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La
serpiente es un símbolo en casi todos los edificios mayas.
Esto es
asombroso, porque uno podría esperar que un pueblo rodeado por flora
exuberante dejara otro tipo de motivos en los relieves de piedra. Pero
la serpiente aparece por todos lados. Desde tiempo inmemorial la
serpiente se arrastra por la tierra.
¿Por
qué
alguien le supondría la capacidad de volar?
Como primitiva imagen del
mal en el Génesis, la serpiente fue condenada a arrastrarse.
¿Por qué
alguien adoraría esta criatura como un dios? Entre los mayas, y
anteriormente los toltecas, se daba este hecho. El dios Kukulkan
presumiblemente corresponde al posterior dios Quetzalcoatl.
Pero, ¿qué
nos cuenta la leyenda de Quetzalcoatl? Vino de un desconocido país del
sol naciente, con un traje blanco, y tenía barba. Enseño a la gente
todas las ciencias, artes y costumbres y dejó leyes muy sabias. Se decía
que bajo sus directivas el maíz creció alto como un hombre y el algodón
crecía ya coloreado. Cuando Quetzalcoatl completó su misión, volvió al
mar, predicando y enseñando en su camino, y abordó un barco de fuego que
lo llevó a la estrella de la mañana, Venus. Para los mayas y antes los
toltecas, Venus era el objeto astronómico de mayor interés. Quizá lo
conocían mejor que cualquier otra civilización que no perteneciera a
Mesoamérica. Pensaron que era más importante que el Sol.
Lo observaron
cuidadosamente mientras se movía a través de sus estaciones y se dieron
cuenta que tardaba 584 días en coincidir la Tierra y Venus en la misma
posición con respecto al Sol. Además, se fijaron que transcurrían cerca
de 2922 días para que la Tierra, Venus, el Sol y las estrellas
coincidieran. se cuenta que Quetzalcoatl prometió volver. No faltan
explicaciones para la apariencia del sabio anciano. Se le atribuye un
papel mesiánico, dado que un hombre con barba no era algo frecuente en
aquellas latitudes. Cualquiera que hubiera llegado a América desde el
antiguo mundo conocería la rueda para transportar gente y objetos.
Seguramente una de las primeras acciones de un dios como Quetzalcoatl,
que aparece como un misionero, doctor e instructor, hubiera enseñado el
uso de la rueda y el carro. De hecho, los mayas y antes los toltecas
aparentemente nunca usaron ninguno de los dos.
Las civilizaciones autóctonas del Nuevo Mundo, tanto las de
Mesoamérica como aquellas que crecieron más o menos en forma paralela en
la región de los Andes en América del Sur, sin duda ocupan un lugar
especial en la historia de la humanidad, sobre todo porque se formaron y
desarrollaron prácticamente aisladas del resto del mundo. Las
eventuales transmisiones culturales transoceánicas siguen siendo tema de
discusiones. Formalmente la conquista de América es el proceso de
exploración, conquista y asentamiento en el Nuevo Mundo por parte de
España, Portugal y otras potencias europeas, especialmente durante el
siglo XVI, después del teórico y discutido descubrimiento de América por
parte de Cristóbal Colón en 1492, en nombre del Reino de España. La
Conquista dio lugar a poderosos regímenes virreinales y coloniales que
ejecutaron sin compasión la asimilación cultural de la mayor parte de
poblaciones indígenas, así como su sometimiento a las leyes de las
potencias conquistadoras. Toda Europa creció enormemente gracias a las
riquezas de América, no solo España y Portugal. La Conquista dio lugar a
la importación de nuevos productos agrícolas en Europa, antes
desconocidos, como el tomate, la patata o el cacao, que tuvieron un gran
impacto en la economía y costumbres europeas. Igualmente, se
revolucionó el paisaje productivo y alimentario del continente americano
con la llegada de las variedades agrícolas y diversidad ganadera de
Europa, África y Asia. La introducción de minerales americanos impulsó
enormemente la economía europea, pero también creó situaciones de alta
inflación. En los siglos posteriores, el oro y la plata desempeñaron una
función importante en el nacimiento del capitalismo, principalmente en
los Países Bajos, Gran Bretaña y Francia. La Conquista de América fue un
proceso casi permanente, ya que algunas sociedades indígenas opusieron
una resistencia continua y otras nunca fueron asimiladas completamente.
España llegó a conquistar la mayor parte de América, debido a que fue el
país que patrocinó el viaje de Colón, patrocinado por los Reyes
Católicos, y que inició la colonización antes que los demás países.
Mediante una bula del papa Alejandro VI, se declaró legítima la
posesión española de todas las tierras encontradas más allá de cien
leguas al oeste de las islas Azores. Una ligera modificación posterior
repartió el continente americano entre las potencias de España y
Portugal, lo cual quedaría ratificado en el
Tratado de Tordesillas.
Sin embargo otras potencias europeas se sumaron posteriormente a la
conquista y colonización en América, a menudo en competición entre ellas
y con los imperios existentes. Entre ellas se encuentran Francia, Gran
Bretaña, los Países Bajos, y hasta Rusia y Dinamarca. También se
formaron pequeñas colonias efímeras de países escandinavos en la costa
oriental de lo que actualmente son los Estados Unidos. Varios pueblos
americanos presentaron resistencia a la ocupación de los europeos, a
pesar de encontrarse en desventaja desde el punto de vista de tecnología
bélica. Las armas y técnicas de guerra españolas eran más avanzadas que
las indígenas. Los europeos conocían la fundición, la pólvora y
contaban con caballos y vehículos de guerra. Los americanos contaban con
una tecnología bélica básica y carecían de animales de carga, a pesar
de ser superiores en número y en conocimiento del terreno. Las
enfermedades que los europeos llevaron a América, para las que los
indígenas carecían de defensas, se cobraron miles de vidas y fueron un
factor que pesó en contra de las sociedades americanas, que en medio de
la guerra también se enfrentaron a un desastre epidemiológico. La
historia de la Conquista de América ha sido relatada principalmente
desde el punto de vista de los europeos. Salvo en el caso de los
mesoamericanos, se cree que los pueblos indígenas desconocían la
escritura, de modo que los registros de los hechos desde la perspectiva
indígena consisten principalmente en relatos recuperados algunos años
después por los propios europeos. De todos modos existen serias dudas de
que no tuviesen algún medio para registrar hechos, como pasa con los
quipus incas, sistema mnemotécnico mediante cuerdas de lana o algodón y
nudos de uno o varios colores. Se tienen registros de relatos en los
casos de Nueva España, Perú y Yucatán.
En sus publicaciones, y sobre todo en
Pensamiento y religión en el México antiguo (1957),
Un palacio en la ciudad de los dioses (1959), y
El Universo De Quetzalcoatl, Laurette
Séjourné (1911 – 2003), arqueóloga, antropóloga y etnóloga italiana
naturalizada mexicana, se ha dedicado a descifrar las estructuras
de la espiritualidad paleomexicana, a base de los monumentos,
de la iconografía, de los jeroglíficos de los códices y de
los raros textos mitológicos y religiosos que han sobrevivido
al desplome de la cultura tradicional causado por la conquista
de los españoles. En su obra
El Universo de Quetzalcoatl,
Laurette Séjourné presenta lo esencial de la religión náhuatl y
los grandes trazos de su historia. Laurette Séjourné no olvida que
una cultura forma una unidad orgánica y que, por ello, debe
estudiarse desde su núcleo y no desde sus aspectos periféricos. Son ante
todo las ideas acerca del origen, el sentido y la perennidad de la
existencia humana las que nos revelan el genio particular de una
cultura. La iconografía representa un lenguaje simbólico. Por ello
los objetos arqueológicos piden ser interpretados a la manera como se
leen los códices. Como hace notar Laurette Séjourné, a
propósito de los frescos de Teotihuacán, “
la continuidad del
tema que desarrollan los símbolos inscritos en los muros del palacio
de Zacuala es tan rigurosa, que el edificio aparece como un
inmenso libro cuyas páginas van desplegándose a la manera de las de
los códices“. Las figuras pintadas en las paredes no son
otra cosa que jeroglíficos que componen un texto. El antiguo
México sorprendió a los europeos por el preferente lugar que
asignaba a las cosas divinas. Era un mundo en el que la
marcha del Cosmos estaba considerada como un asunto de Estado
y donde había leyes que regían la búsqueda espiritual de los
ciudadanos. De ahí la fascinación que despierta el universo
precolombino. Los sacrificios humanos, que siguen
escandalizándonos, no pueden explicarse más que en el seno de
una comunidad con un gran afán de trascendencia. Los grupos que los
aztecas encontraron y sometieron a su llegada al Altiplano, fueron
protagonistas de algunas de las “
traiciones” en favor de
los españoles, sin las cuales la Conquista hubiese sido
imposible. Suponer que había una aceptación universal de las proclamas
aztecas en cuanto a la antropofagia solar implica no comprender nada
de esta antigua visión de la existencia.
Al finalizar la Conquista, la cultura prehispánica parecía
haber muerto para siempre. Los conquistadores declararon al pueblo
indígena como inferior y susceptible de ser esclavizado. su religión
fue considerada como brujería y objeto de persecución. Los manuscritos
de las bibliotecas fueron quemados en las plazas públicas como
obras del diablo; los viejos sabios, guardianes de la
tradición, desparecieron o fueron asesinados; las obras de arte
fueron destrozadas, fundidas o echadas a los lagos. Además, los
conquistadores acostumbraban a edificar sobre los escombros de los
edificios y ciudades conquistadas. De ahí que en el vasto
territorio que cubría el antiguo México, no quedase ningún
palacio o templo contemporáneo de la Conquista. Para completar el
desastre, los documentos de que dispusieron los cronistas
posteriores a la Conquista no trataban más que de las
manifestaciones culturales desaparecidas. En efecto, la historia
que algunos estudiosos españoles y autóctonos se esforzaron por
reconstituir, con la ayuda de los últimos sobrevivientes y de antiguos
manuscritos, antes de que éstos fueran destruidos, no pudo extenderse
más allá del décimo siglo de nuestra Era, ni referirse más que a la
parte central de México. Porque, como los aztecas eran el pueblo que
dominaba Mesoamérica en tiempos de la Conquista, en el siglo XVI,
la historia precolombina se limitaba a relatar las vicisitudes que
habían conducido a los aztecas a la cabeza de un Imperio y a recordar
las luchas por la hegemonía política que tuvieron lugar, sin
interrupción, a partir de esa época entre las tribus nómadas
recientemente llegadas, entre las que se encontraban los aztecas, y
los herederos de la antigua civilización. Una vez que las ciudades de
los últimos vencedores fueron convertidas en ruinas por los europeos,
esta región se convirtió en la más estéril en vestigios arqueológicos.
Los últimos cinco siglos de vida precolombina se redujeron a los
relatos de actividades bélicas, que marcaron a los indígenas con
una vocación sanguinaria. Ello se transformó en un arma en manos de
conquistadores. Sus propósitos fueron, además, grandemente
facilitados por el hecho de que, una cincuentena de años antes de su
irrupción en estas tierras de América, los aztecas habían
logrado implantar un régimen de terror comparable a las peores
dictaduras modernas. Evitando escuchar las voces de las víctimas
y sin tener en cuenta las contradicciones internas que
provocaba tal estado de cosas, los españoles pudieron convencer
a Europa de la barbarie de los pueblos descubiertos. Basado en
sus propias destrucciones, la última fase histórica vino a
constituir todo el pasado autóctono. Era un pasado como emergido
de la nada, por estar desvinculado de las manifestaciones
culturales que lo habían engendrado. Por ello, los preceptos de
la antigua religión y la grandeza de la civilización desaparecida
fueron totalmente incomprendidos. Sin embargo, gracias a una
circunstancia inesperada que vino a frustrar el encarnizamiento
de los conquistadores, esta cultura, que parecía condenada a la
desaparición, está teniendo una resurrección. Porque si lo ignoramos
todo acerca de las ciudades destruidas por las hordas guerreras
desde el siglo X, en cambio conocemos, cada día más, los lugares
abandonados desde entonces. Estos testimonios silenciosos van
emergiendo. La historia de la arqueología de los últimos años no es más
que el descubrimiento progresivo de las relaciones que mantenían
entre ellos los diversos grupos étnicos. La lectura de las
fechas que los mayas inscribieron con profusión sobre sus
monumentos permitió situar en el tiempo estos vestigios, hasta
entonces perdidos en las brumas de las leyendas. Se logró
precisar que la actividad creadora de ese pueblo habitante del sur de
México y de la América Central se extendió, aproximadamente, entre los
siglos IV y IX después de Cristo, aunque hay indicios de una mayor
antigüedad. Por otra parte, las excavaciones realizadas en el país maya
permitieron establecer valiosos paralelismos cronológicos sobre toda
Mesoamérica. Estos paralelismos demostraron que es en el curso de los
ochos primeros siglos de nuestra Era cuando el pensamiento precolombino
conoció su más potente esplendor, porque en ese lapso fueron
establecidas las bases culturales que subsistieron hasta la llegada de
los europeos.
El número de monumentos que los pueblos de Mesoamérica
crearon, sin interrupción, durante los ocho primeros siglos de nuestra
Era, es prodigioso. El subsuelo de México y de la América Central
está literalmente lleno de ruinas provenientes de ese periodo. En
cuanto al pensamiento religioso, fundamental para Mesoamérica, es
el que ha sufrido más en su integridad- Sepultado bajo el
peso de la incomprensión, su mensaje no es de fácil acceso. Su
redescubrimiento no puede lograrse más con las distintas clases de
documentos de que se dispone, como los textos, los jeroglíficos que
abundan sobre el material arqueológico, y los códices, libros pintados
según el sistema jeroglífico. Los documentos escritos, analizados por
el erudito mexicano Ángel María Garibay, descubren que la literatura
prehispánica del Altiplano se revela mucho más rica de lo que se podría
esperar, dadas las circunstancias históricas. Además de la
abundante documentación conocida, las traducciones modernas
forman ya una pequeña biblioteca . Los especialistas afirman,
asimismo, que los textos publicados hasta ahora no son más que
una mínima parte de los que se esperan. Si bien no emplearon
más que los rudimentos de escritura fonética, los antiguos
mexicanos poseían verdaderos archivos concernientes a su pasado,
tales como libros en cuero o en papel, obtenido de la corteza
de plantas, en cuyas páginas, plegadas a la manera de un
biombo, los acontecimientos están consignados por medio de
figuras simbólicas y de fechas. Son éstos, los libros pintados,
los que sirvieron de base a los anales redactados después de
la Conquista en que los hechos aparecen desprovistos de todo
contexto. Una treintena de anales son conocidos hasta ahora. La
mayor parte de ellos son la obra de autores indígenas anónimos que
escribieron en su lengua materna. El resto se debe a descendientes
de la nobleza autóctona, como Ixtlilxóchitl, Tezozómoc o Chimalpáin,
que se expresaron también principalmente en náhuatl, o a clérigos
españoles que siguieron de cerca a los conquistadores, como Mendieta,
Olmos, Sahagún o Durán.
Hemos visto que la historia se reduce a luchas por la hegemonía
política de la parte central de México. Hacia el fin del
siglo IX, al entrar en escena tribus nómadas que se supone llegadas
del norte, el representante de la cultura y de la autoridad es
Culhuacán, gran ciudad situada en los alrededores de la actual
ciudad de México. Colhuacan o Culhuacán fue un antiguo señorío que se
encontraba en la punta occidental de la península de Iztapalapa, en el
valle de México. Las fuentes mexicas y texcocanas dicen que Culhuacán
fue fundado por los toltecas, que la convirtieron en su primera capital;
sin embargo, Chimalpahin y las investigaciones arqueológicas
posteriores ponen de manifiesto que el asentamiento ya existía antes de
la llegada de los toltecas al valle de México. Fue fundado al final del
período Clásico
de Mesoamérica, como resultado de la dispersión demográfica que sufrió
Teotihuacan en la época de su declive. Sus habitantes eran portadores de
la cultura de la gran metrópoli, y esa era una de las causas de su gran
prestigio. La legitimación de los tlatoanis de México-Tenochtitlan se
debió a su relación con el linaje gobernante de Culhuacán. Antes que los
aztecas construyeran, en 1325, su propia capital, Culhuacán había
sido ya destruida por rivales que se sirvieron de los recién llegados
como mercenarios. A pesar de su declive político, Culhuacán no
dejará, hasta el fin de los tiempos precolombinos, de figurar en
la tradición como la fuente de la que los aztecas extrajeron no sólo
todo su saber, sino también el origen aristocrático del que
no dejarán de vanagloriarse más tarde. Porque es a través de
Culhuacán como la civilización náhuatl milenaria fue lentamente
asimilada por esos cazadores nórdicos, los aztecas, de los que se afirma
que a su llegada ignoraban hasta la costumbre de cocinar los alimentos.
Después de la caída de Culhuacán, el poder se transfiere a
Azcapotzalco, centro urbano perteneciente al mismo estrato cultural, a
pocos kilómetros al norte del primero. Azcapotzalco (“
en los montes de hormigas“), curiosamente relacionado con la tradición hopi del
Pueblo Hormiga. Hay
evidencia arqueológica de que el área que hoy ocupa la delegación
Azcapotzalco fue habitada al menos desde el periodo Preclásico
formativo.
En el Altiplano central se dice que fue en Azcapotzalco donde se
elaboraba la joyería más elegante del área. En cuanto a la orfebrería de
esta ciudad, fray Bernardino de Sahagún dedica buena parte de su
monumental obra
Historia general de las cosas de Nueva España a
la descripción del trabajo de los artistas, a quienes genéricamente
llama plateros, de acuerdo con la tradición que en Europa se tenía para
nombrar a este gremio de artesanos. Los textos de su historia se ven
enriquecidos con detalladas escenas que, a manera de viñetas o
miniaturas, recrean el laborioso proceso metalúrgico. El Estado mexica,
llamado comúnmente Imperio azteca, fue la formación política mexica
derivada del proceso de expansión territorial del dominio económico de
la ciudad-estado México-Tenochtitlan, que floreció en el siglo XIV en
Mesoamérica. Fue encabezado por los mexicas —también conocidos como
aztecas—, un pueblo que, de acuerdo con algunos documentos históricos,
como la
Tira de la Peregrinación, era originario de un sitio
mítico conocido como Aztlán, al que se suele ubicar fuera de los
confines de Mesoamérica. Sin embargo, parece plausible que los mexicas
fueran un pueblo de tradición cultural netamente mesoamericana y no los
descendientes de grupos chichimecas dedicados a la cacería y la
recolección. México-Tenochtitlan fue la capital del Imperio Mexica. La
fundación de la ciudad es un hecho cuya historia se mezcla con la
leyenda. La mayoría de las fuentes cita como fecha de fundación de la
ciudad el 18 de julio de 1325, de acuerdo con la información
proporcionada por los mexicas y que se encuentra registrada en varios
documentos. La leyenda de la fundación señala que México-Tenochtitlan
fue poblada por un grupo de tribus nahuas migrantes desde Aztlán, lugar
cuya ubicación precisa se desconoce. Ésta es una de muchas historias que
hacen referencia a la Atlántida en diferentes culturas alrededor del
mundo. Según la mitología mexicana oficial, Aztlán fue una isla o islote
primigenio y punto de partida de los aún aztecas , representado como
una isla en un lago. Su posible existencia y localización ha sido un
punto controvertido entre investigadores del tema, siendo la más
aceptada por la ciencia histórica la de una idea derivada de la
representación simbólica de la propia México-Tenochtitlan, aunque
algunos otros investigadores la han situado en diversos sitios. Tras
merodear por las inmediaciones del lago de Texcoco, los futuros mexicas
se asentaron en diversos puntos de la cuenca de México que estaban
sujetos al señorío de Azcapotzalco.
La migración concluyó cuando fundaron su ciudad en un islote cercano a
la ribera occidental del lago. Las excavaciones arqueológicas apuntan a
que el islote de México estuvo habitado desde antes del siglo XIV y que
la fundación de Tenochtitlan pudo ser posterior a la de
México-Tlatelolco, su gemela del norte. México-Tenochtitlan se convirtió
en una zona independiente tras el establecimiento de una alianza con
Texcoco y Tlacopan, que derrotó a Azcapotzalco. La capital de los
mexicanos se convirtió en una de las mayores ciudades de su época y fue
la cabeza de un poderoso Estado que dominó una gran parte de
Mesoamérica. El florecimiento de la ciudad se realizó a costa del
tributo pagado por los pueblos sometidos a su poder. Por ello, cuando
los españoles llegaron a Mesoamérica, numerosas naciones indígenas se
aliaron con ellos con el objetivo de poner fin a la dominación tenochca.
Cuauhtémoc —último tlatoani de México-Tenochtitlan— encabezó la
resistencia de la ciudad, que cayó el 13 de agosto de 1521 a manos de
los españoles y sus aliados indígenas, todos bajo el mando de Hernán
Cortés. Hasta 1428, sesenta y cuatro años antes de la llegada
de Colón, los aztecas vivían miserablemente como tributarios de
los señores de Azcapotzalco. Conquistaron su independencia al precio
de una guerra particularmente sangrienta que duró varios meses. En su
odio contra los antiguos tiranos, no sólo arrasan Azcapotzalco hasta
la última piedra, sino que condenan el lugar a convertirse en mercado de
esclavos. Necesitarán todavía unas cinco décadas antes de
convertirse en dueños del Altiplano, después de haber sometido
a los diversos pequeños reinos entre los que se distribuía el
territorio. Es sólo entonces cuando comenzaron a lanzar los
ejércitos hacia el sur. En el momento de la Conquista, su Imperio
se extendía hasta la América Central. La independencia azteca se
realiza bajo el rey Itzcóatl. Durante el reinado de su
sucesor, Moctezuma el Viejo — de 1440 a 1469 — se consolida
definitivamente la joven nación por medio de un conjunto de leyes y
reformas que cubre todos los aspectos de la vida del grupo, y
gracias a las expediciones militares a países lejanos, cuyos
productos tropicales enriquecerán a Tenochtitlán. Pero es a otro
Moctezuma al que corresponderá la ingrata tarea de recibir a los
conquistadores. Prisionero en su propio palacio, será asesinado,
en 1520, cuando intentó, desde lo alto de un balcón, reconciliar a
su pueblo con los invasores. El joven príncipe que meses más
tarde asumió el poder se llamaba Cuauhtémoc. Es el que
defendió Tenochtitlan durante el sitio de los españoles. Se
rindió después de una resistencia heroica de 75 días, cuando la
ciudad había quedado convertida en ruinas. Pero fue traidoramente
asesinado en 1524. Por una extraña coincidencia, el nombre que cierra la
lista de los reyes del antiguo México significa literalmente
Águila que cae.
La llegada de los aztecas al poder absoluto constituye una
epopeya de gran dramatismo. Los anales correspondientes a este
periodo describen que el proceso de sometimiento social y religioso
mediante medidas de gran ferocidad. El análisis de los
jeroglíficos permitirá comprender mejor el mecanismo de esta
degradación. Con la finalidad evidente de establecer que la historia
comienza con los aztecas y que sea en adelante imposible juzgar sus
actos según la antigua sabiduría, en el centro de la cual figuraba la
prohibición expresa del sacrificio humano , el rey azteca Itzcóatl
ordena, hacia 1428, la destrucción de los archivos referentes al
pasado. Estos archivos, caídos en sus manos durante la toma de
Azcapotzalco, no podían provenir más que de Culhuacán y debían
tratar de las sociedades anteriores al siglo X. Privado así
de todo testimonio directo, el milenio que forjó la cultura náhuatl no
pudo ser reconstruido más que con la ayuda de la tradición oral y de
algunos pocos documentos rescatados. Los aztecas se erigen, a través de
Culhuacán, en los herederos de ancestros a los cuales atribuyen la
invención de todas las artes y de todas las ciencias y que, por ese
hecho, pasaron a la posteridad con el calificativo de “
Grandes Artistas“,
toltecas en lengua náhuatl. Estos ancestros glorificados parecen
más bien participar de la leyenda. Y ello tanto más cuando las mismas
virtudes por las cuales se señalan, como grandeza moral e impulso
creador, no se siguieron. La grandeza moral, por ser incompatible con
las actuaciones que los aztecas se permitieron en su nombre. El impulso
creador, porque al no reconocer sus obras verdaderas, fue aplicada a
manifestaciones que lo despojaron de todo su sentido. Por otra parte,
la vida social de los Toltecas aparece totalmente centrada
alrededor del prestigioso héroe cultural Quetzalcóatl, cuya
naturaleza es realmente ambigua. Es un rey de una rectitud
sobrehumana hasta el día en que, impulsado por malos
consejeros, se embriaga y comete el pecado de dormir con la
bella Xochipétatl. Inconsolable, se castigará abandonando su bien
amado reino de Tula y encendiendo la hoguera de la cual su
corazón, liberado por las llamas, se elevará al cielo transformado nada
menos que en el planeta Venus.
Esta transformación tendrá lugar después de una visita al
Señor del mundo subterráneo,
de donde rescatará los restos de sus padres. Las aventuras de
Quetzalcóatl forman, con mucho, la parte más voluminosa del
conjunto de los anales. En un lenguaje concentrado, de una gran belleza
poética, ocupan todo el periodo creador. Es el esplendor
incomparable de las obras que iluminan su reino y la sabiduría infinita
de los toltecas, sus discípulos. Es el combate contra las
fuerzas del mal y el renunciamiento doloroso a los bienes
terrenales. Son las etapas de una peregrinación que deja
improntas en las rocas de las montañas y tiende puentes sobre
insondables abismos. Es la muerte voluntaria por el fuego, el
pánico del descenso hacia el
lugar de los Muertos; el rapto de
los huesos y la resurrección de la pareja de ancestros. Es, en fin,
el corazón que se eleva escoltado por miríadas de pájaros multicolores.
No intentar arrancar algo de verdad histórica de esta vasta
epopeya es renunciar a conocer la historia de los hombres que forjaron
el antiguo México. De ahí los esfuerzos de los especialistas para
obtener un cuadro con cierta coherencia. La precisión con la que
los textos nos hablan de Quetzalcóatl como rey de Tula,
confiere una innegable apariencia de realidad a la vida de ese reino
lejano y legendario. La ciudad y sus ocupantes están minuciosamente
descritos, se detallan las innumerables reformas e innovaciones
introducidas por su soberano. Quetzalcóatl adquiere dos
personalidades distintas, sin relación aparente entre ellas. De
un lado, es una potencia de este mundo en lucha con las
pasiones y finalmente derrotado por un rival. Del otro es un dios
creador, héroe de acontecimientos que escapan a la lógica del
sentido común, como casi todos los relatos legendarios. Se llega a la
conclusión de que su descenso a los infiernos y su transfiguración
deben, por lo menos, ser tan reveladores de su naturaleza como su
actividad social.
El comportamiento mítico de Quetzalcóatl está indisolublemente
ligado a la existencia humana del rey de Tula. En los anales,
Quetzalcóatl salta de época en época, de ciudad en ciudad, con
una desenvoltura total. En realidad, su figura gigante llena la escena
durante centenares de años sin interrupción y los escritos
permiten situar su presencia concreta en fechas muy distantes entre
sí. Mientras historiadores de la talla de Sahagún y Chimalpáin lo
hacen aproximadamente contemporáneo del comienzo de nuestra Era,
otros, no menos importantes, llegan a hacerlo aparecer en el curso de
los siglos guerreros. Es necesario considerar a Quetzalcóatl en
toda su amplitud, aceptando que debe haber, quizá, razones
profundas para que una civilización de la trascendencia de la náhuatl
lo haya reclamado tan obstinadamente como su creador. Se señala siempre
como particularidad de los toltecas una veneración extrema a un dios
único llamado igualmente Quetzalcóatl. Esta afirmación es tanto más
molesta para la identificación histórica, cuanto que refiere
categóricamente que este dios no era otro que el mismo rey
Quetzalcóatl, transfigurado en Venus, la
Estrella de la Mañana. Es después del abandono de su reino y su desaparición física cuando se transforma en cuerpo celeste, la
Estrella de la Mañana.
El rey de Tula, al cual se asigna la gloria de las invenciones
toltecas y que se fue un día en pos del Sol, era gran sacerdote del dios
Quetzalcóatl. De donde, por mucho que se haga retroceder su reino, el
soberano implicará siempre un predecesor divinizado. El rasgo
fundamental de este dios es su expreso origen humano; el del monarca, su
calidad de sacerdote.
La mayor parte que se conoce sobre la mitología tolteca viene de las
leyendas adoptadas por culturas posteriores. Los toltecas fueron la
última cultura dominante en Mesoamérica antes de la llegada de los
aztecas. Los primeros habitantes de México, acerca de los cuales la
historia conoce algo, fueron los toltecas. Se supone que vinieron del
norte y se cree que entraron al valle del Anáhuac en el séptimo siglo
después de Cristo. Se les acredita también la construcción de algunas de
las grandes ciudades, cuyas ruinas aun existen en América central,
donde se esparcieron durante el siglo XI. En este caso, deben haber sido
los escultores de los jeroglíficos tallados en algunos monumentos.
Entonces, ¿por qué el sistema pictórico de escritura de México no
provee, aún, ninguna clave interpretativa para los jeroglíficos de
Palenque, Copán y Perú? Además, ¿quiénes eran y de dónde. procedían,
estos civilizados toltecas? ¿Quiénes eran los aztecas que les
sucedieron? Entre los sistemas jeroglíficos de México existen algunos
que permanecen indescifrables. Estamos hablando de jeroglíficos que se
consideran simplemente como algo puramente figurativo y simbólico: “
cuyo uso era limitado a los sacerdotes y los vates, que además poseían un significado esotérico“.
Muchos jeroglíficos en los monolitos de Palenque y Copán tienen el
mismo carácter. Pero los sacerdotes y los vates fueron diezmados por los
conquistadores españoles y, por lo tanto, el secreto murió con ellos.
Casi todos los terraplenes americanos siguen una conformación de terraza
y ascienden mediante amplios escalones, a veces cuadrados, a menudo
hexagonales, octagonales o truncos. Sin embargo se parecen, en todos los
aspectos, a los teocallis mexicanos y a los topes indos. Visto que, en
la India, estos últimos se atribuyen al trabajo de los cinco Pandus de
la Raza Lunar, del mismo modo los monumentos y los monolitos ciclópeos
de las riberas del Lago Titicaca se atribuyen a gigantes, los cinco
hermanos desterrados procedentes de “
más allá de las montañas“. Adoraban a la Luna y antecedieron a los “
Hijos y a las Vírgenes del Sol“. Es obvio que la tradición aria se interconecta con la americana, en cuanto a las razas lunares y solares:
Sûrya Vansa y
Chandra Vansa,
vuelven a aparecer en América. Entre 1 687 y 1 689, Núñez de la Vega
formó las Constituciones diocesanas del obispado de Chiapa, México.
Núñez de la Vega estaba anheloso en identificar a los mexicanos con los
bíblicos adoradores del sol y de la serpiente.
Al respecto hubiera podido consultar las
Crónicas del virreinato de Guatemala, de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, y
el Manuscrito,
de Juan Torres, nieto del último rey de los quichés. Este último
documento estuvo en manos del lugarteniente general de Pedro Alvarado,
conquistador español que participó en la conquista de Cuba, en la
exploración por Juan de Grijalva de las costas de Yucatán y del Golfo de
México, y en la conquista de México dirigida por Hernán Cortés. Y en
dicho documento se dice que los toltecas descendían de los israelitas
que, abandonados por Moisés luego del paso del mar Rojo, cayeron en la
idolatría. Y bajo la dirección de su caudillo Tanub anduvieron errantes
hasta llegar al punto llamado de las
Siete Cavernas, en tierras
de México, donde fundaron la famosa ciudad de Tula. Las antiquísimas
ruinas de México planteaban muchos interrogantes. De repente, uno tras
otro, fueron sucediéndose nuevos descubrimientos. Algunos de aquellos
extraordinarios testimonios de la cultura de la América precolombina no
distaban de la capital de México más de una hora en ferrocarril, e
incluso algunos de ellos radicaban en la misma periferia de la ciudad.
Ixtlilxóchitl era un príncipe convertido al cristianismo, amigo de los
españoles, muy culto y poseedor de extensos conocimientos sobre los
sacerdotes. Pasada la época de las guerras, se dedicó a recopilar la
historia de su pueblo. Su guía era la tradición, y su relato, que nadie
quería creer, arranca de las tinieblas de la era primitiva con la
fundación de la ciudad de Tula, o Tollan, hoy día, en el Estado de
Hidalgo, por los toltecas. Hace historia de las grandes hazañas de este
pueblo que conoció la escritura, los números, el calendario y levantó
templos y palacios. Los toltecas no solamente gobernaron como príncipes
en Tula, sino que eran muy sabios, y las leyes que dictaron fueron
justas para todos. Su religión era benévola y libre de las crueldades
que surgieron más tarde. Cuenta que su principado, que duró unos cinco
siglos, sobrellevó hambres, guerras civiles y querellas dinásticas,
hasta que otro pueblo, los chichimecas, ocupó el país. Los toltecas
supervivientes emigraron y se establecieron primero en Tabasco y después
en Yucatán. Los dioses de antaño, de los que los textos nahuatlacas
contaban relatos legendarios eran descritos como hombres barbados, como
correspondería a los antepasados del barbudo Quetzalcóatl. Al igual que
en las teogonías mesopotámicas y egipcias, había relatos de parejas
divinas y de hermanos que se casaban con sus propias hermanas.
De interés prioritario para los aztecas, que habían heredado de los
toltecas, eran los cuatro hermanos divinos, Tlatlauhqui,
Tezcatlipoca-Yáotl, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, según su orden de
nacimiento. Ellos representaban a los cuatro puntos cardinales y a los
cuatro elementos primarios: Tierra, Viento, Fuego, Agua, un concepto de
la «
raíz de todas las cosas» bien conocido en el Viejo Mundo de
uno a otro confín. Estos cuatro dioses representaban también los
colores rojo, negro, blanco y azul, y las cuatro razas de la humanidad, a
las que se representaba a menudo, como en la primera página del
Códice Fejervary-Mayer, con los colores correspondientes, junto con sus símbolos, árboles y animales. Se cree que el gran
Calendario de Piedra
azteca, herencia de los toltecas, es la plasmación en piedra de las
cinco eras. Los símbolos que circundan el panel central y la misma
imagen central han sido objeto de numerosos estudios. El primer anillo
interior representa, con toda claridad, los veinte signos de los veinte
días del mes azteca. Los cuatro paneles rectangulares que rodean el
rostro central se reconocen como los glifos que representan las cuatro
eras anteriores, y la calamidad que terminó con cada una de ellas, tales
como agua, viento, terremotos y tormentas, y el jaguar. Los relatos de
las cuatro eras son valiosos por la información relativa al tiempo
transcurrido en cada una de las eras y a sus principales
acontecimientos. Aunque las versiones varían, lo cual sugiere una larga
tradición oral previa a los registros escritos, todas coinciden en que
la primera era llegó a su fin con un diluvio, una gran inundación que
arrasó la Tierra. La humanidad sobrevivió gracias a una pareja, Nene y
su mujer, Tata, que se las ingeniaron para salvarse en un tronco
vaciado. O bien esta primera era o bien la segunda fue la era de los
Gigantes de Cabellos Blancos. El Segundo Sol se recordó como «
Tzoncuztique», la «Era
Dorada»;que
terminó a causa de la Serpiente del Viento. El Tercer Sol estaba
presidido por la Serpiente de Fuego, y fue la era de la Gente de Cabello
Rojo. Como curiosidad tenemos que en 1911 se hallaron diversos restos
humanos momificados de cabello pelirrojo en la cueva Lovelock, situada a
unas 70 millas al noreste de la ciudad de Reno, en el estado de Nevada,
Estados Unidos. Curiosamente el cabello rojo es una característica de
los escoceses. En total, se hallaron unos 60 cuerpos, muchos de ellos
momificados y gran cantidad de esculturas de piedra, hueso y madera,
que se consideran de los más antiguos encontrados en el Nuevo Mundo.
Sorprende entre los hallazgos unos mocasines y sandalias enormes.
Según el cronista Ixtlilxochitl, éstos fueron los supervivientes de
la segunda era, que llegaron en barco desde el Este hasta el Nuevo
Mundo, asentándose en la región de Botonchán. Allí se encontraron con
gigantes, los Gigantes de Cabellos Blancos, que habían sobrevivido a la
segunda era, y fueron esclavizados por éstos. El Cuarto Sol fue la era
de la Gente de Cabeza Negra. Fue durante esta era cuando Quetzalcóatl
apareció en México. Quetzalcóatl era alto de estatura, de luminoso
semblante, con barba, y vestía una larga túnica. Su báculo, con forma de
serpiente, estaba pintado de negro, blanco y rojo; llevaba piedras
preciosas engarzadas y estaba adornado con seis estrellas. Quizá no sea
casualidad que el báculo del obispo Zumárraga, el primer obispo de
México, se hiciera muy parecido al de Quetzalcóatl. Fue durante esta era
cuando se construyó Tollan, la capital tolteca. Quetzalcóatl, señor de
la sabiduría y el conocimiento, introdujo la enseñanza, los oficios, las
leyes y el cálculo del tiempo en base al ciclo de 52 años. Hacia el
final del Cuarto Sol tuvo lugar una serie de guerras entre los dioses.
Quetzalcóatl partió, de vuelta hacia el Este, hacia el lugar de donde
había venido. Las guerras de los dioses causaron estragos en el país y
los animales salvajes, representados por el jaguar, diezmaron a la
humanidad, por lo que Tollan quedó abandonada. Más tarde llegaron los
pueblos chichimecas, o aztecas; y dio comienzo el Quinto Sol, la era
azteca y todavía la era actual. ¿Por qué se les llamó «
soles» a las eras y cuánto duraron? En el
Códice Vaticano-Latino 3738 se dice que el primer Sol duró 4.008 años, el segundo 4.010 y el tercero 4.081. El Cuarto Sol «
comenzó hace 5.042 años»,
pero no se especifica el momento de su final. Sea como sea, tenemos
aquí un relato de los acontecimientos que se remonta a 17.141 años a
partir del momento en que los relatos se anotaron. Es un lapso de tiempo
demasiado largo como para creer que la gente pueda recordar algo. Y los
expertos, aunque aceptan que los acontecimientos del Cuarto Sol
contienen elementos históricos, tienden a desechar lo relativo a eras
anteriores como meros mitos. ¿Cómo explicar entonces los relatos de Adán
y Eva, de un Diluvio Universal y la supervivencia de una pareja?. Son
episodios que, según H. B. Alexander, en su
obra Latin-American Mythology, son «
sorprendentemente evocadores del relato de la creación del Génesis y de la cosmogonía babilónica».
Algunos expertos sugieren que los textos nahuatlacas reflejan de
algún modo lo que los indígenas ya habían escuchado en los sermones
bíblicos de los españoles. Pero, dado que no todos los códices son
posteriores a la Conquista, las similitudes bíblico-mesopotámicas sólo
se pueden explicar si se admite que las tribus mexicanas tenían lazos
ancestrales comunes con la antigua Mesopotamia. Además, la cronología
mexica-náhuatl se correlaciona con acontecimientos y momentos con una
precisión científica e histórica que debería llevar a más de uno a
detenerse y reflexionar. La fecha el Diluvio, al final del Primer Sol,
se data en unos 13.133 años antes del momento en que se escribió el
códice; es decir, hacia el 11.600 a.C. Y resulta que se estima que el
Diluvio bíblico, confirmado por el relato de Platón en relación al
hundimiento de la Atlántida, arrasó la Tierra hacia el 11.000 a.C.; por
lo que las coincidencias sugieren que hay algo más que un mito en los
relatos aztecas. También es intrigante la afirmación de los relatos de
que la cuarta era fue la época de la «
gente de cabeza negra», mientras que las anteriores eras se distinguían por los gigantes de cabello blanco y la gente de cabello rojo. Y éste «
gente de cabeza negra»
es precisamente el término por el cual se nombraba a los sumerios en
sus textos. ¿Acaso los relatos aztecas sostienen que la era del Cuarto
Sol fue la época en la que los sumerios aparecieron en escena? La
civilización sumeria se calcula que comenzó hacia el 3600 a.C., y no
debería sorprendernos que, datando el comienzo de la Cuarta Era en 5.026
años antes de su propia época, los aztecas lo situaban ciertamente en
los alrededores del 3500 a.C., lo cual coincide sorprendentemente con el
inicio de la era de la «
gente de cabeza negra». La explicación
de que los aztecas les contaron a los españoles lo que habían escuchado
de los mismos españoles, no se sostiene en lo referente a los sumerios
como la «
gente de cabeza negra», ya que se descubrieron los
restos y el legado de la gran civilización sumeria cuatro siglos después
del descubrimiento de América. Ello nos lleva a la conclusión de que
los pueblos nahuatlacas debían de conocer los relatos que aparecen en el
Génesis a partir de sus propias fuentes ancestrales. Pero, ¿cómo
tuvieron la misma información que la que sirvió para escribir el
Génesis? Esta misma pregunta desconcertó ya a los españoles. Asombrados
de haber descubierto no sólo una civilización en el Nuevo Mundo, sino
también «
el gran número de personas que hay allí». Estaban asimismo desconcertados por las conexiones bíblicas de los relatos aztecas.
Intentando dar con una explicación, se les ocurrió una respuesta
sencilla. Debían de ser los descendientes de las Tribus Perdidas de
Israel, que fueron exiliadas por los asirios en el 722 a.C. y se
desvanecieron sin dejar rastro . Lo que quedó del reino de Judea lo
conservaron las tribus de Judá y de Benjamín. Pero ¿cuándo había
sucedido todo aquello? Fue un francés, Désiré Charnay, el primero en
confirmar los relatos de Ixtlilxóchitl mediante un hallazgo. A pesar de
lo cual no consiguió que se prestara atención al relato de
Ixtlilxóchitl. Ningún arqueólogo creía en la existencia de Tula, citada
por el príncipe, ciudad que ha sido comparada con la fabulosa Thule,
también identificado como Tile, Thula, Thila, o Thyïlea, que es un
término usado en las fuentes clásicas para referirse a un lugar,
generalmente una isla, en el norte lejano. A menudo se cree que pueden
haber sido diversos lugares, como Escandinavia. Otros creen que se
localiza en Saaremaa en el mar Báltico. «
Última Thule», en la geografía romana y medieval, puede también denotar cualquier lugar distante situado más allá de las «
fronteras del mundo conocido».
Fue mencionada por primera vez por el geógrafo y explorador griego
Piteas de Massalia en el siglo IV a. C. Piteas dijo que Thule era el
país más septentrional, seis días al norte de la isla de Gran Bretaña, y
que el sol de pleno verano nunca se ponía allí. En la mitología griega,
Thule era la capital de Hiperbórea, reino de los dioses. Para Procopio
de Cesarea, Thule era una isla grande del norte habitada por 25 tribus.
Se trata con toda probabilidad de Escandinavia, pues varias tribus son
fácilmente identificables, tal como los
gautas (Gautoi) y los
saami (Scrithiphini). Procopio de Cesarea escribió también que al volver los
hérulos, pasaron con los
varni y los daneses cruzando el mar a Thule, donde se asentaron junto con los
gautas.
A veces se ha especulado con la conexión entre Thule y el mítico
continente perdido de la Atlántida. La ubicación más probable de Thule
se considera actualmente que pudiera ser la costa de Noruega. Un estudio
del año 2007 realizado sobre el mapa de Claudio Ptolomeo por un equipo
de investigadores de la Universidad Técnica de Berlín, dirigido por
Eberhard Knobhel, Dieter Legelmann y Frank Neitzel, identifica Thule con
la isla actualmente llamada Smøla, ubicada frente a la ciudad de
Trondheim y sede de la realeza escandinava hacia el siglo I.
Otros historiadores piensan que se trata de las islas Shetland, las
Feroe, Islandia o Groenlandia. En la Edad media, el nombre se utilizó a
veces para nombrar a Islandia. Por ejemplo, en la
Gesta Hammaburg,
de los obispos de la Iglesia de Hamburgo, se citan probablemente
escritos más antiguos acerca de Thule. Asimismo los nazis buscaron por
todo el mundo la Thule histórica, que ellos creyeron era la patria
primigenia de la «
raza aria». La organización esotérica alemana
que más influenció al nazismo se llamaba la Sociedad Thule. El
principal interés de la Sociedad Thule fue una reivindicación sobre los
orígenes de la raza aria. «
Thule» era un país situado por los
geógrafos grecorromanos en el más lejano norte. La sociedad fue
bautizada en honor a la Ultima Thule, mencionada por el poeta romano
Virgilio en su poema épico Eneida. Era la porción más al norte de Thule y
se suele asimilar a Escandinavia. La ariosofía la designó como capital
de la Hiperbórea y situaron Ultima Thule en el extremo norte, cercano a
Groenlandia o Islandia. Los thulistas creían en la teoría
intraterrestre. Entre sus metas, la Sociedad Thule incluyó el deseo de
demostrar que la raza aria procedía de un continente perdido, quizás la
Atlántida. La existencia real de la villa de Tula, al norte de la
capital de México, no significaba para los investigadores ningún punto
de partida, ya que en sus alrededores no había ninguna ruina que
confirmara las indicaciones legendarias del príncipe historiador. Cuando
el francés Désiré Charnay, allá por los años ochenta del siglo XX,
empezó a excavar en una pirámide cerca de esta Tula, la arqueología no
dedujo consecuencias de su trabajo. Fue durante la última guerra mundial
cuando un grupo de investigadores mejicanos empezó a excavar en busca
de antiguas ruinas en México. En 1940 los arqueólogos de todo el mundo
tuvieron que dar la razón a Ixtlilxóchitl, como tuvo también que hacerse
antaño con Homero, en que se baso Schliemann para descubrir Troya, o
con la Biblia, que posibilitó los descubrimientos de Layard. Los
incrédulos investigadores hubieron de rendirse a la evidencia de una
antigua Tula, capital de los toltecas, cuando aparecieron, como
testimonios incuestionables las pirámides del Sol y de la Luna. Pero aún
sabemos muy poco de este pueblo pre-azteca. México y Yucatán son
regiones de la jungla; en que el arqueólogo se pierde cuando intenta una
explicación. Lo que realmente puede decirse, a ciencia cierta, es que
la cultura de los tres pueblos se halla estrechamente relacionada. Los
tres levantaban pirámides cuyas escalinatas conducían a los dioses, al
Sol y a la Luna. Éstas, como sabemos, están dispuestas según un criterio
astronómico y han sido construidas en base a un calendario. El
americano Ricketson Jr. fue el primero en demostrarlo, en 1928,
basándose en una pirámide maya en Uaxactún.
Pero actualmente tenemos otra prueba más reciente, la de Chichen
Itzá, y otras muchas más remotas en Monte Albán. Todos estos pueblos
vivían en base a sus ciclos del calendario. Ellos pensaban que, pasados
cincuenta y dos años, el mundo se hundiría. De tal temor nacía el poder
de los sacerdotes, ya que solamente ellos eran capaces de conjurar la
siempre inminente desgracia. Los medios que empleaban se hicieron cada
vez más terribles, más crueles, degenerando en las inmensas carnicerías
humanas y en la fiesta de Xipe Totee, el dios de la tierra y de la
primavera, en holocausto del cual los sacerdotes torturaban a otros
hombres, poniéndose la ensangrentada piel de las víctimas cuando éstas
latían aún en los estertores de su agonía. La relación entre estos
pueblos se manifiesta también en sus dioses, que guardan entre sí el
mismo parentesco que se observa entre la mitología griega y la romana.
Una de las divinidades mayores, el grande y sabio Quetzalcoatl, vivía,
lo mismo que Kukumatz, en Guatemala, y Kukulkán, en Yucatán. Su imagen
como la serpiente emplumada se halla tanto en los monumentos antiguos
como en los más recientes. Incluso se parecían las costumbres de los
pueblos de América Central. Y sus idiomas, aunque muy numerosos, pueden
agruparse en dos grandes familias lingüísticas. En lo que se refiere a
su historia en tiempos antiguos, nos movemos completamente en la
oscuridad, a pesar de los excelentes resultados de las investigaciones,
que si bien han llegado a establecer una exacta correlación del
calendario maya con el nuestro, carecen siempre de un punto de partida.
En la jungla, donde están las pirámides y palacios, descubrimos
monumentos, pero no hallamos todavía períodos ni fechas. Podemos
aventurar teorías, pero nos encontramos con muy pocos hechos seguros.
Algunos investigadores, basándose en algunos indicios, creen que la
erección de las grandes pirámides por los toltecas tuvo lugar en el
siglo IV de nuestra era.
Se cuenta que Quetzalcoatl, al que se menciona como un dios,
vistiendo una larga veste blanca y luciendo espesa barba, llegó una vez
del «
país del sol naciente» y enseñó al pueblo todas las
ciencias, costumbres y leyes sabias, y creó un Imperio en el cual los
granos de maíz alcanzaban la altura de un hombre y la fibra de algodón,
ya coloreada, no necesitaba de ningún tinte. Pero, por alguna razón,
tuvo que abandonar el Imperio. Con sus leyes, su escritura y sus cantos,
se volvió por el mismo camino por donde había venido. En Cholula se
detuvo para proclamar de nuevo su vasto saber. Luego llegó hasta el mar,
empezó a llorar y se abrasó a sí mismo, convirtiéndose su corazón en el
lucero del alba. Toda esta descripción parecería indicar que subió a
algún tipo de nave espacial. Otros dicen que embarcó en su nave y
retornó a su país de origen. Pero todas las leyendas coinciden en
asegurar que había prometido volver. Toda leyenda tiene un fondo de
verdad. Por eso creemos que estas leyendas no son simples invenciones
poéticas. Entre otras cosas, es curioso lo de la vestimenta blanca, la
piel blanca y la barba de Quetzalcoatl, ya que son características
totalmente insólitas para los pueblos indígenas americanos. Tal vez los
creadores de la cultura del más antiguo Imperio de los mayas hayan sido
habitantes de la Atlántida. Los españoles, al invadir México, y dando
cuerpo a la profecía del hombre blanco con barba, fueron considerados
como «
dioses blancos del Oriente», y aquellos españoles fueron
tomados como los sucesores de Quetzalcoatl. Pero el tema no queda
agotado. Podemos esbozar un cuadro de cuatro ciclos históricos y
culturales que han surgido por sí mismos en cuatro de las más
importantes civilizaciones creadas por la Humanidad. Ha de tenerse
presente que entre estas civilizaciones y las sociedades primitivas,
media un gran abismo. Hay tres civilizaciones que, en importancia,
siguen muy de cerca a las que hemos reseñado. Se trata, concretamente,
de la de los hititas, la del valle del Indo y la de los incas. Pero
estas civilizaciones aún no se conocen suficientemente. De los incas
sabemos casi tanto como de los mayas. Pero entre los hombres que han
buscado la cultura andina no hallamos ni un Stephens ni un Thompson. Por
otro lado, también es bastante lo que sabemos de la historia china,
pero estos conocimientos, en su mayoría, no nos han venido por el camino
de las excavaciones. En la región de los hititas y en el Valle del Indo
se vienen haciendo, de algunos decenios a esta parte, excavaciones
serias y con éxito. El calendario maya, que se cre procede de los
toltecas, es cíclico, porque se repite cada 52 años mayas. En la cuenta
larga, el tiempo de cómputo comenzó el día 0.0.0.0.0 4
ajau y 8
cumkú (en
notación maya), que equivale, según la correlación generalmente
aceptada, al 11 de agosto del 3114 a. C. en el calendario gregoriano.
Sin embargo, muchos expertos en la cultura maya prefieren igualmente la
fecha del 13 de agosto de 3114 a.C. como la fecha del inicio de la
cuenta larga. ¿Por qué se escogió esta misteriosa fecha como inicio de
la cuenta larga?
Los Vedas dijeron que la estrella Venus se ve como fuego con humo.
El cometa tenía una cola, oscura durante el día y luminosa en la noche.
Esta cola luminosa, que Venus tenía en los siglos anteriores, es
mencionada en
el Fuego del Talmud como colgando del planeta
Venus. Descrito por los caldeos, se decía que el planeta Venus tenía una
barba. Curiosamente “
barba” se utiliza en la astronomía moderna para la descripción de los cometas. Los indígenas mexicanos llamaban al cometa “
una estrella que humeaba“.
¿Cuál fue la descripción de los antiguos toltecas y de los mayas? Algo
lo suficientemente grande como para ser visible desde la Tierra y dando
la impresión de humo y fuego, colgando del planeta Venus. Venus, con su
brillante cortejo, era un cuerpo muy brillante. Un texto astronómico
chino se refiere al pasado, cuando Venus era visible en pleno día. Decía
que mientras se movía por el cielo, Venus rivalizaba en brillo con el
sol. Por lo tanto no es extraño que los caldeos lo describieran como
una “
antorcha brillante del cielo y comparado con la luz del sol naciente“. En la actualidad, la luz de Venus es menos de una millonésima parte de la luz del sol. Los caldeos la llamaban “
un estupendo prodigio en el cielo”. Los hebreos describen al planeta como “
la luz brillante de Venus brilla de un extremo del cosmos hasta el otro extremo“. Los egipcios describen a Venus (Sekhmet) como “
una estrella circulante que esparce su fama en el fuego, una llama de fuego en su tempestad“. Los árabes llamaron a Ishtar (Venus) con el nombre de Zebbaj o “
una con pelo“, al igual que los babilonios. Plinio escribió sobre Venus que “
a veces hay pelos adjuntados a los planetas“. Pelo o cola es una característica de los cometas, y, de hecho, “
cometa” se deriva de la palabra griega para ‘
pelo’. El nombre peruano ‘
chaska‘ (
pelo ondulado) sigue siendo el nombre de Venus, aunque en la actualidad la
Estrella de la Mañana
es definitivamente un planeta y ya no tiene una cola. La cola de Venus
cambió su forma con la posición del planeta. Cuando el planeta Venus se
acerca actualmente a la Tierra, es sólo iluminado parcialmente, estando
una parte del planeta en la sombra. Asimismo, tiene fases como la Luna.
Cuando está más cerca de la tierra, es más brillante. Cuando Venus tenía
una cola, los cuernos de su media luna deben haberse extendido en las
partes iluminadas de la cola. Tenía dos largos apéndices y parecía una
cabeza de toro.
Las autoridades rabínicas dicen que “
la devoción de Israel a este
culto del toro se explica en parte por la circunstancia de que, a su
paso por el Mar Rojo, vieron el trono celestial, y más claramente los
cuatro seres sobre el Trono, vieron al buey“. Si tomamos por
referencia las tradiciones, Dios, Adán, los ángeles, los arcángeles y
Lucifer habitaban juntos en el cielo y en el mismo lugar. Ahora bien, se
sabe que Lucifer, expulsado de la morada de Dios, procedía de Venus. De
ello debe deducirse que Dios y los arcángeles no habitaban en un cielo
simbólico, sino en un planeta concreto. Pero no nos referimos al planeta
Venus, que tiene temperaturas de 500º C, y que está situado entre
Mercurio y la Tierra, sino que nos referimos al Venus cometa, que antes
de convertirse en un nuevo planeta en el sistema solar, erraba envuelto
en llamas por el próximo espacio, formando algo parecido a cuernos de
toro, con una larga cola incandescente que incendiaba las selvas
tropicales y generaba terribles maremotos. El científico español Beltrán
García tradujo unos documentos secretos de Garcilaso de la Vega,
historiador de la conquista española y descendiente de una princesa
inca. En estos documentos se relata que los escritos pictográficos del
frontis de la Puerta del Sol cuentan que, hace varios millones de años,
cuando todavía no existía ningún ser humano en nuestro planeta, una
aeronave dorada, procedente de otro planeta y pilotada por unos seres
humanos de sangre azul, aterrizó en la Isla del Sol, en medio del lago
Titicaca. De esta aeronave descendió una mujer semejante a las
actuales, pero con la cabeza en forma de cono, grandes orejas y manos
palmeadas de cuatro dedos. Su nombre era Orejona y procedía del planeta
Venus, donde la atmósfera era similar a la de la Tierra. Como deseaba
crear una humanidad terrestre, tuvo relaciones con uno de los animales
de la zona, engendrando muchos hijos. Estos descendientes, aunque
dotados de poca inteligencia, sirvieron para que se formase la raza
humana en la Tierra. Cierto día, una vez cumplida su misión, Orejona
emprendió el regreso a Venus. Sin embargo, sus hijos procrearon y
siguieron su propio destino. En la región del Titicaca una tribu
permaneció fiel a la memoria de Orejona, desarrolló su inteligencia,
conservó sus ritos y fue el punto de partida de las civilizaciones
preincaicas.
La gente de la lejana Samoa, las tribus primitivas que dependen de la
tradición oral, ya que no tienen arte de la escritura, repiten hasta
hoy que “
el planeta Venus se hizo salvaje y le crecieron cuernos de la cabeza”.
Los egipcios representaban al planeta, y lo adoraban en la efigie de un
toro. El culto a un toro surgió también en la Grecia micénica. Una
cabeza de vaca de oro, con una estrella en su frente fue encontrada en
Micenas, en el continente griego. Se dice que los largos cuernos de
Venus podrían haber sido vistos sin la ayuda de un lente telescópico.
Estos cuernos eran porciones iluminadas de la cola de Venus, que se
extendían hacia la Tierra. Estos cuernos también podrían haberse
extendido al acercarse Venus a la órbita solar, ya que la cola de los
cometas están regularmente dirigidas en dirección contraria al Sol.
Cuando Venus se acercaba lo suficientemente a uno de los planetas, sus
cuernos se hacían más largos. Este es el fenómeno observado y descrito
por los astrólogos de Babilonia cuando Venus se acercó a Marte. A lo
largo de la historia, el planeta Venus ha ocupado un lugar destacado en
relación a los dioses. Ahí tenemos los grabados de Venus en los antiguos
sellos sumerios, así como el inquietante final de la historia de
Quetzalcóatl. La leyenda de Orejona indicaría que, en aquella remota
época, en Venus habría una atmósfera análoga a la de la Tierra. Pero
actualmente se considera altamente improbable, especialmente a partir de
la información suministrada por las naves soviéticas de la serie
Venera, y confirmada en misiones posteriores. Estas informaciones
describen a Venus como un verdadero infierno, con una atmósfera
compuesta en un 96% de dióxido de carbono, con nubes formadas en su
mayor parte por una solución concentrada de ácido sulfúrico, una
temperatura de unos 480 grados centígrados y vientos de unos 360
kilómetros por hora. En resumen, un lugar que dista mucho de ser un
confortable hogar para los dioses.
Pero, antes de continuar, veamos lo que la ciencia nos explica sobre
el planeta Venus, que es el segundo planeta del Sistema Solar en orden
de distancia desde el Sol, y el tercero en cuanto a tamaño, de menor a
mayor. Recibe su nombre en honor a Venus, la diosa romana del amor. Se
trata de un planeta de tipo rocoso y terrestre, llamado con frecuencia
el planeta hermano de la Tierra, ya que ambos son similares en cuanto a
tamaño, masa y composición, aunque totalmente diferentes en cuestiones
térmicas y atmosféricas. La órbita de Venus es una elipse con una
excentricidad de menos del 1 %, formando la órbita más circular de todos
los planetas. Apenas supera la de Neptuno. Su presión atmosférica es 90
veces superior a la terrestre, siendo, por tanto, la mayor presión
atmosférica de todos los planetas rocosos. A pesar de estar situado más
lejos del Sol que Mercurio, Venus posee una atmósfera más caliente, pues
ésta atrapa mucho más calor del Sol, debido a que está compuesta
principalmente por gases de invernadero, como el dióxido de carbono.
Este planeta, además, posee el día más largo del sistema solar, 243 días
terrestres, y su movimiento es dextrógiro, es decir, gira en el sentido
de las manecillas del reloj, contrario al movimiento de los otros
planetas. Por ello, en un día venusiano el sol sale por el Oeste y se
oculta por el Este. Sus nubes, sin embargo, pueden dar la vuelta al
planeta en cuatro días. De hecho, hace muchos años, antes de estudiar el
planeta enviando a su superficie naves no tripuladas y estudiar su
superficie con radar, se pensaba que el período de rotación de Venus era
de unos cuatro días. Al encontrarse Venus más cercano al Sol que la
Tierra, ya que es un planeta interior, siempre se puede encontrar en las
inmediaciones del Sol, por lo que desde la Tierra se puede ver sólo
durante unas pocas horas antes del orto, o salida del Sol, en unos
determinados meses del año, o también durante unas pocas horas después
del ocaso, o puesta del Sol, en el resto del año. A pesar de ello,
cuando Venus es más brillante, puede ser visto durante el día, siendo
uno de los tres únicos cuerpos celestes que pueden ser vistos de día a
simple vista, además de la Luna y el Sol. Venus es normalmente conocido
como la
estrella de la mañana (
Lucero del Alba) o la
estrella de la tarde (
Lucero Vespertino)
y, cuando es visible en el cielo nocturno, es el segundo objeto más
brillante del firmamento, tras la Luna. Por este motivo, Venus debió ser
ya conocido desde los tiempos prehistóricos. Sus movimientos en el
cielo eran conocidos por la mayoría de las antiguas civilizaciones,
adquiriendo importancia en casi todas las interpretaciones astrológicas
del movimiento planetario.
En particular, la civilización maya, seguramente como herencia de la
civilización tolteca, elaboró un calendario religioso basado en los
ciclos astronómicos, incluyendo los ciclos de Venus. El símbolo del
planeta Venus es una representación estilizada del espejo de la diosa
Venus. Se trata de un círculo con una pequeña cruz debajo, utilizado
también hoy para denotar el sexo femenino. Los adjetivos venusiano/a y
venusino/a son usados para denotar las características habitualmente
atribuidas a Venus-Afrodita. Es junto a la Tierra, la diosa Gea de la
antigüedad, el único planeta del Sistema Solar con nombre femenino,
aparte de dos de los planetas enanos, Ceres, entre las órbitas de Marte y
Júpiter y Eris, en el disco disperso del Cinturón de Kuiper. Aunque
todas las órbitas planetarias son elípticas, la órbita de Venus es la
más parecida a una circunferencia, con una excentricidad inferior a un 1
%. El ciclo entre dos elongaciones máximas, período orbital sinódico,
dura 584 días. Después de esos 584 días Venus aparece en una posición a
72° de la elongación anterior. Dado que hay 5 períodos de 72° en una
circunferencia, Venus regresa al mismo punto del cielo cada 8 años,
menos dos días correspondientes a los años bisiestos. Este periodo se
conocía como el
ciclo Sothis en el Antiguo Egipto. En la
conjunción inferior, Venus puede aproximarse a la Tierra más que ningún
otro planeta. El 16 de diciembre de 1850 alcanzó la distancia más
cercana a la Tierra desde el año 1800, con un valor de 39.514.827
kilómetros. Desde entonces nunca ha habido una aproximación tan cercana.
Una aproximación casi tan cercana será en el año 2101, cuando Venus
alcanzará una distancia de 39.541.578 kilómetros. Venus gira sobre sí
mismo muy lentamente, en un movimiento retrógrado y en el mismo sentido
de las manecillas del reloj si se toma como referencia el polo norte, de
Este a Oeste en lugar de Oeste a Este como el resto de los planetas,
excepto Urano, que está muy inclinado, tardando en hacer un giro
completo sobre sí mismo 243,0187 días terrestres. No se sabe el porqué
de la peculiar rotación de Venus. Si el Sol pudiese verse desde la
superficie de Venus aparecería subiendo desde el Oeste y posándose por
el Este, con un ciclo día-noche de 116,75 días terrestres y un año
venusiano de menos de dos días (1,92 días venusianos). Además de la
rotación retrógrada, los periodos orbital y de rotación de Venus están
sincronizados de manera que siempre presenta la misma cara del planeta a
la Tierra, al igual que la Luna, cuando ambos cuerpos están a menor
distancia. Esto podría ser una simple coincidencia, pero existen
especulaciones sobre un posible origen de esta sincronización como
resultado de efectos de marea afectando a la rotación de Venus cuando
ambos cuerpos están lo suficientemente cerca.
Venus tiene una densa atmósfera, compuesta en su mayor parte por
dióxido de carbono y una pequeña cantidad de nitrógeno. La presión al
nivel de la superficie es 90 veces superior a la presión atmosférica en
la superficie terrestre. Es una presión equivalente en la Tierra a la
presión que hay sumergido en el agua a una profundidad de un kilómetro.
La enorme cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera provoca un
fuerte efecto invernadero que eleva la temperatura de la superficie del
planeta hasta cerca de 464 °C en las regiones menos elevadas, cerca del
ecuador. Esto hace que Venus sea más caliente que Mercurio, a pesar de
hallarse a más del doble de la distancia del Sol que éste y de recibir
sólo el 25 % de su radiación solar. Debido a la inercia térmica de su
masiva atmósfera y al transporte de calor por los fuertes vientos de su
atmósfera, la temperatura no varía de forma significativa entre el día y
la noche. A pesar de la lenta rotación de Venus, los vientos de la
atmósfera superior circunvalan el planeta en un intervalo de sólo 4
días, distribuyendo eficazmente el calor. Además del movimiento zonal de
la atmósfera de Oeste a Este, hay un movimiento vertical en forma de
célula de Hadley,
que transporta el calor del Ecuador hasta las zonas polares e incluso a
latitudes medias del lado no iluminado del planeta. La radiación solar
casi no alcanza la superficie del planeta. La densa capa de nubes
refleja al espacio la mayoría de la luz del Sol y la mayor parte de la
luz que atraviesa las nubes es absorbida por la atmósfera. Esto impide a
la mayor parte de la luz del Sol que caliente la superficie. El albedo
de Venus es de aproximadamente el 60 %, y su albedo visual es aún mayor,
lo cual concluye que, a pesar de encontrarse más cercano al Sol que la
Tierra, la superficie de Venus no se calienta ni se ilumina como era de
esperar por la radiación solar que recibe. En ausencia del efecto
invernadero, la temperatura en la superficie de Venus podría ser similar
a la de la Tierra. El enorme efecto invernadero asociado a la inmensa
cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera atrapa el calor
provocando las elevadas temperaturas de este planeta. Los fuertes
vientos en la parte superior de las nubes pueden alcanzar los 350 km/h,
aunque a nivel del suelo los vientos son mucho más lentos. A pesar de
ello, y debido a la altísima densidad de la atmósfera en la superficie
de Venus, incluso estos flojos vientos ejercen una fuerza considerable
contra los obstáculos. Las nubes están compuestas principalmente por
gotas de dióxido de azufre y ácido sulfúrico, y cubren el planeta por
completo, ocultando la mayor parte de los detalles de la superficie a la
observación externa. La temperatura en la parte superior de las nubes, a
70 km sobre la superficie, es de -45 °C. La medida promedio de
temperatura en la superficie de Venus es de 464 °C. La temperatura de la
superficie nunca baja de los 400 °C, lo que lo hace el planeta más
caliente del sistema solar.
Tal como hemos dicho, Venus tiene una lenta rotación retrógrada, lo
que significa que gira de Este a Oeste, en lugar de hacerlo de Oeste a
Este como lo hacen la mayoría de los demás planetas mayores. Se
desconoce por qué Venus es diferente en este aspecto, aunque podría ser
el resultado de una colisión con un asteroide en algún momento del
pasado remoto. Además de esta inusual rotación retrógrada, el período de
rotación de Venus y su órbita están casi sincronizados, de manera que
siempre presenta la misma cara a la Tierra cuando los dos planetas se
encuentran en su máxima aproximación. Esto podría ser el resultado de
las fuerzas de marea que afectan a la rotación de Venus cada vez que los
planetas se encuentran lo suficientemente cercanos, aunque no se conoce
con claridad el mecanismo. Venus tiene dos mesetas principales a modo
de continentes, elevándose sobre una vasta llanura. La meseta Norte se
llama
Ishtar Terra y contiene la mayor montaña de Venus, aproximadamente dos kilómetros más alta que el Monte Everest, llamada
Montes Maxwell en honor de James Clerk Maxwell.
Ishtar Terra tiene el tamaño aproximado de Australia. En el hemisferio Sur se encuentra
Aphrodite Terra,
mayor que la anterior y con un tamaño equivalente al de Sudamérica.
Entre estas mesetas existen algunas depresiones del terreno, que
incluyen
Atalanta Planitia,
Guinevere Planitia y
Lavinia Planitia. Con la única excepción del
Monte Maxwell,
todas las características distinguibles del terreno adoptan nombres de
mujeres mitológicas. La densa atmósfera de Venus provoca que los
meteoritos se desintegren bruscamente en su descenso a la superficie,
aunque los más grandes pueden llegar a la superficie, originando un
cráter si tienen suficiente energía cinética. A causa de esto, no pueden
formarse cráteres de impacto más pequeños de 3,2 kilómetros de
diámetro. Aproximadamente el 90 % de la superficie de Venus parece
consistir en un basalto recientemente solidificado, con muy pocos
cráteres de meteoritos. Las formaciones más antiguas presentes en Venus
no parecen tener más de 800 millones de años, siendo la mayor parte del
suelo considerablemente más joven, de no más de algunos cientos de
millones de años en su mayor parte, lo cual sugiere que Venus sufrió un
cataclismo que afectó a su superficie no hace mucho tiempo en el pasado
geológico. El interior de Venus es probablemente similar al de la
Tierra. Tiene un núcleo de hierro de unos 3000 km de radio, con un manto
rocoso que forma la mayor parte del planeta. Según datos de los
medidores gravitatorios de la
sonda Magallanes, la corteza de
Venus podría ser más dura y gruesa de lo que se había pensado. Se piensa
que Venus no tiene placas tectónicas móviles como la Tierra, pero en su
lugar se producen masivas erupciones volcánicas que inundan su
superficie con lava «
fresca». Otros descubrimientos recientes sugieren que Venus todavía está volcanicamente activo.
El campo magnético de Venus es muy débil comparado con el de otros
planetas del Sistema Solar. Esto se puede deber a su lenta rotación,
insuficiente para formar el sistema de «
dinamo interno» de
hierro líquido. Como resultado de esto, el viento solar golpea la
atmósfera de Venus sin ser filtrado. Se supone que Venus tuvo
originalmente tanta agua como la Tierra pero que, al estar sometida a la
acción del Sol sin ningún filtro protector, el vapor de agua en la alta
atmósfera se disocia en hidrógeno y oxígeno, escapando el hidrógeno al
espacio por su baja masa molecular. El porcentaje de deuterio, un
isótopo pesado del hidrógeno que no escapa tan fácilmente, en la
atmósfera de Venus parece apoyar esta teoría. Se supone que el oxígeno
molecular se combinó con los átomos de la corteza, aunque grandes
cantidades de oxígeno permanecen en la atmósfera en forma de dióxido de
carbono. A causa de esta sequedad, las rocas de Venus son mucho más
pesadas que las de la Tierra, lo cual favorece la formación de montañas
mayores, profundos acantilados y otras formaciones. Durante algún tiempo
se creyó que Venus poseía un satélite natural llamado Neith, llamado
así por la diosa Sais del Antiguo Egipto, cuyo velo ningún mortal podía
levantar. Fue aparentemente observado por primera vez por Giovanni
Cassini en 1672. Otras observaciones esporádicas continuaron hasta 1892,
pero estos avistamientos fueron desacreditados y hoy se sabe que Venus
no tiene ningún satélite, si bien el asteroide
2002 VE68 casi
lo es. Sin información sísmica o de momento de inercia, existen pocos
datos directos sobre la geoquímica y la estructura interna de Venus. Sin
embargo, la similitud en tamaño y densidad entre Venus y la Tierra
sugiere que ambos comparten una estructura interna afín. Seguramente
tiene un núcleo, un manto, y una corteza planetaria. Al igual que la
Tierra, se especula que el núcleo de Venus es al menos parcialmente
líquido. El menor tamaño y densidad de Venus indica que las presiones en
su interior son considerablemente menores que en la Tierra. La
diferencia principal entre los dos planetas es la carencia de placas
tectónicas en Venus, probablemente debido a la sequedad del manto y la
superficie. Como consecuencia, la pérdida de calor en el planeta es
escasa, evitando su enfriamiento y proporcionando una explicación viable
sobre la carencia de un campo magnético interno.
Venus es el astro más característico en los cielos de la mañana y de
la tarde de la Tierra, después del Sol y la Luna, y es conocido por el
hombre desde la prehistoria. Uno de los documentos más antiguos que
sobreviven de la biblioteca babilónica de Ashurbanipal, datado sobre el
1600 a. C., es un registro de 21 años del aspecto de Venus, que los
primeros babilonios llamaron
Nindaranna. Los antiguos sumerios y babilonios llamaron a Venus «
Dil-bat» o «
Dil-i-pat»; en la ciudad mesopotámica de Akkad era la estrella de la madre-diosa Ishtar, y en chino su nombre es «
Jīn-xīng»,
el planeta del elemento metal. Venus se consideró como el más
importante de los cuerpos celestes observados por los mayas, que lo
llamaron «
Chak ek» (
la gran estrella). Los antiguos
griegos pensaban que las apariciones matutinas y vespertinas de Venus
eran de dos cuerpos diferentes, y les llamaron
Hesperus cuando aparecía en el cielo del Oeste al atardecer y
Phosphorus cuando
aparecía en el cielo del Este al amanecer. Al encontrarse la órbita de
Venus entre la Tierra y el Sol, desde la Tierra se pueden distinguir sus
diferentes fases de una forma parecida a las de la Luna. Galileo
Galilei fue la primera persona en observar las fases de Venus en
diciembre de 1610, una observación que sostenía la entonces discutida
teoría heliocéntrica de Copérnico. También anotó los cambios en el
tamaño del diámetro visible de Venus en sus diferentes fases, sugiriendo
que éste se encontraba más lejos de la Tierra cuando estaba lleno y más
cercano cuando se encontraba en fase creciente. Estas observaciones
proporcionaron una sólida base al modelo heliocéntrico. Venus es más
brillante cuando aproximadamente el 25 % de su disco se encuentra
iluminado, lo que ocurre 37 días antes de la conjunción inferior, en el
cielo vespertino, y 37 días después de dicha conjunción, en el cielo
matutino. Su mayor elongación y altura sobre el horizonte se produce
aproximadamente 70 días antes y después de la conjunción inferior,
momento en el que muestra justo media fase. Entre estos intervalos,
Venus es visible durante las primeras o últimas horas del día si el
observador sabe dónde buscarlo. El período de movimiento retrógrado es
de veinte días en cada lado de la conjunción inferior. En raras
ocasiones Venus puede verse en el cielo de la mañana y de la tarde el
mismo día. Esto sucede cuando se encuentra en su máxima separación
respecto a la eclíptica y al mismo tiempo se encuentra en la conjunción
inferior. Entonces, desde uno de los hemisferios terrestres se puede ver
en los dos momentos. Esta oportunidad se presentó recientemente para
los observadores del hemisferio norte durante unos días alrededor del 29
de marzo de 2001, y lo mismo sucedió en el hemisferio sur el 19 de
agosto de 1999. Estos eventos se repiten cada ocho años conforme al
ciclo sinódico del planeta.
En el siglo XIX, muchos observadores atribuyeron a Venus un período
de rotación aproximado de 24 horas. El astrónomo italiano Giovanni
Schiaparelli fue el primero en predecir un período de rotación
significativamente menor, proponiendo que la rotación de Venus estaba
bloqueada por el Sol (lo mismo que propuso para Mercurio). Aunque
realmente no es verdad para ninguno de los dos cuerpos, era una
estimación bastante aproximada. El período de rotación de Venus fue
observado por primera vez durante la conjunción de 1961 con radar desde
una antena de 26 metros en Goldstone, California, desde el observatorio
de radioastronomía Jodrell Bank en el Reino Unido y en las instalaciones
de espacio profundo de la Unión Soviética de Yevpatoria. La precisión
fue refinada en las siguientes conjunciones, principalmente desde
Goldstone y Yevpatoria. El hecho de que la rotación era retrógrada no
fue confirmado sino hasta 1964. Antes de las observaciones de radio de
los años sesenta, muchos creían que Venus contenía un entorno como el de
la Tierra. Esto era debido al tamaño del planeta y su radio orbital,
que sugerían claramente una situación parecida a la de la Tierra, así
como por la gruesa capa de nubes que impedían ver la superficie. Entre
las especulaciones sobre Venus estaban las de que éste tenía un entorno
selvático o que poseía océanos de petróleo o de agua carbonatada. Sin
embargo, las observaciones mediante microondas en 1956 por C. Mayer et
al, indicaban una alta temperatura de la superficie (600 K).
Extrañamente, las observaciones hechas por A.D. Kuzmin en la banda
milimétrica indicaban temperaturas mucho más bajas. Dos teorías en
competición explicaban el inusual espectro de radio: una de ellas
sugería que las altas temperaturas se originaban en la ionosfera y la
otra sugería una superficie caliente. Uno de los fenómenos de la
atmósfera de Venus observado por astrónomos desde la Tierra y aún no
explicado es el de las llamadas luces Ashen. El fenómeno de las
luces ashen, que significa «
luz pálida o cenicienta»,
es un ligero brillo amarillento observado ocasionalmente en el lado
nocturno de Venus por astrónomos desde la Tierra. Fue observado por
primera vez por el astrónomo italiano Giovanni Riccioli el 9 de enero de
1643. Muchos astrónomos han dudado de su existencia, considerándolas
una ilusión óptica, mientras otros las han tenido por evidencias de
tormentas eléctricas en la atmósfera de Venus, en consonancia con los
datos obtenidos durante la década de 1970 por las sondas soviéticas y
estadounidenses, las cuales detectaron emisiones de radio de baja
frecuencia que sugerían que en la densa atmósfera de Venus se producían
fenómenos eléctricos.
El equipo ruso que a partir de 1971 se dedicó al análisis de los
datos enviados la sonda Venera 7 y siguientes, compuesto entre otros por
Vladimir Perminov y Leonid Ksanfomality, creyeron detectar una
actividad eléctrica extrema en las capas bajas de la atmósfera de Venus,
caracterizada por una frecuencia, intensidad y violencia no comparable a
ningún fenómeno existente en la atmósfera terrestre, bautizando al
fenómeno como “
Dragón Eléctrico de Venus“. Sería caracterizado
como tormentas de rayos con gran aparato eléctrico por debajo del nivel
de las capas de nubes. Datos semejantes pero menos concluyentes fueron
indicados por la sonda Galileo a su paso por el planeta en febrero de
1990. Por su parte, los primeros resultados científicos de la sonda
Venus Express, publicados en la revista
Nature
el 29 de noviembre de 2007 incluían la presencia de relámpagos
eléctricos en las nubes de ácido sulfúrico del planeta. En la
actualidad, no obstante, se duda bastante de la relación efectiva entre
el fenómeno de la actividad eléctrica atmosférica venusiana y las
observaciones realizadas con telescopios desde la Tierra, por lo que las
llamadas “
luces Ashen” permanecen como un posible efecto
óptico. Los tránsitos de Venus acontecen cuando el planeta cruza
directamente entre la Tierra y el Sol, que son eventos astronómicos
relativamente raros. La primera vez que se observó este tránsito
astronómico fue en 1639 por Jeremiah Horrocks y William Crabtree. El
tránsito de 1761, observado por Mijaíl Lomonosov, proporcionó la primera
evidencia de que Venus tenía una atmósfera, y las observaciones de
paralaje del siglo XIX durante sus tránsitos permitieron obtener por
primera vez un cálculo preciso de la distancia entre la Tierra y el Sol.
Los tránsitos sólo pueden ocurrir en junio o diciembre, siendo éstos
los momentos en los que Venus cruza la eclíptica, o el plano en el que
la Tierra órbita alrededor del Sol, y suceden en pares a intervalos de
ocho años, separados dichos pares de tránsitos por más de un siglo. El
anterior par de tránsitos sucedió en 1874 y 1882, y el presente par de
tránsitos son los de 2004 y 2012. El tránsito de Venus ocurre porque la
órbita de Venus está inclinada 3.5 grados respecto a la de la Tierra, de
modo que el plano de la órbita de Venus se interseca con el de la
Tierra en dos puntos que son opuestos, a modo de los puntos
equinocciales de la órbita de la Tierra en relación con su propio plano
ecuatorial. Venus pasa con frecuencia regular cada 584 días entre la
Tierra y el Sol, pero el tránsito ocurre cuando Venus y la Tierra
coinciden en alinearse en esos dos puntos de intersección y pueden
hacerlo dos veces seguidas en 8 años, como el caso de los tránsitos de
2004 y 2012. Dado que los encuentros de Venus y Tierra al mismo lado del
Sol acusan una precesión de unos 2 días cada 8 años, la coincidencia de
ambos en el punto de intersección ocurre cada centenar de años,
aproximadamente.
La órbita de Venus es un 28 % más cercana al Sol que la de la Tierra.
Por este motivo, las naves que viajan hacia Venus deben recorrer más de
41 millones de kilómetros adentrándose en el pozo gravitatorio del Sol,
perdiendo en el proceso parte de su energía potencial. La energía
potencial se transforma entonces en energía cinética, lo que se traduce
en un aumento de la velocidad de la nave. Por otro lado, la atmósfera de
Venus no invita a las maniobras de frenado atmosférico del mismo tipo
que otras naves han efectuado sobre Marte, ya que para ello es necesario
contar con una información extremadamente precisa de la densidad
atmosférica en las capas superiores. Y siendo Venus un planeta de
atmósfera masiva, sus capas exteriores son mucho más variables y
complicadas que en el caso de Marte. La primera sonda en visitar Venus
fue la sonda espacial soviética
Venera 1 el 12 de febrero de
1961, siendo la primera sonda lanzada a otro planeta. La nave resultó
averiada en su trayecto y la primera sonda exitosa en llegar a Venus fue
la americana
Mariner 2, en 1962. El 1 de marzo de 1966, la sonda soviética
Venera 3
se estrelló en Venus, convirtiéndose en la primera nave espacial en
alcanzar la superficie del planeta. A continuación diferentes sondas
soviéticas fueron acercándose cada vez más, con el objetivo de posarse
sobre la superficie venusiana. La
Venera 4 entró en la
atmósfera de Venus el 18 de octubre de 1967 y fue la primera sonda en
transmitir datos medidos directamente en otro planeta. La cápsula midió
temperaturas, presiones y densidades, y realizó once experimentos
químicos para analizar la atmósfera. Sus datos mostraban un 95 % de
dióxido de carbono, y en combinación con los datos de la sonda
Mariner 5,
mostró que la presión en la superficie era mucho mayor de lo previsto
(entre 75 y 100 atmósferas). El primer aterrizaje con éxito en Venus lo
realizó la sonda
Venera-7 el 15 de diciembre de 1970. Esta sonda reveló unas temperaturas en la superficie de entre 457 y 474 grados Celsius. La
Venera-8
aterrizó el 22 de julio de 1972. Además de dar datos sobre presión y
temperaturas, su fotómetro mostró que las nubes de Venus formaban una
capa compacta que terminaba a 35 kilómetros sobre la superficie. La
sonda soviética
Venera 9 entró en la órbita de Venus el 22 de
octubre de 1975, convirtiéndose en el primer satélite artificial de
Venus. Una batería de cámaras y espectrómetros devolvieron información
sobre la capa de nubes, la ionosfera y la magnetosfera, así como
mediciones de la superficie realizadas por radar. El vehículo de
descenso de 660 kilogramos de la
Venera 9 se separó de la nave
principal y aterrizó, obteniendo las primeras imágenes de la superficie y
analizando la corteza con un espectrómetro de rayos gamma y un
densímetro. Durante el descenso realizó mediciones de presión,
temperatura y fotométricas, así como de la densidad de las nubes. Se
descubrió que las nubes de Venus formaban tres capas distintas. El 25 de
octubre, la
Venera 10 realizó una serie similar de experimentos.
En 1978, la NASA envió la sonda espacial
Pioneer Venus. La misión
Pioneer Venus
consistía en dos componentes lanzados por separado, un orbitador y una
multisonda. La multisonda consistía en una sonda atmosférica mayor y
otras tres más pequeñas. La sonda mayor fue desplegada el 16 de
noviembre de 1978, y las tres pequeñas lo fueron el 20 de noviembre. Las
cuatro sondas entraron en la atmósfera de Venus el 9 de diciembre,
seguidas por el vehículo que las portaba. Aunque no se esperaba que
ninguna sobreviviera al descenso, una de las sondas continuó operando
hasta 45 minutos después de alcanzar la superficie. El vehículo
orbitador de la
Pioneer Venus fue insertado en una órbita
elíptica alrededor de Venus el 4 de diciembre de 1978. Transportaba 17
experimentos y funcionó hasta agotar su combustible de maniobra, momento
en el que perdió su orientación. En agosto de 1992 entró en la
atmósfera de Venus y fue destruida. Los estudios que se llevaron a cabo
con el
Pioneer Venus fueron principalmente sobre la Interacción
de la Ionosfera de Venus con el Viento Solar. La exploración espacial
de Venus permaneció muy activa durante finales de los 70 y los primeros
años de la década de los 80. Se comenzó a conocer en detalle la geología
de la superficie de Venus, y se descubrieron volcanes ocultos
inusualmente masivos denominados como «
coronae» y «
arachnoids».
Venus no presenta evidencias de placas tectónicas, a menos que todo el
tercio norte del planeta forme parte de una sola placa. Las dos capas
superiores de nubes resultaron estar compuestas de gotas de ácido
sulfúrico, aunque la capa inferior está compuesta probablemente por una
solución de ácido fosfórico. Las misiones Vega desplegaron globos
aerostáticos que flotaron a unos 53 kilómetros de altitud durante 46 y
60 horas respectivamente, viajando alrededor de un tercio del perímetro
del planeta. Estos globos midieron velocidades del viento, temperaturas,
presiones y densidad de las nubes. Se descubrió un mayor nivel de
turbulencias y convección de lo esperado, incluyendo ocasionales baches
con caídas de uno a tres kilómetros de las sondas. El 10 de agosto de
1990, la sonda estadounidense Magallanes llegó a Venus, realizando
medidas por radar de la superficie del planeta y obteniendo mapas de una
resolución de 100 m en el 98 % del planeta. Después de una misión de
cuatro años, la sonda Magallanes, tal como estaba planeado, se sumergió
en la atmósfera de Venus el 11 de octubre de 1994 y se vaporizó en
parte, aunque se supone que algunas partes de la misma alcanzaron la
superficie del planeta. Desde entonces, varias sondas espaciales en ruta
hacia otros destinos han usado el método de sobrevuelo de Venus para
incrementar su velocidad mediante el impulso gravitacional. Esto incluye
a las misiones Galileo a Júpiter, la Cassini-Huygens a Saturno y la
Messenger a Mercurio.
La Agencia Espacial Europea maneja una misión llamada
Venus Express, que estudia la atmósfera y las características de la superficie desde la órbita. La
Venus Express
fue lanzada desde el Cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) el 9 de
noviembre de 2005, y pese a que se esperaba que permanezca operativa
hasta diciembre de 2009, la ESA decidió prolongar oficialmente la misión
hasta 2015. La Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA) lanzó la
misión
Planet-C el 20 de mayo de 2010, pero debido a que la
sonda no desaceleró lo suficiente para entrar en la órbita del planeta
Venus, paso de largo y entró en órbita solar. El planeta Venus ha
inspirado numerosas referencias religiosas y astrológicas en las
civilizaciones antiguas. La inspiración mitológica de Venus se extiende
también a obras de ficción como
El Silmarillion, de J. R. R. Tolkien, base mitológica de
El Señor de los Anillos,
Eärendil porta en su frente uno de los tres Silmarils, y viaja con su
barca por el cielo por mandato de Manwë para ser la luz de la esperanza
para los hombres, dando de este modo una explicación mitológica a Venus.
En tiempos más modernos la ausencia de detalles observables en su
superficie era interpretadas desde finales del siglo XIX como evidencia
de grandes nubes que ocultaban un mundo rico en agua en el que se
especulaba la presencia de vida extraterrestre, los seres venusianos,
siendo un mundo utilizado frecuentemente en las historias de ciencia
ficción de los años 1920 a 1950, como por ejemplo en la obra de Olaf
Stapledon de 1930 titulada
First and Last Men, en donde se
proporciona un ejemplo ficticio en el cual Venus es modificado tras una
larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos. También varios
relatos cortos de Ray Bradbury, como
The Long Rain (“
La larga lluvia“, 1950), relato en el que se basará parcialmente la película
The Illustrated Man (“
El hombre ilustrado“, 1969) de Jack Smight, y
All Summer in a Day
(1959), describen a Venus como un planeta húmedo y potencialmente
habitable. Una de las últimas muestras de esta narrativa. representando
ese Venus pantanoso, fue la novela de Isaac Asimov
Los océanos de Venus,
protagonizada por Lucky Starr, en 1954. Puede que Venus haya
experimentado en el pasado remoto un cambio radical de su atmósfera. El
pueblo maya y sus antecesores, los toltecas, han sido valiosos testigos,
utilizando el cálculo y registro astronómicos. Sin embargo, habrían
incurrido inexplicablemente en un notable error, registrado en los
códices de Dresde y Borgia, sobre el período de invisibilidad de Venus
al pasar por detrás del Sol en la llamada conjunción superior. Cuando
varios planetas se encuentran aparentemente en el mismo azimut, se dicen
que están en conjunción. Si está implicado el Sol se llama conjunción
solar. Para los planetas interiores, que son los que están dentro de la
órbita de la Tierra, es decir Mercurio y Venus, existen dos
conjunciones: la superior y la inferior. En la superior el planeta está
detrás del Sol, visto desde la Tierra; en la inferior el planeta está
delante del Sol. Como ejemplo, la conjunción solar superior de Mercurio
significa que la Tierra, el Sol y Mercurio están alineados. Mercurio
está detrás del Sol.
El total del
Período Sinódico de Venus es de 584 días y es
igual a la resultante de la suma del período de 263 días en el que
aparece antes de la salida del Sol, como “
estrella matutina”
más el intervalo de invisibilidad en la conjunción superior, que dura 50
días, más el período en el que nuevamente aparece, durante 263 días,
como “
estrella del atardecer”, más el intervalo de invisibilidad de 8 días en la conjunción inferior.
Período Sinódico es
el tiempo que tarda el objeto en volver a aparecer en el mismo punto
del cielo respecto al sol, cuando se observa desde la Tierra. Ahora
bien, dichos cálculos corresponden enteramente a las últimas
observaciones registradas por nuestros modernos astrónomos y si bien no
podemos hablar de una total coincidencia con los documentos mayas, las
diferencias no son significativas. En cambio, al tratar específicamente
del periodo de invisibilidad de Venus en la conjunción superior la
diferencia es más significativa. En efecto, mientras que hoy dicho
periodo se estima en 50 días, en los códices de Dresde y Borgia se
estima en 90 días y 77 días, respectivamente. Cabe decir que los
planetas cercanos, como Venus, son visibles a simple vista desde la
Tierra debido a que la luz solar se refleja en su superficie. El fuerte
brillo de Venus, asimismo, es causado más que por su cercanía, por estar
enteramente cubierto por una densa atmósfera, que es altamente
reflexiva. Este valor para la reflexión de la luz solar es de 1,82
veces el que tiene la Tierra. Es decir, que Venus actualmente refleja la
luz solar con casi el doble de intensidad que la Tierra. El científico
inglés David Greenwood dice lo siguiente: “
Si Venus tenía una
atmósfera parecida a la de la Tierra en épocas tempranas, debe haber
reflejado menos luz que hoy día y, en consecuencia, los períodos de
invisibilidad en contra del fulgor del Sol deben haber sido más largos
de lo que son hoy. Nosotros aquí sugerimos que los códices mayas
preservaron en sus registros los períodos de invisibilidad de un Venus
que alguna vez poseía una atmósfera parecida a la de la Tierra y que
desde entonces se fue deteriorando hasta su estado actual”. Sin
duda, esta hipótesis merece una seria consideración. Para ello debemos
tener en cuenta estas palabras de Henry David Thoreau: “
El hombre con una idea nueva es un chiflado, hasta que la idea tiene éxito”.
Antiguos registros mexicanos dicen que el Sol fue atacado por
Quetzalcoatl. Después de la desaparición de este cuerpo celeste llamado
Venus, con forma de serpiente, el Sol se negó a brillar, y durante
cuatro días se privó al mundo de su luz. El cielo, para mostrar su ira,
causó que muriera un gran número de personas, que murieron de hambre y
pestilencia. La Tierra tuvo convulsiones agravadas por un diluvio. El
cataclismo, acompañado por una prolongada oscuridad, coincidió con los
días del Éxodo, cuando una tempestad de cenizas oscureció el mundo,
perturbado su rotación. El sol se detuvo durante más de un día en el
cielo del viejo mundo. La secuencia de las estaciones y la duración de
los días y las noches se desordenó: “
Fue entonces que el pueblo reguló nuevamente el reconocimiento de los días, noches y horas, según la diferencia en el tiempo“.
Como evidentemente el Sol no se detuvo, parece claro que algo afectó a
la rotación terrestre. Después de los dramáticos acontecimientos de la
época del Éxodo, la tierra estuvo envuelta en densas nubes durante
décadas, y no era posible la observación de las estrellas. Muchos
pueblos hablan de un “
cielo inferior” en el pasado, un Sol “
más grande“,
un movimiento más rápido del Sol a través del firmamento, y un día más
corto en que se hizo más largo luego que el Sol fuese frenado en su
camino. Según los indios de América del Norte, la “
estrella fugaz” puso al mundo en llamas: “
En
el ardiente mundo uno no podía ver nada más que olas de llamas. Las
rocas ardían, todo estaba ardiendo. Grandes columnas de humo se elevaban
y el fuego estallaba hacia el cielo en llamas. Entonces entró el agua
como una multitud de ríos, cubrió la tierra, y apagó el fuego. Pero el
agua subió montaña arriba“. El planeta Venus estableció la
situación actual en la Tierra y colocó a las estrellas polares del norte
y del sur en sus lugares actuales. Los indios Pawnee creen que la
futura destrucción del mundo depende del planeta Venus. Cuando el fin
del mundo venga, el Polo Norte y el Polo Sur se cambiarán de lugar. En
el pasado, la Estrella del Sur dejó su lugar un par de veces, provocando
un desplazamiento de los polos. Ppero en estas ocasiones las estrellas
polares no invirtieron sus posiciones. Los sacerdotes egipcios, dijeron
que “
la conflagración mundial fue causada por un desplazamiento de
los cuerpos en el cielo, que se mueven alrededor de la Tierra. El cometa
Venus, después de dos contactos con la tierra, con el tiempo, se
convirtió en un planeta“. Faetón, que significa “
la estrella resplandeciente’, se convirtió en la
Estrella de la Mañana.
Se dice que el planeta Venus nació en la primera mitad del segundo
milenio antes de Jesucristo. En el tercer milenio antes de Jesucristo
sólo cuatro planetas podrían haberse visto, y en los mapas astronómicos
de esta época, el planeta Venus no se encuentra. En una antigua tabla
hindú de los planetas, atribuida al año en 3102 a.C., curiosamente muy
próximo al 3114 a.C., fecha del inicio de la cuenta larga maya. Esta
fecha de la cuenta larga, ¿tendría algo que ver con la aparición de
Venus? Venus era el único ausente entre los planetas visibles. Los
Brahmanes de la primera época hindú no conocían el sistema de los cinco
planetas, y sólo en un período posterior, los brahmanes hablan de cinco
planetas. La astronomía babilónica también tenía un sistema de cuatro
planetas. En antiguas oraciones, los planetas Saturno, Júpiter, Marte y
Mercurio eran invocados. Pero falta el planeta Venus, y se habla de «
el sistema de cuatro planeta de los antiguos astrónomos de Babilonia“.
Estos cuatro sistemas planetarios y la incapacidad de los antiguos
hindúes y babilonios para ver a Venus en el cielo, aunque es más visible
que los otros planetas, es enigmática, a menos que Venus no estuviera
entre los planetas. “
La gran estrella que se une a las grandes estrellas“.Las
grandes estrellas son, por supuesto, los cuatro planetas Mercurio,
Marte, Júpiter y Saturno, y Venus se une a ellos como el quinto planeta.
Se han encontrado en las cavernas del Bohistán, inscripciones
acompañadas de mapas astronómicos que representan las estrellas en la
posición que ocupaban hace tres mil años. Y curiosamente se ven unas
líneas que unen a Venus con la Tierra. El interés de los mayas en la
astronomía no es motivación suficiente para una hipótesis de relación
con inteligencias de otros planetas. La abundancia de preguntas sin
respuesta es asombrosa. ¿Cómo sabían los mayas de la existencia de Urano
y Neptuno? ¿Por qué los puestos de observación de Chichen Itza no están
dirigidos a las estrellas más luminosas? ¿Qué significa el relieve en
piedra de un supuesto dios manejando un cohete en Palenque? ¿Por qué el
calendario maya tiene cálculos para 400.000.000 de años? ¿Cómo
calcularon los años solares y venusinos con cuatro decimales? ¿Quién les
transmitió su gran conocimiento astronómico?
Nuestro conocimiento de los planetas del sistema solar es poco detallado; Marte es el único planeta en el que la “
vida“,
según nuestros parámetros, puede existir, y de manera limitada. En
nuestro sistema solar, sólo Venus, la Tierra y Marte están dentro de los
límites en que es posible la vida como la conocemos y que llamamos
ecosfera. Sin embargo, debemos recordar que la determinación de la
ecosfera está basada en nuestra concepción de la vida y que otro tipo de
vida desconocida no necesariamente estaría ligada a nuestras premisas
de vida. Hasta 1962 Venus era considerada como un posible hogar para la
vida. El
Mariner II llegó hasta cerca de 21.000 millas de
Venus. Y, de acuerdo con la información que transmitió, Venus debe ser
descartado como posible hogar para la vida. De los informes del
Mariner II
se sabe que la temperatura promedio de la superficie era de entre 457 y
474 grados Celsius. Semejante temperatura implica que no puede haber
agua, sino sólo lagos de metales fundidos en la superficie. La idea
popular de Venus como la hermana gemela de la tierra había terminado,
aun cuando el hidrógeno carburado presente podría ser un medio de
cultivo para todo tipo de bacterias. Los mayas eran inteligentes y
tenían una cultura muy desarrollada. Dejaron no solamente un calendario
fabuloso sino también cálculos increíbles. Conocían el calendario
venusino de 584 días y estimaron la duración del año terrestre en
365,2420 días (El cálculo exacto de hoy: 365,2422). Los mayas dejaron
cálculos para periodos de 64.000.000 años. Las últimas inscripciones
probablemente se acerquen a 400.000.000 años. La famosa fórmula venusina
pudo muy bien ser calculada por un cerebro electrónico. De todos modos,
es difícil creer que se originó en un pueblo de la jungla. La fórmula
venusina de los mayas es como sigue: El Tzolkin tiene 260 días, el año
terrestre 365 días y el venusino 584 días. Estas cifras esconden la
posibilidad de una sorpresiva división y suma. 365 es divisible entre 73
cinco veces, y 584, 8 veces. Así que la fórmula increíble queda de esta
forma: (Luna) 20 x 13 = 260 x 2 x 73 = 37960; (Sol) 8 x 13 = 104 x 5
x 73 = 37960; (Venus) 5 x 13 = 65 x 8 x 73 = 37960. En otras palabras,
todos los ciclos coinciden después de 37.960 años. La mitología maya
dice que los “
dioses” vendrían al gran lugar de descanso. En su libro “
Mundos en colisión“,
publicado en 1950 y aún muy discutido en círculos científicos, Immanuel
Velikovsky declaró que un cometa gigante había chocado con Marte, y que
Venus se había formado como resultado de esa colisión. Su teoría podía
ser probada si Venus tuviese una temperatura de superficie muy alta,
nubes con hidrógeno carburado, y una rotación anómala. La evaluación de
los datos del
Mariner II confirmó esta teoría: Venus es el único planeta que rota “
hacia atrás“,
o sea, es el único planeta que no sigue las reglas de nuestro sistema
solar como lo hacen Mercurio, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y
Neptuno. Como curiosidad, podemos indicar que en las montañas de la
región asiática de Kohistan, un dibujo de una caverna reproduce la
exacta posición de las estrellas como estaban hace 10.000 años. Venus y
la Tierra están unidas por líneas.
Y ante la anterior identificación de Quetzalcóat con Venus,
introducimos una teoría planteada por Immanuel Velikovski (1895 – 1979),
médico, psicólogo y psicoanalista ruso, autor de varias obras
especulativas, entre las que destaca
Mundos en Colisión,
publicada en 1950, Según Velikovsky, la antigua civilización de Egipto
fue casi destruida por una catástrofe cósmica que puso en peligro al
planeta entero. Es conocido que las antiguas civilizaciones en Asia,
América, Europa y el Medio Oriente eran altamente avanzadas en
astronomía. Velikovsky dice que la Tierra y Marte estuvieron
involucrados repetidas veces en colisiones con un gigantesco cometa
desde que comenzó nuestra historia registrada. Los eventos descritos en
el Éxodo y en los papiros egipcios describen una época con plagas,
agitaciones y oscuridad, y el escape de los hebreos de Egipto tras una “
columna de fuego”
en el Sinaí. Según Velikovsky, la Tierra sufrió un frenazo en su
rotación y su eje fue levemente alterado al pasar cerca el cometa. Una
serie de fuerzas electroestáticas causaron descargas que formaron arcos
entre la Tierra y el comenta, por lo que se veían los cielos llenos de
fuego, lo que provocaba que los bosques sufrieran incendios. La corteza
de la Tierra fue rasgada y los volcanes entraron en erupción, los
terremotos sacudían la tierra y la oscuridad envolvió al planeta. Era en
el tiempo del Éxodo. Setecientos años más tarde, Isaías, Joel y Amos
describieron otra serie de eventos, incluyendo que el Sol parecía
haberse detenido en el cielo. Estos fueron, de hecho, los últimos actos
de un drama cósmico. El evento más temprano del cual tenemos registros
es el llamado Diluvio. Todas las teorías cosmológicas asumen que los
planetas han evolucionado durante billones de años. Pero, según
Velikovsky, Venus fue anteriormente un cometa y se unió a la familia de
los planetas. La órbita de la Tierra cambió más de una vez y, con ella,
la duración del año. La posición del eje terrestre y su dirección
astronómica cambió repetidamente. En fechas relativamente recientes, la
estrella polar estaba en la constelación de la Osa Mayor. Velikovsky
creía que el origen del cometa que fue responsable para los cambios en
la órbita de la Tierra, estaba en el planeta proto-estrella que
conocemos como Júpiter. Esta idea escandalizó a la comunidad científica.
Pero sus teorías acerca de la naturaleza de Júpiter y Venus todavía no
ha sido probadas ser erróneas. Velikovsky afirmó que dado que Venus era
más joven que los otros planetas, la temperatura de su superficie sería
mucho más caliente y su atmósfera más densa de lo que los astrónomos
creían. Estas predicciones probaron ser correctas.
Velikovsky predijo que se encontraría que Venus tenía anomalías
orbitales con relación a los otros planetas. Posteriormente fue
descubierto que Venus rota en su eje en dirección contraria a los otros
planetas, y que su día es más largo que su año. Nosotros sabemos ahora
que partes de la atmósfera de Venus rotan en 4 días, con vientos hasta
de 400 Km./h, mientras el planeta mismo hace su rotación en 243 días.
Ambas rotaciones son retrógradas. Una de las hipótesis de Velikovsky
para la lentitud de la rotación de la Tierra, que hizo que el Sol
pareciera haberse detenido, fue que nuestro planeta entró en la
extendida atmósfera del cometa Venus. Algo de la rotación diurna de la
Tierra fue afectada por esta nube de polvo, según Velikovsky, lo cual
encaja con las excéntricas características de la atmósfera venusina. El
cometa pasó en espiral por la Tierra en un camino siempre decreciente
alrededor del Sol antes de adoptar su órbita actual como planeta Venus.
Además Velikovsky cita evidencias para mostrar que la Tierra interactuó
con Marte en varias ocasiones, después de que Venus arrojó a Marte fuera
de su órbita. Los disturbios causados por los pasajes de Marte
consistieron en terremotos y descargas eléctricas. La mayor parte de los
“
acontecimientos de Marte” tuvieron lugar dentro de un período
de noventa años. Esto puede sonar exagerado, pero la evidencia de
Velikovsky y las predicciones que hizo se han mantenido después de
cuatro décadas de investigación. Para apoyar su interpretación de las
historias hebreas y egipcias, Velikovsky buscó los registros de las
civilizaciones de los siglos ocho a quince antes de Jesucristo. las
similitudes de las leyendas del pasado en los cinco continentes e islas
del Océano Pacífico son contundentes, como las brujas sobre escobas o
animales con muchas cabezas y un cuerpo alado, son mitos cósmicos
universales registrando las formas características de los cometas.
Velikovski rastrea los mitos del Sol a través de los cuentos de los
polinesios, hawaianos e Indios norteamericanos. Como las civilizaciones
del Medio Oriente, ellos tienen la historia del Sol siendo atrapado y
liberado por un ratón. En la versión hawaiana, Maui cazó y venció al
Sol, el cual pidió misericordia y prometió ir más lentamente. Al mismo
tiempo aparecieron nuevas islas. Los indios
Ute hablan de un
pedazo de Sol incendiando al mundo, el cual fue resquebrajado por un
conejo después de que se levantó el Sol, se puso y se levantó de nuevo.
La leyenda de la batalla cósmica de los dioses planetarios es familiar a
todos nosotros. En las épicas homéricas, los griegos escogen a
Atenas/Venus como su protector, los troyanos escogieron a Ares/Marte.
Una tradición similar existió en el antiguo México. Los Toltecas
adoraban a Quetzlcoatl/Venus, pero los aztecas más tarde reverenciaban a
Huitzilopachtil/Marte. La identidad, conflicto y características de los
dioses planetarios son consistentes a través del antiguo mundo. Las
crónicas chinas registran a dos soles batallando en el cielo, y el
disturbio que causó en los otros planetas. Marte fue perseguido por
Venus, la Tierra se sacudió, y montañas que brillaban intensamente
colapsaron. Un viejo libro de texto hindú de astronomía tiene un
capítulo sobre conjunciones planetarias. Un planeta podría ser derribado
o vencido completamente, y la victoria en este encuentro es usualmente
el planeta Venus. Una colisión de los planetas es llamada yuga en la
astronomía hindú, mientras que las edades del mundo son también llamadas
yugas. La asociación del planeta Marte con el lobo es también común. En
Babilonia, uno de los siete nombres para Marte era lobo. Un dios
egipcio con la cabeza de un lobo rondó la tierra. Los romanos usaron al
lobo como el símbolo animal para Marte. La mitología eslava tiene un
dios en la forma de un lobo, Vukadlak, quien devoró al Sol y a la Luna,
En la épica Islandesa,
La Edda, el dios que oscurece el Sol es
el lobo Fenris, quien batalló con la serpiente Midgard arriba en los
cielos. Un mapa astronómico chino cita antiguas fuentes diciendo “
una vez Venus corrió hacia la Estrella-Lobo”.
Por toda la costa de Alaska hay grandes montones de huesos rotos de
animales extintos mezclados con árboles desraizados y la ocasional punta
de lanza de silex. Cuatro capas de ceniza volcánica pueden ser
encontradas en estos remanentes de árboles astillados y cuerpos
desmembrados. En las regiones polares de Siberia y en las islas árticas
hay montañas de madera rota y apilada, de cientos de metros de altura.
Y, más allá, colinas de huesos de mamut cementados por arena congelada.
En una isla, los huesos de estos animales fueron encontrados junto con
árboles fosilizados y hojas, también fosilizados. Cuando el mamut vivía
en Siberia había allí abundante vegetación. Spitsbergen está casi a 79
grados norte. Sin embargo, han sido encontradas allí flores fósiles,
corales y capas de carbón de treinta pies de ancho. La Antártica es
conocida por tener yacimientos de carbón a una latitud de 85 grados.
Para que este carbón se haya formado, las regiones polares deben de
haber tenido grandes bosques en el pasado. ¿Cómo pueden ser explicadas
estos cambios súbitos en el clima de la Tierra y una extendida
destrucción de especies de plantas y animales? La violencia de esta
destrucción puede ser vista a través de Europa occidental, donde cada
grieta importante de roca está llena con los huesos de animales,
astillados y fragmentados. Una colina de 1400 pies, en Francia, tiene
los restos de mamuts, renos, caballos y otros animales.
En América podemos encontrar capas de huesos fósiles conteniendo
hasta 100 huesos por pie cuadrado, depositados en la arena. Algunas de
estas capas tienen más de 200 pies de altura. Las colinas de los
Himalayas y Burma contienen similares capas de huesos. En China, entre
estos huesos fracturados, fueron encontrados los esqueletos de siete
humanos, en que tipos europeos, melanesios y esquimales yacían juntos.
Especies extintas y existentes de animales han sido encontrados
mezcladas en depósitos ingleses. La teoría convencional de procesos
geológicos lentos y uniformes no puede explicar estos depósitos, sino
todo lo contrario. Serían evidencias de importantes catástrofes que han
golpeado nuestro planeta. Velikovsky sugiere una gigantesco tsunami que
arrasó la Tierra y arrastró plantas y animales a grandes distancias,
depositándolas mezcladas. Esto y la transformación del clima de la
Tierra son explicados como consecuencias del rápido cambio del eje
terrestre provocado por una colisión con otro planeta o entre dos
cuerpos celestes próximos a la Tierra. El registro geológico cuenta una
historia similar a la que los paleontólogos han desenterrado. A 400
metros de altura en los Andes hay marcas continuas de sedimentos
marinos, incluyendo conchas marinas. Hay muchas ruinas rodeadas por
terrazas para el cultivo en el lado Oeste de los Andes, que no se
corresponde con zonas situadas a más de 4000 metros sobre el nivel del
mar. En el lado Este, las terrazas continúan más allá de la línea
permanente de nieve. Antes de que la última capa de lava se extendiera
sobre Colombia, donde estaban asentamientos humanos, cuyos restos han
sido encontrados. Una conclusión a la que se ha llegado es que las
montañas de los Andes se elevaron en tiempos relativamente recientes por
fuerzas enormes. El suelo marino alrededor del globo también atestigua
flujos de lava y ceniza volcánica que cubrieron un suelo marino cambiado
violentamente, mientras que enormes olas marítimas arrasaban los
continentes. Alguna vez hubo tierra seca y playas en muchos lugares
donde ahora está el Océano Atlántico. El fondo de los mares muestra que,
en el pasado, la Tierra ha sido golpeada por muchos meteoritos, dejando
depósitos de arcilla ricos en níquel, radio y hierro. Cuando cambió el
eje de la Tierra, se formaron remolinos de corrientes magnéticas en la
atmósfera. Estos generaron gran calor y derritieron las rocas en la
superficie. Al enfriarse esta roca, se reformó con una polaridad
magnética diferente a la de los estratos circundantes.
Por todo el mundo, formaciones similares de rocas son encontrados con
su polarización magnética invertida. Para que esto sucediese, el campo
magnético de la Tierra debe de haberse invertido cuando se formaron
estas rocas. También las rocas con esta polaridad invertida son mucho
más fuertemente magnetizadas de lo que solamente el campo magnético de
la Tierra podría explicar. ¿Por qué la actividad volcánica era tan común
en el pasado? ¿Cómo se elevó y hundió el suelo marino en todo el mundo?
En tiempos remotos, cuando el eje terrestre cambió, la inercia del aire
y del agua causaron huracanes y maremotos. El estrés sufrido por el
planeta causó volcanismo y un flujo de magma, lanzando nubes de ceniza
volcánica que provocaron la oscuridad en el mundo. El calor generado por
estas fuerzas evaporó los mares. En algunos lugares, torrenciales
aguaceros formaron grandes corrientes, corriendo a través de las fisuras
abiertas en la costra terrestre, que repentinamente erosionaron el
paisaje. En otras partes cayó nieve y se cubrió la tierra con capas de
hielo. En los polos, un hielo permanente creció al enfriarse la Tierra.
Los cambios climáticos, las capas de hielo, la formación de montañas y
la inversión magnética de las rocas, serían explicadas por la teoría de
de la catástrofe cósmica de Velikovsky. Sin embargo, el punto de vista
aceptado de la historia geológica de la Tierra explica que la acción
gradual de las fuerzas de la naturaleza han conformado el mundo que
conocemos. No es necesario decir que Velikovsky despertó una gran
controversia en geología, como lo había hecho previamente en arqueología
y la astronomía. La arqueología confirma que la imagen de Quetzalcóatl
no aparece jamás fuera del contexto de la religión náhuatl.
Paralelamente al mito de la
Estrella de la Mañana, la
creación del Sol marca los principios mismos de la era náhuatl.
Y este Sol anuncia una nueva edad. El pasado náhuatl fue juzgado
por los aztecas más en concordancia con la figura del fundador de
la religión que con cualquier jefe político. Esto lleva a
creer en la supremacía del pensamiento religioso en el curso
de los siglos anteriores al año 1000, y en la indispensable
necesidad de profundizar este pensamiento para comprender un periodo
irreducible a las listas de gobernantes y batallas. El acuerdo
de los jeroglíficos y de los textos resulta perfecto porque la
Serpiente Emplumada, traducción literal de
quetzal (pájaro) y
cóatl (serpiente),
es el emblema de las antiguas culturas mesoamericanas. Con excepción
de raras obras que, como la de Sahagún, fueron efectuadas con la
ayuda de informantes indígenas, todos los escritos del siglo XVI
constituyen traducciones de libros jeroglíficos que formaban las
bibliotecas de los palacios.
Únicamente algunos ejemplares de esos preciosos documentos escaparon a
los autos de fe organizados por los monjes. Sustraídos por manos
piadosas y mantenidos en secreto, con peligro de represalias, son hoy
día para los americanistas de un valor comparable a la famosa
piedra de Rosetta de los egiptólogos. En efecto, dada la
desaparición de los que sirvieron de fuente a los anales,
habría resultado imposible penetrar el sentido de una escritura
tan hermética, sin la precaución, tomada después de la
Conquista, de hacer cubrir con notas explicativas ciertos
manuscritos. Es, entonces, gracias a esas leyendas redactadas al
margen de los jeroglíficos, de las divinidades o de las
escenas rituales que los componen, bien sea en náhuatl, bien
en español, como los viejos sabios mexicanos transmitieron la
llave del lenguaje perdido. De unos cuarenta códices existentes, sólo
una decena son históricos; los demás se refieren a la vida religiosa.
La lectura de los códices históricos la debemos en gran parte
al erudito mexicano Alfonso Caso. Al cabo de años de
investigación de los textos y el material arqueológico, de
estudios comparativos, de numerosas clasificaciones y de
desciframientos parciales cada vez más amplios y precisos, Alfonso Caso
acaba de proporcionar a los estudiosos la traducción de lo que
estima “
el más importante repertorio genealógico que se ha conservado“. Se trata del libro dibujado llamado
Bodley,
que relata la historia de la región mixteca desde el siglo VII
hasta la Conquista. La circunstancia de que se consignen
acontecimientos ocurridos ya en presencia de los europeos permitió
establecer la sincronización de las fechas indígenas con el
calendario europeo.
Fuentes:
- Laurette Sejourne – El Universo De Quetzalcoatl
- Ivan Sprajc – La Estrella de Quetzalcoatl – El Planeta Venus en Mesoamérica
- Immanuel Velikovski – Mundos en Colisión
- C.W. Ceram – Dioses Tumbas Y Sabios
- René Guénon – Atlántida e Hiperbórea
- H.P. Blavatsky – La Doctrina Secreta
- H.P. Blavatsky – Isis sin Velo
- Cattermole, Peter & Moore, Patrick – Atlas of Venus
- Charles Berlitz – El misterio de la Atlántida
- Erich von Daniken – Carrozas de los dioses
- http://www.crystallotus.com/
- http://www.antiguosastronautas.com/ – ¿Fue Venus un planeta habitable?