
Las ideas que sustentan la teoría cuántica surgieron
como alternativa al tratar de explicar el comportamiento de sistemas, en
los que el aparato conceptual de la física clásica se mostraba
insuficiente. Es decir, una serie de observaciones empíricas cuya
explicación no era abordable a través de los métodos existentes,
propició la aparición de las nuevas ideas. La Ley de Rayleigh-Jeans
(1899) trataba de explicar un fenómeno físico denominado radiación del
cuerpo negro, es decir, el proceso que describe la interacción entre la
materia y la radiación. Dicho de otra manera, el modo en que la materia
intercambia energía, emitiéndola o absorbiéndola, con una fuente de
radiación. Pero además de la Ley de Rayleigh-Jeans había otra ley, la
Ley de Wien (1893), que pretendía también explicar el mismo fenómeno.
La Ley de Wien daba una explicación experimental correcta si la
frecuencia de la radiación era alta, pero fallaba para frecuencias
bajas. Por su parte, la Ley de Rayleigh-Jeans daba una explicación
experimental correcta si la frecuencia de la radiación era baja, pero
fallaba para frecuencias altas. La frecuencia es una de las
características que definen la radiación, y en general cualquier
fenómeno en el que intervengan ondas. Puede interpretarse la frecuencia
como el número de oscilaciones por unidad de tiempo.
Toda la gama de
posibles frecuencias para una radiación en la naturaleza se hallan
contenidas en el espectro electromagnético, el cual, según el valor de
la frecuencia elegida, determina un tipo u otro de radiación. En 1900,
Max Planck (1858 – 1947), físico y matemático alemán, puso la primera
piedra del edificio de la teoría cuántica. Postuló una ley, llamada la
Ley de Planck, que explicaba de manera unificada la radiación del cuerpo
negro, a través de todo el espectro de frecuencias. ¿Qué es lo que
aportaba la ley de Planck y que no se hallase ya implícito en las leyes
de Wien y de Rayleigh-Jeans? Se trataba de algo tan importante como
novedoso. En realidad es el responsable de la primera gran crisis
provocada por la teoría cuántica sobre el marco conceptual de la física
clásica. Ésta suponía que el intercambio de energía entre la radiación y
la materia ocurría a través de un proceso continuo.
Es decir, una
radiación de frecuencia podía ceder cualquier cantidad de energía al ser
absorbida por la materia. Según el famoso físico Werner Heisenberg: “
La
gran contribución a la física teórica llegada de Japón desde la última
guerra puede indicar cierta relación entre las ideas filosóficas
tradicionales del lejano Oriente y la sustancia filosófica de la teoría
cuántica“. Lo que postuló Planck, al introducir su ley, es que la
única manera de obtener una fórmula experimentalmente correcta exigía la
suposición de que dicho intercambio de energía debía suceder de una
manera discontinua, es decir, a través de la emisión y absorción de
cantidades discretas de energía, que hoy denominamos “quantums” de
radiación.
Los antiguos filósofos y científicos orientales utilizaban conceptos
que serían básicos para la teoría de la relatividad, al considerar que
nuestras nociones de geometría no son propiedades de la naturaleza,
absolutas e inamovibles, sino construcciones intelectuales.
En palabras
de Ashvaghosha, antiguo poeta budista de la India: “
Que quede claro
que el espacio no es más que un modo de particularización y que no tiene
una existencia real por sí mismo. El espacio sólo existe en relación
con nuestra consciencia particularizante”. Los místicos orientales
parecen ser capaces de alcanzar estados de consciencia no ordinarios, en
los cuales trascienden el mundo tridimensional de la vida cotidiana,
llegando a experimentar una realidad multidimensional, más elevada. Así,
Sri Aurobindo, maestro de yoga y poeta indio, habla de “
un cambio sutil que hace que la vista vea en una especie de cuarta dimensión“.
Las dimensiones de estos estados de consciencia tal vez no sean las
mismas que las que estamos tratando en la física relativista, pero
resulta sorprendente que hayan guiado a los místicos hacia conceptos de
espacio y tiempo muy similares a los manejados en la teoría de la
relatividad.
El Avatamsaka Sutra (Sutra de la Guirnalda), texto budista
Mahāyāna, da una vívida descripción de cómo se experimenta el mundo en
el estado iluminado. La consciencia es la “
interpenetración del espacio y el tiempo“,
expresión perfecta para describir la realidad espacio-temporal, que es
repetidamente resaltada en dicho sutra y está considerada como la
característica esencial del estado mental iluminado.
En palabras de
Daisetsu Teitaro Suzuki, filósofo japonés y uno de los promotores del
zen en Occidente: “
El significado del Avatamsaka y de su filosofía
será incomprensible a menos que experimentemos un estado de completa
disolución, donde no exista diferenciación entre la mente y el cuerpo,
entre el sujeto y el objeto. Entonces miramos alrededor y vemos eso, que
cada objeto está relacionado con todos los demás objetos, no sólo
espacialmente, sino temporalmente. Experimentamos que no hay espacio sin
tiempo, que no hay tiempo sin espacio; que se interpenetran”.
Los
sabios orientales hablan también de una ampliación de su experiencia del
mundo en estados de consciencia más elevados, y afirman que estos
estados contienen una experiencia del tiempo y del espacio radicalmente
diferente. No sólo afirman que en la meditación van más allá del espacio
tridimensional ordinario, sino también e incluso con más fuerza, ya que
trascienden la consciencia ordinaria del tiempo.
En lugar de una
sucesión lineal de instantes, experimentan, según dicen, un presente
infinito, eterno, y sin embargo, dinámico.
En los párrafos siguientes, tres místicos orientales hablan sobre la experiencia de este “
eterno ahora“.
Se trata del sabio taoísta Chuang Tzu, de Hui-neng, el sexto patriarca
zen, y D. T. Suzuki, un contemporáneo erudito budista. Según Chuang Tzu:
“
Olvidemos el paso del tiempo, olvidemos el conflicto de opiniones.
Hagamos nuestra llamada a lo infinito, y tomemos allí nuestras
posiciones”. Según Hui-neng: “
La tranquilidad absoluta es el
momento presente. Aunque es en este momento, este momento no tiene
límite, y en esto radica su eterna delicia”. Según D. T. Suzuki: “
En
este mundo espiritual no existen divisiones de tiempo tales como
pasado, presente y futuro; porque se han contraído a sí mismas en un
simple momento del presente, donde la vida palpita en su verdadero
sentido. En ese momento presente de iluminación están envueltos el
pasado y el futuro y no es algo que permanezca inmóvil con todos sus
contenidos, sino que se mueve incesantemente”.
Lo que antes era
territorio de los filósofos se convertirá en componente central de la
ciencia, a través de la proposición de la función de onda del físico
austriaco Erwin Schrödinger y su verificación por parte del físico
teórico estadounidense Richard Feynman, un par de décadas más tarde.
En
la segunda mitad del siglo XX y la primera mitad del siglo XXI se ha
hecho progresivamente más fuerte la noción de que la realidad dista
mucho de aquello que vemos, al menos a escala microscópica, y que
nuestras mentes tienen alguna influencia sobre ella.
Un punto culminante
de estos conceptos vendrá con la teoría de la realidad holográfica del
universo. En esta teoría se sostiene que la realidad del universo no es
más que una frontera del universo en sí.
Explicarlo es extremadamente
complejo. La teoría tradicional del origen del universo supone que
existe un momento en el cual, por una razón desconocida, una
singularidad, o una región que no puede explicarse con las leyes de la
física, generó una explosión que creó el universo conocido. Esta teoría
afirma que tal singularidad no existe en sí misma, sino que es el umbral
más allá del cual la realidad no existe.
El universo, entonces,
partiría desde este punto, creciendo en círculos concéntricos en un
proceso de aumento acelerado del tamaño, por lo que la realidad como la
conocemos no sería sino la frontera de esta esfera generada en torno al
punto inicial, lo que se conoce como horizonte de sucesos, de manera
similar que en los agujeros negros.
Este horizonte de sucesos no sería más que la representación en
cuatro dimensiones del punto inicial, que sería tridimensional, con dos
dimensiones espaciales y una temporal, y que se ubicaría en la base de
todo el sistema. En este supuesto se incluye el tiempo como una
dimensión más, tal como formuló Stephen Hawking.
Así como un holograma
es una representación tridimensional ubicada sobre un área
bidimensional, la realidad, tal como la percibimos, no sería sino una
parte del universo, lo que implicaría una representación cuatro
dimensional sobre una superficie tridimensional. Las implicaciones de
esto son muy importantes. De acuerdo con Stephen Hawking, el universo
holográfico que percibimos no sería sino uno de los millones de
universos posibles, todos los cuales podrían ser representaciones de un
misterioso núcleo central tridimensional, que sería la verdadera
realidad.
No sabemos cómo se podrá aplicar esta teoría al desarrollo de
nuevas tecnologías, pero ya ha revolucionado la manera en que entendemos
el universo. Generalmente se dice que los agujeros negros destruyen
cualquier información que llega a ellos, lo que plantea un gran problema
a los físicos, por lo que los mejores científicos del mundo tratan de
resolverlo. Pero, ¿dónde está la información que debería almacenar el
agujero negro?
Nuestro universo es solo información cuántica, según el
físico Vlatko Vedral, que sostiene, nada menos, que el cosmos no estaría
compuesto de materia ni de energía. Desde 2009 Vlatko Vedral es
profesor de Información Cuántica en Oxford. En 2010, Vedral publicó en
Oxford una obra titulada
Decoding Reality (
Descodificando la realidad),
en cuya obra Vedral sostiene que el universo no estaría compuesto de
materia ni de energía, sino solo de información. En una entrevista
efectuada por el divulgador científico Eduard Punset en el programa
Redes, en RTVE, Vlatko Vedral dijo:
“La escala más pequeña del
universo –la que se rige por las leyes de la física cuántica– parece un
desafío al sentido común. Los objetos subatómicos pueden estar en más de
un sitio a la vez, dos partículas en extremos opuestos de una galaxia
pueden compartir información instantáneamente, y el mero hecho de
observar un fenómeno cuántico puede modificarlo radicalmente. Pero lo
más extraño de todo es que el universo mismo no estaría compuesto de
materia ni de energía sino de información“.
Más adelante, Vedral comienza a explicar esta última afirmación, a
saber, que la información es más importante que la materia o la energía,
hasta el punto de que el verdadero componente radical del universo
sería la información. Para Vedral esto quiere decir que antes de que
existiera materia o energía, ya existía información. Y Vedral continua
diciendo: “
Sí. Es una idea muy extraña que está surgiendo en mi
campo de investigación. Cuando analizamos las unidades fundamentales de
la realidad, las que lo componen todo a nuestro alrededor, creo que ya
no debemos pensar en estas unidades como fragmentos de energía o
materia, sino que deberíamos pensar en ellas como unidades de
información. Me parece que la mecánica cuántica, nuevamente, supone la
clave para entender este fenómeno, porque la mecánica cuántica tiene
otra propiedad (que supongo que a personas como Einstein no les gustaba)
que es la siguiente: en la mecánica cuántica no se puede decir que algo
exista o no, a no ser que se haya realizado una medición, así que es
impreciso decir: «tenemos un átomo situado aquí», a no ser que hayamos
interactuado con ese átomo y recibido información que corrobore su
existencia ahí. Por ende, es incorrecto lógica y físicamente, o mejor
dicho experimentalmente, hablar de fragmentos de energía o materia que
existan con independencia de nuestra capacidad de confirmarlo
experimentalmente. De algún modo, nuestra interacción con el mundo es
fundamental para que surja el propio mundo, y no se puede hablar de él
independientemente de eso. Por esta razón, mi hipótesis es que, en
realidad, las unidades de información son lo que crea la realidad, no
las unidades de materia ni energía. Ya no debemos pensar en las unidades
más elementales de la realidad como fragmentos de energía o materia,
sino que deberíamos pensar en ellas como unidades de información”.
La interpretación del universo de Vedral se funda en el concepto de
información del genial matemático, ingeniero eléctrico y criptógrafo
estadounidense Claude Elwood Shannon (1916 – 2001), que desarrolló la
forma matemática de la hoy llamada
teoría de la información. Shannon es reconocido por haber fundado el campo de la teoría de la información con la publicación
Una teoría matemática de la comunicación,
que supuso un hito en 1948.
Es quizás igualmente conocido por haber
sentado las bases de la teoría del diseño del ordenador digital y el
circuito digital en 1937. Con 21 años, mientras realizaba sus estudios
en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), demostró con su
tesis, que las aplicaciones electrónicas de álgebra booleana podrían
construir cualquier relación lógico-numérica. Shannon contribuyó
asimismo al campo del criptoanálisis para la defensa de Estados Unidos
durante la Segunda Guerra Mundial, con trabajos sobre el descifrado de
códigos y la seguridad en las telecomunicaciones.
En 1936 aceptó el
puesto de asistente de investigación en el departamento de ingeniería
eléctrica en el MIT. Su situación le permitió continuar estudiando
mientras trabajaba por horas para el departamento, donde trabajó en el
computador analógico más avanzado de esa era, el analizador diferencial
de Vannevar Bush. En ese momento surgió su interés hacia los circuitos
de relés complejos. Intentando simplificar centralitas telefónicas de
relés, se dio cuenta de que estos podían usarse para hacer cálculos.
Sumado esto a su gusto por la lógica y el álgebra booleana, pudo
desarrollar esta idea durante el verano de 1937, que pasó en los
laboratorios Bell en la ciudad de Nueva York.
En su tesis doctoral en el MIT, Shannon demostró cómo el álgebra
booleana se podía utilizar en el análisis y la síntesis de la
conmutación y de los circuitos digitales. La tesis despertó un interés
considerable cuando apareció en 1938 en las publicaciones
especializadas. En 1940 le fue concedido el premio para ingenieros
norteamericanos del Instituto Norteamericano Alfred Noble de los Estados
Unidos, otorgado cada año a una persona de no más de treinta años. Un
cuarto de siglo más tarde, Herman Goldstine, en su libro
Las computadoras desde Pascal hasta Von Neumann,
citó su tesis como una de las más importantes de la historia que ayudó a
cambiar el diseño de circuitos digitales. Durante el verano de 1938
realizó trabajos de investigación en el MIT y le fue concedida la beca
Bolles cuando trabajaba como ayudante de enseñanza mientras realizaba un
doctorado en matemática. En 1940 estudió un máster en ingeniería
eléctrica y se doctoró en filosofía de la matemática. Shannon pasó
quince años en los laboratorios Bell, una asociación muy fructífera con
muchos matemáticos y científicos de primera línea, como Harry Nyquist,
Walter Houser Brattain, John Bardeen y William Bradford Shockley,
inventores del transistor; George Stibitz, quien construyó computadoras
basadas en relés; Warren Weaver, quien escribió una extensa y aclaradora
introducción a su obra Una teoría matemática de la comunicación y
muchos otros más.
Durante este período Shannon trabajó en muchas áreas, y lo más
notable fue todo lo referente a la teoría de la información, que se
publicó en 1948 con el nombre de
Una teoría matemática de la comunicación.
En este trabajo se demostró que todas las fuentes de información de la
época, como el telégrafo eléctrico, el teléfono, la radio, la gente que
habla, las cámaras de televisión, etc., pueden medirse, y que los
canales de comunicación tienen una unidad de medida similar,
determinando la velocidad máxima de transferencia o capacidad de canal.
Demostró también que la información se puede transmitir sobre un canal
si y solamente si la magnitud de la fuente no excede la capacidad de
transmisión del canal que la conduce, y sentó las bases para la
corrección de errores, supresión de ruidos y redundancia. En el área de
las computadoras y de la inteligencia artificial, publicó en 1949 un
trabajo que describía la programación de una computadora para jugar al
ajedrez, convirtiéndose en la base de posteriores desarrollos. En el
campo de la biblioteconomía y la documentación, el desarrollo booleano
revolucionó las búsquedas en catálogos de bibliotecas o en bases de
datos de centros de documentación. A lo largo de su vida recibió
numerosas condecoraciones y reconocimientos de universidades e
instituciones de todo el mundo. Ante la pregunta de un periodista de si
las máquinas podían pensar, replicó: «
¡Naturalmente! ¡Usted y yo somos máquinas y vaya si pensamos!».
En realidad la experiencia primordial que permite hablar de información
es la experiencia psíquica humana. Desde ella decimos que tenemos
información sobre el mundo, a través del conocimiento, y que para
sobrevivir nos adaptamos al medio en función de la información que
poseemos en nuestra realidad humana.
Volviendo al tema de los agujeros negros, vemos que hay una paradoja
si consideramos la pérdida de información en los agujeros negros. Y,
¿qué es la “información” para los físicos? En realidad expresa que
cualquier partícula de materia, en efecto, lleva íntimamente asociada
información física sobre las características que le permiten existir tal
y como es.
Uno de los pilares de la mecánica cuántica, sin la cual la
teoría no funcionaría, se basa en el hecho de que la información
cuántica que lleva incorporada la materia jamás se destruye. Así, se
supone que aunque los objetos se destruyen en el agujero negro, su
información cuántica queda intacta allí. Ante la paradoja de la pérdida
de información en los agujeros negros, los mejores astrónomos del mundo
están intentando resolver este problema. Para ello se analizan varias
opciones.
Una sería que los agujeros negros no se evaporan y, por lo
tanto, Hawking se equivocó. Otra opción sería que la información en el
agujero negro fluyese de algún modo con la ‘
radiación Hawking‘.
En este caso el agujero negro mantendría la información hasta el último
momento y después toda la información se liberaría al universo, de
repente.
Una tercera opción sería que la información se comprimiese en
un espacio microscópico que se mantendría después de la evaporación del
agujero negro. No obstante, más recientemente Stephen Hawking volvió a
sorprender al mundo asegurando haber ampliado sus ideas sobre la
naturaleza de los agujeros negros y haber encontrado un nuevo mecanismo
capaz de resolver la paradoja de pérdida de información. Supuso que
todas las partículas dejan una especie de “copia” de sí mismas que puede
escapar del agujero negro en forma de la radiación planteada por
Hawking. Es decir, que la información no se destruiría ni siquiera
cuando el agujero negro desapareciera.
Si es cierto y la información se preserva tal y como predice la
mecánica cuántica, estaríamos ante una nueva prueba de que la teoría
cuántica es correcta y capaz de explicar realmente el universo que nos
rodea. Pero actualmente es tan solo una conjetura, ya que incluso la
‘radiación Hawking’ no está todavía probada. Como complemento a lo antes
indicado, en 1972, Jacob Bekenstein, de la Universidad Hebrea de
Jerusalén, afirmó que el contenido de la información de un agujero negro
es proporcional al área de dos dimensiones de la superficie del su
horizonte de sucesos, que es el punto de no retorno en el que cae la luz
o materia. El horizonte de sucesos es una superficie imaginaria de
forma esférica que rodea a un agujero negro, en la cual la velocidad de
escape necesaria para alejarse del mismo coincide con la velocidad de la
luz. Por ello, ninguna cosa dentro de él, incluyendo los fotones, puede
escapar debido a la atracción de un campo gravitatorio extremadamente
intenso.
Las partículas del exterior que caen dentro de esta región
nunca vuelven a salir, ya que para hacerlo necesitarían una velocidad de
escape superior a la de la luz y, hasta el momento la teoría indica que
nada puede alcanzarla.
Por tanto, no existe modo de observar el
interior del horizonte de sucesos, ni de transmitir información hacia el
exterior.
Esta es la razón por la cual los agujeros negros no tienen
características externas visibles de ningún tipo, que permitan
determinar su estructura interior o su contenido, siendo imposible
establecer en qué estado se encuentra la materia desde que rebasa el
horizonte de sucesos hasta que colapsa en el centro del agujero negro.
Pero algunos investigadores de la teoría de cuerdas lograron
demostrar cómo la información de la estrella original, que originó el
agujero negro, podría ser codificado en trozos pequeños en el horizonte
de sucesos, el cual luego lo imprimirla en la radiación de Hawking al
ser expulsada del agujero negro. Esto, en principio, resolvía la
paradoja.
La teoría de cuerdas es un modelo fundamental de física
teórica que básicamente asume que las partículas materiales
aparentemente puntuales son en realidad “estados vibracionales” de un
objeto extendido más básico llamado “cuerda” o “filamento”.
De acuerdo
con esta propuesta, un electrón no es un simple “punto” sin estructura
interna y de dimensión cero, sino un amasijo de cuerdas minúsculas que
vibran en un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones. Pero un punto
no puede hacer nada más que moverse en un espacio tridimensional. De
acuerdo con esta teoría, a nivel “subatómico” se percibiría que el
electrón no es en realidad un punto, sino una cuerda en forma de lazo.
Una cuerda puede hacer algo más, además de moverse. En realidad puede
oscilar de diferentes maneras. Si oscila de cierta manera, entonces,
subatómicamente veríamos un electrón; pero si oscila de otra manera,
entonces veríamos un fotón, o un quark, o cualquier otra partícula del
modelo estándar.
Esta teoría, ampliada con otras como la de las
supercuerdas o la Teoría M, pretende alejarse de la concepción del
punto-partícula. Pero Leonard Susskind, profesor en física teórica en la
Universidad Stanford, y Gerard ‘t Hooft, físico neerlandés profesor de
la universidad de Utrecht, decidieron llevar la idea un paso más allá.
Si una estrella tridimensional puede ser codificada en el horizonte de
sucesos bidimensional de un agujero negro, tal vez lo mismo podría ser
cierto de todo el universo. Se supone que el universo tiene un horizonte
de 42 mil millones años luz de distancia, más allá del cual el punto de
luz punto no habría tenido tiempo para llegar hasta nosotros desde el
Big Bang. Susskind y ‘t Hooft sugirieron que esta superficie
bidimensional pudiera codificar todo el universo tridimensional en el
que vivimos. Parece increíble, pero ya tenemos algunas evidencias de que
esto pudiera ser cierto.
Los físicos teóricos han sospechado durante largo tiempo que el
espacio-tiempo está granulado, como si fuesen pixeles.
Un píxel es la
menor unidad homogénea en color que forma parte de una imagen digital.
Puesto que una superficie bidimensional no puede almacenar la suficiente
información para representar a la perfección un objeto tridimensional,
estos píxeles tendrían que ser más grandes en un holograma.
Según Craig
Hogan, profesor de Astronomía y Física en la Universidad de Chicago,
además de director del
Fermilab Center for Particle Astrophysics: “
Estar
en el universo [holográfico] es como estar en una película en 3D. A
gran escala, se ve suave y tridimensional, pero si uno se acerca a la
pantalla, se puede decir que es plano y pixelado“. Craig Hogan
observó lecturas de una gran sensibilidad por parte de un detector de
movimiento que fue construido para detectar ondas gravitatorias y
ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo. En efecto, el GEO600 es un
detector de ondas gravitacionales, también llamadas señales púlsar, que
reside en las cercanías de Hanóver, Alemania. Este instrumento, junto
con los detectores interferométricos, son los detectores de ondas
gravitacionales más sensibles jamás construidos. Están diseñados para
detectar ondulaciones muy pequeñas en la estructura del espacio-tiempo
causadas por fenómenos astrofísicos, del orden de 10-21 del tamaño de un
átomo en comparación con la distancia entre el Sol y la Tierra. GEO600
puede detectar ondas gravitatorias en un rango de frecuencia de 50 Hz a
1.5 kHz. La construcción de este proyecto comenzó en 1995. En noviembre
del 2005 se anunció que LIGO y GEO emprenderían una marcha científica
conjunta en diferentes proyectos. LIGO cuenta con dos instrumentos de
búsqueda de ondas gravitacionales en Estados Unidos, uno situado en
Livingston, Louisiana, y otro en Hanford, Washington. Con estos tres
instrumentos se recopilan datos de todo un año, con descansos para
ajustes y actualizaciones.
Actualmente se está trabajando en un análisis, que ya será el quinto
que haya hecho hasta ahora. En los análisis anteriores no se detectaron
señales, pero la calidad de los instrumentos usados y de los análisis
mejoró notablemente, haciendo de esta quinta versión la mejor hasta el
momento. Se espera en este nuevo análisis la llegada a la Tierra de dos
señales de ondas gravitatorias, que sería la primera detección directa
de la radiación gravitacional. El 15 de enero del 2009, se informó en la
revista New Scientist que el ruido que aparecía presente en los
análisis podía ser debido a que el instrumento usado era sensible a las
inapreciables fluctuaciones cuánticas del espacio-tiempo. Esta
afirmación fue realizada por Craig Hogan sobre la base de su teoría de
cómo se influencian las fluctuaciones gravitatorias por el principio
holográfico. En junio del 2008 la revista publicó los trabajos de “
Ruido Holográfico”
del científico Hogan en colaboración con el GEO600. Posteriormente
afirmaron en la misma revista que el exceso de ruido de los análisis era
exactamente igual a la de los cálculos de Hogan. Según Karsten
Danzmann, investigador principal del GEO600, “
El trabajo diario y la
mejora de las herramientas siempre producirá un ruido extra que se
deberá eliminar, de cara a poder comprobar la fidelidad del ruido
recibido por el supuesto púlsar. Trabajamos para identificar la causa,
eliminarla y hacer frente a la próxima fuente de exceso de ruido“. Pero esta fluctuación inesperada hizo que Hogan sugiriese que podría surgir de “
fluctuaciones cuánticas“,
debido a la granularidad del espacio-tiempo. En realidad estas
fluctuaciones deberían ser demasiado pequeñas para ser detectadas, por
lo que el hecho de que fuesen lo suficientemente grandes como para
aparecer en las lecturas del GEO600 podía ser evidencia de que realmente
el universo es un holograma. Hay que convenir en que un resultado
positivo desafiaría todo lo que suponemos acerca del mundo en el que
vivimos.
Lo antes indicado demostraría que todo es una proyección de algo
ocurriendo en una superficie plana a miles de millones de años luz de
distancia de donde percibimos que estamos ubicados. Pero hasta el
momento no tenemos idea de lo que ese “
algo ocurriendo en una superficie plana”
pudiera ser. Todo parece indicar que las manifestaciones de lo que
consideramos vida provienen de una única fuente de causalidad que
incluye cada átomo del universo. De las partículas subatómicas a las
galaxias gigantes, todo sería al mismo tiempo parte infinitesimal y
totalidad de un “todo”. Esta concepción es básica en las filosofías
orientales, dónde se considera que el mundo material es una ilusión.
Alain Aspect, físico experimental de nacionalidad francesa, ha
descubierto que los electrones también se “comunican” instantáneamente
unos con otros a distancias de incluso mil millones de kilómetros. Otro
físico, el estadounidense David Bohm, sostiene que eso es debido al
hecho de que la separación de los elementos de la materia es una ilusión
y que, en realidad, cada cosa estaría conectada a otra existente, ya
que formarían parte de un mismo “organismo”. El paradigma holográfico,
el más elaborado modelo de la realidad hasta ahora alcanzado por la
ciencia, ha entusiasmado a los científicos. Y, de alguna manera,
confirma lo que la doctrina esotérica ha venido afirmando. En 1982 Alain
Aspect y su equipo descubren que sometiendo a las partículas
subatómicas, como los electrones, a determinadas condiciones, ellas son
capaces de comunicarse instantáneamente unas con otras
independientemente de la distancia que las separa, sea 10 metros o 10
mil millones de kilómetros. Es como si cada partícula individual supiera
exactamente qué cosa están haciendo todas las demás. Este fenómeno sólo
puede ser explicado por la teoría de Einstein que excluye la
posibilidad de comunicaciones más veloces a la luz, que serían erradas, o
bien debido a que las partículas subatómicas son conectadas
no-localmente, que parece ser la hipótesis más acreditada.
Como curiosidad debemos decir que Bohm fue contemporáneo y amigo
personal de Jiddu Krishnamurti, conocido escritor y orador de la India
en materia filosófica y espiritual, a quien conoció gracias a un libro
que su esposa Sarah le recomendó. Al encontrar múltiples coincidencias
entre sus ideas y las enseñanzas de Krishnamurti, pidió una cita con el
notable educador. A partir de este encuentro, se inició entre ambos una
profunda amistad, acompañada de una serie de diálogos sobre la
naturaleza del pensamiento, el universo, el futuro de la humanidad,
entre otros temas, algunos de los cuales se han publicado en varios
libros, entre los que destaca Verdad y realidad. David Bohm opinó que
los descubrimientos de Alain Aspect implicaban que la realidad objetiva
no existiría. A pesar de su aparente solidez, el universo sería en
realidad un fantasma, un holograma gigantesco y espléndidamente
detallado. Tecnológicamente un holograma es una fotografía
tridimensional producida con la ayuda de un láser. Para crear un
holograma el objeto a fotografiar está primero sumergido en la luz de un
rayo láser; luego a un segundo rayo láser se lo hace rebotar sobre la
luz refleja del primero y el esquema resultante de la zona de
interferencia, dónde los dos rayos se encuentran, es impreso sobre la
película fotográfica. Cuando se revela la película resulta visible sólo
un enredo de líneas claras y oscuras, pero al iluminar con otro rayo
láser aparece el objeto original. Pero la tridimensionalidad de estas
imágenes no es la única característica interesante de los hologramas. En
efecto, si el holograma de un objeto es cortado a medias y luego
iluminado por un láser, se descubrirá que cada mitad todavía contiene la
imagen entera del objeto. Si seguimos dividiendo las dos mitades,
veremos que cada minúsculo fragmento de película siempre contendrá una
versión más pequeña, pero intacta, de la misma imagen. Vemos pues que
cada parte de un holograma contiene todas las informaciones poseídas por
el holograma íntegro.
Esta característica de los hologramas aporta una manera totalmente
nueva de comprender los fenómenos. La ciencia occidental siempre ha
considerado que el modo mejor de entender un fenómeno físico era
seccionando y estudiando las diversas partes. No obstante, los
hologramas nos enseñan que esta aproximación puede ser incompleta. La
intuición le sugirió a Bohm una dirección diferente para comprender el
descubrimiento del doctor Alain Aspect. Se convenció de que el motivo
por el cual las partículas subatómicas quedan en comunicación,
independientemente de la distancia que las separe, reside en el hecho de
que su separación es tan solo una ilusión. En un cierto nivel de
realidad más profunda, tales partículas no son entidades individuales
sino extensiones de un mismo “organismo” fundamental. Para explicar su
teoría Bohm utilizó el ejemplo de un acuario conteniendo a un solo pez.
Si imaginamos que el acuario no es directamente visible, sino que sólo
se ve mediante dos telecámaras, una situada frontalmente y la otra
lateralmente, con respecto al acuario. Mientras miramos los dos
monitores podemos pensar que los peces visibles en los monitores son dos
entidades separadas, ya que la diferente posición de las telecámaras
nos dará, en efecto, dos imágenes levemente diferentes. Pero, siguiendo
con la observación de los dos peces, al final nos percataremos que hay
cierta unión entre ellos: cuando uno se vuelve, también el otro se
volverá; cuando uno mira frente a sí, el otro mirará lateralmente. Si
nos quedáramos completamente en la oscuridad con el objetivo real del
experimento, podríamos llegar a creer que los dos peces se están
comunicando entre sí, instantánea y misteriosamente. Si las partículas
subatómicas nos aparecen separadas es porque somos capaces de sólo ver
una porción de su realidad. Ellas no son partes separadas, sino
elementos de una unidad más profunda y básica, que resulta por fin
igualmente holográfica e indivisible. Y ya que cada cosa en la realidad
física está constituida por estas “imágenes”, parece evidente que el
universo mismo es una proyección, un holograma. Si la separación entre
las partículas subatómicas es solo aparente, eso significa que, a un
nivel más profundo, todas las cosas están conectadas infinitamente. Por
lo tanto, los electrones de un átomo del cerebro humano están conectados
a las partículas subatómicas que se encuentran en cada pez que nada, en
cada corazón que late y en cada estrella que brilla en el cielo. !Todo
lo interpenetra todo!
Si partimos de esta premisa, cada subdivisión necesariamente resulta
artificial y toda la naturaleza no es otra cosa que una inmensa red
interminable. En un universo holográfico hasta el tiempo y el espacio no
serían más que principios teóricos, ya que conceptos como la ubicación
son irrelevantes en un universo donde nada está realmente separado del
resto. También el tiempo y el espacio tridimensionales, así como también
las imágenes del pez en los monitores, debería ser interpretados como
simples proyecciones de un sistema mucho más complejo. A un nivel más
profundo, la realidad no sería otra que un tipo de super-holograma,
dónde el pasado, el presente y el futuro coexistirían simultáneamente.
Ello implica que, teniendo los instrumentos apropiados, un día podríamos
entrar en aquel nivel de la realidad y recoger las escenas de nuestro
pasado. Que otra cosa podría contener este super-holograma es todavía
una pregunta sin respuesta. Hipotéticamente, admitiendo que este
super-holograma exista, debería de contener cada individual partícula
subatómica que exista, que haya existido y que existirá, además de cada
posible configuración de la materia y la energía, desde las gotas de
agua a las galaxias, o desde los peces a los rayos cósmicos. Tal vez la
imagen más gráfica de todo ello sería la de un tipo de almacén cósmico
conteniendo todo lo que existe. Si fuese cierto que el universo está
organizado según principios holográficos, cada partícula existente
contendría en sí misma la imagen entera.
Karl H. Pribram (1919 – 2015) fue un doctor en Medicina por la
Universidad de Chicago, con certificación en la especialidad de
Neurocirugía y Medicina Conductual. Sin embargo, la mayor parte de su
carrera en las últimas décadas las ha dedicado a la investigación del
cerebro y la conducta humana, labor que ha ejercido en el
Yerkes National Primate Research Center,
de la Universidad de Yale, donde Pribram impartió Neurofisiología y
Psicofisiología. Además también impartió cátedra durante treinta años en
la Universidad Stanford, donde recibió un Lifetime Career Award del
Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos como profesor de
Neurociencia en los Departamentos de Psicología y Psiquiatría. Para
explicar que el cerebro funciona holográficamente Pribram realizó en el
laboratorio el siguiente experimento: “
La ablación de amplias zonas
cerebrales en monos, no ocasionó de por sí disminución en la memoria, en
los aprendizajes o en tareas de reconocimiento. Esto parece demostrar
que la memoria y el aprendizaje tienen una representación cortical
múltiple; o sea, que la información recibida se almacena en el cerebro
de manera redundante, de tal modo como la ablación quirúrgica no
distorsiona el mensaje almacenado en otra. Pero un almacenamiento
redundante no significa un almacenamiento holográfico. El sistema
redundante puede compararse con un archivo con gran cantidad de
fotocopias de una misma hoja. Si desaparece parte de dicho archivo, lo
cual sería análogo a la ablación quirúrgica de una zona cerebral,
seguimos disponiendo del mensaje incluido en la hoja fotocopiada, aún
existente en el resto del archivo. En cambio, si lanzamos al aire las
fotocopias y las rompemos en trozos irregulares, aunque posteriormente
las volvemos a reunir y pegar de manera aleatoria, es decir, sin poner
atención al modo u orden en que lo hacemos, por mucho que continuemos
teniendo de manera redundante la misma información que antes, el mensaje
que ahora obtenemos no será de modo alguno congruente: no podremos
entenderlo. Esto último no hubiera ocurrido si su almacenamiento, en
lugar de ser redundante, hubiera sido holográfico: entonces por mucho
hubiéramos barajado las hojas, o por muchos trozos que hubiéramos hecho
de forma aleatoria en el archivo holográfico, seguiríamos teniendo un
archivo entero, pues no depende de la relación entre las distintas
partes, sino que reside en cada una de ellas. Así pues, si el cerebro
funcionara holográficamente, el almacenamiento de la información
recibida no solo no se vería afectado por la ablación de un área
cortical, como ha mostrado este experimento, sino tampoco por una mezcla
aleatoria de anatomía“.
Vemos, pues, que trabajando en el campo de investigación sobre las
funciones cerebrales, también Karl Pribram se ha convencido de la
naturaleza holográfica de la realidad. Numerosos estudios demostraron
que los recuerdos permanecen en determinadas zonas del cerebro. Pero
nadie logró explicar cuál es el mecanismo que permite al cerebro
conservar los recuerdos, hasta que Pribram aplicó a este campo los
conceptos de la holografía. Karl Pribram cree que los recuerdos no son
almacenados en las neuronas, o en pequeños grupos de neuronas, sino en
los esquemas de los impulsos nerviosos que se entrecruzan por todo el
cerebro. Por lo tanto, el cerebro mismo funciona como un holograma. La
teoría de Pribram también explica de qué manera el cerebro logra
contener una tal amplia cantidad de recuerdos, en un espacio tan
limitado. Pero, ¿cuál es la capacidad del cerebro humano? Sería
interesante pensar cuanta información cabría en nuestro cerebro si fuera
un disco duro de una computadora. El profesor Paul Reber, de la
Universidad Northwestern, respondió a esta pregunta para la revista
Scientific American: “
El
cerebro humano consiste de más o menos mil millones de neuronas, y cada
neurona establece en promedio 1000 conexiones con otras neuronas,
sumando un total de 1 billón de conexiones. Si cada neurona pudiera
guardar un solo recuerdo, el que se acabase la memoria pudiera ser un
problema. En ese caso tendríamos solo unos cuantos GB de memoria, así
como un iPod o una memoria USB. Sin embargo, las neuronas trabajan en
equipo, permitiendo recordar distintas cosas a la vez, incrementando
exponencialmente la capacidad del cerebro a unos 2.5 petabytes (cada
petabyte es un millón de GB). En comparación, si el cerebro funcionara
como una grabadora digital de video en una televisión, 2.5 petabytes
sería suficiente como para almacenar 3 millones de horas de programas de
televisión, lo que significa unos 300 años de programas de TV“.
Si bien este es un número impresionante, probablemente es mucho
mayor, sobre todo teniendo en cuenta que el cerebro tiene una estructura
tridimensional, además de una codificación aún desconocida. Esta
codificación, es decir, la manera en que se almacenan los recuerdos,
pudiera tener una organización tan compleja que permitiera aún más
espacio de almacenamiento. En resumen, por más que tengamos la necesidad
de medir nuestra capacidad, en realidad parece que no tiene límite.
Sólo la edad y la muerte de neuronas es el límite, aunque también hay
que tomar en cuenta que existen procesos redundantes que nos protegen de
no olvidar. Sólo enfermedades degenerativas como al Alzheimer pueden
dañar nuestro “
sistema de archivos” hasta dejar inservible
nuestro disco duro a lo largo del tiempo. Pero como se ha descubierto
que también los hologramas poseen una sorprendente capacidad de
memorización, como por ejemplo cambiando el ángulo de los dos rayos
láser que golpean una película fotográfica, se puede acumular mil
millones de informaciones en un centímetro cúbico de espacio, así como
también correlacionar ideas y descodificar frecuencias de distinto tipo.
Nuestra asombrosa capacidad de recobrar velozmente cualquier
información del enorme almacén de nuestro cerebro resulta explicable,
más fácilmente, si se supone que funciona según principios holográficos.
No es necesario inspeccionar el gigantesco archivo alfabético cerebral,
ya que cada fragmento de información parece estar siempre e
instantáneamente correlacionado con todo. Y esta es otra particularidad
típica de los hologramas. Se trata quizás del más elevado ejemplo en la
naturaleza, de un sistema de correlación cruzada. Otra característica
del cerebro, explicable en base a la hipótesis de Pribram, es su
habilidad en traducir la gran cantidad de frecuencias luminosas,
sonoras, etc., que recibe a través de los sentidos, en el concreto mundo
de nuestras percepciones. Codificar y descodificar frecuencias es
exactamente lo que un holograma sabe hacer mejor. Un holograma suple, en
cierto sentido, a un instrumento de traducción de frecuencias, capaz de
convertir un montón de frecuencias sin aparente sentido en una imagen
coherente. Vemos que el cerebro utiliza los principios holográficos para
convertir matemáticamente las frecuencias recibidas en percepciones
interiores.
Podemos encontrar una gran cantidad de datos científicos que
confirman la teoría de Pribram, compartida por muchos otros científicos.
el científico argentino Hugo Zuccarelli es conocido por inventar y
desarrollar en 1980 el sistema holofónico de grabación y reproducción.
Hugo Zucarelli ha aplicado el modelo holográfico a los fenómenos
acústicos, despertado la curiosidad por el hecho de que los humanos
podrían localizar la fuente de un sonido sin girar la cabeza, habilidad
que conservan aunque estén sordos de un oído. Resulta que cada uno de
nuestros sentidos es sensible a una variedad de frecuencias mucho más
amplias que lo que se había supuesto. A la edad de diez años Hugo
Zucarelli tuvo una experiencia de cercanía a la muerte, en la que él
estaba caminando por la vereda y escucha detrás de él un choque entre
dos autos, este choque pudo haberlo afectado de no ser por la capacidad
de Hugo de haber ubicado el choque, en tanto espacio, detrás de él, es
decir, que discernió el origen de la fuente de sonido en un plano en el
que nos han enseñado que el oído humano no puede oír, siendo estos
planos atrás-adelante y arriba-abajo. Fue a esa edad, por lo tanto, en
la que comenzó a desarrollar lo que posteriormente sería conocido por el
nombre de Holofonía: “
Cuando tenía diez años presencié un accidente
entre dos coches. El choque ocurrió detrás mío, muy cerca, y me salvé
porque pude localizar el ruido. Esa fue la primera vez que me interesé
por la procedencia del sonido. Empecé a preguntarme cómo era posible que
el ser humano posicionase el sonido en cualquier parte con sus dos
oídos“. El sonido holofónico es un método de grabación de sonido en
tres dimensiones (3D), que ubica los sonidos en el espacio en un ángulo
de 360º. Rompe con el esquema que estipula que el oído humano sólo es
capaz de ubicar sonidos en un plano horizontal, es decir,
izquierda-derecha, cuando en realidad, y este es el descubrimiento de
mayor peso, Zuccarelli descubrió que el oído humano capta los sonidos
izquierda-derecha, abajo-arriba y atrás-adelante (3D), sin necesidad de
recurrir a sonidos grabados estereofónicamente, que es como, desde hace
más de un siglo, estamos acostumbrados a escuchar, ya sea en cines,
teatros, en los hogares, y con mayor diversidad desde la invención de la
grabación y reproducción en sistemas de sonido multicanal.
Zuccarelli nos dice que al escuchar los sonidos de la naturaleza el
oído automáticamente ubica en el espacio la fuente de éstos
indiferentemente de la posición de la persona respecto de la fuente,
esto se debe a que el oído humano está preparado de esta forma. Es por
eso que la holofonía es el análogo de la holografía en sonido, debido a
que el oído capta el sonido de una manera holográfica equivalente: “
Llegué
a la conclusión de que el oído humano podía emitir sonidos y que esa
era la clave de su localización en el espacio. Me propuse fabricar un
tímpano artificial, y lo logré en 1980“. Si el mundo concreto no es
más que una realidad secundaria y, lo que existe no es otra cosa que un
torbellino holográfico de frecuencias en que el cerebro sólo es un
holograma que selecciona algunas de estas frecuencias, transformándolas
en percepciones sensoriales, ¿qué seria la realidad objetiva? La
conclusión sería que no existe. El mundo material es una ilusión.
Nosotros mismos creemos ser entidades físicas que se mueven en un mundo
físico; pero todo esto es parte del campo de la pura ilusión. Hace ya
muchos años que los budistas e hinduistas hablan de maya (ilusión) y
brahman (realidad). Según sus creencias todos vivimos en la maya que no
es real y que es el mundo de la ilusión. Según Buda tiene dueño, Mara,
el señor de la maya. Así que este concepto, de que es realidad y como la
percibimos, hace tiempo que el ser humano se lo cuestiona. En la
escuela de budismo tibetano Dzogchen, la realidad percibida se considera
irreal: “
El cielo real es saber que samsara y nirvana no son más que una visión ilusoria“.
En realidad somos un tipo de receptores de frecuencias en un
calidoscópico mar de frecuencias. Y lo que extraemos de este
calidoscópico mar de frecuencias lo transformamos en realidad física,
uno de los millones de “mundos” existentes en el super-holograma.
Este impresionante nuevo concepto de la realidad ha sido bautizado
como paradigma holográfico. Aunque muchos científicos lo hayan acogido
con escepticismo, un creciente grupo de investigadores está convencido
de que se han liberado del modelo de realidad hasta ahora contemplado
por la ciencia, en que los llamados estados “
alterados de conciencia”
podrían ser sencillamente un paso a un nivel holográfico más elevado.
También todo lo que conocemos sobre el proceso de curación sería
transformado por el paradigma holográfico. En efecto, si la aparente
estructura física del cuerpo no es otra cosa que una proyección
holográfica de la conciencia, resulta evidente que cada uno de nosotros
es mucho más responsable de su salud de lo que reconoce los actuales
conocimientos en el campo de la medicina. Las que nosotros actualmente
consideramos curaciones milagrosas podrían ser en realidad debidas a un
cambio del estado de conciencia, que provocaría cambios en el holograma
corpóreo. Según Milarepa, yogui tibetano del siglo XI y el santo budista
más conocido del país, el motivo de que no podamos percibir el vacío
directamente es que el inconsciente o la «
consciencia interior» está demasiado condicionado en sus percepciones. Ese condicionamiento no sólo nos impide ver lo que él denomina «
la frontera entre la mente y la materia» que equivaldría al dominio de frecuencias. «
En el reino invisible de los cielos la mente ilusoria es el gran culpable», escribe Milarepa, que aconsejaba a sus discípulos que practicaran «
la contemplación y la visión perfectas» para ser conscientes de esta «
Realidad Última».
También los budistas zen reconocen la indivisibilidad última de la
realidad. El principal objetivo del pensamiento zen es aprender a
percibir esa totalidad. El mundo concreto sería como una tela blanca que
esperase ser pintada. Quizás estemos todos de acuerdo en que lo que
consideramos realidad ha sido formulada a un nivel de conciencia humana
en el que todas las mentes están interrelacionadas entre sí. La más
profunda e importante de todas las consecuencias vinculadas al paradigma
holográfico implicaría que los milagros no serían más habituales debido
a no haber programado nuestras mentes con las convicciones adecuadas
para que se produzcan. En un universo holográfico no hay límites a los
cambios que podemos aportar a la esencia de la realidad, porque lo que
percibimos como realidad es solamente una tela en espera de ser pintada
con cualquier imagen que deseemos. Todo esto no sería más milagroso que
la capacidad que tenemos de plasmar nuestra realidad durante los sueños.
Un estudio conjunto británico, canadiense e italiano aportaría lo que
los investigadores consideran la primera observación de que el universo
es un inmenso holograma. Los astrofísicos y físico teóricos que
analizan irregularidades en el fondo cosmológico, señalan que existen
pruebas sustanciales que sostienen la explicación holográfica del
universo. La radiación de fondo de microondas es una forma de radiación
electromagnética descubierta en 1965 que llena el universo por completo.
También se denomina radiación cósmica de microondas, radiación cósmica
de fondo o radiación del fondo cósmico. Se dice que es el eco que
proviene del inicio del universo, es decir, el eco que queda del Big
Bang que daría origen al universo. Tiene características de radiación de
cuerpo negro a una temperatura de 2.725º K y su frecuencia pertenece al
rango de las microondas con una frecuencia de 160,2 GHz,
correspondiéndose con una longitud de onda de 1,9 mm. Muchos cosmólogos
consideran esta radiación como la prueba principal del modelo
cosmológico del Big Bang. Aquellos astrofísicos y físico teóricos
afirman que existen tantas pruebas de que el universo es un holograma
como las que apoyan la explicación tradicional de la inflación cósmica.
Sus trabajos se han publicado en la revista
Physical Review Letters.
La hipótesis del universo holográfico, aparecida en la década de 1990,
sugiere que toda la información creada por nuestra realidad está
contenida en una superficie de dos dimensiones. El profesor Kostas
Skenderis, de la Universidad de Southampton, explica: “
Imagina que
cada cosa que sientes, ves u oyes en tres dimensiones emana de un campo
plano de dos dimensiones. La idea es similar a los hologramas clásicos,
en los que las imágenes en 3D se encuentran codificadas en una
superficie 2D, como ocurre con el holograma presente en una tarjeta de
crédito“. Según esta hipótesis, nuestro universo sería algo así
como ver en el cine una película en 3D. Vemos la altura, el ancho y la
profundidad de las imágenes, pero en realidad emanan de una superficie
plana, que es la pantalla cinematográfica. La diferencia es que en
nuestro universo nosotros podemos tocar las cosas y que por ello
consideramos que estos objetos son reales, según nuestra perspectiva.
En las últimas décadas, los avances conseguidos gracias a los
telescopios han permitido a los científicos detectar una gran cantidad
de datos en el ruido blanco, las microondas que proceden del momento en
que el universo se originó. El ruido blanco es un ruido aleatorio que
posee la misma densidad espectral de potencia a lo largo de toda la
banda de frecuencias. Dado que la luz blanca es aquella que contiene
todas las frecuencias del espectro visible, el ruido blanco deriva su
nombre por contener también todas las frecuencias, pero de sonido.
Utilizando esta información, los científicos han sido capaces de
realizar comparaciones complejas entre las redes de características
existentes en los datos de la teoría cuántica de campos. Así han
descubierto que la más simple de las teorías cuánticas de campos puede
explicar todas las observaciones cosmológicas de los orígenes del
universo. Según el profesor Kostas Skenderis, la holografía es un paso
adelante en la manera de pensar la estructura y la creación del
universo. La relatividad general explica casi cualquier cosa de lo
infinitamente grande, pero ayuda poco a entender los orígenes y los
mecanismos de la realidad a nivel cuántico. Algunos piensan que el
concepto de universo holográfico tiene la capacidad potencial de
reconciliar ambas visiones. Pero es una prueba muy básica, que se basa
únicamente en las observaciones del fondo cosmológico difuso. Aún es
necesario ver qué ocurre con la aceleración creciente del universo y
comprobar que las observaciones del fondo cosmológico difuso contradicen
ó no las observaciones de las estrellas y las galaxias. En cosmología,
la radiación cósmica de fondo, también conocida como radiación de fondo o
radiación cósmica de microondas, es la radiación electromagnética que
impregna el universo, interpretado como un residuo del Big Bang.
Y ahora veamos por donde avanza la tecnología en este área. La
realidad virtual es un concepto cuyo desarrollo tecnológico está
avanzando a pasos agigantados. La oficina del futuro contará con
ficheros virtuales, hologramas y navegación por internet sin necesidad
de pantallas. Los trabajadores podrán acceder a información de manera
instantánea y podrán visualizarla de diferentes formas, desde el
tradicional texto hasta modelos a escala tridimensional, que se podrán
expandir y contraer. Además podrá verse cómo es el diseño arquitectónico
tridimensional de los edificios más modernos de una ciudad en cualquier
lugar del mundo o explorar en detalle el cerebro humano a través de una
réplica holográfica. De momento sólo se necesitarán unas gafas
especiales. Con ellas se podrá convertir un escritorio físico en toda
una oficina virtual. Una empresa estadounidense anunció que próximamente
lanzará su versión propia de oficina virtual. Se trata de un entorno de
realidad aumentada que superpondrá pantallas reales y virtuales,
permitiendo al usuario manipular ficheros con las manos. Funcionará con
gafas de realidad virtual. Al ponerse estas gafas, el usuario logrará
ver una realidad de múltiples pantallas, podrá manipular ficheros y
abrir y cerrar documentos con las manos, actuando sobre hologramas
superpuestos en el mundo real. Este sistema de manipulación de objetos
holográficos también permitirá ordenar los documentos en estanterías
virtuales, de forma similar a la película de ciencia ficción Minority
Report. El sistema también ofrecerá un buscador de internet virtual que
permitirá navegar y ver páginas web usando únicamente los dedos. Se
trata de diseñar productos en 3D a tamaño real, ver múltiples pantallas
holográficas y ver los datos desde otra perspectiva. Esta tecnología
también podría aplicarse a otras áreas, como la arquitectura, la
educación, los procesos industriales y la medicina. Incluso podría
representarse personas holográficas. Vemos que la tecnología nos va a
posibilitar lo que tal vez “
alguien” ya realizó, produciendo un universo holográfico, en que todos formamos parte de un super-holograma.
Fuentes:
- David Bohm – La Totalidad y el Orden Implicado
- David Bohm – Sobre la Creatividad
- David Bohm – Sobre el Diálogo
- David Bohm – Ciencia, Orden y Creatividad
- Vlatko Vedral – Decodificando la realidad
- Fritjof Capra – El Tao de la Física
- Karl H. Pribram – Cerebro y Conciencia
- Karl H. Pribram – Cerebro, Mente y Holograma
- Stephen Hawking – Agujeros negros, pequeños universos y otros ensayos
- Alastair I.M. Rae – Física cuántica: ¿ilusión o realidad?
- R.A. Miller, B. Webb, D. Dickson – Concepto holográfico de la realidad
- Leonard Susskind – El paisaje cósmico
- Michael Talbot – El Universo Holográfico
- Kostas Skenderis – Our Universe as a Hologram
- Anton Zeilinger – Danza de los Fotones
- Andreas Bjerve – El Universo Fractal-Holográfico
- Nassim Haramein – Teoría del Universo Fractal Holográfico
- Nassim Haramein – Cruzando el horizonte de sucesos
- Michel Le Bellac, Alain Aspect – The Quantum World
- Claude Elwood Shannon – A mathematical theory of communication
- Craig Hogan – El Libro del Big Bang: Introducción a la Cosmología
- James Evans Bomær – The Code to The Matrix
- Michio Kaku – Física de lo imposible
- Amanda Gefter -Trespassing Einstein’s Lawn
- Susan Ferguson – The Matrix and The Sanskrit Texts
- Robert Duncan – The Matrix Deciphered – Psychic Warfare
- B. Pullman & A. Pullman – Bio-Química Cuántica
- Hermanos Wachowski – The Matrix
- Dilly Barlow – Parallel Universes
- Susan Blackmore – Consciousness: An Introduction
- Dan Huff – Quantum Consciousness? Welcome to the Mind-Boggling World of Mind-Brain
- Robert Kuhn – Is Consciousness Definable?